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domingo, 4 de marzo de 2018

Sufismo Militante: Yihad Mayor y Yihad Menor

         
    En cierta ocasión, Rasûlullâh (s.a.s.) dijo a quienes volvían de la guerra con los kuffâr: “Venís del Yihad Menor al Yihad Mayor”. El Yihad Menor es la lucha contra los hombres, y el Yihad Mayor es la lucha que cada musulmán debe emprender contra el mal que hay en sí mismo, contra su ego y sus propias maquinaciones. El Profeta (s.a.s.) llamó Mayor al combate interior, no porque tenga un rango más elevado sino por su complejidad. Efectivamente, luchar contra el demonio que se lleva dentro requiere de una gran habilidad y se está expuesto a unas trampas y engaños que son más sutiles que los que tiende el enemigo humano.

         Esta división del Yihad en Mayor y Menor no puede interpretarse como una oposición entre dos formas distintas de enfrentarse a la realidad para transformarla. Ambas son exigidas al musulmán. Pero en la actualidad se ha querido extender la idea de que la única lucha que verdaderamente el Islam exige es la interior, y se confunde el Yihad Menor con un belicismo contrario a una espiritualidad elevada. En ello no debemos ver más que la expresión de una cobardía que busca justificaciones o el intento de apartar a los musulmanes de la poderosa arma que los ha hecho rechazar el colonialismo y el imperialismo y los hace insumisos ante la injusticia y la opresión.

         El sufismo (Tasawwuf) es la vía de la lucha interior, y siempre se ha conjugado con la necesaria lucha exterior. Los sufíes han estado al frente de los combates de los musulmanes. Es más, una de las formas más nobles del sufismo es la del ribât, que consiste en apostarse en las  fronteras del Islam para defender a los musulmanes. El sufí, a la vez que agiganta su espíritu en las grandes enseñanzas de los maestros, templa su ánimo en el Yihad que lo enfrenta a peligros y riesgos donde su sinceridad y entrega son cuestionadas por el poder de la realidad más abrumadora.

         El sufismo sospechoso, pasivo, políticamente correcto, domesticado por décadas de adocenamiento, es una novedad sin precedentes en los anales del Islam. Por el contrario, el sufismo combativo, del que afortunadamente en la actualidad existen numerosos ejemplos, es la continuación de un Islam tradicional y eficaz con raíces en Sidnâ Muhammad (s.a.s.).

         El sufismo como moda espiritual merece toda la reprobación. Luchar contra el Nafs (el ego) buscando una perfección abstracta o una sabiduría esotérica al margen de la realidad es el delirio del mismo Nafs. Y es una aberración reducir las enseñanzas de los Maestros a esas alucinaciones modernas. El Yihad Menor, al lado del Yihad Mayor, coloca las cosas en su sitio y reunifica al ser.

         El Fiqh enseña que cuando el enemigo ataca las tierras del Islam, el Yihad se convierte en una obligación que incumbe a todos los musulmanes: hombres, mujeres, niños, ancianos,... Todos deben coger las armas para una defensa inmediata y repeler a los agresores. Nadie debe esperar ninguna autorización para ello, e incluso las mujeres deben desobedecer a sus maridos y los hijos a sus padres, si les ordenan que no participen en la lucha. A esto se le llama estar a la altura de las circunstancias. De igual manera, la obediencia debida a un maestro sufí queda abolida si éste ordena a su discípulo abstenerse de la lucha que le incumbe como musulmán. Lo que cabría esperar de ese maestro es que estuviera entre los primeros en enfrentarse a los peligros y riesgos que el Islam ordena afrontar a los musulmanes en defensa de su dignidad y de su condición de seres humanos.

         En el Islam, es inconcebible que los sufíes se queden atrás mientras la nación se ve atacada. Pero eso sucede a veces en la actualidad dentro del complejo sistema de perversiones al que ha sido sometido el Islam durante el último siglo. Se nos ha impuesto la discordia (Fitna), y en tiempos de Fitna, lo que salva al hombre de la miseria del ego es el sentido común y su intuición más profunda, la resolución, la solidaridad con los suyos y con los oprimidos, y su valor y su audacia.

domingo, 25 de febrero de 2018

La Estación del Imam Ahmad Ibn Hanbal



Uno de los estudiantes de Imam Shafii’, Rabi ibn Suleyman, ha relatado:

“Un día Imam Shafii’ me dijo:

‘Rabi, lleva esta carta a Ahmad ibn Hanbal y luego tráeme la respuesta.’

Cogí la carta y me fui a Bagdad. Me encontré con Ahmad ibn Hanbal en la salah de madrugada que hicimos juntos. Después de la salah le di la carta diciéndole que era de su hermano egipcio, Imam Shafii’. Me preguntó:

‘¿Sabes de que se trata?’

Contesté que no lo sabía. Entonces rompió el sello y empezó a leer. De repente sus ojos se llenaron de lágrimas. Le pregunté:

‘¡Oh Imam! ¿Qué ocurre? ¿Qué dice la carta?’

