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martes, 20 de febrero de 2018

¿Qué planea Israel en Argentina?


por Thierry Meyssan - Red Voltaire

En el siglo XIX, el gobierno británico estuvo indeciso entre crear Israel en la actual Uganda, en Argentina o en Palestina. Argentina estaba entonces bajo control del Reino Unido y, por iniciativa del barón francés Maurice de Hirsch, se convirtió en aquel momento en tierra de asilo para los judíos que huían de los pogromos desatados en Europa central.

En el siglo XX, después del golpe de Estado militar que derrocó al general Juan Domingo Perón, presidente democráticamente electo de Argentina, una corriente antisemita se desarrolló en las fuerzas armadas de ese país. Esa corriente distribuyó un folleto donde se acusaba al nuevo Estado de Israel de estar preparando el «Plan Andinia», para invadir la Patagonia.

Hoy resulta que, si bien la extrema derecha argentina exageró los hechos en los años 1970, realmente existía un proyecto, que no era de invasión sino de implantación en la Patagonia.

Todo cambió con la guerra de las Malvinas, en 1982. En ese año, la junta militar argentina en el poder trata de recuperar los archipiélagos de las Malvinas y las Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur, denunciando su ocupación por la Gran Bretaña desde hace siglo y medio. La ONU reconoce que la reclamación argentina es legítima, pero el Consejo de Seguridad condena el uso de la fuerza para recuperar esos territorios en disputa. Hay de por medio un botín considerable ya que las aguas territoriales de esos archipiélagos dan acceso a las riquezas del continente antártico.

Al final de la guerra de las Malvinas, que oficialmente dejó más de mil muertos –aunque las cifras oficiales británicas en realidad minimizan las pérdidas humanas–, Londres impone a Buenos Aires un Tratado de Paz particularmente duro, que limita las fuerzas armadas de la República Argentina a su más simple expresión. Incluso se priva a Argentina del control del espacio aéreo del sur de su territorio continental, a favor de la Royal Air Force británica, y se impone a la República Argentina la obligación de informar previamente al Reino Unido de todas sus operaciones.

En 1992 y 1994, dos atentados extraordinariamente devastadores y sangrientos destruyen sucesivamente la embajada de Israel en Buenos Aires y la sede de la asociación israelita AMIA en la misma ciudad. El primer atentado ocurre en momentos en que los jefes de la inteligencia israelí en Latinoamérica acababan de salir del edificio. El segundo atentado, perpetrado contra la sede de AMIA, tiene lugar durante los trabajos conjuntos de Egipto y Argentina sobre los misiles balísticos Cóndor. Durante el mismo periodo estalla la principal fábrica de misiles Cóndor y tanto el hijo mayor del presidente argentino Carlos Saúl Menem como el hijo mayor del presidente de Siria Haffez al-Assad mueren en sendos accidentes. Las investigaciones sobre todos esos hechos son objeto de numerosas manipulaciones.

Después de haber designado a Siria como responsable de los atentados contra la embajada de Israel y la sede de la AMIA en la capital argentina, el fiscal Alberto Nisman se vuelve contra Irán, acusándolo de haber ordenado ambos atentados, y contra el Hezbollah, atribuyendo a esa organización libanesa la realización de estos. La hoy ex presidente Cristina Kirchner es acusada de haber negociado la interrupción de los procedimientos legales contra Irán a cambio de un precio ventajoso para las compras de petróleo. Más tarde, el fiscal Nisman es hallado muerto en su apartamento y Cristina Kirchner es inculpada por alta traición. Pero la semana pasada, como en una obra de teatro, se vino abajo todo lo que hasta ahora se daba por sabido: el FBI entregó análisis de ADN que demuestran que el presunto terrorista no está entre los muertos así como la presencia de un cuerpo no identificado. Conclusión: al cabo de 25 años, no se sabe absolutamente nada sobre los atentados de Buenos Aires.

En el siglo XXI, explotando las ventajas obtenidas en el Tratado impuesto a Argentina después de la guerra de las Malvinas, el Reino Unido e Israel emprenden un nuevo proyecto en la Patagonia.

El multimillonario británico Joe Lewis adquiere inmensos territorios en el sur de Argentina y en el vecino Chile. La extensión de sus tierras allí cubre varias veces la extensión territorial de todo el Estado de Israel. Esas tierras se hallan en el extremo sur del continente, en la Tierra del Fuego. Incluso rodean el Lago Escondido, impidiendo el acceso al lago [1] a pesar de una decisión de la justicia argentina.

El multimillonario británico ha construido en esas tierras un aeropuerto privado, con una pista de aterrizaje de 2 kilómetros, capaz de recibir grandes aviones de transporte, tanto civiles como militares.

Desde el fin de la guerra de las Malvinas, el ejército de Israel organiza para sus soldados «campamentos de vacaciones» en la Patagonia. Cada año, entre 8 000 y 10 000 soldados israelíes pasan 2 semanas de “vacaciones” en las tierras del multimillonario Joe Lewis.

Si en los años 1970, el ejército argentino señaló la construcción de 25 000 alojamientos –vacíos–, dando lugar al mito del plan Andinia, hoy parece que se han construido cientos de miles más. Es incluso imposible verificar el estado de realización de esos trabajos, por tratarse de tierras privadas y porque Google Earth neutraliza las imágenes satelitales de esa zona, procediendo así exactamente como lo hace con las instalaciones militares de la OTAN.

Mientras tanto, el vecino Chile ha cedido a Israel parte de una base militar que posee en la zona. Allí se han cavado túneles para facilitar la vida ante los rigores del invierno polar.

Por su parte, los indios mapuches que pueblan la Patagonia, tanto en Argentina como en Chile, quedaron sorprendidos con la noticia de la reactivación, en Londres, de la “Resistencia Ancestral Mapuche” (RAM), una misteriosa organización que reclama la independencia. Inicialmente acusada de ser una vieja asociación recuperada por los servicios secretos argentinos, la RAM es vista hoy por la izquierda como un movimiento secesionista legítimo, pero los líderes mapuches la denuncian como un ente financiado por George Soros.

