Mostrando entradas con la etiqueta Músicos de África. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Músicos de África. Mostrar todas las entradas

viernes, 11 de abril de 2014

Musulmanes Africanos y Blues Americano

Hemos tenido ya la oportunidad de hablar sobre el género musical llamado 'Blues del Desierto', interpretado por músicos del África Musulmana, sobre todo de la zona que comprende a Mali, Senegal, Mauritania, etc. A continuación compartimos un artículo breve que remite a los orígenes africanos del Blues, como tal se conoce este estilo desde América del Norte.

"Yo soy la raíz y el tronco; todo lo que ellos poseen son las ramas y las hojas", dijo en cierta ocasión el guitarrista y cantante Ali Farka Touré. La raíz y el tronco crecieron en su Mali natal; las ramas y las hojas en los Estados Unidos. A lo que hacía referencia era la música: la música del Sahel, vasta zona del África que se extiende desde Senegal en el oeste hasta Sudán en el este, hacia el sur del Sahara; y la música que es la esencia de la cultura afro-americana, el blues. Una con otra se vieron vinculadas por la gente principalmente de Senegal, Gambia, Guinea y Mali que fue deportada por el comercio esclavista transatlántico hacia los Estados Unidos.

Cerca del 25% de los 400.000 africanos que llegaron a este país provenían de la zona del África occidental conocida como Senegambia. Entre ellos había un numeroso porcentaje de musulmanes. Las gentes del Sahel occidental han estado en contacto con el mundo islámico arabo-bereber desde el siglo ocho, y el Islam se ha difundido de una forma consistente desde las primeras décadas del siglo once.

Entre los intercambios culturales que tuvieron lugar entre el Norte de África y el Medio Oriente por un lado y el Sahel por el otro -mediante el comercio, las migraciones y los peregrinajes- estuvo la música. El estilo musical árabe-islámico fue asimilado y transformado por los africanos occidentales en algo enteramente propio que al mismo tiempo era muy cercano pero diferente. De modo similar, los africanos occidentales deportados por el comercio trans-sahariano llevaron su música y ritmos hacia el norte en el Magreb. Hubo mucha compenetración en ambos lados del desierto y es ésta herencia compleja la que los cautivos musulmanes del África occidental llevaron a los Estados Unidos donde encontró un suelo fértil para crecer y desarrollarse.

En el Sur de Estados Unidos los musulmanes sahelianos tuvieron una mejor oportunidad de preservar su estilo musical que el que tuvieron numerosos no-musulmanes del litoral y el centro de África que se dedicaban a la percusión y a la vocalización grupal. La razón fue que las percusiones estaban mal consideradas en el Sur, ya que se temía que mediante ellas se originaran llamamientos a la revuelta; así fue que los músicos sahelianos, quienes tradicionalmente usaban instrumentos de cuerda y viento, pudieron continuar tocando su música, mientras que otros fueron censurados en hacerlo.

Más aún, los sahelianos rápidamente adaptaron sus habilidades a instrumentos europeos como el violín y la guitarra. Desde su laúd tradicional crearon el banjo, luego adoptado por músicos blancos. Con el comercio doméstico de esclavos que afectó a más de un millón de africanos y afro-americanos del Sur superior entre 1790 y 1865, el estilo musical saheliano emigró hacia el Sur profundo, incluyendo Mississippi.

Dos particularidades americanas pueden explicar la emergencia del blues. De todos los países del hemisferio occidental, Estados Unidos recibió la proporción más elevada de hombres y mujeres provenientes de Senegal, Gambia, Mali y Guinea, y también fue el único lugar donde se prohibieron las percusiones. Por lo tanto, no es casual que el blues se haya desarrollado solamente allí. Lo que diferencia netamente este estilo musical de la música caribeña y afro-sudamericana es específicamente la presencia de elementos estilísticos sahel-islámicos. Estos se pueden encontrar tanto en las técnicas para tocar los instrumentos como en las melodías y el estilo de canto.

Las técnicas utilizadas por los guitarristas de blues son similares a las desarrolladas en el Sahel. La kora, harpa mandinka de 21 cuerdas, es 'ejecutada en un estilo rítmico-melódico que utiliza constantemente los cambios de ritmo, a menudo proporciona una superficie de bajo repleta de complejos patrones triplicados, en tanto que la vocalización provee una tercera capa rítmica', anota el musicólogo John S. Roberts, quien concluye que 'técnicas similares pueden ser encontradas en cientos de grabaciones de blues'.

Inclusive un oído no entrenado puede reconocer las similitudes entre el blues y la música de influencia islámica del África occidental; sin embargo, los paralelismos también son marcados entre el blues y la recitación del Qur'an. Melisma -cambiar la nota de una sílaba mientras es cantada- y la entonación ondulante son las bases de este estilo islámico y ellas se han vuelto las técnicas tradicionales de los cantores de blues.

Como afirma el musicólogo Gerhard Kubik: 'la mayor parte de la tradición blues en las zonas rurales de Mississippi ha prevalecido como una extensión reconocible del estilo musical de los sahelianos'. Es una de las contribuciones más perdurables que los musulmanes del África occidental le han hecho a la cultura Americana.

Fuente: Sylviane A. Diouf, Schomburg Center for Research in Black Culture.

Traducción y corrección: Raíces y Sabiduría.

Compartimos algunos exponentes de blues africano:




sábado, 18 de enero de 2014

Blues de Mauritania: Malouma

Mauritania es el Puente geográfico entre África del Norte y el África occidental, y su música siempre ha estado definida por esta división. En una escena que se adhiere rigurosamente a las reglas de la tradición, hay tres ramas musicales diferentes: Al-bayda, el modo blanco, produce sonidos refinados y delicados, mayormente alineados con el norte de África; Al-kahla, el modo negro, está más sujeto a las raíces y a los sonidos masculinos de la música africana sub-sahariana; whilst l'-gnaydiya, el modo mixturado, combina los dos. Aún así, cuando la intérprete mauritana Mauloma comenzó a hacer música que mezclaba lo tradicional y lo moderno, aunando el tidnit (instrumento tradicional del África occidental) y la guitarra del blues, fue como nada de lo que se había producido con anterioridad en el país.