Dijo:

‘Imam Shafii’ vio al Bendito Profeta (asws) en un sueño. El Mensajero de Allah (asws) le dijo:

‘Escríbele a Ahmad ibn Hanbal y envíale mis saludos de paz. Será objeto de provocación. Intentarán obligarle a decir que ‘el Qur’an fue creado’. Qué no se doblegue ante esas artimañas. Allah hará que su nombre sea recordado hasta el Día del Juicio Final.’

Le dije:

‘¡Oh Imam! ¡Qué buenas noticias son estas!’

Estaba tan feliz que se quitó la camisa y me la dio. Escribió la respuesta que entregué nada más llegar al Imam Shafii’. Al leerla, comentó lo siguiente:

‘No queremos que nos des la camisa que te dio, pero por lo menos mójala en agua y danos esta agua para que podamos recibir parte de las bendiciones que hay en ella.’”

(Ibn al-Yawzi, Manaqibu’l Imam Ahmad ibn Hanbal, thk, Abdullah ibn Abdulmuhsin at-Turku, Cairo 1409 pag. 609-610)

lunes, 9 de octubre de 2017

La Esencia del Islam: No culpes a los demás, apréstate a su servicio


Bismillahi Rahmani Rahim

No busques la culpa en los demás cuando a quien tienes que culpar es a ti mismo. Obsérvate, reflexiona, ¿cuál ha sido tu culpa? Incluso si el perjuicio te llega de otra persona, no la mires a ella, sino a Aquel que te la ha enviado. Dios no escribe nada malo para Sus siervos mientras ellos no traspasen sus limitaciones. Y cuando traspasas tus límites, Dios te devuelve a tu órbita de la mano de otro siervo Suyo. Si algo te sucede a manos de otra persona, no la culpes, más bien piensa: "¿Qué habré hecho para que Dios me envíe a esta persona para que me lastime?". Fíjate en eso. Son llamadas de atención. Si buscas con sinceridad, lo encontrarás por ti mismo.

Deja de ocasionarte problemas a ti mismo y a los demás. Ocúpate de tus asuntos, corrige tus intenciones, ya que toda acción que llevas a cabo recibe lo que le corresponde de acuerdo a la intención que la impulsó. La paz no proviene del exterior, sino del interior. Y lo más importante para obtener paz es aprender a compartir, a dar. No dar tan sólo lo material, sino dar buen ánimo, dar amor, no odio. Debes aprender a amar a los demás. Incluso si ellos no te aman, tú debes amar. Y amando te llegará la paz. Hoy en día no hay más gente pacífica porque todos se están atacando mutuamente a través del odio, el rencor, los celos y la envidia. Así es que deben despertar a sí mismos. La vida en este mundo tan sólo representa tres días: ayer pasó, mañana es desconocido; vive hoy, vive correctamente hoy. Entonces, si llegas a mañana, lo vivirás mejor. Si estás feliz con Dios, no importa dónde estés, serás feliz, así estés sentado en un palacio, en un basural o en prisión, no importa. Dios está contigo.

El Islam ha sido construido y se asienta sobre dos principios fundamentales: uno es aprender a servir y adorar a Dios, Creador, Sustentador y Señor del universo; el otro, ayudar y llegar con bondad a Sus criaturas, es decir, a todo ser humano. Si una persona hace estas cosas sin distinciones que digan: "este es judío, este es cristiano, este es negro, este es blanco...", alcanzará las estaciones espirituales más elevadas.

Nuestro deber como seres humanos es amarnos unos a otros, respetarnos unos a otros, respetar los derechos de los demás y aprender a conocernos, a comunicarnos, a amarnos mutuamente. Cuando aprendamos a amarnos unos a otros seremos capaces de alcanzar a nuestro Señor.

Todo el que sinceramente afirme que no hay más divinidad que Allah (Dios), y crea con el corazón en estas palabras, entrará  al Paraíso. Eso significa que esa persona tiene Fe. Pero si no se aman los unos a los otros, si no aprenden a amarse los unos a los otros, aunque digan aquellos no habrán alcanzado las raíces principales de la Fe.

Cuando realmente dispongamos nuestras obras al servicio de Dios, seremos capaces de ver a Sus criaturas y decir: "Esta es una criatura de Dios; mi deber es servir a esa criatura. Si estoy sirviendo a mi Señor, mi deber también será servir a Su criatura".


(Enseñanzas tomadas de sohbets dados por Hz Sheykh Abdul Kerim Effendi, quiera Allah-swt- santificar su secreto)

martes, 22 de agosto de 2017

Clarificando el Yihad


Bismillahi Rahmani Rahim

Yihad significa, literalmente, hacer todo lo posible para lograr algo. No equivale a la guerra, cuyo término coránico y árabe es la palabra qital. Yihad tampoco significa Guerra Santa. De hecho, ese término fue acuñado durante las cruzadas y significaba guerra contra los musulmanes. La Guerra Santa no tiene equivalente alguno en el Islam y yihad, sin duda, no es su traducción. Aunque el concepto de guerra se halla contenido dentro de la palabra yihad, el significado de su raíz es llevar a cabo el máximo esfuerzo para lograr algo.