El 15 de noviembre de 2017, la marina de guerra argentina perdió todo contacto con su submarino ARA San Juan, finalmente declarado como hundido con toda su tripulación. El ARA San Juan era uno de los 2 submarinos de propulsión diesel-eléctrica que constituían el orgullo de la pequeña marina de guerra argentina. La Comisión Preparatoria de la CTBTO (Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, siglas en inglés) anunció haber registrado un fenómeno acústico inhabitual en Atlántico, cerca de la zona desde donde procedía la última señal recibida del ARA San Juan. El gobierno argentino reconoció finalmente que el submarino perdido estaba realizando una «misión secreta», cuya naturaleza no se precisó y sobre la cual se había informado a Londres. El Pentágono estaba participando en la búsqueda y la marina de guerra rusa contribuyó con el envío de un drone submarino capaz de explorar el fondo marino a 6 000 metros de profundidad, sin encontrar nada. Todo parece indicar que el ARA San Juan estalló bajo el agua. La prensa argentina está convencida de que chocó con una mina o fue destruido por un torpedo enemigo.

Por el momento, es imposible determinar si Israel está implicado en un programa de explotación del continente antártico o si está construyendo una base para el repliegue en caso de derrota en Palestina.

[1] El Lago Escondido se extiende sobre más de 7 kilómetros cuadrados, es parte del patrimonio de la República Argentina y sus orillas son públicas. Nota de la Red Voltaire.

sábado, 27 de enero de 2018

La colonización de África (1815-2015)


África ha tenido mala suerte: África es un tesoro. La geografía le ha dotado de una riqueza natural incomparable, y la geología le ha colocado junto al Viejo Continente. Dos hechos que, desde que los europeos tuvieron la capacidad técnica para desembarcar en costas ajenas, propiciaron que ese bendito tesoro, repleto de recursos naturales, pasara a ser un lastre para África.

A lo largo de la historia, los africanos apenas han podido disfrutar de sus riquezas. Siempre se les ha adelantado un hombre extranjero. En este artículo hacemos un breve repaso al proceso de colonización que ha sufrido y sufre África desde comienzos del S.XIX.

1800-1880 África antes de la colonización europea

En 1820, los ejércitos egipcios comenzaron a avanzar hacia el sur, remontando el río Nilo. En pocos años Mehmet Alí se hizo con el control de las tierras de Nubia y Sudán, ricas en recursos y en esclavos. Egipto era uno de los cinco Estados africanos que podemos etiquetar como modernos y que no estaban bajo el control de los europeos. Los otros tres Estados autóctonos que convivían en el continente eran Marruecos, el Imperio Otomano (su rama libia), el Sultanato de Zanzíbar (en la costa Este) y el Estado afrikáner al norte de la Colonia del Cabo, que si bien era un país “de blancos”, se puede considerar como Estado netamente africano (sus habitantes no eran europeos).

Lo que caracterizaba a estos cinco países era su condición de africanos (no eran colonias de países extranjeros) y su adelanto tecnológico (por eso lo de modernos). Tenían ejércitos que disparaban modernas armas de fuego y comerciaban con las potencias europeas. Se puede decir que, a comienzos del S.XIX, eran las cinco excepciones en el continente africano.

En África predominaban los Estados de origen tribal, pequeños territorios gobernados por monarquías familiares históricas, como los Reinos Mossi. La mayoría de estos Estados desaparecieron conforme avanzaba el S.XIX y llegaban masivamente los colonos europeos. Los antiguos reyes y sultanes africanos fueron reemplazados por gobernadores ingleses y franceses, y los califatos e imperios pasaron a ser productivas colonias.


La llegada de los europeos al África subsahariana provocó la desarticulación de los antiguos patrones comerciales y del intercambio cultural. Aunque en torno al año 1800 la presencia continental de Europeos se limitaba a la Colonia del Cabo (ingleses), al Magreb (franceses) y a las costas angoleñas y de Mozambique (portugueses), lo cierto es que las potencias europeas sí tenían varios enclaves portuarios por toda la costa africana. España tenía puertos en el Golfo de Guinea, así como Inglaterra y Francia, que tenía puertos desde Senegal hasta Gabón.

Los europeos explotaron una forma de comercio (el marítimo) que los reinos africanos no habían desarrollado. Los portugueses fueron pioneros instalándose en las costas orientales (Beira, Quelimane, Mozambique…), donde comerciaron y compartieron espacio con el Sultanato de Zanzíbar, un Estado que en realidad era un asentamiento permanente de los omaníes de la Península Arábiga.

La presencia de comerciantes musulmanes dio lugar a la aparición de nuevos Estados, sobretodo en la zona de los Grandes Lagos. El Sultanato de Utetera o el Reino de los Lozi desarrollaron el comercio de marfil y las plantaciones de caucho. Aparecieron imperios comerciales, que basaban toda su economía en la exportación de materias primas (madera, goma, oro, cera, marfil, pieles…), pero que, pese a su poder, no pudieron hacer nada contra la invasión europea.

Conforme avanzaba el S.XIX, los exploradores europeos aumentaron en número y ambiciones. Los enclaves portuarios no eran suficiente implantación como para controlar las riquezas del interior del continente. El descubrimiento de la riqueza mineral del sur de África en la década de 1870 detonó la lucha por esos territorios entre los países europeos. Esa rápida carrera que llevó a siete países europeos a controlar todo un continente en menos de treinta años (alrededor del año 1900 toda África estaba bajo control occidental) atropelló a los inestables Estados africanos, que vieron cómo unos extranjeros desembarcaban en sus tierras y les arrebataban todo.

1880-1950 Un continente invadido por inmigrantes

Durante un levantamiento en 1907, el líder tribal Kinkjikitele Ngwale prometió a sus seguidores que el agua mágica, o maji-maji, les protegería contra las ametralladores del invasor blanco. Esa sublevación de los nativos de Tanzania contra el gobierno colonial de Alemania terminó con la muerte del valiente Ngwale y todos sus guerreros. No hubo más levantamientos en el África Oriental Alemana.

La superioridad militar fue la responsable de que los europeos colonizaran en poco tiempo un continente tan grande como África, y el factor determinante de que ese control se alargara en el tiempo hasta la mitad del siglo XX. Durante interminables décadas el continente africano vio cómo sus minas se vaciaban y sus árboles se cortaban, para beneficio de unos extranjeros blancos que tenían el poder de la tecnología.

Una superioridad tecnológica que en realidad era un pretexto para llevar a la práctica la superioridad moral que los europeos creían tener sobre los subdesarrollados africanos. El ministro de asuntos exteriores alemán, Bernard von Bulow, excusó la colonización de África en 1897 porque Alemania tenía derecho a “ocupar un lugar bajo el Sol”.


