Bismillahi
Rahmani Rahim
Wahb ibn Munabbah cuenta:
En su ancianidad, Abdullah ibn
Abbas perdió su vista. Una vez lo acompañé hacia la Mezquita Sagrada en Mecca,
en donde él escuchó a un grupo de gente intercambiando entre sí palabras
fuertes (discutiendo). Me pidió que lo llevara hasta ellos. Los saludó con As Salamu aleykum. Ellos le pidieron que
se siente, pero se negó diciendo:
“¿Puedo hablarles de la gente
que Allah tiene en elevada estima? Son aquellos que Su temor (Taqwa) los ha
conducido al silencio absoluto, aún sin estar mudos ni incapacitados, antes
bien, son poseedores de elocuencia, tienen el poder del habla y el sentido del
entendimiento. Sin embargo, la constante glorificación del nombre de Allah ha
superado tanto sus juicios que sus corazones están aterrados y sus labios
sellados. Cuando obtuvieron este estado, se apresuraron a la rectitud. ¿Cómo os
habéis desviado de este rumbo?”
Luego de esta admonición, nunca
más vi una reunión de ni siquiera dos personas en el Haram.
En esta historia, Abdullah ibn
Abbas (ra) ha prescripto un camino muy fácil hacia la virtud. Esto es: meditar
acerca de la grandeza de Allah. Si se hace esto, será muy sencillo realizar
todos los demás actos virtuosos con total sinceridad, de los cuales el silencio
y el evitar las disputas son más que importantes. ¿Es tan difícil dedicar unos
pocos minutos, de las 24 hs. del día a nuestra disposición, a esta meditación
espiritual?
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