El vocablo yihad posee una connotación más amplia e incluye todo tipo de esfuerzo por la causa de Allah. Los muyahids (aquellos que llevan a cabo el yihad) se consagran sinceramente a la causa del Islam, utilizan al máximo su intelecto y espíritu en su servicio, despliegan toda la fuerza que son capaces de emplear para defender el Islam contra las agresiones y, cuando es necesario, no dudan en poner en riesgo sus propias vidas por el Islam. Todo esto es yihad. Yihad por la causa de Allah es el esfuerzo que una persona lleva a cabo para ganarse la complacencia de Allah y hacer que Su palabra también sea superior a las demás.

Existen dos aspectos del yihad. Uno es la lucha contra las supersticiones y las falsas convenciones y también contra los apetitos del ego y las inclinaciones malvadas, buscando, por consiguiente, la iluminación tanto intelectual como espiritual. Este es denominado yihad mayor. El otro aspecto, basado en animar a los demás a buscar y lograr el mismo objetivo es denominado yihad menor.

El yihad menor, que generalmente viene a significar lucha por la causa de Allah, no se refiere únicamente a la forma de lucha que se lleva a cabo en los campos de batalla. El término es mucho más amplio. Incluye toda acción, desde denunciar la injusticia cuando sea necesario (por ejemplo, desafiando una tiranía) hasta presentarse en el campo de batalla, siempre y cuando dicho esfuerzo se haga única y exclusivamente por amor a Allah. Hablar, quedarse en silencio, sonreír, fruncir el ceño, unirse a una reunión o abandonarla, toda acción llevada a cabo para mejorar la humanidad, ya sea llevada a cabo por individuos o comunidades, también se incluye en el yihad menor.

Mientras que el yihad menor depende de la movilización de elementos externos o materiales y es ejecutado en el mundo exterior, el yihad mayor es una lucha interior contra las inclinaciones del ego; no pudiéndose separar ambas formas de yihad. Sólo aquellos que son sinceros en la lucha contra sus inclinaciones egoístas pueden iniciar y sostener un yihad menor correctamente, el cual a su vez ayuda en el éxito del yihad mayor.

El profeta Muhammad (asws) combinaba estos dos aspectos del yihad del modo más perfecto en su persona. Hizo gala de una valentía colosal en la comunicación del Mensaje de Allah, y era el más devoto en la adoración del Mismo. Estaba consumido por el amor y el temor de Allah en su oración, y aquellos que le veían sentían una gran ternura hacia él. Muy frecuentemente ayunaba día por medio o en días sucesivos. A veces pasaba la noche entera rezando, hasta tal punto que sus pies se inflamaban como resultado de permanecer durante largos períodos de pie en oración. Como es relatado por Bujari, A'isha, pensando que su persistencia en la oración era excesiva, le preguntó la razón por la cual se dejaba llevar hasta la extenuación de esa manera al rezar, en vista de que todas sus faltas ya habían sido perdonadas. El respondió: "¿Acaso no voy a ser un siervo agradecido de Dios?".

Según lo explicado anteriormente, esforzarse por la causa de Allah conlleva, además de transmitir el Mensaje a los demás, la lucha del creyente contra sus inclinaciones egoístas con el fin de erigir un carácter espiritual genuino que rezuma fe y ardor en el amor a Allah. La lucha del creyente por la causa de Allah en esas dos dimensiones continúa hasta su muerte a nivel individual y hasta el Día del Juicio Final a nivel colectivo.

El Islam no ha venido a provocar la disensión en la humanidad, sino que ha aparecido para establecer la satisfacción espiritual en los mundos internos de los seres humanos y hacerles estar en paz con Allah, entre sí, con la naturaleza y con la existencia como un todo en su conjunto. Surgió para erradicar la injusticia y la corrupción sobre la tierra y "unir" la Tierra con el Cielo en paz y armonía. El Islam efectúa un llamamiento a la fe dirigido a la gente con sabiduría y una exhortación justa, y no recurre a la fuerza hasta que aquellos que desean mantener el orden corrupto que han construido sobre la injusticia, la opresión el interés propio, la explotación de los demás y la usurpación de los derechos, ofrecen resistencia con fuerza y determinación para que el Islam sea difundido.


(Extraído de El Sagrado Corán y Su Interpretación Comentada por Ali Ünal, Sura 2 ayat 218, y adaptado por Raíces y Sabiduría)

sábado, 5 de agosto de 2017

La Ética del Guerrero


Un Guerrero siempre combate por la perfección.

         Cada golpe que asesta al enemigo está respaldado por siglos de sabiduría y pensamiento. Cada golpe debe contener el poder y la ligereza de los Guerreros del pasado, quienes continúan hasta hoy bendiciendo el campo de batalla. Cada movimiento que realiza honra los movimientos que las generaciones precedentes legaron hasta los presentes a través de la Tradición.

         El Guerrero sabe que algunos momentos tienden a repetirse. A menudo encuentra dificultades que ya tuvo que vencer antes, y acaba encontrándose en una situación difícil, de la que ya tuvo que salir con honor, y hace que su espíritu se encuentre embarazado: le parece que todo está repitiéndose y que no hace progresos y que se halla impotente para seguir adelante. "Ya pasé por esto", se queja a su corazón. "Sí, ya pasaste por ello", replica su corazón -"Pero nunca lo superaste completamente". Y de esta forma, el Guerrero se da cuenta de que Allah lo está probando en Su Sendero Recto enviándole la repetición de la experiencia con un sólo propósito: enseñarle aquello que no quiso aprender la vez anterior.

