sábado, 6 de octubre de 2012

Sundiata Keita: El Rey León de Malí

Bismillahi Rahmani Rahim
En numerosas ocasiones hemos dirigido nuestra atención hacia el África Musulmana, ya que consideramos que su atractivo tanto cultural como espiritual pasa cuanto menos desapercibido al lector occidental que con sinceridad busca conocer las manifestaciones tradicionales del Islam.
Ante todo hemos puesto particular énfasis en el África Occidental, que se nos aparece con una gama enriquecedora de colores que embellecen la experiencia Islámica de los pueblos en el mundo.
En vista de los cual no podíamos sino concederle un lugar de privilegio en nuestro blog al gran Mansa (soberano, emperador) Sundiata Keita, forjador del gran imperio Mande de Mali cuya extensión territorial al momento de su apogeo fue mayor que la Europa Occidental y su duración se extendió cerca del año 1230 al 1600 (e.c.).
El imperio de Sundiata Keita fue característico por su justicia y virtuosismo. Músicos contemporáneos de origen Mande que hemos tenido la oportunidad de presentar (tales como Tiken Jah Fakoly y Seyni & Yeliba) transmiten un mensaje de liberación de las opresiones sociales reivindicando el ejemplo de Mansa Sundiata. Otra personalidad Mande del Islam que también hemos presentado y que por un tiempo restauró el legado de Mansa Sundiata frente a los colonizadores franceses y británicos fue Almamy Samory Touré.
Un prestigioso viajero e historiador Musulmán, Ibn Battuta, escribía acerca del Imperio de Mali que era un lugar donde la injusticia no era tolerada y en el que la gente podía vivir completamente segura sin nada que temer, ni de ladrones ni de hombres violentos.
La genealogía de los antepasados de Sundiata Keita se remonta hasta Lawabo, uno de los hijos de Hz. Bilal (ra) quien fuera uno de los Sahaba más cercanos a Sayidina Muhammad (asws).
La historia de Sundiata Keita ha sido preservada de manera oral por griots, quienes generación tras generación  la han transmitido para honra de su memoria y ejemplo para los hombres. A continuación presentamos una traducción-adaptación que hemos hecho de la misma basados en fuentes tradicionales.

Invocación

Escucha para aprender del gran rey Sundiata, cuyo nombre permanece para siempre en las canciones de los griots y en los corazones de los hombres. Escucha y aprende qué es el coraje y también la sabiduría, ya que este hombre tuvo ambas en abundancia, ¡el gran Sundiata, el león de Malí!

I: La infancia del Héroe

Había una vez un rey Mande, un hombre valiente, descendiente de hombres valientes.

Con él, cuyo nombre era Nare Maghann Konaté, comienza esta historia.
Maghann el Hermoso, algunos lo llamaban, porque él era un hombre bien parecido, y aunque su reino era pequeño, él era feliz, porque tenía lo que un hombre puede querer en este mundo, poder, riqueza, y un hijo para sucederle.

Pero un día su destino dio un giro, y el destino de un rey se convierte, como sabes, en  el destino de otros hombres.

Un cazador adivino llegó ante Maghann y le habló de una predicción. Él dijo:
"Dos cazadores te traerán un cuento extraño de oír. A ellos hay que escuchar, porque ellos dicen la verdad. Te contarán cómo cazaron una temible bestia que asolaba los bosques y granjas. Esta bestia era una criatura maravillosa, tenía dos formas y dos seres separados aunque conectados, uno animal y el otro humano. El animal, te contarán los cazadores, ellos han matado, pero la forma humana, ellos pretenderán, aún vive. Entonces llevarán ante ti encadenada a una mujer de rostro repugnante, y ella será la forma humana de esta bestia terrible, y siendo mitad humana, mitad bestia, ella será feroz, tan salvaje como el bosque del que proviene. A pesar de su apariencia, debes desposar a esta mujer, pues ella te dará a luz un niño que va a construir un imperio, pues como se ha dicho, de una pequeña semilla crece un árbol poderoso, así un hombre puede convertirse en una nación".

El rey escuchó la predicción, pero no se sentía inclinado a creer, hasta que los eventos predichos sucedieron, exactamente como el cazador lo había anunciado.