El derecho de cualquier país a ocupar un lugar bajo el Sol (un derecho casualmente reclamado únicamente por países europeos, nunca por africanos) significaba la justificación de la colonización y la explotación de los recursos de territorios extranjeros. Tales preceptos morales carentes de ética fueron firmados y aceptados en la Conferencia de Berlín de 1885, donde Europa decidió unilateralmente el futuro y el destino de África.

Los europeos no sólo derramaron sangre en su avance hacia el corazón del continente, sino que además implantaron las costumbres occidentales, terminando con culturas y tradiciones locales milenarias. Abolieron las monedas existentes, introdujeron impuestos, cambiaron los modelos de comercio… Tanto las materias primas como los recursos humanos fueron explotados en beneficio exclusivo de la industria y del comercio de Europa. Ante este ataque tan evidente, en varios puntos del continente surgieron movimientos de resistencia, que no duraron mucho. Los ijebu de Nigeria se rindieron en 1892, los matabele de Zimbabwe lo hicieron en 1896, los mandinga en 1898, los zulúes en 1908…

Tan sólo un Estado logró hacer frente a los europeos: Etiopía, liderada por el modernizador emperador Menelik II, aplastó a un ejército italiano en la batalla de Adua (1896). El Estado de esclavos libres de Liberia también logró sobrevivir, a pesar de una importante pérdida territorial a manos de Gran Bretaña y de Francia.

La descolonización durante el S.XX

El proceso de descolonización fue complicado y escalonado en el tiempo. Después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) los movimientos independentistas africanos tomaron relevancia, pero fue tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) cuando las fuerzas aliadas, deseando quitarse la carga económica de mantener grandes imperios, prometieron la independencia de sus colonias en África.

En la mayoría de las colonias británicas y francesas la transición a la independencia se produjo de manera pacífica, a excepción de la sangrienta Guerra de Independencia de Argelia (1954-1962). Otros países también requirieron el uso de las armas para conseguir librarse de sus ocupadores, como en el caso de la Guerra colonial portuguesa (1961-1975).

Tras los procesos de independencia, el continente africano se encontró en una situación de inestabilidad política, pobreza económica y dependencia de las potencias occidentales debido a la deuda pública. Numerosas guerras civiles y conflictos nacionalistas ensombrecieron el periodo de independencia. La introducción de nuevas ideologías (marxismo y neoliberalismo), las diferencias raciales, los nacionalismos y las fronteras artificiales fueron (y son) algunos de los causantes de la inestabilidad y los problemas en África.

1990-2015 La inversión como forma de colonización

200.000 millones de dólares es el enorme monto que totalizó el comercio entre África y China en el año 2013, más del doble de los nada despreciables 85.000 millones que Estados Unidos intercambió con el continente africano ese mismo año. Una cifra que, traducida en términos de relaciones internacionales, convierten a China en el principal socio económico de África.

Ser el principal socio económico de África en el S.XXI puede equipararse a ser el mayor colonizador en el S.XIX. Dejando a un lado la colonización cultural, el exterminio de pueblos y la esclavización de personas, en términos económicos supone la misma importancia: China tiene colonias en África, solo que ahora las conocemos como socios comerciales.

En la actualidad el continente africano sigue sufriendo un intenso proceso de colonización. En la dimensión económica con la llegada de enormes cantidades de dinero extranjero, en el plano energético por la extracción de recursos petrolíferos y gasísticos por parte de empresas extranjeras, y en el plano militar por la presencia de tropas procedentes de países no africanos.


Aunque el proceso de colonización en el S.XXI es mucho más complejo, vamos a repasar brevemente el funcionamiento de tres colonizadores que usan métodos diferentes: China, Francia y Reino Unido. El gigante asiático es conocido por tener en África un interés especial. En el caso de Francia, la colonización militar se excusa por la “obligación moral” de proteger la llamada Francáfrica. Y finalmente, Reino Unido tiene un estilo mucho menos discreto, como veremos más adelante.

China: financiación de infraestructuras… ¿a cambio de qué?

El primer viaje oficial que realizó el presidente chino, Xi Jinping, fue a Rusia. Inmediatamente después de visitar a un aliado crucial para la geopolítica mundial como es su país vecino, el máximo mandatario del país más poderoso del mundo se dirigió a África. Constatación de que el continente africano es una prioridad en la agenda del Gobierno chino en su estrategia de desarrollo.

La inversión directa china se ha multiplicado por treinta en una década y alcanzó los 25.000 millones de dólares en 2014, creando unos 100.000 puestos de trabajo. Hoy en día más de 2.500 empresas chinas hacen negocios en África, especialmente en sectores como las finanzas, las telecomunicaciones, la energía, las manufacturas y la agricultura. Las compañías chinas habían firmado a finales de 2013 contratos por valor de 400.000 millones de dólares, construido más de 2.200 kilómetros de ferrocarriles y 3.500 de autopistas.

Más de una decena de proyectos hidroeléctricos han sido financiados por China en África, y en su último viaje al continente el primer ministro Li Keqiang habló de conectar todas las capitales africanas mediante líneas de tren de alta velocidad. Sin duda, proyectos de gran envergadura. China está apostando muy fuerte, si bien es cierto que últimamente China ha dado un giro en su política hacia África y se preocupa cada vez más por la seguridad.

En el tablero internacional rara vez los países hacen movimientos altruistas. Se debe perder la inocencia a la hora de esperar respuestas al porqué de las cosas. Obviamente China no está construyendo presas generadoras de electricidad, carreteras, puertos, pabellones deportivos y palacios de congresos porque le importe la situación de los ciudadanos de África. La cuestión es, ¿qué está recibiendo China a cambio de ese desembolso de dinero?

El continente africano esconde bajo sus tierras el 57% del cobalto del mundo, el 46% de los diamantes, el 16% del uranio, el 13% del petróleo del planeta, el 21% del oro, el 44% del cromo, el 39% del manganeso… en definitiva: un tesoro de recursos naturales codiciado por las grandes potencias, que, no hay que olvidarlo, están en una constante competición por el control de los recursos.

Eso es lo que China quiere de África. Y lo está consiguiendo. Hoy en día es el principal extractor de recursos naturales del continente, principalmente consumidor de minerales y metales. Por ello es tan importante mantener satisfechos a los gobiernos africanos. Nada es gratis en este mundo.

Francia: fuerte implantación militar… ¿para proteger qué?