         Un Guerrero sabe que sus enemigos existen para probar su fe, su coraje, su perseverancia, su habilidad para tomar decisiones y su paciencia. Sus enemigos están haciendo que él cumpla su papel y su deber ante Allah Todopoderoso.

         A veces un Guerrero es como la corriente de agua fluyendo a través de los obstáculos que encuentra a lo largo de su camino. A veces sucede que la resistencia conduce a una muerte inevitable, y entonces el Guerrero se adapta a las circunstancias. Sin quejarse y sin protesta alguna, sigue el curso rocoso serpenteando a lo largo del desfiladero de la montaña. Y su poder es semejante al del agua, pues nadie ha sido capaz de aplastarla con el martillo ni cortarla con el cuchillo. La espada más poderosa de la tierra es incapaz de dejar una herida en su superficie. Las aguas del río se adaptan a las posibilidades y obstáculos que encuentra a lo largo de su camino, pero siempre recuerda su objetivo último: el mar. La corriente más débil se hace fuerte a través de la suma de otras corrientes con las cuales se va uniendo a lo largo de su camino. Y llega el momento en el que el poder del río se hace insuperable.

         Un Guerrero se encontrará con mucha gente que tratará de mostrar su peor lado tan pronto tenga una oportunidad. Es su falta de confianza interior la que tratan de ocultar tras su conducta beligerante; ocultan su miedo a la soledad tras la máscara de la independencia. No creen en sus propias capacidades, pero pregonarán en todo rincón sus virtudes y valores. Un Guerrero ve estas características en muchos hombres y mujeres a quienes tiene que conocer. Pero nunca cae en la ilusión y nunca confía en la primera impresión. Pero si lo que quieren es aturdirlo o buscar su atención, él guardará silencio. El Guerrero aprovechará cualquier oportunidad para ver sus propios defectos, pues se contempla en los demás como si estos fueran su propio espejo.

         Un Guerrero conoce sus capacidades. No necesita fanfarronear sobre su talento y sus virtudes. Un Guerrero no malgasta sus días intentando desempeñar el papel que alguien le ha asignado. Un Guerrero no hace ningún esfuerzo para parecer lo que no es. ¡Él es tal como es!

         Para un Guerrero no existen conceptos como "mejor" o "peor", pues todo el mundo ante sus ojos ha sido obsequiado con la posibilidad de seguir el Camino Recto. Pero hay gente que no está satisfecha con este Camino e intentan herirle, insultarle, provocarle o llevar a cabo cualquier cosa con tal de volverlo loco. En esos momentos el corazón le dice al Guerrero: "Deja a un lado el insulto, pues ello no incrementará tus facultades. Tan solo malgastarás tus energías". Un Guerrero no desperdicia su tiempo cuando responde a un desafío, pues sabe que lo que fue prescrito por el Todopoderoso debe ser realizado.

         A veces el Guerrero no tiene donde dormir, nada que comer, ni siquiera armas ni municiones. A veces la enfermedad le abate y no encuentra asistencia médica. "Todo está bien", piensa, "Todo ello forma parte de mi trabajo. Nadie me obligó a tomar este camino. Fue una decisión mía". Estas palabras encierran todo su poder: él eligió su Camino, y para él no hay nada de lo que quejarse y nadie a quien lamentarse. Dijo el Profeta (asws): "A quien Allah le desea un bien, le pone a prueba".

         Un Guerrero aprendió hace ya mucho tiempo que Allah envía la soledad para enseñar al hombre el arte de la vida en común; que Allah utiliza la cólera para demostrar el infinito valor del mundo y que Él utiliza el aburrimiento para hacer comprender la importancia del riesgo y de la falta de egoísmo; que Allah usa el silencio para sugerir cuan de responsable ha de ser cada palabra; que el cansancio sirve para hacer deleitar y manifestar el descanso; que la enfermedad sirve para que percibamos la dicha de una salud plena; que con el fuego Allah nos da la idea del agua, con la tierra nos enseña qué es el aire y con la muerte Allah nos muestra cuán importante es la vida.

         Un Guerrero no malgastará su tiempo en criticar las decisiones de otros. Las cosas importantes permanecerán y las fútiles se desvanecerán. Para creer en tu Camino no hay necesidad de probar que alguien eligió el sendero incorrecto para sí mismo.

         El sabio chino Lao Tsé dijo: "El camino del Guerrero incluye el respeto hacia todo lo pequeño y frágil. Siempre intenta atrapar el momento correcto en el que debes dar los pasos apropiados. Aunque hubieras alcanzado la maestría en el arte del arco, aún así pon atención en como colocas la flecha y tensas el arco. Al final, el discípulo que se da cuenta plenamente cuáles son sus necesidades termina siendo más sabio que el sabio distraído. Concentrar el amor dentro de ti mismo significa felicidad; concentrar odio conlleva la desazón. Aquel que no puede discernir una dificultad deja la puerta abierta y da entrada a la calamidad. ¡Una batalla no tiene nada que ver con una reyerta!".