Los cazadores llegaron con su historia y su cautiva salvaje, y el rey, aunque ya estaba casado, tomó a la mujer búfalo como esposa, y ella le dio un hijo, cuyo nombre fue Mari Diata. Él sería conocido por todos como Sundiata del clan Keita, tomando su nombre de su madre, Songolon Kedju, la mujer búfalo. Con el tiempo sería conocido como el Rey León y sería honrado entre los hombres.

Sin embargo al principio no fue así, porque el muchacho era cojo, enfermo y glotón, y sin la belleza ni el poder del león. El niño no podía caminar, sino que se arrastraba como un animal, algo desagradable. Y el rey se preguntaba, “¿cómo puede ser que este sea el hijo anunciado por la predicción?” Y su corazón se sentía apesadumbrado.

Al ver la naturaleza del niño, la primera esposa del rey, Sassouma, abiertamente se regocijó, porque ella se consumía por los celos y la ambición, ya que deseaba que su propio hijo, Dankaran, fuese rey, sin respetar el destino ni la Voluntad Divina.

Sin embargo el rey Meghann se aferró a la predicción y nombró sucesor a Sundiata, y en su lecho de muerte nombró a su propio griot, Balla Fasséké, para asesorar al niño y que registrara la crónica de sus hazañas.

Pero Sassouma no tuvo mayor respeto por los deseos de su marido que por el que tenía por la Divina Voluntad, y cuando Meghann murió, ella instaló a su hijo en su lugar. Y Sundiata no se conocía a sí mismo, no sabía de la grandeza en su interior, enroscado como una serpiente dormida. En cambio, se revolcó en la autocompasión, inconsciente, sin despertar.

Así las cosas habrían seguido, si no hubiese sido por el odio de una mujer, pues tal es el papel de la mezquindad en la historia del mundo. Un día la madre de Sundiata fue a pedir a Sassouma hojas del árbol Baobab para utilizarlas en la cocina, y Sassouma insultó a su rival, diciendo: "Nadie más que una bestia como tu hijo puede nacer de una bestia como tú."

Cuando Sundiata, donde descansaba, escuchó esto, sintió cólera y vergüenza, y pidió a un herrero que le trajera una barra de hierro, y por su sola voluntad, con la vara como bastón, se levantó lentamente, dolorosamente, sorprendiendo a todos los que miraban, hasta que finalmente se puso de pie. Ya que se dice que la mente es un músculo, y se dice que no hay que insultar al cocodrilo antes de cruzar el lago en el que  habita.

Grande es el poder, mayor que el de los animales brutos, del hombre que sabe que el espíritu no está sujeto a las limitaciones terrenales. Balla Fasséké cierta vez compuso un himno glorioso enalteciendo esta hazaña, la primera de muchas canciones en elogio de las obras de el Rey León.


II: El viaje del héroe

Ahora allí vivía un hechicero, Soumaro Kanté, rey de Sosso, que amenazaba con engullir el mundo, y Dankaran, el rey injusto, etaba sensiblemente atemorizado ante el poder de Soumaro, ya que Soumaro era el hijo de un poderoso Yinn que tenía siete cabezas y no podía ser derrotado en la batalla, por lo que Dankaran envió a su media hermana y al griot de Sundiata a Sosso en una misión para ganar el favor del hechizero, y la madre de Sundiata sabía por este acto que el Dankaran usurpador no tenía más respeto que el de su madre y le rogó a su hijo que se exiliara. Sundiata quería quedarse y luchar, pero su madre se opuso a este rumbo de acción. "El tiempo no está maduro para esta cosecha", le aconsejó, "en primer lugar debes cultivar las cualidades con las que podras regresar como hombre que reclama su corona."

Y así se pusieron en marcha, madre e hijo, en el mundo, y viajaron mucho, y vivieron entre pueblos extraños en tierras extrañas, y Sundiata creció en poder y sabiduría, y aprendió los proverbios y los caminos de los antepasados ​​y las habilidades del cazador y el guerrero, y donde quiera que fuera en el mundo hizo amigos, ya que se dice que la riqueza de un hombre y su valor se miden por los amigos que tiene, y el que tiene amigos ha establecido un tesoro contra los tiempos difíciles.

