Bismillahi
Rahmani Rahim
Hoy en día, ante todo, la
batalla que debemos librar como Musulmanes es primordialmente una guerra
psicológica contra un enemigo sutilmente más peligroso que aquel de la
confrontación directa.
El golpe más doloroso que
podemos infligir a ese enemigo es el despertar de nuestras conciencias a la
Verdad, la educación de nuestras conciencias en los valores eternos que nos
realizan como seres humanos auténticos, ya que el enemigo solamente pretende nuestra
bestialización mediante la sugestión –es decir, la imposición indirecta aunque
efectivamente más insidiosa- de aquello que atenta contra el crecimiento
espiritual y sólo tiende a engrosar los atributos individualistas y mezquinos
del ego.
El enemigo no busca ya
destruirnos por sí mismo, sino que mediante sus estratagemas de manipulación
busca que nos destruyamos a nosotros mismos, siendo así nosotros mismos los
causantes de nuestra propia ruina y decadencia. Despertar es lo que nos salvará
de caer y lo que expondrá las debilidades de nuestro enemigo para que podamos
darle el golpe mortal que nos liberará de su perniciosa influencia.
En los tiempos que corren, lo
que llamamos “Guerra psicológica” es el peligro fundamental que debemos
afrontar para preservar nuestra integridad espiritual y nuestra identidad
tradicional. Los agentes encubiertos tras las trampas del sistema se sirven de
esta “guerra” para en primer lugar esclavizar la consciencia dormida y luego
pulverizarla dejando tras de sí la forja invertida de una máquina que sólo
responde a los impulsos programados para ella.
Despertar sólo puede ser
llevado a cabo de la mano de alguien que ya ha despertado y es testigo directo
de la verdad que el sistema busca encubrir con sus armas de manipulación. Sólo
una voluntad activa puede movilizar a voluntades pasivas; y una voluntad activa
es aquella que ha descorrido los velos sutiles e interactúa con los
significados propios de la realidad.
La Guerra psicológica busca
pacificar voluntades hasta convertirlas en sombras de si mismas desprovistas
del ímpetu para obrar. El Maestro, es decir, la voluntad activa, buscará lo
contrario: buscará despertar la voluntad a la realidad de si misma, y utilizará
los métodos que sean necesarios para impulsarla a obrar. Esto supone una
necesaria confrontación con las estrategias de “pacificación” planeadas desde
los agentes encubiertos tras el sistema. Y como toda confrontación exige
esfuerzo, perseverancia y sacrificio. No hay victoria alguna sin un mínimo
sacrificio, y lo que debemos sacrificar primordialmente es nuestro sueño,
nuestra dejadez y nuestra pereza. La ociosidad y las ocupaciones fútiles son
dos armas poderosas en manos de nuestros enemigos. Un momento de reflexión
equivale a una potente bomba de tiempo.
Por lo tanto, necesario es que
encontremos al Maestro que nos muestre el Camino, que nos indique los peligros,
que haga aflorar nuestras capacidades interiores y que nos enseñe a utilizar
las armas que desconocemos y que son de utilidad fundamental en el viaje que nos
ocupa.
Sólo una voluntad activa puede
desarrollar una resistencia efectiva contra toda tiranía y opresión: una
conciencia esclava no puede hacer más que someterse a la ilusión que
desafortunadamente se le impone. Esclavitud es pérdida de identidad, pérdida de
vida espiritual, conformidad con una existencia desprovista de sentido y
significado, siendo aquello que los dominadores de turno han predeterminado
para la ruina de los individuos.
Y el Islam llegó para abolir
toda esclavitud, para acabar con la opresión y permitirnos ser voluntades
libres y activas de acuerdo a la Sabiduría de nuestro Creador.
Libertad o esclavitud definen
nuestra eternidad. La libertad trasciende en el vuelo del espíritu; la
esclavitud enajena bajo el infierno del ego.
Vínculos relacionados:
El Sistema Revolucionario del Islam
El Sendero hacia la Libertad
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Gracias. No soy musulmana, pero estas palabras me tocan el alma y conozco la Verdad en ellas. Dios es grande.
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