         Un Guerrero nunca acepta algo inaceptable. El Guerrero sabe que las palabras más importantes en todas las lenguas son las más cortas, Allah, Sí, Vida. Estas palabras, fáciles de pronunciar, llenan vastos espacios. Pero aún hay otra palabra, también corta, pero difícil de pronunciar para mucha gente: esta palabra es "no". Aquel que nunca dice "no" piensa que es magnánimo, bien educado, pues esta palabra tiene fama de ser dicha por aquellos que son egoístas, materialistas y poco espirituales. Pero el Guerrero nunca cae en esa trampa. Hay momentos en la vida en los que se dice "sí" a los demás, mientras que se dice "no" a sí mismo, y es por ello por lo que los labios del Guerrero nunca pronunciarán el "sí" cuando su corazón dice "no".


sábado, 29 de julio de 2017

"¡Ay de los vencidos!" - Nota para una lectura socio-política de Ibn Jaldún


Autor: Youssef Girard

 Desde finales del siglo XVIII Occidente impuso su hegemonía sobre el mundo musulmán y sobre el conjunto de los tres continentes. Al partir a la conquista del mundo para exportar sus capitales y sus ideales, «los burgueses conquistadores» occidentales sometieron a los pueblos de Asia y de África. La invasión de Egipto por parte de los ejércitos de Bonaparte, la colonización de India por parte de Inglaterra, la conquista de Argelia y después del África subsahariana y del conjunto del Magreb marcaron el avance inexorable de los ejércitos occidentales. El desmantelamiento del Imperio Otomano tras la guerra de 1914-1918 significó poner al conjunto del mundo musulmán bajo tutela directa o indirecta.

Esta hegemonía occidental no es únicamente económica, militar y política. También es cultural, ideológica y espiritual. El discurso orientalista acompaña y legitima el proyecto de dominación occidental sobre el mundo musulmán. Al aliar este discurso que desvaloriza al Otro con la promoción de su propia ideología, el «Occidente oficial» promueve una nueva identidad colectiva: la suya. Como ya escribían Marx y Engels, la burguesía occidental obligó a todas las naciones «a introducir en ellas lo que se denomina civilización, es decir, a volverse burguesas. En una palabra, se crea un mundo a su imagen» [1].

    El «Occidente oficial» encubre su dominación bajo el discurso de un universalismo centrípeto marcado por la voluntad de reducir las demás realidades y de integrarlas en una sola norma aceptable, la del proceso de evolución histórica que ha conocido Occidente. Habiéndose situado él mismo como centro del mundo, Occidente impone su ideología como la ideología de cualquier sociedad posible. La función de esto es garantizar la dependencia total y duradera de las naciones dominadas.

    El «Occidente oficial» trata de imponer su visión del mundo, su manera de vivir y su cultura al conjunto de los pueblos que domina. Ha comprendido que para imponerse de forma duradera es necesario destruir todas las bases de la resistencia, empezando por los cimientos culturales, ideológicos y espirituales. La imposición de la hegemonía cultural occidental se hace por medio de políticas de despersonalización, de desposesión identitaria y de alienación, vividas como una verdadera «violación de las conciencias» por las sociedades colonizadas y dominadas. Estas sociedades deben moverse entre el detestarse a sí mismas, a su historia y a su identidad, y la adoración por el nuevo ídolo «Occidente».

    En este proceso de imposición de su hegemonía el «Occidente oficial» forma a unos «intelectuales colonizados» íntimamente vinculados a su visión del mundo y de su cultura. La institución escolar, tanto pública como privada, desempeña un papel determinante en la formación de esta nueva categoría social. Por medio de su modo de vida y de su saber el intelectual colonizado debe representar el poder de los vencedores ante los vencidos. En razón de su papel de transmisor de las ideas de la cultura occidental en el seno del mundo de los vencidos, el intelectual colonizado debe convertirse en el principal vehículo de despersonalización y de occidentalización de las sociedades dominadas. El intelectual colonizado se ha convertido en un actor dominante en una sociedad dominada porque su poder está directamente vinculado a las potencias hegemónicas.

    La voluntad occidental de imponer su hegemonía supera la categoría formada solamente por los intelectuales para ampliarse al conjunto de las sociedades dominadas. El «Occidente oficial» se esfuerza por invadir culturalmente a las sociedades dominadas para asegurar su proyecto hegemónico.

    Considerado uno de los padres de la sociología, Ibn Jaldún (1332-1406) nos proporciona ciertas pistas de reflexión para comprender esta problemática de imposición de una cultura, de una manera de vivir o de una visión del mundo por parte del dominante sobre el dominado, o por parte del vencedor sobre el vencido, por retomar los términos del autor de la Muqaddima*. Partiendo de la idea de que el vencedor busca la explicación de su derrota en la superioridad del vencedor y no en sus propias debilidades, Ibn Jaldún postula que el primero se esfuerza siempre en imitar al segundo.