Por fin, después de muchos años, Sundiata llegó al reino de Mema, y ​​allí, por casualidad, en el mercado, se encontró con un comerciante vendiendo hojas del gran árbol de Baobab del país de origen de Sundiata, y cuando se le preguntó acerca de estos, se le contó que el rey hechicero Soumaro se encendió contra Dankaran y saqueó su reino. Se dice que si invitas a una serpiente a tu casa, incluso si la tratas con amabilidad, puedes esperar ser mordido. Así sucedió con Dankaran.

Para Sundiata este era el momento para el que se había preparado, el inicio de la cosecha. Se dedicó a reunir un ejército para recuperar su reino. Pero su madre, Sogolon, su sabia consejera, no pudo ver este día, en el que su hijo se preparaba para partir, ya que partió de este mundo, después de haber cumplido con su deber y su destino.


III. El regreso del Héroe

Entristecido por la pérdida de su madre pero con voluntad de hierro, Sundiata emprendió su camino de regreso a la tierra de su nacimiento. Mientras viajaba reunió un gran ejército, ya que había hecho muchas amistades y muchos eran de la gente que había aprendido a odiar al cruel hechicero Soumaro. Cuando Soumaro escuchó que este ejército se acercaba, no sintió temor, ya que él era el hijo de un Yinn, y su poder era grandioso.

Soumaro erigió un ejército con sus súbditos y encontró en batalla a la fuerza menor de Sundiata cerca de la ciudad de Kira. Combatieron dos batallas, y cada vez prevaleció la fuerza menor de Sundiata; sin embargo, Soumaro escapó las dos veces ya que tenía poderes mágicos y podía desaparecer en el medio de la batalla y reaparecer en una colina distante haciendo sonar sobre la tierra su risa malvada y regodeante.

“¿Cómo puedo derrotar a Soumaro?”, preguntó Sundiata, y consultó a sus sabios, quienes le aconsejaron hacer un gran sacrificio de bueyes, carneros y gallos. Una oración sincera no queda sin respuesta, y, para cuando el sacrificio se inició, aparecieron en el campamento de Sundiata su hermana perdida y su griot, que habían escapado de Sosso mientras el malvado hechicero estaba lejos.

Contaron muchas cosas a Sundiata. El griot de Sundiata, Balla Fasséké, contó de su encarcelamiento en la cámara de secretos de Soumaro. Allí encontró muchas riquezas robadas por el hechicero de las tierras de los nueve reyes a quienes había derrotado. Y en esta habitación había muchos búhos y urnas grandes llenas de serpientes, y las cabezas cortadas de los nueve reyes, y el balafón más grande jamás hecho por los hombres; y sólo por tocar este balafón, Balla Fasséké fue capaz de encantar a las serpientes y conservar su vida.

Y la hermana de Sundiata, Nyajaleng Juma Sujo, le contó de las malas intenciones de Soumaro hacia ella, de cómo la tuvo prisionera y la amenazó con salirse con la suya con ella, pero ni siquiera él, malvado como era, se atrevió a ofensa mayor, ya que los actos de uno vuelven sobre quien los lleva a cabo.

Sundiata consultó con ellos, buscando conocer la fuente de poder de Soumaro, y él estaba dolorosamente molesto, porque el brujo parecía invencible.

Nyajaleng pensó en esto durante toda una larga noche, y al día siguiente fue a su hermano. "Es cierto", dijo, "que el agua caliente puede matar a un hombre, pero el agua fría puede matarlo, también." En otras palabras, hay más de una manera de lograr lo que uno se propone. Si Soumaro no podía ser asesinado en una batalla normal, entonces se usaría contra él otra estratagema. Nyajaleng iría al campamento de Soumaro, diciéndole que había reconsiderado la propuesta del hechicero y aceptaba casarse con él, y ella embriagaría al hechicero con vino de dátiles,  y utilizando artimañas, le arrancaría el secreto de su poder.

