"El
maestro es el que te une por su presencia y te protege en su ausencia". (Sabiduría de Sidi Abu Madyan
al-Ghawth)
Comentario de Sidi Sheykh Ahmad al-'Alawi:
Es decir
que, por su simple presencia y el lazo que te une a él, te reúne con Allâh. Su
acción entera consiste en llevarte hacia Allâh, a ningún otro: este es su único
objetivo. El que no te reúne con Allâh, de una unión que pruebas realmente, no
es un verdadero maestro. Pero esto, a condición de que te dejes dirigir por él
y que sientas verdaderamente esta necesidad: en este caso, debe reunirte con
Allâh en el más breve plazo, lo cual no es difícil para él, siendo que conoce
las llaves de la Presencia Divina, o que es él mismo una de las puertas de
acceso a esta Presencia. El que no tiene esta cualidad no puede ser considerado
un verdadero guía. Es la razón por la cual el autor dice que «el maestro es
el que te une por su presencia y te protege en su ausencia», es decir que
te protege de la mayoría de las vicisitudes, por su energía espiritual, cuando
está ausente.
Anda a tu
lado cuando estas en camino, hasta que llegue el momento en que te diga: «Ya
estas con tu Señor!» Pero es indispensable que establezcas una relación con
él, tú el aspirante, porque la simple unión no basta. El maestro no podría
arrancar el aspirante a la prisión de su alma para hacerle entrar en presencia
de Allâh sino con la existencia de un verdadero lazo entre ellos. Este es el
caso general, sabiendo que no hay una regla única para los casos excepcionales.
Las relaciones directas son la ley general instaurada por Allâh, y se dice que
«la enseñanza espiritual pasa por la relación.»
Visitar al
maestro es la fuente de grandes beneficios, y es así que podemos llegar a
Allâh, pero solamente si se trata de un maestro tal como lo describe aquí el
autor. En cuanto a los demás maestros, no hay que distinguirles de los demás
creyentes al respecto; y además, la mayoría de ellos necesitarían que alguien
les tome por la mano, y si fueran sinceros, sería mejor para ellos (47, 21).
Cuando uno es clarividente, el verdadero maestro se reconoce con signos
evidentes.
Ibn 'Atâ'
Allah dijo en sus Latâ'if al-minan:
«Tu maestro,
no es el que escuchas hablar, sino el de quien adquieres realmente algo.
Tu maestro,
no es el de discursos a los cuales asistes, sino aquel cuyas alusiones
espirituales se difunden en todo tu ser.
Tu maestro,
no es el que te convoca a la puerta, sino el que te quita el velo que te separa
de él.
Tu maestro,
no es el ser de quien recibes la palabra, sino aquel cuyo estado espiritual te
transforma.
Tu maestro
es el que te extrae de la prisión de las pasiones y te hace entrar en presencia
de Allâh; que no deja de pulir el espejo de tu corazón para que la luz de tu
Señor pueda reflejarse en él; que te ayuda a dominarte espiritualmente para
andar hacia Allâh; que camina contigo y anda constantemente a tu lado hasta
llevarte a Él.
Entonces, te
empuja delante de Él y te tira en las luces de la presencia divina diciéndote:
"Ya estas con tu Señor!"»
Tu maestro,
es el que te arranca a tu alma y te hace entrar en presencia de la realidad
divina, hasta el punto que, levantando la mirada, no vez sino Ella. Luego,
sigue acompañándote para que tu educación sea perfecta en cuanto a la Ley: Y
la buena tierra da sus frutos con permiso de su Señor (7, 58).
El maestro,
es el que te tira en la extinción, hasta que te vuelvas como inexistente, luego
te hace subir al punto lo más alto de la estación de la subsistencia, como si
nunca hubieras dejado de ser.
El maestro,
es el que se adueña de tí en la creación, y te remplaza por la Verdad.
El maestro,
no es el que se contenta con llamarte, sino que es el que te invita a reunirte
con él.
El maestro
es como un padre; sin embargo, un padre es padre solamente si es la causa
segunda de la existencia de su hijo. Asimismo, el maestro es maestro solamente
si es la causa segunda por la cual el aspirante sale de lo creado para entrar
en la realidad absoluta. Así es el verdadero maestro, y si no es el caso, no
tiene ningún derecho sobre el aspirante. Tu único padre es el que te engendró,
y tu único maestro es el que te hace acceder al conocimiento. Cuando te haya
liberado de los lazos de la existencia para hacerte entrar en el espacio de la
contemplación, seguirá educándote para hacer de ti un verdadero hombre como él,
hasta el momento en que habrá alcanzado su objetivo y que puedas arreglártelas
sólo: en este momento, solamente el respeto de las conveniencias te obligará
hacia él, y habrás alcanzado el estado en el cual encontrarás en ti mismo tu
fuente espiritual.
Podrás
entonces declamar estos versos:
Es de mi
propio recipiente que bebo,
Desde que
probé el placer de sacar por mí mismo.
En este
estado, te vuelves independiente, gracias a él, y no te hace falta sino tener
un excelente comportamiento con él, conforme con lo que exige su nivel
espiritual.
Ese es el
verdadero maestro, y si no es así, no tiene el derecho de pretender ser tu
maestro, y tú no eres obligado a miramientos con él, excepto lo que se exige de
ti de manera general, en términos de nobleza de carácter.
Sheykh Ahmad al-Alawi |
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