    Ibn Jaldún escribe en su Muqaddima: «Siempre se ve la perfección (reunida) en la persona de un vencedor. Éste pasa por perfecto, ya sea bajo la influencia del respeto que se le tiene, ya sea porque sus inferiores piensan, erróneamente, que su derrota se debe a la perfección del vencedor. Este error de juicio se convierte en un artículo de fe. El vencido adopta entonces las costumbres del vencedor y se asimila a él: se trata de pura y simple imitación. […] Siempre se observa que el vencido se asimila al vencedor, cuya vestimenta, montura y armas imita» [2]. Añade: «Esto sucede hasta el punto de que una nación, dominada por su vecina, hará un gran despliegue de asimilación y de imitación» [3].

    Para apoyar sus palabras Ibn Jaldún da el ejemplo de los andaluces que al ya no ser autónomos más que en el plano ideológico y cultural se ponen a imitar a los gallegos en su manera de vivir y de ver el mundo. Para Ibn Jaldún esta imitación es el signo del estatuto de dominado de los andaluces resultante de la decadencia y de la pérdida de iniciativa histórica de los musulmanes de la península Ibérica. Ibn Jaldún afirma antes de Marx que las ideas dominantes son las de los dominantes y añade que el modo de vida dominante es el de los dominantes.

    La pérdida de iniciativa histórica implica una dependencia y una pérdida de autonomía de los dominados que mantienen la vista fija en los dominantes erigidos en modelo. Esta dependencia ideológica y cultural de los dominados pone en tela de juicio su autonomía situándolos en un estatuto de dependiente, lo que los reduce a la impotencia. Ibn Jaldún explica: «Cuando un pueblo pierde el control de sus propios asuntos, queda reducido a algo similar a la esclavitud y se convierte en un instrumento en manos del prójimo, le invade la apatía (takâsul). […] Los vencidos se debilitan y se vuelven incapaces de defenderse. Son víctimas de cualquiera que desee dominarlos y presa de grandes apetitos» [4]. Esto marca el proceso de decadencia de los vencidos que puede llegar hasta la aniquilación total. El autor de Muqaddima concluye explicando: «Se trata solamente de un efecto de la condición humana cuando en pueblo pierde el control de sus propios asuntos y se convierte en el instrumento (âla) del prójimo» [5].

    El análisis de Ibn Jaldún nos demuestra que el acceso a la independencia política, el derrocamiento de los gobiernos títeres a sueldo del imperialismo o incluso la recuperación de ciertos poderes económicos no bastan para asegurar una independencia real que permita volver a desplegar su capacidad de iniciativa histórica. La dominación se instaura por medio de las armas que son ellas mismas ampliamente dependientes de la potencia económica; sin embargo, para asegurar su dominación los vencedores deben imponer necesariamente su hegemonía cultural.

    Para luchar contra esta dominación polimorfa, cuyos puntos neurálgicos son la ideología y la cultura, es necesario fundar su resistencia – moumana’a – en unos principios diferentes de los del vencedor, el «Occidente oficial». No se podría construir una resistencia efectiva a partir de los principios y de las ideas de vencedor mientras que uno de los aspectos específicos de la dominación de éste es imponer al vencido su manera de ser y de pensar. Ibn Jaldún muestra los límites de la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo porque en su perspectiva el esclavo que vuelve sus armas contra su amo será siempre dependiente de éste. Su liberación no será sino una artimaña que enmascara su relación de dependencia.

    En una perspectiva de Ibn Jaldún, la liberación del vencido sólo puede ser efectiva por medio de la afirmación positiva de una identidad específica y autónoma, distinta de la de los vencedores. El vencido debe elaborar de manera independiente las armas que permitan su liberación. No puede actuar por reacción – el esclavo que se libera – sino por medio de una acción voluntaria y libre que descansa en unas bases independientes del vencedor. La acción voluntaria debe resucitar positivamente al Yo específico al tiempo que desdeña al Otro dominante el cual ve el universalismo de sus ideas y de su cultura puesto en tela de juicio y el dinamismo de su dominación desmitificado. En esta perspectiva, sólo la autonomía del vencido en relación al vencedor puede permitir su verdadera emancipación. Para ello el vencido debe definir su identidad independientemente de la del vencedor con el fin de garantizar su autonomía.

    Esta identidad puede afirmarse por medio de resaltar identidades específicas heredadas de civilizaciones antiguas – los imperios Incas, Maya, Azteca; la civilización árabo-islámica, los Imperios del África subsahariana, India, China o Japón. Para estos vencidos se trata de recuperar su ser histórico que se expresa a través del Yo específico. Esto se inscribe en un proceso de lucha contra sí mismo y contra el otro dominante, de reconquista de este Yo específico, de esta identidad deformada y desnaturalizada bajo el impacto de la dominación occidental. Esta afirmación del Yo específico es indispensable para contribuir al fondo común de la humanidad.

