martes, 9 de octubre de 2012

Mumia Abu-Jamal: Reflexiones de un preso de la conciencia

Bismillahi Rahmani Rahim
En su libro (disponible gratuitamente on-line) “Flores de la Muerte: Reflexiones de un Preso de la Conciencia”, Mumia Abu-Jamal medita sobre su tiempo en prisión y comparte la siguiente experiencia en la sección llamada “Noche de Poder”....:

En el Islam, durante el mes sagrado del Ramadán, se dice que una noche es la más santa de todas: al- Qadr, la Noche del Poder. Según la creencia islámica, fue en esta noche que el Corán fue entregado al profeta Muhammad, por lo que es la más sagrada de todas las noches. En esta noche, las oraciones son concedidas "para todo asunto."

La Noche del Poder está tan profundamente arraigada en el corazón musulmán que un breve capítulo en el Corán está dedicado a ella. Comienza, como lo hacen todos los capítulos en el mismo, con la exclamación: "En el Nombre de Allah, el Compasivo, el Misericordioso", y continúa así:

Verdaderamente lo hemos enviado en la Noche de Poder.

¿Y qué te hará entender lo que es la noche del Poder?

La noche del Poder vale más que mil meses.

Los ángeles y el Espíritu descienden en ella, con el permiso de su Señor, para todo asunto.

Se trata de la Paz:
Esto dura hasta la llegada del amanecer.

Nunca olvidaré la noche del poder que me sacudió, no durante el mes sagrado del Ramadán, sino en el verano caliente y húmedo de 1995, cuando estuve sentado en la Fase II del corredor de la muerte con fecha para morir.

El sol se había puesto tras las colinas de Virginia Occidental en medio de nubarrones ominosos, y ahora las fuerzas de la naturaleza golpeaban como un equipo de asalto divino.

El relámpago apuñaló la tierra como si estuviera agonizando en pasión celestial, y fue tan poderosa la descarga que las luces del bloque - de hecho, de la cárcel entera - se apagaron.

En la Fase II, las luces se mantienen ardiendo veinticuatro horas al día - brillantes durante el día, tenues por la noche - aunque, de hecho, "tenue" a las dos de la mañana es poco menos que brillante al mediodía. Esta noche - al menos por ahora - estaba completamente oscuro.

Me senté en la mesa de metal fresco y miré hacia la noche. Las luces de las celdas, las luces del hall, las luces del jardín, las luces negras, las luces perimetrales y las luces en los postes habían muerto, y ni siquiera las estrellas rompían la alfombra negra. ¡Tan oscuro!

Entonces: un flujo de iluminación que bañó las colinas en luz azul, un balanceo boom-boom de truenos, y una rápida
procesión de parpadeos como luces salieron de todo el complejo penitenciario.

Sucedió una vez y otra vez y otra vez, y una vez más – una sinuosa descarga de relámpago luego de otra bifurcando el cielo negro, y luego la blanquecina brillantez del mediodía por el breve espacio de un parpadeo.

Me senté en la oscuridad real por primera vez desde mi llegada a la Fase II, paralizado por el despliegue de tal fuerza bruta y primitiva. Los golpes parecían tan cercanos que sentí que el bello de mis brazos se erizaba.

La tormenta se desplazó hacia el oeste, sobre la prisión y al otro lado de las colinas, y en su estela magnífica, la oscuridad reinó como las luces del hombre inclinaron sus cabezas mecánicas al poder que se había desatado.

Allí me senté en la oscuridad, con menos de un mes de vida, sin embargo, me sentía mejor que en cualquier otra noche que pasé en la Fase II. Me sentí mejor inclusive de lo que me sentí un par de semanas después, la noche en que me fue concedida la estadía. ¿Por qué?

Entonces me di cuenta, como una escritura brillante grabada en mi cerebro:

“Aquí está el verdadero poder, hijo mío. ¿Ves lo fácil que desborda al ‘poder’ del hombre?”

Viendo las venas del pulso de la naturaleza a través del mar nocturno del aire, creando - aunque sólo sea por milésimas de segundo - la luz del día sobre las colinas, me sentí renovado. ¡Cuán insignificante que parecía el hombre ante esta danza divina!

Vi entonces que, aunque los poderes humanos buscaran estrangularme y envenenarme a mí y a los que me rodean, eran impotentes. Vi que hay un Poder que hace palidecer el poder del hombre. Es el poder del amor, el poder de Dios, el poder de la vida. Sentí que surgía a través de todos los poros.

El Poder de la naturaleza se impuso sobre el hombre, y sentí que aquella noche yo podría imponerme. Me gustaría superar los esfuerzos del Estado para silenciarme y matarme.

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