viernes, 19 de octubre de 2012

El Viaje a la Autenticidad

 Del libro “Futuh al-Gháyb” de Sheykh Abdul Qadir al-Yilani
 
Bismillahi Rahmani Rahim
Ocupa tu tiempo en corregirte a ti mismo, entretén tu mente en mejorarte a cada momento. Déjate ya de tanto decir y de tanto opinar. Tu agonía por conquistar el mundo no hace sino consumirte. Muhámmad, salla Allahu alaihi wa sallam, decía: “Vaciáos de las tribulaciones del mundo en la medida de vuestras posibilidades”.

Eres ignorante: no sabes lo que es el mundo. Si lo supieras dejarías de perderte a ti mismo intentando apoderarte de él. Observa bien: cuando alguien alcanza lo que el mundo le ofrece, el afán por retenerlo se convierte en avidez que lo abrasa por dentro. Y cuando el mundo le vuelve la espalda, lo verás con el corazón afligido. Desazón o tristeza, eso es lo que el mundo propone. Si conocieras a Allah, ese conocimiento te serviría de medida exacta para valorar la realidad de las cosas. Pero no tienes medida porque eres ignorante: desconoces por completo a Allah y nada sabes de sus profetas ni de sus gentes verdaderas.

¡Ay de ti! ¿Es que de nada te sirve el saber lo que ha sido de las generaciones pasadas? Escúchame: líbrate del mundo, huye de él para que no te posea, y después déjate a ti mismo atrás y avanza en solitario hacia la puerta de Allah. Si te deshaces de ti mismo te habrás librado de lo que no es Allah, de todo lo que es ficticio. Todo lo que no es verdadero bebe su apariencia de realidad en las aspiraciones y las locuras del ego.

Es tu ego el que continuamente te engaña, tu nafs es el que te pierde en las tinieblas de lo irreal. Te hace creer en lo que no es real, y te desvía de lo que es auténtico. Te hace perder tu tiempo y tu vida en lo ilusorio, te va quemando con sus falsas esperanzas y con sus ambiciones mediocres.

Déjate a ti mismo atrás y avanza sólo en la búsqueda de tu Señor, del principio imperativo que, dentro de ti mismo, te da vida y te agita. Entrégate por completo a Él que es lo Único Verdadero y te librarás de temores y de sombras, de fantasmas y vanidades.

Sea Allah tu aspiración, sea Él la causa de tu lucha y la meta de tu esfuerzo. Combatir por Allah, ése es el buen camino, el sendero recto y el sentido juicioso que debes seguir. Abandona tus quejas, tus preocupaciones, tus intereses, y busca primero lo real. Es con lo real con lo que todo resplandecerá ante ti, y tendrás entonces criterio y medida, serás entonces sabio y estarás lleno de luz.

La Gente de Allah no tiene voluntad junto a su Señor. Son los que han abandonado toda elección. Se han entregado por completo a lo Único Verdadero y ya nada puede engañarles. Sólo atienden a Allah, sólo beben de su Realidad: ¿Cómo podrían ser esclavizados? ¿Qué los ataría? Son libres y sus corazones abarcan al universo entero. Lo tienen todo, ¿Qué otra cosa podrían ambicionar? ¿Qué meta les queda por alcanzar?

Si quieres ser uno de ellos, conforma tus actos, tus palabras, tu voluntad, al Querer de Allah, cálmate ante Él, déjate llevar por el Secreto de la vida y de la existencia. O ¿Es que no confías en el que te ha creado, el que te mantiene, Aquél junto al que volverás algún día? ¿Es que Allah ha defraudado al Universo? ¿Puedes desconfiar de Aquél que sostiene al cosmos entero? Di mejor que temes a la pobreza y al infortunio. Pero, ¿Quién eres? ¿Qué es lo que posees?