En los últimos cincuenta años Francia ha intervenido militarmente en suelo africano en 44 ocasiones. Hasta la década de los noventa, lo hizo de manera unilateral, sin preguntar a nadie. Hoy son más precavidos y cuando actúan lo hacen bajo el mandato de algún organismo internacional. El aval no cambia el fondo: el ejército francés ha ocupado África.

Atendiendo al mapa anterior, observamos cómo Francia tiene varias bases militares en la zona del Sahel, y tropas desplegadas en muchos países. En la mayoría de los casos no son tropas estáticas ni pasivas, sino que se emplean con intensidad en sus labores militares. Ejemplos recientes los encontramos en los años 2002, 2003, 2004, 2008, 2011 y 2014. Es una región del mundo muy convulsa: el escenario perfecto para desplegar tropas.

Si bien es cierto que la labor del Ejército francés es importante para frenar el avance de los yihadistas, hay voces que dudan de la buena voluntad del Gobierno de Francia. A las sospechas de intereses ocultos se unen noticias que empeoran la imagen de las tropas francesas en el continente. Un informe de la ONU acusó a soldados franceses de violar a niños en la República Centroafricana. Al parecer chantajeaban a los menores prometiéndoles comida. Más allá de casos puntuales que pueden hacer dudar de la intervención militar de Francia en África, debemos preguntarnos, ¿qué están protegiendo todos esos soldados franceses en tierras extranjeras?

Las explicaciones a este despliegue de fuerzas militares se pueden encontrar en tres dimensiones: histórica, humanitaria y económica. Brevemente comentaremos que, efectivamente, históricamente Francia tiene un vínculo indudable con muchos países africanos. Se puede entender una sincera voluntad de ayudar a antiguos hermanos. En la dimensión humanitaria, qué duda cabe que muchos de estos países necesitan de la ayuda de países ricos como Francia para crecer y desarrollarse. Tras haberlos saqueado durante la colonización del S.XIX, ahora, en esta colonización del S.XXI las antiguas colonias practican una suerte de cooperación por remordimiento.

Es en la dimensión económica en la que más lecturas se pueden sacar de la presencia militar de Francia en África. A nadie se le escapa que varios de los países en los que Francia ha colocado sus fichas son tableros con recursos naturales estratégicos. Véase el caso de Malí, un país con importantes yacimientos de uranio, oro, litio y petróleo, o el caso similar de Níger, que produce el 33% del uranio que importa Francia. Argelia o Senegal también son casos que pueden analizarse bajo esta óptica. Son varios los analistas que apuntan a que no es descabellado pensar que Francia está en África para vigilar el control de los recursos naturales. Además, es sorprendente ver cómo todavía hoy algunos países africanos tienen que pagar tributos a Francia por los supuestos beneficios que obtuvieron de la esclavitud y la colonización.

Pero no toda la acción francesa en África está sujeta a la condena pública. A finales de 2015, Francia anunció una inversión de 130 millones de euros para el desarrollo de infraestructuras en Nigeria, en un acuerdo con el gobierno nigeriano para la reconstrucción de carreteras y el suministro de agua y electricidad. Al menos no todo son aviones de combate…

Reino Unido: explotación sistemática de los recursos energéticos

Sin ningún tipo de excusa como las que se pueden intuir en los casos anteriormente citados de China y Francia, que pueden defender su implantación territorial en países extranjeros con argumentos por el desarrollo y la seguridad de los pueblos africanos, el Reino Unido mantiene una posición muy directa y clara: está en África para extraer sus recursos, principalmente energéticos.

El país que vio nacer el liberalismo económico pone en práctica su marco teórico a la perfección: la empresa privada tiene vía libre para actuar. Y lo hace. Fruto del gran control territorial que a comienzos del S.XX el Imperio Británico tenía en el continente africano, empresas como las señaladas en el mapa, tienen hoy la exclusividad de la explotación de recursos naturales como el petróleo y el gas.

El Grupo Royal Dutch Shell se creó en 1907 cuando la Real Compañía Neerlandesa de Petróleos (fundada en 1890) y la Compañía Shell Transport and Trading Company Ltd (fundada en Londres en 1897) fusionaron sus operaciones para competir contra el entonces gigante estadounidense, Standard Oil. Por su parte, British Petroleum (BP) empezó su historia en 1908 como Anglo-Persian Oil Company en Irán, donde descubrió el petróleo y emprendió la construcción de un complejo petrolífero y una refinería que, en la década de 1920, se convirtió en la más grande del mundo.

En la actualidad, más de 100 años después, ambas empresas nos recuerdan que la época de la colonización sigue activa. En Egipto, uno de los territorios controlados por los ingleses, el 40% del gas producido por el país lo produce British Petroleum, así como el 15% del petróleo. Grandes cifras que se sustentan gracias a las grandes inversiones: BP invertirá en los próximos años 9.000 millones de dólares para explotar dos yacimientos gasísticos en el Delta del Nilo. El dinero les da el poder.

El control que tienen de los recursos tiene su traspaso a otras dimensiones, como la política. En 2010 Wikileaks reveló que la petrolera Shell tenía hombres colocados en todos los ministerios del Gobierno de Nigeria, para cuidar sus intereses. Su libertad de actuación es total por todo el continente. Destruyen el medio ambiente,  hacen negocios en Estados fallidos, alteran los precios del mercado… son los nuevos colonizadores en África, y siguen peleando por repartirse el tesoro.

Un tesoro que 200 años de historia han probado negativo para África. Un tesoro maldito, al que los africanos no pueden mirar ni tocar. Los africanos son ricos, disfrutan de una tierra rica. Pero se la han quitado de sus manos.


jueves, 26 de octubre de 2017

La verdad sobre los ahmadiyyah (parte 1)


Se presentó como un musulmán piadoso, pero fue un impostor y falso profeta. Pretendió engañar a los musulmanes acercándose a ellos meramente como un 'renovador' (mujaddid) del Islam, es decir, como un musulmán que con ímpetu renovado reaviva el seguimiento recto del Islam.
Su religión se disfraza bajo el Islam y su gente se hace hacen llamar Comunidad Musulmana Ahmadiyya o Comunidad Ahmadía. Pero no son siquiera una secta desviada del Islam. Peor aún, han salido fuera del Islam. No son musulmanes.
Y en esta época, con el internet y el estado tan avanzado de confusión en el mundo, sus misioneros aprovechan para recolectar gente inocente a la que los llaman al seguimiento de este Falso Mesías.
Es necesario advertir contra su camino, exponiendo de su fundador asuntos que son guardados en gran reserva por los misioneros, o que inclusive muchos de sus miembros no llegan a conocer, por el temor de sus dirigentes a la Verdad.
Poco a poco iremos entregando traducciones de textos de su fundador, para abrir los ojos respecto a este pequeño Dayyal.