    En este marco el mundo árabo-islámico puede basarse en una identidad específica multisecular que reposa en el Islam, a la vez religión y herencia civilizacional, y en la lengua árabe, idioma común al mundo musulmán. Esta identidad específica del mundo árabo-islámico puede construirse, o reconstruirse, acudiendo a las fuentes de su larga historia que visto a esta civilización ser un actor principal del mundo en el que ella desplegaba su acción entre los siglos VII y XVI. De Dakar a Jakarta, la herencia de esta civilización ejerce un papel determinante en la afirmación de un Yo específico independiente del Yo del vencedor occidental. La vuelta a esta herencia civilizacional permite al mundo árabo-islámico salir de su estatuto de vencido, al que querría confinarlo el vencedor occidental, para erigirse en actor libre y autónomo.

Notas:
[1] Engels Friedrich, Marx Karl, Manifeste du parti communiste, Paris, GF Flammarion, 1998, page 79.
* N de la t.: “Prolegómenos” a su vasta Historia de los árabes.
[2] Ibn Khaldoun, Discours sur l’Histoire universelle, al-Muqaddima, París, Sindbab, 1997, página 227.
[3] Ibid., p. 228.
[4] Ibid., pp. 228-229.
[5] Ibid., p. 229.


domingo, 4 de junio de 2017

Hadiz sobre la Realeza


Bismillahi Rahmani Rahim

El Profeta (asws) predijo para el mundo islámico un período de sucesión, luego un intento de realeza, y una realeza tiránica, y luego una sucesión fundada sobre el patrón de la Profecía (en ese orden). El Islam experimentó estos sistemas de gobierno como:

*Los Califas rectamente guiados
*Los Umayyas
*Los Abbásidas
*Los Otomanos (el retorno de los sucesores –califas-)

Hadiz:

“Habrá Profecía (nubuwwa) entre ustedes tanto tiempo como Allah desee que esté entre ustedes. Luego será quitada cuando Allah desee quitarla. Luego habrá sucesión (khilafa –califato) sobre el patrón (minhaj) de la Profecía tanto como Allah lo desee. Luego será quitada cuando Allah desee quitarla. Luego habrá un intento de realeza (mulkan ‘addan) tanto como Allah lo desee. Luego será quitada cuando Allah desee quitarla. Luego habrá una realeza tiránica (mulkan jabriyyatan) tanto como Allah lo desee. Luego será quitada cuando Allah desee quitarla. Luego habrá sucesión (khilafa) sobre el patrón de la Profecía)”

Narrado desde Hudhayfa por el Imam Ahmad con una cadena sana (sahih) como ha sido establecido por Az-Zayn en el Musnad (14:163 *18.319) y ha sido indicado por Al-Haythami (5:188-189): “Narrado por Ahmad, Al-Bazzar con un relato más completo, y en parte por At-Tabarani en Al-Awsat. Los narradores en su cadena son confiables.”

domingo, 14 de mayo de 2017

Diez perlas negras - Máximas de sabiduría de Sheykh Mahy Cisse (ra)


Sheykh Mahy Cisse (ra) es uno de los grandes maestros vivos de la tariqa Tijaniyya. Nieto de sheykh al-Islam Ibrahim Niasse (ra) e hijo del gran Aliou Cisse (ra), enseña en su casa en Kaolack. Actualmente tiene miles de discípulos en África, Europa, USA y Asia.

1.
Hay quien entre nosotros quien dice que el Profeta (saws) es un hombre normal como cualquier otro. Pero Allāh (swt) ha dicho en el Corán que sus mujeres no son mujeres cualquieras. Ellas no fueron mujeres normales porque fueron las mujeres del Profeta (saws). Así que si sus mujeres no fueron mujeres cualquiera, como osar decir que el Profeta es un hombre corriente.

2.
Si tienes buen comportamiento, alcanzarás un nivel de alguien que ayuna durante el día y reza durante toda la noche. Estarás en la posición (maqām) de la excelencia de la creación (ḥusn al-khalq). Solo entonces, empezarás a ver como la gente te considera. Un joven hombre se acercó al Profeta (saws) y dijo: «¡Oh Profeta! Dame el permiso para fornicar (zīna)» Todo el mundo quedó en silencio y el Profeta (saws) le dijo: »¿Aceptas que la gente lo haga con tu hermana, tu tía, tu madre o tus esposas?». Y el hombre le dijo que no. Entonces el Profeta (saws) puso sus manos en el pecho y rezó por él.

3.
Las soluciones para cada tiempo, para cada uno y para cualquier situación están dentro del Corán y la sunna de Muhammad (saws). El Corán es el espíritu (rūḥ) y sin él no tenemos espíritu, ni luz. Y la luz del Corán es el Profeta Muhammad (saws). Una vez preguntaron a sayyida ‘Aīsha’ (ra): «¿Cómo era el mensajero de Allāh (saws)?» Y ella respondió: «En sus actos estaba el Corán».

4.
De una persona sin imān, no hay beneficio.

5.
Sin imān, ningún shaykh puede buscarte, no es por nada, sino porque no te encuentras próximo a Allāh.

6.
Nadie es shaykh sino enseña, no importa su posición espiritual (maqām) ni si está en la élite (rabbaniyyā). Y es que no puedes estar en la rabbaniyyā  a menos que estudies y enseñes. Asegúrate que aprendes por Allāh tabāraka wa t‘ala.

7.
Una persona que sigue su ego (nafs) y sus deseos, incluso pensando que tiene conocimiento, es alguien abocado a la perdición. Eso es lo que Allāh dice.