Estás vivo, pero realmente estás muerto: no ves nada ni oyes nada. Es como si no existieras. Tu corazón está agitado, tu mente está enloquecida en un vértigo que de nada te aprovecha. Si al menos tuvieras un instante de calma en el que recapacitaras te darías cuenta de tu precariedad y entonces volverías tus ojos hacia quien te ha creado, y tendrías entonces un momento iluminado. Pero te sientes seguro tras tus muros y parece como si hubieras olvidado que finalmente serán derribados.

Sé inteligente: no pidas nada al mundo. El mundo es sordo y ciego. Ni te oye ni te ve. Emprende un viaje hacia la autenticidad. Para emprenderlo despójate antes de todo lo falso, de tus quimeras, de todos los engaños, y sean tus provisiones las verdades de los profetas. Que las contrariedades y los obstáculos no empequeñezcan tu resolución.

Rasulullah, salla Allahu ‘alaihi wa sallam, ha dicho: “Allah jamás castiga a quien lo ama, pero puede ser que lo temple en su amor y lo ponga a prueba con aquello cuyo fruto final le conviene y es bueno para él, bien sea en su vida primera, ya sea en la Vida junto a Allah. Y así lo verás complacido en la prueba a la que se le somete, mostrándose paciente, sin lanzar acusaciones contra su Señor, sabiendo que está siendo depurado, que su corazón está siendo limpiado para su Señor, todo su anhelo y toda su esperanza, llegando a olvidar el sufrimiento que padece”.

Vosotros, que estáis ocupados únicamente en lo más pasajero del mundo, que no tenéis más preocupación que vuestra subsistencia, dejad de hablar de estos estados elevados y estas experiencias únicas: son vuestras lenguas las que hablan, no vuestros corazones. Vosotros continuamente estáis haciendo reproches a vuestro Señor, a su Palabra, a sus profetas y a su Gente verdadera que son sus califas y herederos: no pretendáis ser entonces amantes. Estáis siempre disputando con Allah, con su Poder, con lo que ha decidido su Voluntad inquebrantable, no siendo capaces de someteros y entregaros tal cual hace el amante ante el querer de su amado. Son suficientes para vosotros los regalos que os hace la creación y apartáis la vista y detestáis sus verdaderos favores y sus obsequios, con los que Allah os hace crecer y madurar en el amor. No tenéis palabras que Allah desee escuchar, ni tampoco que sean agradables a los oídos de los verdaderos amantes, los esclavos sinceros de Allah.

Y así será hasta que no retornéis definitivamente a Allah, hasta que no volváis vuestros rostros, vuestra vida y vuestra existencia hacia Allah, y seáis sinceros y firmes en vuestro retorno, adaptándoos a su Voluntad, complaciéndoos en su Deseo, alegrándoos en su Querer, satisfaciéndoos en su Decisión, sometiéndoos a su Poder, tanto en lo que os resulte agradable como en lo que sea contrario a vuestras inclinaciones, en lo que os parezca ligero y en lo que os sea pesado, cuando os eleve y cuando os humille, cuando os enriquezca y cuando os empobrezca en vuestra salud y cuando os pruebe con la enfermedad, en lo que os resulte amable y en aquello que detestéis.

Gentes, seguid a la Verdad y seréis seguidos por los hombres, servid y seréis servidos, seguid aquello que el Destino ha prescrito para vosotros y seréis seguidos por el Destino, servid al Destino y el Destino os servirá, humillaos ante el Destino y el Destino se humillará ante vosotros. ¿No habéis oído: “Como retribuyas serás retribuido; como seáis, se os impondrá”?.

Vuestras acciones son vuestros obreros, vuestros actos trabajan para vosotros según vuestra intención. Allah no es injusto con los hombres, da mucho por poco; al sano no le llama corrupto ni al sincero le llama mentiroso.

Ghulam, has de saber que si te pones al servicio del Verdadero, serás servido, que si te detienes junto a Él, todo se detendrá junto a ti. Sirve al Verdadero y abandona el Servicio a los poderosos, que ni pueden dañarte ni beneficiarte. ¿Qué pueden ofrecerte? ¿Pueden darte lo que la Voluntad de Allah no ha determinado para ti? ¿Pueden evitarte lo que Allah haya sentenciado contra ti? Nada pueden verdaderamente, nada te viene de ellos.