(Texto realizado por nuestros hermanos osmanlis del Perú) Descarga en pdf:


viernes, 13 de octubre de 2017

Por qué Palestina sigue siendo el problema - Autor: John Pilger


Lo que enfurece a quienes colonizan y ocupan, roban y oprimen, destrozan y mancillan es la negativa de las víctimas a doblegarse.
Cuando fui como un joven reportero por primera vez a Palestina en la década de 1969 me alojé en un kibutz. Las personas a las que conocí eran personas trabajadoras, llenas de energía y se llamaban a sí mismas socialistas. Me gustaron.
Una noche durante la cena les pregunté por las siluetas de personas que se veían a lo lejos, más allá de nuestro perímetro.
“Árabes”, dijeron, “nómadas”, casi escupiendo las palabras. Dijeron que Israel, refiriéndose a Palestina, había sido prácticamente una tierra baldía y que una de las grandes hazañas de la empresa sionista era lograr que verdeciera el desierto.
Pusieron el ejemplo de su cosecha de naranjas jaffa que se exportaba al resto del mundo, un triunfo frente a los caprichos de la naturaleza y la negligencia de la humanidad.
Era la primera mentira. La mayor parte los naranjales y de los viñedos pertenecían a palestinos que habían labrado la tierra y exportado naranjas y uvas a Europa desde el siglo XVIII. Los anteriores habitantes de la antigua ciudad palestina de Jaffa llamaban a la ciudad “el lugar de las naranjas tristes”.
En el kibutz nunca se usaba la palabra “palestino”. Pregunté por qué. La respuesta fue un silencio problemático.
En todo el mundo colonizado quienes nunca logran ocultar el hecho, y el crimen, de vivir en una tierra robada temen la verdadera soberanía de los pueblos originarios.
Como saben demasiado bien las personas judías, el siguiente paso es negar su condición humana a las personas. A eso sigue de forma tan lógica como la violencia el destruir la dignidad, la cultura y el orgullo de las personas.
En Ramala, tras la invasión de Cisjordania por el difunto Ariel Sharon en 2002, caminé por calles llenas de coches destrozados y casas demolidas hasta el Centro Cultural Palestino. Los soldados israelíes habían acampado ahí hasta aquella mañana.
Me recibió la directora del centro, la novelista Liana Badr, cuyos manuscritos originales yacían desparramados y destruidos por el suelo. Los soldados se habían llevado el disco duro que contenía sus obras de ficción y una biblioteca de obras de teatro y poesía. Casi todo estaba destrozado y mancillado.
No había sobrevivido un solo libro con todas sus páginas, ni una sola grabación original de una de las mejores colecciones de cine palestino.
Los soldados habían orinado y defecado en el suelo, en los escritorios, los bordados y las obras de arte. Habían embadurnado dibujos infantiles con heces y escrito (con mierda ) “Nacido para matar”.
Liana Badr tenía lágrimas en los ojos pero la cabeza bien alta. “Lo reconstruiremos otra vez”, dijo.
Lo que enfurece a quienes colonizan y ocupan, roban y oprimen, destrozan y mancillan es la negativa de las víctimas a doblegarse . Y este es el tributo que todos debemos rendir a los palestinos. Se niegan a doblegarse. Siguen adelante. Esperan, hasta que luchan otra vez . Y lo hacen aun cuando quienes los gobiernan colaboran con sus opresores.
En medio del bombardeo israelí de 2014 sobre Gaza el periodista palestino Mohammed Omer nunca dejó de informar. Tanto él como su familia se vieron afectados, hacían cola para conseguir agua y comida, y lo acarreaban entre los escombros. Cuando le llamé por teléfono podía oír las bombas tras la puerta. Se negó a doblegarse.
Los reportajes de Mohammed, ilustrados por sus gráficas fotografías, fueron un modelo de periodismo profesional que puso en evidencia la complaciente y cobarde manera de informar de los llamados medios dominantes de Gran Bretaña y EEUU. Personas como Mohamed Omer ponen en evidencia cada día la idea que tiene la BBC de objetividad (dar eco a los mitos y mentiras de la autoridad, una práctica de la que está orgullosa).
Durante más de 40 años he documentado la negativa de los palentinos a doblegarse ante sus opresores: Israel, EEUU, Gran Bretaña, la Unión Europea.
Desde 2008 solo Gran Bretaña ha concedido a Israel licencias de exportación de armas y misiles, drones y rifles de francotiradores por valor de 434 millones de libras.
Quienes han resistido a esto sin armas, quienes se han negado a doblegarse son algunos de los palestinos que he tenido el privilegio de conocer:
Mi amigo el difunto Mohammed Jarella, que trabajó sin descanso para la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés), me enseñó por primera vez en 1967 un campo de refugiados palestinos. Era un día muy duro de invierno y los niños en edad escolar temblaban de frío. “Un día …”, decía. “Un día …”
Mustafa Barghouti, cuya elocuencia permanece incólume y que me describió la tolerancia que existía en Palestina entre judíos, musulmanes y cristianos hasta que, como me dijo, “los sionistas quisieron un Estado a expensas de los palestinos”.
La dra. Mona El-Farra, una médica de Gaza, cuya pasión era conseguir dinero para hacer operaciones de cirugía plástica a los niños desfigurados por las balas y la metralla israelíes. Las bombas israelíes arrasaron su hospital en 2014.
El dr. Khalid Dahlan, psiquiatra, cuyas clínicas infantiles en Gaza —niños que casi se habían vuelto locos por la violencia israelí— eran oasis de civilización.
Fátima y Nasser son una pareja cuya casa se alzaba en un pueblo cerca de Jerusalén calificado como “Zona A y B”, lo que significa que la tierra fue calificada como solo para judíos. Sus padres habían vivido ahí. Sus abuelos habían vivido ahí. Hoy los buldózeres allanan carreteras solo para judíos, protegidos por leyes solo para judíos.
Era más de media noche cuando Fátima se puso de parto de su segundo hijo. El bebé era prematuro y cuando llegaron al checkpoint desde el que se veía el hospital el joven soldado israelí les dijo que necesitaban otro documento.
Fátima tenía una fuerte hemorragia. El soldado se rió e imitó sus gemidos, y les dijo “váyanse a casa”. El niño nació ahí en un camión. Estaba azul de frío y enseguida murió de frío al no recibir cuidados. Se llamaba Sultán.
Estas serán historias familiares para los palestinos. La pregunta es por qué no lo son en Londres y Washington, Bruselas y Sidney.
Gran Bretaña y EEUU está financiado generosamente una causa libera l reciente en Siria -una causa de George Clooney-, aunque sus beneficiarios, los llamados rebeldes, están dominados por yihadistas fanáticos, producto de la invasión de Afganistán e Ira q, y de la destrucción de la Libia moderna.
Y, sin embargo, no se reconocen la ocupación y la resistencia más largas de los tiempos modernos. Cuando de pronto las Naciones Unidas se conmueven y califican a Israel de Estado de apartheid, como sucedió este año, eso provoca indignación, no contra el Estado cuyo “propósito principal” es el racismo, sino contra una comisión de las Naciones Unidas que osó romper el silencio.
“Palestina”, afirmó Nelson Mandela, “es el mayor problema moral de nuestro tiempo”.
¿Por qué se oculta esta verdad día tras día, mes tras mes, año tras año?
En Israel – el Estado de apartheid, culpable de un crimen contra la humanidad y de haber violado el derecho internacional más que cualquier otro Estado– el silencio persiste entre aquellas personas que saben y cuyo trabajo consiste en mantener las cosas como están.
En Israel gran parte del periodismo está intimidado y controlado por un pensamiento colectivo que exige silencio sobre Palestina, mientras que el periodismo honrado se ha convertido en disidencia: una clandestinidad metafórica.