Malouma Mint Moktar Ould Meidah nació hacia 1960 en Mederdra (Trarza) en el seno de una familia de griots. Junto a un padre que era un renombrado músico tradicional y poeta, y un abuelo que era un reconocido tocador del tidnit, Mouloma creció dentro de un entorno musical, y desde temprana edad fue iniciada en los fundamentos del ardin, o harpa tradicional. Conjuntamente con la inmersión en la música de Mauritania, la niñez de Malouma transcurrió en la audición de un amplio espectro de estilos de varios países.  Junto a su padre descubrió la música libanesa, senegalesa, egipcia y bereber, junto a algunos de los grandes de la música clásica europea. Sin embargo fue el descubrimiento del blues americano en su temprana juventud lo que revolucionaría su acercamiento a la música.

Malouma forma parte del movimiento que se ha dado en llamar “Blues del Desierto”, que reúne una gran gama de artistas del África Musulmana y que artísticamente demuestra la emergencia de un estilo muy propio y original que vale la pena escuchar.


domingo, 24 de noviembre de 2013

Músicos del África Musulmana: Ali Farka Touré

Ali Ibrahim "Farka" Touré (Kanau, 1939 - Bamako, 7 de marzo de 2006), fue un conocido guitarrista y cantante maliense, cuyo estilo aunaba la música tradicional de Malí con el blues.

Nació en 1939 (no se conoce la fecha exacta) en la aldea musulmana de Kanau, cerca de Gourma Rharous, en la región noroccidental de Tombuctú. Era el décimo hijo de su madre, pero fue el único que logró sobrevivir pasada la infancia. Su apodo, "Farka", significa "asno", animal admirado por su tenacidad. Étnicamente, Ali Farka Touré estaba vinculado a los antiguos pueblos songhay y fula, del norte de Mali.

Su padre, que servía en el ejército francés, murió en combate durante la Segunda Guerra Mundial. Ali apenas fue a la escuela, y se dedicó desde su infancia al cultivo del campo. Sin embargo, siempre manifestó un gran interés por la música, especialmente por instrumentos tradicionales malienses como el gurkel (pequeña guitarra), el violín njarka, la flauta peul o el ngoni (laúd de 4 cuerdas).

En 1956 quedó muy impresionado cuando vio actuar al guitarrista malinke Keita Fodeba, lo que le hizo decantarse por la guitarra como instrumento. Tras la independencia de Malí, en 1960, el gobierno comenzó a promover la música tradicional, lo que permitió a Ali formar su primer grupo, La troupe 117, con el que actuó en varios festivales por todo el territorio de Malí. En 1968 viajó por primera vez fuera de Malí para representar a su país en un festival que tuvo lugar en la ciudad de Sofía, en Bulgaria.

Durante los años 70 se instaló en Bamako, donde trabajó como ingeniero para Radio Malí. En esa época tuvo la oportunidad de escuchar mucha música occidental (especialmente cantantes negros estadounidenses como Otis Redding y James Brown, entre otros). Por entonces publicó también su primer disco, Farka (1976), en la compañía francesa Son Afric, y comenzó a dar conciertos por toda África occidental.

En esta época se inició también su interés por el blues, al que encontraba grandes afinidades con la música africana. Fue el primer intérprete de blues africano que logró una popularidad masiva en su continente natal, hasta el punto de que se le llamó "el John Lee Hooker africano". Musicalmente, su estilo tenía muchas semejanzas con el de R. L. Burnside, con varias superposiciones de guitarras y ritmos. Cantaba habitualmente en lenguas africanas, sobre todo en songhay, fula y tamacheck.

En los años 80 se instaló en la localidad de Niafunké. Comenzó a ser conocido en los países occidentales tras la publicación de su álbum Ali Farka Touré, éxito internacional, que propició varias colaboraciones con músicos occidentales (en 1991 con Taj Mahal en el disco The source; y en 1994 con Ry Cooder en Talking Timbuktu, así como la reedición de material antiguo grabado durante los años 70, como Radio Mali. Por Talking Timbuktu fue galardonado con un premio Grammy. En 1999 publicó Niafunké, un regreso a las raíces de la música tradicional africana.

En 2004 fue nombrado alcalde de Niafunké y con dinero de su propio bolsillo asfaltó las carreteras, construyó varios canales y puso en marcha un generador para proporcionar electricidad al pueblo.

En septiembre de 2005 publicó, en colaboración con el intérprete de kora Toumani Diabaté, el álbum In The Heart Of The Moon, por el que obtuvo su segundo premio Grammy.

El 7 de marzo de 2006, el Ministerio de Cultura de Mali anunció que había fallecido a la edad de 67 años, de cáncer de huesos. Su casa discográfica, World Circuit, afirma que acababa de completar un nuevo álbum en solitario.

lunes, 15 de julio de 2013

La Música Tuareg


Introducción   
  
La evolución del gusto musical de los tuareg a lo largo de los veinte últimos años es ejemplar por varios conceptos. Antes que nada porque esta población, distribuida por una vasta zona repartida entre cinco países del Sahara y el Sahel, está en contacto por la fuerza de las circunstancias con otras culturas musicales con las que mantiene contactos consistentes en aportaciones y préstamos recíprocos. Pueden ser mestizajes musicales de índole urbana o, al contrario, intercambios que se producen entre grupos rurales, incluso entre los más cerrados, estrictamente nómadas hasta hace muy poco, como los lullemmeden del Este, en Níger (más comúnmente denominados Tagaraygarayt, "los del centro"), famosos por su fidelidad al repertorio musical tradicional. Un caso interesante, sin embargo, es el de la adopción de un género musical completamente distinto por causas en gran parte políticas e ideológicas.

La práctica musical tradicional

Entre los Tagaraygarayt, el monopolio de la música instrumental, lo detentan las mujeres y, entre las mujeres, son las pertenecientes a las clases sociales jerárquicamente más elevadas las que pueden tocar la vihuela de una sola cuerda (anzad) y el tambor tazawat, en tanto que las artesanas o las ex cautivas se limitan a tocar el tambor de mortero (tende). Siempre que cantan como solistas, las mujeres lo hacen acompañadas por un coro que les responde. En cambio, los hombres cantan como solistas a capella o a dúo, a veces acompañados por la vihuela de una sola cuerda (anzad). Las diversas expresiones mencionadas, instrumentales o vocales, se pueden combinar entre sí para dar lugar a distintas categorías musicales, las más frecuentes de las cuales son los "cantos de anzad" (aires de anzad) y los "cantos de tende".

Los repertorios de los cantos de los hombres y de la vihuela de una cuerda están estrechamente vinculados al pasado y a la tradición épica de los grupos tuareg, aunque también hay numerosos cantos que evocan a la amada o simplemente los estados de ánimo del autor del poema. En general, los compositores de las letras y de los aires son conocidos por todo el mundo y la norma exige que no sea usual crear nuevos cantos y que los intérpretes se conformen con reproducir el repertorio introduciendo, en todo caso, pequeñas variaciones estilísticas personales. Por el contrario, el canto de las mujeres acompañado con el tambor de mortero es la ocasión de improvisar poemas que hacen las veces de crónicas y, en ocasiones, de sátira social de la vida en los campamentos.

