martes, 14 de febrero de 2012

"¿Acaso no soy Yo vuestro Señor?"

Sheykh Abdul Kerim Effendi

Bismillahi Rahmani Rahim

En este sohbet Sheykh Effendi nos remite al momento en que Allah –swt- creó los espíritus de la humanidad y los reunió para que dieran testimonio ante Su Divina Presencia (ver Qur'an 7:172)
Nuestro espíritu estuvo allí y experimento el testimonio, fue testigo de su Señor, aceptándolo, estuvo en su Divina Presencia. Guardamos en nuestro interior el fruto de esa experiencia, pero existe un velo que la cubre; ese velo es dunya, este mundo. Al nacer, el bebé es tocado por sheytán que lo cubre con ese velo; por esto llora.
Por lo tanto es un deber para todo ser humano conocerse a sí mismo, porque, como dijo el Sagrado Profeta (asws), “el que se conoce a sí mismo, conoce a su Señor”.


El Profeta (asws) fue enviado para remover ese velo y devolvernos a nuestra originalidad. Conocerse a sí mismo no significa saber nuestros nombres, nuestra dirección, nuestra fecha de nacimiento. El velo hace que nos enamoremos de esta vida temporal y nos olvidemos del mundo real, el mundo del cual provenimos.
Necesitamos a alguien que nos ayude a conocer nuestro propio ser, nuestro ser real. Una vez que te conoces a ti mismo, lentamente empiezas a conocer a tu Señor, pero no de palabra. Hoy conocemos la palabra “Allah”, pero ¿qué es Allah?.
El Sagrado Profeta (asws) vino para completar las buenas maneras. ¿Qué son buenas maneras? Conocer a Allah y ser obedientes de Allah. Todos dicen “tengo buenas maneras”, ¿acorde a qué? ¿acorde a las leyes de Allah o de acuerdo al lugar donde estás sentado?. Para saber si tienes buenas maneras debes observar cuidadosamente lo que haces y lo que dices. Vuelve un día atrás, cuando estuviste en público, cuando estuviste sólo, qué hiciste y porqué lo hiciste. Será el momento en que reconocerás si tienes buenas maneras. Buenas maneras es saber que Allah te está observando y tú eres consciente de ello.
Cuando Allah-swt- se dirigió a los espíritus, todos estaban allí. Todas las generaciones de los hijos de Adam hasta el Día del Juicio estuvieron allí; todos dieron testimonio, todos dieron su promesa, aún aquellos que dicen “no hay Dios”, todos estuvieron allí. Allí tuviste un lugar. ¿Lo conoces?. Entonces debes buscar alguien que te lo enseñe. Una vez que lo sabes, el amor por el dunya se te retira del corazón y sólo aspirarás al Ájira, guardando la promesa que le hiciste a tu Señor; vivirás para eso. Hasta que no vivas para eso toda adoración que lleves a cabo será sólo imitación, no será real, porque no estarás contemplando ni experimentando la promesa que hiciste al Señor de los Cielos.
Cuando Allah envió los espíritus a sus respectivos cuerpos, el lugar de cada espíritu quedo allí, en Su Divina Presencia. Por esto, debemos mantener la conexión con nuestro lugar, con nuestra estación.
A los tres meses y diez días de gestación en el vientre de su madre, el bebé recibe su espíritu. Llega el ángel y le insufla el espíritu completándolo. De esta manera llegamos puros al mundo. No como dicen los cristianos que llegamos con pecado. No. El Islam enseña que todos venimos puros al mundo, aun los cristianos y los judíos, todos. Luego nos ensuciamos creándonos un problema. Esto le sucede a la humanidad: una vez que alcanzan la edad de la madurez corren salvajes haciendo toda clase de cosas equivocadas preparando un fuego en el que van a quemarse.

Suciedad es desobediencia.
La desobediencia ensucia al hombre. Sheytán era obediente. Fue alguien con conocimiento, belleza, buen perfume. Cuando Allah le ordenó que se postrara frente Adam dijo “No”, y se volvió sucio. “No”, la palabra de la desobediencia. Esta palabra es la primera que aprende a decir el hombre. Hoy en día hasta los padres le enseñan a decir que no a los hijos volviéndolos desobedientes. ¿Por qué los hijos son desobedientes con sus padres? Cuando eres desobediente de Allah, Allah hace que tus hijos te sean desobedientes. Sheytán fue arrojado fuera del Paraíso por su suciedad. El Paraíso es un lugar puro para gente pura. Una vez que sheytán dijo “No” le fue quitada su luz y se convirtió en una criatura espantosa. Cuando te vuelves desobediente y te enojas, toma el espejo y mírate a ti mismo, entenderás en qué espantosa criatura te has convertido en ese momento. Todos dicen “Oh, qué hermoso que soy”. Sí. Cuando estés enojado toma el espejo y mírate. Entenderás. ¿Por qué? Porque en un principio sheytán estuvo enojado. Esa ira lo hizo desobediente. Por lo tanto, es una característica proveniente de sheytán. Cuando algo te toque, y tu ego responda con enojo, estarás cargando esa sucia característica. Pero si algo toca al Islam y tú te enojas, eso será ira majestuosa, que Allah-swt- acepta. Pero si te toca a ti y te perturbas, cargas con la característica de sheytán.

Original en: http://sayf-ul-islam-effendi.blogspot.com/

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