8.
Allāh es la única realidad. No hay realidad sino Allāh. Pero, ¿Por qué? Porque la realidad (al-ḥaqq) nunca cambia. Fíjate aparentemente hay un cambio constante y Allāh es la única realidad que nunca cambia.

9.
Si no estás recordando a Allāh (swt) día y noche, no encontrarás descanso en nada por mucho dinero que tengas.

10.

El verdadero ayuno, es ayunar de cualquier cosa que no sea Allāh (swt).

sábado, 6 de mayo de 2017

15 Shaban: Laylat-ul Bera’at


Bismillahi Rahmani Rahim

Shaban es el mes del Sagrado Profeta (asws). Otra Rahmat (Misericordia), gran Rahmat, está descendiendo.

Insha’Allah, en el transcurso de este mes, si ponemos la intención de cambiarnos a nosotros mismos y nuestro comportamiento, entonces podremos entrar con fuerzas a Ramadán, y en el transcurso del tiempo de Ramadán podremos atrapar a nuestro ego.

Pero debemos ser cuidadosos. Shaban tiene la noche de Bera’at, la Noche del Cálculo, en la que todo lo que hiciste el año pasado hasta este año va a ser calculado y llevado a la presencia del Señor Allah-swt-.

“Mi destino, no puedo cambiar mi destino.”

Claro que puedes. Puedes cambiarlo de esta manera. Cuando el cálamo escribe, no cambia. Pero el cálamo escribe de la forma en que te mueves, de la manera en que hablas, de la manera en que llevas a cabo tus acciones. El Cálamo lo escribe todo. Escribe las 24 horas. Desde el lado derecho y el lado izquierdo los ángeles lo ponen todo en cuenta y están observando desde el último Shaban hasta este Shaban, noche de Bera’at, último 15 de Shaban y este Shaban, ¿cómo se está movilizando este siervo de Allah?

¿Está intentando moverse hacia Allah, o está intentando moverse hacia dunya?

¿Cuánto intento en el camino hacia Allah?

¿Cuánto intento en el camino hacia dunya?

Todo llega para ser calculado. Y está llegando a la presencia de Allah.

Allah pregunta: “¿Qué está haciendo mi siervo?”

Los Ángeles dirán: “Ya Rabbi, Tú sabes, te es conocido, él intentó lo mejor en Tu camino, pero debido a su año previo tantos obstáculos tuvo frente a él que le fue imposible continuar.”

Allah pregunta: “¿Y qué hizo?”

Los Ángeles contestan: “Ha dicho: ‘No me importa’.”

La gente ignorante, arrogante y testaruda del siglo 21 dice: “No me importa”. 

Debería importante. Ellos harán que te importe. Allah no está jugando juegos. Te será de importancia.

Y Allah pregunta: “¿Mi siervo espera pacientemente, se esfuerza pacientemente intentando encontrar el camino correcto y alejarse de los problemas de dunya?”

“Así es, Ya Rabbi.”

“Ahora háganlo fácil para él. Denle una apertura.”

Verás que ese año entrarás a un mundo mejor.

“¿Qué está haciendo mi siervo?”

“Él estaba en el camino correcto, estaba sobre el rumbo correcto. Estaba con las personas correctas, sin embargo aún sigue a su ego. No obtuvo ningún placer (espiritual) ni Rahmat porque estuvo en problemas y aun así intentó encontrar caminos por dunya. Él estuvo entre los demás, no por Allah, sino porque no tuvo otra posibilidad.”

“Bien, ábranle un camino para dunya”, y verás que ahora no lo puedes cambiar.

El año siguiente, lo que Él ha preparado para ti, estará en tu mano.

Tienes quince días. Quince de Shaban, para sentarte y comprender, para calcular, para colocar tus acciones, tus pensamientos, todo frente a ti. De las buenas cosas que has hecho tienes que entender, mirarlas y decir: “¿Por qué hice estas cosas buenas? ¿Fue por la Causa de Allah, o fue de alguna manera para mi ganancia personal?”

Verifícalo correctamente. No le tienes que decir nada a nadie. No tienes que mentir ni engañar. No te mientas a ti mismo. Siéntate, calcula, comprende, profundiza y dite a ti mismo: “Así es. Esto lo hice por la Causa de Allah. Esto lo hice por mi propio ego.”

No te mientas a ti mismo. No le vas a rendir cuentas a nadie. Ríndetelas a ti mismo. Comprende, siéntate a un lado y di: “Astaghfirullah, Ya Rabbi, soy un siervo débil. Sé que no lo he hecho por Ti, por Tu Causa. Ya que si lo hubiese hecho, hoy no tendría que estar en estos problemas.”

Todo lo que hagas por la Causa de Allah, definitivamente (si lo haces) no estarás en problemas. Definitivamente el año siguiente, cada año, te traerá situaciones mejores. Cada año tiene que traerte algo mejor.

Aún tenemos algunos días, insha’Allah ar-Rahman. Los creyentes inteligentes deben sentarse y preguntar.


Wa min Allahu Taufiq.

-Sahib us Sayf  Sheykh Abdul Kerim Effendi Hz (qs)