En principio, ni se canta ni se toca al albur. Hay ocasiones específicas: las dos más importantes, y también las evocadas más a menudo por los tuareg nómadas, son las sesiones de "cantos para los genios", durante las que se tocan el anzad o el tende (con o sin cánticos) para curar a una persona enferma, es decir, para "echar a los genios de su cuerpo", y las fiestas (nacimientos, bodas) en que los hombres se exhiben a lomos de sus camellos preferidos para hacer una "ronda de camellos" alrededor de la mujer que toca el tambor. En este caso sólo se utiliza el tambor, acompañado por el coro de las mujeres. Hace tiempo, cuando los tuareg aún guerreaban y llevaban a cabo incursiones contra sus vecinos, las caravanas y las tropas coloniales, el anzad se tocaba para enardecer y glorificar la bravura de los guerreros. En aquel entonces se decía que un guerrero "merecía el anzad", expresión que todavía se usa cuando se habla de un hombre valiente. Esta música tiene, por lo tanto, la particularidad de reflejar las diferencias sociales que hay en el grupo: distribución sexual de instrumentistas y cantantes, diferencias según el estatus y el lugar ocupado en la jerarquía tradicional (o lo que de ella se conserva). Como la lengua (tamasheq), la escritura (tifinagh) y el uso del velo (anagad) por los hombres, la música continúa siendo uno de los elementos más poderosos a que pueden recorrer los tuareg para manifestar sus diferencias respecto a sus vecinos.

El Aprendizaje   
    
El aprendizaje del canto y del repertorio

La adquisición del repertorio se produce mediante el aprendizaje del canto. En cambio, la práctica vocal sólo puede tener lugar si se ejecutan aires (re)conocidos. Es impensable dejarse llevar por fórmulas ornamentales separadas de su contexto melódico (no significantes). Por lo tanto, es imposible canturrear un aire, "cantar sin decir nada", acto considerado infantil, indigno de un adulto. En efecto, para los tuareg, todo hombre adulto alardea de respetar el asshak, es decir, cierta reserva, un rigor de la actitud traducible por "nobleza". Además, sobre todo en presencia de parientes o extranjeros, está sometido a la regla del pudor, de la vergüenza y del respeto, takarakit, que exige que no exteriorice sus sentimientos y no hable de según qué asuntos y especialmente de la música. En resumen, un hombre sólo puede cantar en público si se halla en compañía de un auditorio del mismo grupo de edad y con el que tenga relaciones de parentesco "en confianza". Pero, ante todo, un hombre sólo canta ante un auditorio si se halla en plena posesión de su repertorio y se considera capaz de interpretarlo según unas determinadas reglas estéticas de técnica vocal acordes con las que se han ido transmitiendo de generación en generación. El conocimiento del repertorio y el del modo de interpretarlo son, pues, inseparables, aunque parece que los poemas son memorizados y reproducidos más fielmente cuando son recitados que cuando son cantados. A primera vista, la cosa debería ir al contrario: una tonada tiende a facilitar la memorización de un texto. Sin embargo, para un cantante tuareg la forma tiene más importancia que la fidelidad al texto, ya que es reconocido como tal por su creatividad melódica.

El aprendizaje del canto se lleva a cabo a escondidas y en solitario, dado que un hombre no puede ser sorprendido en una situación de inferioridad debida a la falta de habilidad y susceptible de ser causa de burla. Así, es casi imposible conocer las etapas, las modalidades y la evolución de la adquisición del canto. En todo caso, puede suceder que un hombre no cualificado se arriesgue a cantar cuando la ocasión no es muy comprometedora, por ejemplo en ocasión de una reunión nocturna con cantos de tende curativos, en los que son las herreras y las cautivas quienes animan el conjunto formado por el tambor y las palmas. No es, pues, raro que el aprendiz de cantante se muestre incapaz de seguir el ritmo y cante para sí mismo, a contratiempo o francamente al margen del tiempo, sin que esto perturbe aparentemente a las acompañantes femeninas; por lo menos, no dan muestras de ello. Es en esas ocasiones cuando es posible que un hombre deje ver algunas de sus debilidades.

El aprendizaje del anzad y del tambor.

El aprendizaje de la vihuela de una sola cuerda o anzad se produce en las mismas condiciones, y la joven intérprete, que ya tiene edad (unos quince años) de lucir su primer alleshaw (pañuelo), construye su instrumento con materiales recuperados y crines (anzaden, sing. anzad) de vaca, mientras que las crines de caballo se reservan para los instrumentos de las mujeres adultas. Antes de tañer los aires (izelan, sing. azel) del repertorio clásico, empieza con una melodía de aprendizaje denominada melloloki, que le permite ejercitarse en los movimientos del arco (esawey): la subida (huket), la bajada (aseres) y sobre todo los golpecitos de arco que permiten marcar el ritmo (asatarekhtarekh); después vienen los movimientos de los dedos (azzemezeri n duduan) y su posición, el "encuentro" (ameni). Los aires del repertorio clásico se adquieren en primer lugar a través del canto, en solitario, después son reproducidos con el instrumento, aunque siempre acompañados por un silencioso murmullo de garganta. Esta técnica de movimientos internos de la garganta, perceptible para el oyente, recibe el nombre de asak dagh iman ('cántico del alma').

El tambor de las debutantes también se construye aprovechando materiales recuperados (un bote de conserva o de leche en polvo cubierto con un trapo). En este caso el proceso de aprendizaje no se realiza a escondidas, ya que tocar el tende forma parte de los juegos infantiles en que participan las hijas de herreros y cautivos. Los distintos ritmos se van adquiriendo progresivamente a lo largo de numerosas sesiones nocturnas de tambor, durante las cuales es muy fácil que una intérprete marque el motivo rítmico golpeando en el suelo o en cualquier objeto.  
    