Si dices que pueden beneficiarte en algo o perjudicarte es que estás ciego, no has comprendido nada del Arte de la Unidad , no eres musulmán, eres káfir. ¿Es que no sabes que no hay quien dé ni quien impida, quien dañe ni quien beneficie, ni primero ni último, que no sea Allah, el Uno? Si respondes “yo sé eso”, te diré: ¿Cómo puedes saber eso y poner por delante a otro que no sea Allah?

¡Ay de ti! ¿Cómo puede lo superficial corromper lo que de profundo hay en ti? ¿Cómo puede confundirte lo que ves y no dejarte ver lo real? ¿Cómo puedes echar a perder la obediencia que debes a tu Señor obedeciendo a tu miedo, tu inclinación, tu Shaytán, y a los hombres? ¿Cómo puedes echar a perder tu atención quejándote ante otro que no sea Él? ¿No sabes que Allah preserva a los cautos y les da la victoria? ¿No sabes que los envuelve en su amor, les enseña y les da ciencia? ¿No ves que se deja reconocer por ellos haciéndolos libres de toda dependencia y sufrimiento? ¿No sabes que mira en sus corazones y los provee por donde no esperan ser proveídos?

Allah ha dicho en alguno de sus libros: “Sé respetuoso ante Mí como lo eres ante el vecino en el que reconoces sabiduría y bondad”. Y Rasulullah, salla Allahu ‘alaihi wa sallam, ha dicho: “Cuando el hombre cierra las puertas de su casa, corre las cortinas y se oculta de todas las miradas, y entonces se dedica secretamente a todo lo que desagrada a Allah, Allah le dice: ‘Hijo de Adán, ¿soy acaso Yo para ti menos que los ojos de tus vecinos’.”

El verdaderamente Inmenso se situó sobre el trono y abarcó bajo su dominio todo lo creado; su Ciencia alcanza a todas las realidades. Y su Acción crea y recrea cada uno de nuestros movimientos, instantes y espacios. Siete signos en el Corán tienen este significado, y no puedo borrarlos para satisfacer tu ignorancia y tu rudeza. A cada momento, tu soberbia y tu arrogancia me los recuerda. Intentas asustarme con tu espada, más no tengo miedo; intentas sobornarme con tu riqueza, más no soy ambicioso.

Sólo a Allah temo: desde que soy consciente de su Grandeza no me conformo con menos que Él. En Él he depositado todas mis esperanzas y anhelos, ya no dependo de nada. Sólo a Él me he entregado y ya no me someto a nadie. Obro por conseguirlo a Él y ya no espero nada de otro. Mi vida y mi sustento están junto a Él y en sus manos: todo es suyo. Allah ha dicho: “Allah conoce lo que escapa a vuestro entendimiento y no da esa ciencia más que al Profeta en el que se complace”. El verdadero saber está junto a Allah, el verdadero amor es el de Allah. Acércate a Él para pedirle y ver cuántas riquezas tiene. Deja a tu familia, tus bienes, tu país, tu mujer y tus hijos. Sal de todo eso con tu corazón, no con tu cuerpo; déjalo todo fuera de tu corazón, y dirígete solo hacia su puerta. Y cuando llegues a su puerta, que no te distraigan sus servidores ni sus sultanes ni sus reyes: si te ofrecieran una esposa, no la tomes.

No aceptes nada de ellos, y encuéntrate con Él tal como eres, con tu túnica raída, tu cansancio, el polvo de tu camino y tus cabellos revueltos para que sea Él quien te alimente y te dé de beber, para que sea Él quien te dé aliento en la soledad y te acompañe, el que te libre de tribulaciones, el que ofrezca reposo a tu extenuación, el que te dé seguridad en el temor, para que junto a Él esté toda tu riqueza y que tu visión sea tu alimento, tu bebida tu túnica.

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