El Islam nació
en una Arabia multiétnica situada a 22 km. de la costa del continente africano.
Antes del ascenso del Islam, Etiopía, una superpotencia de la época, se había
anexionado durante siglos lo que hoy son el Yemen y algunas partes de Arabia
Saudita. Las referencias coránicas al poderoso ejército del general etíope
Abraha, quien marchó hacia La Meca con un grupo de elefantes, dan testimonio
del poder del antiguo imperio de Etiopía.
Los africanos
se cuentan entre el primer grupo de personas que aceptaron la nueva religión
traída por el Profeta Muhammad. Se dice que cuando el etíope Bilal, uno de los
musulmanes más legendarios y venerados, oyó hablar por primera vez del Islam,
lo llamo la “antigua religión”. La llamada a la oración que hoy resuena en las
tierras musulmanas fue difundida por vez primera por una voz africana (la de
Bilal).
El Islam se
convirtió en un rasgo constante de África cuando, en el año 612, el Profeta
Muhammad (PyB) envió a Etiopía un primer grupo de entre los musulmanes más
antiguos para que recibiera protección del Negus frente a la persecución de los
árabes; ésta fue la primera hégira (hiyra , emigración). De este modo, el Islam
se difundió por África antes incluso de que lo hiciera por Medina.
Es importante
señalar que, si bien, por lo general, el Islam se difundió por África de manera
pacífica, también tuvo que ganar algunas batallas, como las guerras de riddah,
para obligar a los árabes a continuar siendo fieles al Islam. A medidos del
siglo X, durante el gobierno del califa omeya Abdul-Rahman III (929-961),
musulmanes de origen africano navegaron hacia el oeste desde el puerto español
de Delba (Palos), adentrándose en el “océano de oscuridad y niebla”. Después de
una larga ausencia, regresaron con un gran botín desde una “extraña y curiosa
tierra”. Es evidente que personas de origen musulmán fueron conocidas por
acompañar al Nuevo Mundo a Colón y a algunos exploradores españoles
posteriores. También se informa de que los descendientes de Kanka Musa de Malí
llevaron a cabo un viaje épico con una gran flota de 2.000 barcos en busca de
las Américas. Recientes investigaciones lingüísticas, culturales y
arqueológicas llevadas a cabo en Brasil y Perú ofrecen evidencias documentales
de que los musulmanes mandinkas de África Occidental habrían explorado la
América precolombina. El Islam se difundió a través de África Occidental de la
mano de comerciantes africanos como el pueblo fulani, desde una época tan
temprana como el siglo VIII, y estaba ya firmemente establecido hacia el siglo
XI. El rumbo pacífico y permisivo que el Islam tomó en África Occidental se
debió en gran medida a que los difusores de la fe eran cultural y étnicamente
iguales a quienes la recibían.
También las religiones indígenas africanas
tenían muchos elementos en común con el Islam, como la inmolación de animales,
la oración comunitaria, el respeto a los antepasados, la circuncisión, la
poligamia, los obsequios en forma de dote a la novia y el mundo de los
espíritus o yinns. En África, el mundo de los espíritus bori y zar sirvió de
puente hacia el mundo islámico de los yinns , quienes, al igual que los
espíritus africanos, podían ser amigos o enemigos.
Estas
similitudes entre el Islam y las religiones indígenas africanas facilitaron una
conversión general pacífica y la tolerancia religiosa en África Occidental. Por
lo tanto, el Islam permitió a la cultura africana seguir siendo exclusivamente
africana y un Islam sufí tradicional se fue moldeando en África a lo largo de
los siglos. Este tipo de Islam llegó incluso a remodelar la cultura islámica en
territorios más allá de África.
En su libro El África negra precolonial (pág.163),
Cheikh Anta Diop escribe: “Por lo tanto, la razón principal del éxito del Islam
en África, con alguna excepción, deriva del hecho de que unos pocos árabes y
bereberes se acercaron a ciertos reyes y notables negros que luego lo
difundieron de manera pacífica entre quienes estaban bajo su jurisdicción ...
Lo que debemos destacar aquí es la naturaleza pacífica de esta conversión, al
margen de la leyenda que la rodea.” En otra parte del libro (pág. 102), el
autor afirma: “Las conquistas árabes deseadas por los sociólogos son necesarias
para sus teorías, pero no existen en realidad. Hasta el día de hoy no hay
documentos históricos fiables que fundamenten dichas teorías.” Por su parte, en
su libro de 1991, Genocide in
Africa (pág. 10), Molefi Asante escribe: “La religión del Islam
convertía a cada comerciante o viajero musulmán en un misionero en potencia, y
el atractivo de esta religión, con su parecido con las religiones africanas,
era mucho mayor que el del Cristianismo.”
Cuando el Islam
proliferó en África en torno al siglo IX, una de las primeras universidades fue
fundada por musulmanes africanos. Se llamó Sankoré y fue construida en
Tombuctú. Árabes y otros acudían a Sankoré para aprender de eruditos africanos
que disertaban sobre creencia y jurisprudencia islámicas, astrología, ciencia y
otros muchos temas. Tombuctú era conocida por su erudición, y allí los vendedores
de libros formaban la élite más rica de entre el colectivo de los comerciantes.
La mayor parte
de la historia africana posterior al antiguo Egipto fue escrita en lengua árabe
tanto por negros como por árabes. El alfabeto árabe también sirvió para escribir
de manera aljamiada idiomas como el suahili, el wolof o el mande. Durante
cientos de años, el árabe sirvió como idioma internacional de comercio, al
igual que ocurre hoy en día con el inglés. Parte de la historia oculta de
África está encerrada en hasta 700.000 manuscritos árabes escritos por antiguos
eruditos africanos. Uno de estos manuscritos, Tariq-ul-Sudan, detalla la
historia del África Occidental islámica, pero permanece inaccesible para
quienes no hablan árabe. Los historiadores occidentales prefieren documentos
como los manuscritos del Mar Muerto, los cuales permanecen en sus tumbas de
arena hasta que encuentran la manera de tergiversar y eliminar su contenido.
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