"El redoble de los tam-tams (djembes), semejante al trueno del cielo,
manifiesta la voz de la Divinidad; por su naturaleza y su origen sagrado es un
«recuerdo de Dios», una «invocación» del Poder a la vez creador y destructor,
luego también liberador, en la que el arte humano canaliza la manifestación
divina, y en la que el hombre participa igualmente con la danza; así, participa
en ella «con todo su ser», a fin de recuperar la fluidez celestial a través de
las «vibraciones analógicas» entre la materia y el Espíritu. El tambor es el
altar, el redoble indica el «descenso» de Dios, y la danza la «ascensión» del
hombre." (Frithjof Schuon, “Castas y Razas”)
La Ciencia Sagrada del
Ritmo ha sido siempre consubstancial al espíritu del hombre y a su integración en
el movimiento armónico de la Creación como manifestación de la Divina Voluntad.
En África, particularmente, la Ciencia del Ritmo se ha desarrollado como
prolongación de la naturaleza interior del hombre, siendo reproducida por
instrumentos de percusión que constituyen la herramienta esencial de
comunicación entre el ámbito terrestre y el ámbito celeste. Una antigua
Tradición cuenta que el primer hombre, Adam, entre el Conocimiento recibido
desde la Divina Realidad, también recibió la enseñanza de la reproducción
rítmica mediante la utilización del tambor, con la cual integrarse al equilibrio
del movimiento universal: el Ritmo como alabanza, reconocimiento y recuerdo de su
Todopoderoso Creador.
Compartimos un video de una agrupación de Djembés Baye Fall de Senegal.
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