Una sola palabra –“conflicto”– permite este silencio. “El conflicto árabo-israelí”, recitan los robots en sus apuntadores electrónicos. Cuando un veterano periodista de la BBC, un hombre que conoce la verdad, se refiere a “dos relatos” la contorsión moral es total.
No existe un conflicto, ni dos relatos, con su respaldo moral. Existe una ocupación militar impuesta por una potencia nuclear apoyada por la mayor potencia militar del planeta y existe una injusticia descomunal.
Se puede prohibir la palabra “ocupación”, borrar del diccionario. Pero no se puede prohibir el recuerdo de la verdad histórica: de la sistemática expulsión de palestinos de su patria. Los israelíes lo llamaron “Plan D” en 1948.
El historiador israelí Benny Morris describe cómo uno de sus generales preguntó a David Ben-Gurion, el primero en ocupar el cargo de primer ministro de Israel: “¿Qué haremos con los árabes?”. El primer ministro, escribió Morris, “hizo un gesto despectivo y enérgico con la mano. “¡Expulsarlos!”, dijo.
Setenta años después este crimen se ha suprimido de la cultura intelectual y política de Occidente. O es discutible o simplemente controvertido. Periodistas con abultados sueldos aceptan entusiasmados viajes pagados por Israel, su hospitalidad y sus halagos, y después protestan enérgicamente defendiendo su independencia. Ellos acuñaron el término “tontos útiles”.
En 2011 me asombró la facilidad con la que unos de los escritores británicos más aclamados, Ian McEwan, un hombre bruñido por los destellos de la ilustración burguesa, aceptó el Premio Jerusalén de literatura en el Estado de apartheid.
¿Habría ido McEwan a Sun City en la Sudáfrica del apartheid? Ahí también concedían premios, con todos los gastos pagados. McEwan justificó su acción con palabras ambiguas acerca de la independencia de la “sociedad civil”.
La propaganda (del tipo de la que ofreció McEwan, con su toquecito de atención en las muñecas de sus encantados anfitriones) es un arma para los opresores de Palestina. Al igual que el azúcar insinúa prácticamente todo hoy en día.
Comprender y deconstruir la propaganda estatal y cultural es nuestra tarea más importante. Se nos está obligando a entrar en una segunda Guerra Fría cuyo objetivo final es someter y balcanizar a Rusia, e intimidar a China.
Cuando Donald Trump y Vladimir Putin hablaron en privado durante más de dos horas en la Cumbre del G20 en Hamburgo, al parecer acerca de la necesidad de no emprender la guerra el uno contra el otro, los detractores más vociferantes fueron quienes han liderado el liberalismo, como el escritor político sionista de The Guardian: “No es de extrañar que Putin sonriera en Hamburgo. Sabe que ha conseguido su principal objetivo: ha hecho a EEUU débil otra vez”, escribió Jonathan Freedland. Que empiecen los abucheos al Malvado Vlad.
Estos propagandistas nunca han conocido la guerra, pero aman el juego imperial de la guerra. Lo que Ian McEwan denomina” sociedad civil” se ha convertido en una rica fuente de propaganda afín.
Tomemos un término que los guardianes de la sociedad civil utilizan con frecuencia, “derechos humano”. Como otro concepto noble, “democracia”, el concepto de “derechos humanos” ha sido casi vaciado de su significado y propósito.
Como el “proceso de paz” y la “hoja de ruta”, los derechos humanos en Palestina han sido secuestrados por los gobiernos occidentales y las ONG corporativas que ellos financian y que reivindican una quijotesca autoridad moral.
Así que cuando los gobiernos y ONG piden a Israel que “respete los derechos humanos” en Palestina, no ocurre nada porque todos ellos saben que no hay nada que temer, nada va a cambiar.
Destaca el silencio de la Unión Europea, que complace a Israel mientras este se niega a cumplir su compromisos con el pueblo de Gaza, como mantener abierta la cuerda de salvamento que es el paso fronterizo de Rafah, una medida a la que accedió como parte de su papel en el acuerdo de alto el fuego en su ataque de 2014. Se ha abandonado el puerto marítimo de Gaza, acordado por Bruselas en 2014.
La comisión de las Naciones Unidas que mencioné antes (su nombre completo es Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia Occidental) describió a Israel como, y cito, “diseñado para servir al propósito principal” de la discriminación racial.
Millones de personas lo entienden. Lo que los gobiernos de Londres, Washington, Bruselas y Tel Aviv no pueden controlar es que la humanidad de a pie está cambiando como quizás que nunca lo haya hecho antes.
La gente se está moviendo en todas partes y, en mi opinión, es más consciente que nunca. Algunas personas ya están en una revuelta abierta. La atrocidad de la Torre Grenfell en Londres ha hecho que las comunidades se unan en una vehemente resistencia que es casi nacional.
Gracias a una campaña popular el poder judicial está hoy examinando las pruebas de un posible juicio a Tony Blair por crímenes de guerra. Aunque fracase, es un acontecimiento fundamental que echa abajo otra barrera más entre el público y su reconocimiento de la voraz naturaleza de los crímenes del poder estatal, el desprecio sistemático por la humanidad perpetrado en Iraq, en la Torre Grenfell, en Palestina. Estos son los puntos que están a la espera de que se unan.
Durante la mayor parte del siglo XXI el fraude del poder corporativo presentado como la democracia ha dependido de la propaganda de distracción, se ha basado en gran parte en un culto al “yoísmo” diseñado para desorientar nuestro sentido de mirar hacia los demás, de actuar juntos, de justicia social y de internacionalismo.
La clase, el género y la raza fueron separados. Lo personal se convirtió en lo político y los medios en el mensaje. La promoción del privilegio burgués fue presentada como una política “progresista”. No lo era. Nunca lo es. Es la promoción del privilegio y del poder.
El internacionalismo ha encontrado una vasta audiencia entre los jóvenes. Vean el apoyo a Jeremy Corbyn y la recepción que recibió el circo del G20 en Hamburgo. Al entender la verdad y los imperativos del internacionalismo, y al rechazar el colonialismo entendemos la lucha de Palestina.
Mandela lo dijo de esta manera: “Sabemos demasiado bien que nuestra libertad es incompleta sin la libertad de los palestinos”.
En el centro de Oriente Próximo está la injusticia histórica en Palestina. Hasta que se resuelva y los palestinos tenga su libertad y su patria, e israelíes y palestinos sean iguales ante la ley no habrá paz en la zona o quizá en ninguna parte.
Lo que Mandela decía es que la propia libertad es precaria mientras unos gobiernos poderosos puedan negar la justicia a otros, aterrorizar a otros, encarcelar y asesinar a otros en nuestro nombre. Sin lugar a dudas Israel comprende la amenaza de que un día esto pueda tener que ser normal.
Por eso su embajador en Gran Bretaña es Mark Regev, bien conocido de los periodistas como propagandista profesional y por eso se permitió el “enorme engaño” de las acusaciones de antisemitismo, como lo llamó Ilan Pappet, para crispar al Partido Laborista y minar a Jeremy Corbyn como líder. Lo importante es que no lo consiguió.
Los acontecimientos se suceden rápidamente ahora. La notable campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) está teniendo éxito día tras día; ciudades y pueblos, sindicatos y organismos juveniles se están adhiriendo a la campaña. El intento del gobierno británico de impedir a los ayuntamientos aplicar el BDS ha fracasado en los tribunales.
Esto no son indicios. Cuando los palestinos se vuelvan a alzar, como se alzarán, puede que no tengan éxito al principio, pero lo tendrán finalmente si nosotros entendemos que ellos son nosotros y que nosotros somos ellos.