La Música que Cura     
 
Los cantos de tende consagrados a los genios son ejecutados preferentemente al anochecer, después de las carreras de camellos; atraen a todos los jóvenes de los campamentos vecinos en pos de aventuras. Los ritmos y el tiempo son más lentos y los motivos más complejos, aunque basados en un sola fórmula que se repite. La cantante improvisa más y se inspira en sus problemas y sentimientos personales. Todos esos temas actúan como otras tantas señales memorativas sobre el psiquismo del enfermo cuando es enfrentado a esos cánticos dentro o fuera del marco de la fiesta. Pero a veces sucede que el enfermo permanece insensible y manifiesta su descontento echando arena a la cabeza de la solista si no es de su gusto. Cuando en el campamento no hay ningún cantante disponible, hay que conformarse con tocar el tambor, con el que casi todas las mujeres de la categoría de los herreros o de los cautivos son capaces de marcar los ritmos adecuados. En tal caso, el "tratamiento" puede durar varios días, ya que la mujer que toca el tambor puede tardar mucho tiempo hasta descubrir el motivo rítmico sobre el cual el enfermo ejecutará una danza (tegbest) "sentada", es decir, un balanceo progresivo de la cabeza y de la parte superior del cuerpo, si se trata de un miembro de la categoría de los imghad o de los imajeghen, o una danza "de pie" para los cautivos o los herreros. En ambos casos la danza acaba en desmayo. Entre las mujeres hallamos otro tipo de "enfermedad de los genios", en este caso posterior al parto. Un caso de este tipo se presentó en un campamento de herreros que dependía de los tuareg marabúticos Kel Eghal. Una mujer de la casta de los herreros había cumplido el período post partum de cuarenta días, que la aísla del marido y la somete a un régimen alimentario muy estricto. La tienda de su madre, en la que había dado a luz y pasado dicho período, fue trasladada algunos metros más allá para darle un suelo simbólicamente virgen de cualquier vestigio del parto. Después, durante los quince días siguientes, la mujer sufrió cada noche angustias que afectaban a toda la familia: había que atenderla, hablarle, tocar el tambor y, sobre todo, administrarle ciertos remedios, los más espectaculares de los cuales fueron, por una parte, la aplicación en las caderas de un hierro al rojo vivo y, por otra, la ingestión obligatoria del contenido de un frasco de perfume "que ahuyenta a los genios". Los problemas de esta mujer se debían probablemente tanto a los trastornos provocados por el cambio de régimen alimentario (denominados aneghu) y a los efectos de una depresión post partum, como a la "nueva toma de contacto" con el esposo, por cierto muy mayor.

El tratamiento mediante la música va a menudo precedido o acompañado, e incluso es sustituido, por un abanico de precauciones (¿supersticiones?) y remedios del que podemos preguntarnos si no es simplemente uno de tantos recursos.

De todos modos, esos procedimientos sólo son etapas previas a la práctica "oficial" del "marabutaje". Los marabutos (o morabitos), hombres santos y letrados del Islam, propagadores del Corán y preceptores de los niños en las escuelas coránicas, están también especializados en la confección de amuletos (tirawt) que protegen del mal de ojo y de las enfermedades. En general, sólo se recurre a sus servicios después de haber agotado los recursos de los tratamientos tradicionales, ya que sus intervenciones son costosas. Puede darse que un morabito esté confabulado con una intérprete de anzad o de tende: tal era el caso de un hermano y una hermana, los dos especialistas en sus respectivos campos, que se "pasaban" repetidamente a una enferma, de modo que cada vez que lo hacían obtenían sustanciosos beneficios, asegurados por otra parte por el hecho que la mujer sufría una enfermedad crónica y su tratamiento ya hacía unas cuantas semanas que duraba.

Sin querer reducir drásticamente el papel de la música a su función de curación, hay sin embargo que constatar que la mayor parte de las manifestaciones musicales de los tuareg son de índole terapéutica. Ciertamente, no son fácilmente identificables como tales a primer golpe de vista y el observador tiene más bien tendencia a asimilarlas a simples pretextos para la alegría. Tal es en cualquier caso la impresión recibida en los numerosos pueblos que encontramos a lo largo de la "ruta del uranio", abierta en 1981 entre Tahoua y Arlit. Estas aglomeraciones, nacidas de las obras de edificación y de los establecimientos comerciales que se han establecido, han atraído a una importante población de pastores nómadas, sobre todo herreros y cautivos, empujados a la sedentarización por la sequía, pero también atraídos por actividades mejor remuneradas que los magros recursos tradicionalmente aportados por sus antiguos amos. A pesar de su capacidad de adaptación, estos nuevos sedentarios encuentran numerosas dificultades, debidas principalmente a la pérdida de la libertad de movimientos, a la coexistencia con los habitantes de las aglomeraciones, a los cambios de ritmo de trabajo, de régimen alimentario y de hábitat, a la prostitución y al alcoholismo, presiones psicológicas que intentan conjurar recurriendo al tambor curativo. Eso explica en parte la proliferación nocturna de sesiones de tambores que no dejan de acentuar el conflicto con los vecinos. El sonido del tambor se ha convertido, en cierto modo, en el barómetro del clima que reina en un pueblo: "Cuanto más se oye el tambor, peor van las cosas".    

Las Influencias      

Las influencias regionales

En las zonas que rodean el país tuareg, se notan sin embargo dos tipos de influencias. Puede tratarse de una aportación antigua que afecta y determina los estilos regionales, como el de las intérpretes de anzad, las tagaraygarayt, que han adoptado un ataque del arco, a veces incluso un fraseo, emparentado con el de sus vecinos sedentarios, los intérpretes de goge del Ader. En tal caso, los componentes estrictamente tuareg (instrumentos, formas, escalas y repertorio) continúan presentes y el proceso se podría considerar la evolución normal e inevitable, incluso me atrevería a decir "inconsciente", que sufre toda música de tradición oral. O se pueden encontrar cambios aún más radicales, como la adopción del ûd árabe por los tuareg del Hoggar o el Tassili, o la utilización del goge hausa por los tuareg de Níger, préstamos evidentemente acompañados por la masculinización de la práctica de tales instrumentos.

Entre los tuareg de Malí la situación es algo distinta. Coexisten dos prácticas musicales: la música denominada tradicional, que respeta más o menos las reglas enumeradas anteriormente, y la música instrumental de los miembros de la casta de los herreros, que poseen el monopolio de la interpretación del laúd de tres cuerdas, tahardant, cuyos origen y repertorio son verosímilmente sedentarios (moro, songay o fulbe). Esos músicos se han convertido en una casta de músicos brujos, mientras que esta función de músico profesional no existe en el resto del mundo tuareg. Como en toda sociedad del Sahel, el músico brujo goza asimismo de gran libertad cuando se trata de improvisar y crear cánticos nuevos. A principios de los años setenta, las jóvenes generaciones de los tuareg rurales entraron en contacto, gracias a la aparición de la casete, con la música de tahardant de Malí y sus cantos satíricos y críticos con los gobernantes, aunque también con la jerarquía tradicional. Los nuevos repertorios han provocado entre dichos jóvenes una toma de conciencia de la rigidez de su patrimonio musical, del modo de ejecutarlo y de la dificultad de actualizarlo en la medida en que está vinculado a la rigidez de la estructura social. No es, por lo tanto, nada sorprendente que dichos jóvenes hayan estado al acecho de nuevas referencias identitarias. Eso es lo que les han ofrecido los cantos de los ishumar.