Y la valiente hermana de Sundiata hizo lo que le había prometido. Se inmiscuyó en el campamento del hechicero, llevó con ella vino de dátiles, bailó para él y la pasión se despertó en el interior del hechicero; ella maldijo a su hermano por su debilidad y dijo al hechicero que hacía tiempo admiraba su poder, que no se parecía a nada de lo que había conocido anteriormente en el mundo. Ebrio de lujuria y orgullo y vino de dátiles, el hechicero se jactó: "De hecho, no puedo morir en batalla, pues recibo  mi poder desde mi espíritu totémico, del cual desciende mi pueblo, el gran gallo blanco." "Oh, eres poderoso, mi señor", dijo Nyajaleng. "Ciertamente no hay nada en los cielos o en la tierra que pueda dañarme." Ante esto, Soumaro sonrió. "¿Qué sucede, mi señor?", dijo Nyajaleng. "¿Cuántas personas serían sorprendidas si supieran", dijo, "que el poderoso hechicero Soumaro, hijo de un Yinn, rey de Sosso, conquistador de reinos, perdería todo su poder si su padre, el Yinn, fuese alcanzado por una flecha llevando un espolón de un gallo blanco con punta de tierra de maíz de Guinea y polvo korte." En ese momento, Soumaro cayó dormido con Nyajaleng en sus brazos, y mientras reía en sueños, ella quitó su brazo pesado de su pecho y se alejó de él.

Nyajaleng corrió hacia su hermano, y juntos prepararon una flecha de madera con una punta hecha de espolón de un gallo blanco y la punta recubierta con tierra de maíz de Guinea y polvo korte, y esperaron. Al día siguiente, Soumaro no recordaba nada, pero se sintió furioso al encontrar que Nyajaleng se había ido. Resolvió caer sobre el campamento de Sundiata y destruirlo por completo, matando a todos. Luego podría tomar a la hermana de Sundiata por la fuerza. Tales eran sus intenciones malvadas.

Despertó a sus arqueros y jinetes, y su ejército era tres veces mayor que el de Sundiata; entonces salió a la batalla. Los dos ejércitos se miraron el uno al otro a través de la llanura; Soumaro y Sundiata enviaron búhos ida y vuelta, llevando mensajes con los que se burlaban entre sí:

"El número de mi ejército es como el número de yams (tubérculos similares a la batata), no pueden ser contados", dijo Soumaro.

"Mi ejército se dará un festín con el tuyo como si fuesen  yams", dijo Sundiata.

"Soy veneno para ti, como el del hongo que roba la cordura", dijo Soumaro.

"Yo soy como el gallo que come el hongo, pero no se siente nada", dijo Sundiata.

"Yo soy el carbón caliente que quemará tu pie", dijo Soumaro.

"Yo soy la lluvia que apaga el fuego del carbón y lo lleva lejos", dijo Sundiata.

"Yo soy el gran árbol que mira hacia abajo a los demás en la selva", dijo Soumaro.

 "Yo soy la enredadera que crece por el costado del árbol y lo estrangula", dijo Sundiata.

El orgullo de Soumaro fue su perdición, ya que secretamente Sundiata había enviado un arquero, Sankarang Madiba Konte, a la casa de los Yinns, del padre de Soumaro, y aunque el Yinn mágicamente se podía transformar en diversas criaturas para deslizarse, y luego correr y volar, Sankarang arrojó la flecha de madera con su veneno especial y con la punta de gallo, y rozó el ala izquierda del Yinn (ya que él se había transformado en un águila), y así fue que, aun cuando Soumaro se jactó de su invencibilidad, fue derrotado . Sundiata sacó su propio arco y soltó una flecha que atravesó a Soumaro en el corazón,  luego su ejército se arrojó sobre el de Soumaro como aceite sobre el agua, y así se hizo.

Luego de su victoria, Sundiata convocó un gran concilio de los doce reinos, y la gente vino a lo largo y ancho para verlo en la ciudad de Kaba; les dijo: "El gobierno del cruel Soumaro ha terminado. Les pido que se unan bajo mi tutela, para que podamos ser una nación poderosa y nunca más tengamos que someternos al despotismo.” Todos estuvieron de acuerdo y ovacionaron a Sundiata, el gran libertador, y así el imperio de Malí llegó a ser; y la paz fue conocida en todo el imperio durante más de doscientos años, ya que como fue hábil guerrero, Sundiata fue aún más experto en las artes de la paz; creó un gran centro administrativo, enseñó a la gente a realizar nuevos cultivos, como los frijoles, el arroz y el algodón, y estableció rutas comerciales por todo el imperio, cumplimentando las necesidades de todos; y por estos logros es recordado como: el Gran Sundiata, el Rey León, el libertador que forjó un imperio y trajo la paz y la prosperidad a la gente.

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