Este artículo es una versión abreviada del discurso de John Pilger en la Exposición Palestina de Londres el 8 de julio de 2017.
Counterpunch. Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos. Extractado por La Haine

Texto completo en: http://www.lahaine.org/por-que-palestina-sigue-siendo

jueves, 14 de septiembre de 2017

La ciencia de la falsificación - Malcom X


(Fragmentos del discurso dado por Malcom X –El Hajj Malik El Shabazz- el 16 de febrero de 1965, cinco días antes de ser asesinado. Las notas entre paréntesis son nuestras)

Para aclarar mi posición, como lo hice hoy temprano en Colgate, soy musulmán, lo que únicamente quiere decir que mi religión es el Islam. Creo en Dios, el Ser Supremo, el creador del universo. Esta es una forma sencilla de religión, fácil de comprender. Creo en un Dios, y creo que ese Dios tuvo una religión, tiene una religión, y siempre tendrá una religión. Y que ese Dios le enseñó a todos los profetas la misma religión, por lo tanto no es cuestión de debatir quién haya sido el más grande o el mejor: Moisés, Jesucristo, Muhammad o alguno de los otros. Todos ellos fueron profetas que vinieron de un Dios. Ellos tenían una doctrina, y esa doctrina fue diseñada para darle claridad a la humanidad, para que toda la humanidad viera que era uno solo y así tener un cierto tipo de hermandad que sería practicada aquí en la tierra. Eso es lo que creo.

Creo en la hermandad del hombre. Sin embargo, a pesar del hecho que creo en la hermandad del hombre, tengo que ser realista y entender que aquí en Estados Unidos nos encontramos en una sociedad que no practica la hermandad. No practica lo que predica. Predica la hermandad, pero no practica la hermandad. Y ya que esta sociedad no practica la hermandad, aquellos de nosotros que somos musulmanes creemos en la hermandad del Islam.

No juzgamos al hombre por el color de su piel. No te juzgamos por ser blanco; no te juzgamos por ser negro; no te juzgamos por ser moreno. Te juzgamos por lo que haces y por lo que practicas. Y mientras practiques la maldad, estaremos en tu contra. Y para nosotros, la principal, la forma más grande de maldad es la maldad que se basa en juzgar a un hombre debido al color de su piel.

Estamos viviendo en una sociedad que en gran medida está controlada por gente que cree en la segregación. Vivimos en una sociedad que en gran medida está controlada por gente que cree en el racismo, y practica la segregación, la discriminación y el racismo. Y digo que está controlada, no por los blancos de buena voluntad, sino controlada por los segregacionistas, por los racistas. Y esto se puede ver a través del curso que esta sociedad persigue por todo el mundo. En estos instantes en Asia el ejército norteamericano está dejando caer bombas sobre gente de piel oscura (Malcom incluye así a los semitas y a los no-occidentales dentro del racismo americano).

Es racismo. Es el racismo que Estados Unidos práctica. El racismo que implica una guerra contra las personas de piel oscura en Asia, otra forma de racismo es la que hay detrás de una guerra contra las personas de piel oscura en el Congo...es lo mismo que hay detrás de una guerra contra las personas de piel oscura en Misisipi, Alabama, Georgia, y Rochester, Nueva York.

Entonces no estamos contra alguien porque sea blanco. Sino que estamos en contra de aquellos que practican el racismo. Estamos en contra de los que dejan caer bombas sobre otras gentes porque sucede que su piel es de una tonalidad distinta a la de ellos. Y porque nos oponemos a eso, la prensa dice que somos violentos. Estamos a favor de la paz. Sin embargo, la gente que enfrentamos apoya la violencia. No se puede ser pacífico cuando uno trata con ellos.