Los cantos de la rebelión

El término ishumar (sing., ashamur) procede de la palabra francesa chômeur y designa a los miembros de una generación de tuareg de Níger o Malí, generalmente solteros, que han dejado a la familia y abandonado el país huyendo o en busca de trabajo en Libia o Argelia. Son producto de las crisis de los veinte últimos años (sequías, hambrunas) y de la represión que las ha acompañado. A partir de 1989, después de algunos intentos de repatriación y reintegración por parte del gobierno de Níger, buena parte de los ishumar se organizaron en diversos grupos en abierta rebelión y pasaron a la clandestinidad armada prescindiendo de su pertenencia a una u otra de las confederaciones tuareg de origen y reivindicando la pertenencia a una sola identidad étnica. De ese modo pretendían liberarse de la obediencia al linaje, fuente de división y antagonismos, en pos de la unificación de los tuareg y de su unidad política ante los estados que los administraban.

A lo largo de su vagabundeo y a través de sus contactos con el exterior, estos ishumar fueron adoptando nuevas señas de identidad, como un modo de lucir el turbante inspirado en el de los guerrilleros del Frente Polisario, la ocasional sustitución de la espada tradicional (takuba) por el fusil de asalto Kalachnikov y, en lo que atañe a nuestro tema, la adquisición de cantos de índole marcial. La mayoría de esos cantos marciales fueron compuestos por exiliados de Malí y constituyen una especie de prensa cantada, de boletín de información política con fines de propaganda y movilización, ampliamente difundida por las casetes. Los temas evocados por tales cánticos revolucionarios se refieren, en heterogénea mezcolanza, a la sumisión impuesta por la sociedad tuareg tradicional, la colaboración de algunos caudillos tuareg con los gobiernos, las muchachas tuareg malcasadas con muchachos sedentarios, la necesidad de tener un territorio y una patria, etc. En general, estas canciones ilustran explícitamente las crisis que han afectado a la sociedad tuareg.

La renovación instrumental


El modelo de acompañamiento instrumental del canto en que se inspiran los émulos de este género nuevo ha sido proporcionado, entre otros, por los grupos tuareg de Níger Takres n Akal ('Construcción del país') y Terbyia, formados por dos guitarras y, a veces, una tercera utilizada como instrumento de percusión, un cantante solista y un coro de muchachas. Cuando los oye por primera vez, el occidental profano tiene la impresión de estar oyendo cánticos comunitarios del tipo "alrededor de la hoguera", que en rigor pueden recordar el ambiente de los finales de las noches de festival o de las veladas scouts. En cualquier caso, la desorientación no es grave, especialmente si tenemos en cuenta que el acompañamiento de guitarra confiere al conjunto una sensación de "algo ya oído": este instrumento se utiliza esencialmente para interpretar algunos acordes, habitualmente tres, entrecortados por algunos arpegios inspirados en el tañer del laúd tradicional tahardant para marcar la sucesión de las estrofas. Del conjunto se desprende cierta monotonía, ya que el tono del acompañamiento, así como su ritmo, casi nunca cambian de un repertorio a otro. Estos elementos, dejando aparte la lengua, son totalmente extraños a la cultura musical tuareg y sería interesante saber dónde y en qué condiciones fueron creados estos cantos de rebelión. La respuesta hay que ir a buscarla en los contactos establecidos entre los ishumar y otros movimientos semejantes, en los que se han inspirado para llevar a cabo sus acciones reivindicativas y de lucha armada. Seguramente, el modelo han sido los cantos del Frente Polisario, el movimiento de liberación saharaui (población que vive en el territorio del antiguo Sahara español, reivindicado por Marruecos), tanto en lo referente a la utilización de la guitarra como en lo que atañe a los ritmos, de origen claramente español. A pesar de su carácter uniforme, muy alejado de la diversidad del repertorio tradicional, esta música presenta numerosos atractivos para los jóvenes. Ante todo, es, por su carácter familiar, accesible a todo el mundo, incluyendo a los sedentarios. Seguidamente, se desvincula de las coerciones impuestas por la sociedad tuareg y, además, presenta un carácter de modernidad reivindicado por los jóvenes tuareg originarios de la sabana. Además de todo ello, la utilización de la guitarra acústica (y en ocasiones eléctrica) es justificada por los músicos por la libertad interpretativa que permite. Efectivamente, este instrumento no está socialmente connotado, puede ser tocado por los hombres —a diferencia de la vihuela de una cuerda— con independencia de su pertenencia de clase, cuando sea y en cualquier circunstancia. Después de mucho viajar en la clandestinidad, de haber sido pirateada por la causa en innumerables casetes, esta nueva música está a punto de ser integrada por el establishment político de Níger. Algunos grupos ya han hecho su gira por Europa y han despertado el interés de los productores discográficos. Seguramente esta música continuará transformándose e irá perdiendo su carácter militante hasta normalizarse o, incluso, "mundializarse". Por ahora, todavía tiene un éxito real en la juventud tuareg, entre la que la audición de la música tradicional suscita una especie de sentimiento de desprecio mezclado con una nostalgia negada, como si se hubiese convertido en una expresión "políticamente incorrecta", y eso tanto en los campamentos de la sabana como en el medio urbano.     

sábado, 1 de junio de 2013

lunes, 25 de marzo de 2013

"Allah" - Youssou N' Dour

Allah, Allah, Allah
Allah, Allah, Allah
Nuestro Señor es Uno
Uno, sin par
Nuestro Señor es Uno
Uno, sin par
Nuestro Señor es Uno
No hay dios sino Allah
Con Su misericordia viviste nueve meses
en la calidez del vientre materno
luego llegaste a este mundo
y se te dio un destino
Dio perdón a tus errores
te cubrió con Sus favores
AgradecerLe es suficiente para recibir más
A cambio, Él solamente te pide que te Le rindas
El Camino, pues, es la entrega, y ser agradecido con Él
Nuestro Señor es Uno
Uno, sin par
Nuestro Señor es Uno
No hay dios sino Allah
Sus atributos son mejores que nuestras cualidades
con los placeres de la vida, podemos olvidar
pero en un instante Él puede borrar nuestra existencia
Así que quienquiera que seas
por favor cree
haciendo el bien, evitando el mal
liberándote de todo maestro excepto Allah
Nuestro Señor es Uno
Uno, sin par
Nuestro Señor es Uno
No hay dios sino Allah
Que el Señor nos haga creyentes
En el nombre de Seydina Muhammad
-que las bendiciones y la paz de Allah sean con él-
Que el Señor nos haga creyentes
(Por Su misericordia, por Su misericordia)
(En el nombre de Cheikhouna Sanusi)
(En el nombre de Cheikhouna Sanusi)
Cheikh Saad Bu,
hijo de Cheikh Ahmet Fadel,
hijo de Mamin,
hijo de Talib Khayr,
hijo de Talib Dieh El Mokhtar
el sabio de Nimzatt
Que nuestras faltas san perdonadas
(En el nombre de Cheikhouna Sanusi)
(En el nombre de Cheikhouna Sanusi)
Traducción al español: Raíces y Sabiduría

domingo, 14 de octubre de 2012

Tabala Wolof: Percusión Sufí de Senegal

Bismillahi Rahmani Rahim
Tabala wolof es música de percusión ritual de la orden sufí en África Occidental: la Tariqa Qadiriya de Senegal.
Liderados por un tambor bajo durante la adoración nocturna, la Qadiriya toca ritmos entrelazados con tambores afinados para inspirar cantos extáticos.
La Tabala Wolof evolucionó hacia finales de 1700, cuando la Qadiriya llegó a Senegal. Fundada en Bagdad en el 1100, la Qadiriya es una de las más antiguas tariqas sufís en el mundo. Desde comienzos de la orden, los discípulos han tocado los tambores y han realizado oraciones cantadas para experimentar la presencia de Dios. En Senegal, los conversos del pueblo Wolof incorporan ritmos tradicionales en la adoración de la Qadiriya, para satisfacer su propio gusto y comunicar el mensaje espiritual de la Qadiriya en idioma wolof.
Fundada en Mesopotamia en el siglo XII por Abd al Qader al Jilani, la orden sufí Qadiriya se extendió por África en el siglo XV. Como todas las cofradías, la Qadiriya incluye no sólo algunos elementos místicos emocionales, sino que también hace hincapié en el aprendizaje y la educación Islámica como camino para encontrar a Dios. Todos los miembros de la Qadiriya están dirigidos a seguir preceptos de humildad, generosidad y respeto a sus vecinos, independientemente de las creencias religiosas o posición social.
Grabado en las afueras de Dakar durante una celebración especial del espíritu que se extiende desde medianoche hasta el amanecer, el disco “Tabala: Percusión Sufi de Senegal” presenta el grupo dirigido por el percusionista sufí de séptima generación Boubacar Diagne. Boubacar desciende de los bereberes de Mauritania que ayudaron a introducir la Qadiriya en Senegal.
A continuación compartimos uno de los ritmos sufis que integran este disco:

lunes, 27 de agosto de 2012

Tinariwen, voces de la cultura Tuareg

Contexto y nacimiento

El grupo Tinariwen es un conjunto inicialmente compuesto por numerosos artistas tuaregs (Intayaden, Ibrahim Ag Alhabib, Al-Hassan Touhami, Abdallah Ag Al- Housseïni, Mohamed Ag Itlal, Kedhou Ag Ossad y todavía algunos más). El grupo cuenta con más de una decena de miembros, permanentes y puntuales. Para los tuaregs Tinariwen es el emblema de un movimiento musical, revolucionario, artístico y poético, de un género nuevo. Esta corriente nació a principios de los años ochenta en las fronteras comunes de cuatro países: Mali, Níger, Argelia y Libia.

Esta música contemporánea es igualmente asociada al movimiento llamado Teshumara, que significa literalmente «callejeo» en tamasheq. Se trata de un estilo musical que cuenta, hoy en día, con un centenar de artistas y formaciones musicales.

Las circunstancias del nacimiento de Teshumara corresponden a los años setenta y ochenta, décadas de grandes sequías en el desierto, en especial en las partes norteñas de Mali y Níger. Las consecuencias (crisis alimentaria y política) de estos radicales cambios ecológicos forzaron el exilio hacia los países vecinos, como Argelia y Libia, de numerosos jóvenes tuaregs que viajaban en grupo en busca de aventura, gloria y fortuna.

Vivir una vida de «exiliados»

El desarraigo: el sentimiento de haber dejado a los tuyos detrás; de haber dejado tu país desgarrado en la indiferencia de los poderes políticos, son los principales elementos que fundamentaron las características, las propuestas poéticas y las identidades artísticas del movimiento de la teshumara.

Nace así una música cuya composición rítmica parece muy simple y cuya fuerza pende sobre todo de una potente poesía impregnada de nostalgia y del sentimiento de extravío, en ocasiones surgido del repertorio clásico tuareg.

Es así que se forma un primer grupo en torno a los actuales miembros de Tinariwen; en esa época se les conoce por el nombre de Taghreft In Tinariwen (la edificación de los desiertos). Un primer concierto tuvo lugar en Argel en 1982. Después, les siguen otros, y la rápida popularidad de su música en ciudades como Tamanrasset, en el Gran Sur argelino.

Con el tiempo y los encuentros, el grupo crece, mientras que este estilo musical conquista, cada vez más, los corazones de los jóvenes tuaregs, autóctonos o en el exilio, del Gran Sur argelino y del sureste libio. Aparecen otros grupos. Asistimos entonces al nacimiento de un movimiento cultural y artístico de gran importancia en el Sáhara.

Esta nueva ola no tiene su origen y su existencia intrínsecamente (como lo afirman, equivocadamente, los especialistas etnólogos, antropólogos, musicólogos, críticos...) en el «deseo de la rebelión», para recoger su expresión, si bien la revuelta (surgida más de diez años después de la formación del primer grupo) se aprovechó de este fenómeno de expresión artística y cultural. A mi parecer, este surge más de los sentimientos (de exilio, de aventura, de desarraigo) y de los encuentros y confrontaciones, en especial (y en gran parte) con las músicas clásicas y populares magrebíes y del Oriente Próximo y, en menor medida, con las llamadas «músicas del mundo». La conjunción de estos acontecimientos permitió la eclosión de esta expresión personal y artística de nuestra época, que bautizaron como «música contemporánea tuareg». Su nacimiento es, una vez más, anterior, independiente y exterior a la revuelta tuareg de la década de los ochenta. Esta última utilizará esta corriente artística ya en marcha para transmitir su mensaje.