Nos acusan de lo que ellos mismos son culpables. Esto es lo que siempre hace el criminal. Te bombardean, y luego te acusan de haberte bombardeado a ti mismo. Te aplastan el cráneo, y luego te acusan de haberlos atacado. Esto es lo que los racistas han hecho siempre...el criminal, el que ha desarrollado el proceso criminal al grado de una ciencia. Sus costumbres son las acciones criminales, y luego utilizan la prensa para victimizarse...hacer que la víctima se vea como el criminal, y el criminal como la víctima. Así trabajan.

Les voy a dar un ejemplo de cómo lo hacen. Ellos agarran la prensa, y a través de la prensa, se burlan del sistema.... O a través del público blanco. Porque el público lanco está dividido. Algunos quieren hacer el bien y otros no quieren hacer el bien. Algunos tienen buenas intenciones y otros no. Esto es cierto. Están los que son mal intencionados y los que son bien intencionados. Y generalmente los malintencionados son más numerosos que los bienintencionados.

Así que a ellos no les gusta hacer nada sin el apoyo del público blanco. Los racistas, que en general tienen mucha influencia en la sociedad, no realizan sus maniobras sin antes tratar de poner la opinión pública de su lado. Así que utilizan a la prensa para poner la opinión pública de su lado. Cuando quieren suprimir u oprimir a la comunidad negra, ¿qué es lo que hacen? Toman las estadísticas, y por medio de la prensa, se las dan a tragar al público. Hacen que parezca que en la comunidad negra el crimen juega un papel más grande que en cualquier otro lado (la misma estrategia se ha utilizado con los musulmanes y el terrorismo).

¿Cuál es el resultado? Este mensaje es un mensaje muy hábil que los racistas usan para hacer que los blancos que no son racistas crean que la tasa de criminalidad en la comunidad negra es tan alta. Esto mantiene a la comunidad negra con una imagen de criminal. Da la impresión de que cualquiera en la comunidad negra es un criminal. Y tan pronto como se ha creado esta impresión, entonces les permite, prepara el terreno para crear un estado policial en la comunidad negra consiguiendo el apoyo total del público blanco para que cuando la policía llega, empleando todo tipo de medidas brutales para reprimir a los negros, les partan la cabeza, les lancen los perros, y otras cosas por el estilo, los blancos lo acepten. Porque creen que a fin de cuentas allí todos son unos criminales (lo mismo ha sucedido con la supuesta lucha contra el terrorismo y el pretendido extremismo islámico). Es esto lo que hace la prensa.

Esto requiere habilidad. A esta habilidad se le llama...esto es una ciencia que se le llama "fabricación de imágenes". Te mantienen en jaque a través de esta ciencia de las imágenes. Incluso hacen que uno mismo se vea con desprecio, y lo logran dándonos una mala opinión sobre nosotros mismos (tristemente lo hemos comprobado entre algunos de nuestros hermanos musulmanes).

Es una ciencia que utilizan, muy hábilmente, para hacer que el criminal aparezca como víctima, y para que la víctima aparezca como criminal.

A nivel internacional el mejor y más reciente ejemplo que sirve de prueba para eso que estoy diciendo es lo que sucedió en el Congo (Malcom alude a la guerra fría entre EEUU y los comunistas, y la crisis que se desarrolló en el Congo luego de su independencia de Bélgica entre 1960 y 1966, similarmente a lo que décadas más tarde sucederá en Afganistán, y en otro contexto -aunque similar en sus intereses- en Siria actualmente). Vean lo que pasó. Teníamos una situación en la que un avión estaba dejando caer bombas sobre aldeas africanas. Una aldea africana no tiene defensas contra las bombas. ¡Y una aldea africana tampoco presenta la suficiente amenaza como para que se la bombardee! Sin embargo, los aviones estaban dejando caer bombas sobre las aldeas africanas. Al caer, estas bombas no distinguen entre amigos y enemigos. No distinguen entre hombre y mujer. Cuando estas bombas caen sobre las aldeas del Congo, caen sobre mujeres negras, niños negros, bebes negros. Hacen añicos de estos seres humanos. No escuché ninguna protesta, ni una frase de compasión por estos miles de negros que fueron masacrados por los aviones (ni por los musulmanes palestinos, afganos, iraquíes y sirios que han sido y son masacrados por esas mismas armas).

¿Por qué no hubo protestas? ¿Por qué no le preocupó a nadie? Porque, una vez más, la prensa, de forma muy hábil, había vuelto a las víctimas en criminales, y los criminales parecían ser las víctimas.

Vean que cuando mencionan las aldeas las califican de "bajo control rebelde" (concepto poco original usado nuevamente en Afganistán, Iraq y Siria). Como quien dice, ya que son aldeas bajo control rebelde, se puede destruir a la población, y está bien. (...)

Sin embargo esto es algo que uno tiene que observar y por lo que tenemos que dar cuenta. Porque estos son aviones norteamericanos, bombas norteamericanas, escoltados por tropas norteamericanas, armados con ametralladoras. No obstante, nos aseguran que esos no son soldados, que sólo están allí de escolta, así fue como empezaron con algunos asesores en Vietnam del Sur. Eran veinte mil, y todos asesores. No son más que "escolta". Ellos pueden realizar todo este asesinato en masa y salirse con la suya con ponerle la etiqueta de "humanitario", un acto humanista. O "en nombre de la liberación", "en nombre de la libertad" (ya en 1926 René Guénon hablaba del poder sugestivo que se utiliza como hipnotismo de masas en conceptos como "libertad", "progreso", "democracia", "civilización", etc, enarbolado por las potencias colonialistas para justificar su atropello). Todo tipo de consignas altisonantes, pero no deja de ser asesinato a sangre fría, asesinato en masa. Y lo hacen tan hábilmente, que tanto ustedes como yo, que nos consideramos tan sofisticados en este siglo veinte, lo podemos observar y le damos el visto bueno. Simplemente porque se comete contra personas de piel negra (musulmanes, orientales, bárbaros), y lo están cometiendo personas de piel blanca (americanos y europeos, occidentales, civilizados).

Son las imágenes. Usan su habilidad para crear imágenes, y luego usan esas imágenes que han creado para confundir a la gente. Para confundir a la gente y hacer que la gente acepte lo malo como bueno y rechace lo bueno como malo. Hacer que la gente crea que el criminal realmente es la víctima y la víctima, el criminal.