El desenlace de los acontecimientos

A principios de los años ochenta estalla la revuelta, llamada «rebelión tuareg», tras el levantamiento popular y político en Mali. Una crisis política y alzamientos populares de gran tamaño y sin precedentes cambian el país, tanto en el norte como en el sur.

Cincuenta y un años después de la independencia de Mali, estos diferentes alzamientos forman parte de su historia. Aunque fueron dolorosos, aportaron a ese país, desde mi punto de vista, importantes transformaciones en el plano político, económico y social.

Breve ojeada histórica a esos acontecimientos: primero en el Gran Norte, en las regiones de Tombuctú, Gao y Kidal, los rebeldes tuaregs reclaman al Estado de Mali un reconocimiento de las especificidades culturales y de la identidad tuareg, un mejor reparto de las riquezas y una política de desarrollo para el norte árido, desértico y aislado del resto del país en un vasto territorio de más de 1.240.000 km2. En cuanto al sur del país, es en la capital, Bamako, donde la revuelta de los estudiantes transcurre con dureza.

Si en el sur esta es brutalmente reprimida por el antiguo régimen político, los enfrentamientos en el norte entre el ejército y los rebeldes tuaregs causan numerosas bajas entre la población civil y provoca el exilio de los supervivientes hacia los países vecinos: Mauritania, Argelia, Burkina Faso. Es así que se instalan campos de refugiados tuaregs en estos países fronterizos.

Estas revueltas desencadenan, poco después, la llegada de la democracia en Mali, bajo la organización de elecciones multipartidistas y con la firma del Pacto Nacional de Paz entre el ejército y los rebeldes del norte, acompañado por un plan de desarrollo para las tres regiones saharianas malienses.

En cuanto a la música del Sáhara, la del «movimiento teshumara» que entonces todo el mundo llamaba «la Guitarra» (y todavía hoy en los ambientes tuaregs), era sólo acústica y transmitía el mensaje de la nueva revuelta en el norte de Mali. Las cintas de cassette circulaban igual de rápido que la información de nuestros días día con internet.

Desde entonces, la gran parte de las composiciones de Tinariwen contienen un mensaje de resistencia y de coraje destinado a la juventud, pidiéndoles que se unan a los frentes en guerra contra el ejército de Mali. Su música, así como la de otros grupos del mismo estilo, se convierte en el «portavoz» de la rebelión tuareg. El movimiento teshumana encuentra entonces el compromiso que inspira un repertorio que ya se encontraba, a principios de los años ochenta, en una fecunda floración.

Queriendo demostrar su valentía, los jóvenes responden entonces a la llamada de los «movimientos de liberación del Azawad» y se unen a sus filas.

En agosto del año 2011 editan Tassili, su última producción. Este disco, exclusivamente acústico, ha sido grabado en Tassili n'Ajjer, un macizo montañoso situado al sureste de Argelia. La realización sonora y el lugar elegido para grabarlo quieren ser un «regreso a los orígenes»  para este grupo, figura visible de la llamada «música contemporánea tuareg».
Compartimos un vídeo de una de sus bellas composiciones:

martes, 14 de agosto de 2012

Músicos del África Musulmana: Seyni & Yeliba


Bismillahi Rahmani Rahim
No es un secreto para nadie: África sufre.
La violencia, la corrupción y las guerras étnicas son los pilares de un estancamiento democrático donde la arbitrariedad es a menudo el rey. Y Seyni lo sabe.
Él, guineano, ve que su país fue llevado al engaño de la misma manera. Él, artista, da sus sentimientos en la música. Entonces, lo dice: en malinké, su lengua materna, en francés, y a veces en inglés; lo canta.
Griot de una nueva era, continúa con sus pares el deber de la memoria y la vigilancia hacia el mundo que le rodea. Griot contemporáneo, “no es el equilibrio del poder como lo es el de la tradición”. Eso canta desde sí mismo, con completa buena conciencia.
De la extensa tradición de Kouyaté – griots hereditarios de padres a hijos-Alseyni Kouyaté dijo: “Seyni, incansable, denuncia los excesos del mundo de hoy y el sufrimiento de los seres humanos de todos los países.”
Yeliba significa “los Griots poderosos” del Imperio Mandinga de Sundiata Keita en África.
Juntos, Seyni & Yeliba, han creado una mixtura de música y mensaje que trasciende fronteras y busca el despertar de las conciencias. Reggae Yankadi, la tradición del África occidental con el sonido de los tiempos que corren.

jueves, 26 de julio de 2012

Música Amazigh II: Nabil Othmani

Bismillahi Rahmani Rahim
En una entrada anterior presentamos al músico tuareg Baly Othmani, de quien compartimos un vídeo con una de sus composiciones.
En esta oportunidad presentamos al continuador músical de Baly, su hijo Nabil Othmani, quien en la producción "Awalin", conjuntamente con el músico Steve Shehan, muestra una maravillosa exposición de la música tradicional de su pueblo.
Los Tuareg, o Imuhagh, son un pueblo amazigh de tradición nómada del desierto del Sahara. Su población se extiende en cinco países africanos: Argelia, Libia, Níger, Malí y Burkina Faso.
Compartimos una de las bellas composiciones de Nabil Othmani:

domingo, 8 de julio de 2012

Músicos del África Islámica: Hamza El Din

Hamza El Din (10 de julio de 1929 – 22 de mayo de 2006) fue un compositor originario de Nubia, intérprete de laúd árabe y tar, como también vocalista.
Nació en la villa de Toshka, cerca de Wadi Halfa en el sur de Egipto, y fue originalmente preparado para ser ingeniero eléctrico. Después de trabajar en El Cairo para el ferrocarril nacional de Egipto, El Din cambió de dirección y comenzó a estudiar música en la Universidad de El Cairo, continuando sus estudios en la Academia Nacional de Santa Cecilia en Roma; también estudió en el Instituto de Música “Ibrahim Shafiq” y en el “King Fouad Institute for Middle Eastern Music”, y viajó por Egipto en una colecta gubernamental de canciones populares.
Su grabación de 1971, Escalay: The Water Wheel (Escalay: La rueda de agua), es reconocida como uno de las primeras grabaciones de world music en ganar un amplio reconocimiento en el occidente. Tuvo una presentación con Kronos Quartet en un arreglo de Escalay en 1992. Sus piezas fueron ocasionalmente utilizadas en espectáculos de ballet y obras de teatro.
El Din tuvo algunos puestos de enseñanza en etnomusicología en los Estados Unidos durante los años 1970s, 1980s y 1990s en la Universidad de Ohio, en la Universidad de Washington, y en la Universidad de Texas en Austin, estableciéndose eventualmente en Oakland, California, después de estudiar biwa en Tokio, Japón, durante los años 1980s. En 1999 lanzó su último álbum, "A Wish".
A continuación presentamos una de sus hermosas composiciones en vivo:



lunes, 11 de junio de 2012

Cheikh Lô: Expresión Baye Fall a través de la Música

Bismillahi Rahmani Rahim

Continuando con nuestra intención de presentar y difundir los frutos que ha dado la Cultura Islámica alrededor del mundo, con un gran gusto personal hoy presentamos al músico senegalés, nacido en Burkina Faso, Cheikh Lô.

Hablar de Cheikh Lô es hablar de un artísta multifacético de influencias panafricanas comprometido con la expresión de su profunda espiritualidad a través de la música.

Aludimos al "panafricanismo" ya que sus composiciones abarcan una gran gama de estilos que fusionan la identidad cultural africana tanto moderna como tradicional (entendiendo aquí lo moderno como resultado culturalmente actual del ritmo y la cadencia tradicional), dando como resultado un exhuberante crisol de música multicolor para el vuelo del espíritu.

En cuanto a su espiritualidad nos remitimos a su afiliación al movimiento Baye Fall, rama de la Tariqa Muridiyya de Sufismo en Senegal, cuyo referente es el Sheykh Ibrahima Fall, uno de los discípulos más aventajados del gran Maestro senegalés Sheykh Ahmadou Bamba (qs). Las características principales de los adherentes Baye Fall, señales propias a su identidad tradicional y que Cheikh Lô deja entrever en su imagen, son los "patchworks" -ropas con trozos de diferentes telas- y el "ndiangue", que en dialécto wolof quiere decir "pelo fuerte", en alusión a lo que en inglés se conoce como "dreadlocks" y que comúnmente se conoce como "rastas" (sin embargo esta designación alude a quienes pertenecen al movimiento Rastafari y no propiamente al cabello).

La temática en las letras de Cheikh Lô tratan tanto de cuestiones sociales como de la devoción a lo Divino que se traduce en alabanzas al Creador y en la exaltación de sus amados Maestros.

Compartimos una canción de este prolífico músico llamada "Dief Dieul", que quiere decir "Cocecharás lo que has Sembrado".


viernes, 1 de junio de 2012

Ya Nada Me Asombra -Tiken Jah Fakoly-


Se han repartido el mundo
Ya nada me asombra.
Ya nada me asombra.

Se han repartido el mundo.
Ya nada me asombra.
Ya nada me asombra.

Si tú me dejas Chechenia,
Yo te doy Armenia.
Si tú me das Afganistán
Yo te entrego Pakistán.
Si no te vas de Haití,
Yo te embarco hacia Bangui.
Si tú me ayudas a bombardear Irak,
Yo te arreglo lo de Kurdistán.

Se han repartido el mundo
Ya nada me asombra.
Ya nada me asombra.

Se han repartido el mundo.
Ya nada me asombra.
Ya nada me asombra.

Si tú me dejas el uranio,
Yo te dejo el aluminio.
Si tú me entregas tus yacimientos,
Yo te ayudo a perseguir a los Talibanes.
Si tú me das mucho trigo,
Yo les hago la guerra a tus costes.
Si tú me dejas extraer tus oros,
Yo te ayudo a echar al general.

Se han repartido el mundo
Ya nada me asombra.
Ya nada me asombra.

Se han repartido el mundo.
Ya nada me asombra.
Ya nada me asombra.

Se han repartido África sin consultarlo.
Se sorprenden de que estemos desnutridos.
Una parte del imperio mandiga,
Se encuentra donde los wolof.
Una parte del imperio Mossi,
Se encuentra en Gana.
Una parte del imperio sousso
Se encuentra en el imperio mandiga,
Una parte del imperio Mandiga
Se encuentra donde los Mossi.

Han partido África sin consultarnos,
Sin preguntarnos, sin advertirnos.

Se han repartido el mundo
Ya nada me asombra.
Ya nada me asombra.

Se han repartido el mundo.
Ya nada me asombra.
Ya nada me asombra.

Se han repartido el mundo
Ya nada me asombra.
Ya nada me asombra.

Se han repartido el mundo.
Ya nada me asombra.
Ya nada me asombra.

sábado, 19 de mayo de 2012

Músicos del África Musulmana: Tiken Jah Fakoly

Tiken Jah Fakoly es ante todo un cantante comprometido con su continente. Nunca se ha callado a la hora de denunciar los abusos de los políticos y las manipulaciones de las multinacionales en África, y particularmente en su país, Costa de Marfil, que ha vivido desde la caída del Presidente Houphouët-Boigny (figura del país que no duda tampoco en criticar, erosionando la imagen de Padre de la Nación que se cuidó de dejar), caos político, segregación racial, desorden público, decadencia económica, crisis de esperanza. Este compromiso abnegado le ha valido numerosos problemas y amenazas físicas, por no decir intentos de asesinato. Cuando le quemaron su casa, decidió exiliarse en Malí.

Muy crítico con todas los movimientos politizados que intentan dividir a los africanos, Tiken Jah Fakoly nunca se ha cansado de luchar contra el absurdo concepto de “Ivoirité” (Ivuaridad, Marfilidad), en un país creado por los colonos franceses hace poco más de un siglo, concepto que los políticos del país intentan recuperar para excluir de la política y del país a los vecinos de otros países cuando la región siempre ha vivido muchos movimientos de poblaciones y mucho mestizaje.

Sus orígenes mandinga (Malinké-Bambara) tienen mucho que ver con este mensaje transfronterizo. El pueblo Mandinga reinó durante la Edad Media Europea desde el Sahara hasta las fronteras del Océano Atlántico y del Níger, ocupando los territorios del actual Mali, Senegal, Costa de Marfil, Gambia, Guinea, Mauritania. Fakoly es el nombre de un antepasado de Tiken Jah (del lado de su madre) quien contribuyó en la decisiva batalla de Kirina (año 1235) a la caída del Rey de los chamanes idólatras Soumaoro Kanté, impulsada por Sundjata Keita quien fundó el pacífico Imperio Musulmán Mandinga.

A continuación presentamos un vídeo de una de sus particulares canciones: