Bismillahi
Rahmani Rahim
El Mensajero de Allah (asws)
nunca se consideró a sí mismo mejor que nadie. Sólo su radiante rostro y su
atractiva persona le distinguían de sus Compañeros. Vivía y vestía como los más
pobres y se sentaba y comía con ellos, tal y como lo hacía con los esclavos y
los sirvientes. Una vez una mujer le vio comer y dijo: "Come como un esclavo". El Mensajero (asws) respondió: "¿Puede haber un esclavo mejor que yo?
Soy el esclavo de Dios". (Hayzami, Majma', 9:21)
Una vez, mientras servía a sus
amigos, un beduino vino y gritó:
"¿Quién es el señor de esta gente?". El Mensajero (asws)
respondió presentándose a sí mismo a la vez que enunciando un importante
principio sobre el liderazgo islámico y la administración pública: "El señor de un pueblo es aquel que
sirve a dicho pueblo". Ali (ra) dijo que, entre la gente, el Mensajero
era como uno más. Cuando él y Abu Bakr (ra) llegaron a Quba mientras emigraban
de Meca a Medina, algunos medinenses que no sabían qué aspecto tenía el
Profeta, trataron de besarle las manos a Abu Bakr. El único signo externo que
les distinguía era que Abu Bakr parecía mayor que el Mensajero (Ibn Hisham,
2:137).
Mientras los musulmanes
construían la mezquita de Medina, el Profeta (asws) cargaba con dos ladrillos
de adobe; los demás sólo cargaban con uno (Bujari, 1:111; Muslim, 2:65).
Mientras cavaban el foso para defender Medina, los Compañeros se ataron una
piedra al vientre para calmar su hambre. El Mensajero se ató dos (Tirmidhi,
Zuhd, 39). Cuando un hombre le vio por primera vez y empezó a temblar de miedo
al contemplar su imponente aspecto, el Mensajero le calmó y le dijo: "Hermano, no temas. Soy un hombre como
tú, cuya madre solía comer pan seco" (Ibn Maya, At'ima, 30; Hayzami,
9:20). En otra ocasión, una mujer demente le tomó de la mano y le dijo: "Ven conmigo y haz mis tareas
domésticas". El Mensajero hizo lo que le pidió (Qadi 'Iyad, Ash-Shifa,
1:131, 133). Aisha (ra) informó de que el Mensajero se remendaba sus ropas,
reparaba su calzado y ayudaba a sus esposas con los quehaceres domésticos
(Tirmidhi, Shama'il, 78; Ibn Hanbal, 6:256).
A pesar de que su modestia le
elevó al más alto rango, él se consideraba a sí mismo como un siervo de Dios
cualquiera: "Nadie entra en el
Paraíso por sus actos". Cuando se le preguntó si esto era verdad
incluso para él, dijo que él solo podría entrar en el Paraíso gracias a la
Misericordia de Dios (Bujari, Riqaq, 18).
La humildad era una de las
mayores cualidades del Profeta (asws). Al aumentar su rango cada día, aumentaba
su humildad y servidumbre a Dios. Su cualidad de siervo era anterior a su
cualidad de Mensajero, según se puede ver en la declaración de fe: "Testifico que no hay más dios que
Allah, y testifico que Muhammad es Su siervo y Mensajero".
Prefirió ser un
Profeta-servidor que ser un Profeta-Rey. Un día, mientras estaba sentado con el
Ángel Yibril (as), el Mensajero dijo que no había comido durante varios días.
En cuanto dijo eso, otro ángel apareció y le preguntó: "Mensajero de Allah, Allah te saluda y te pregunta si deseas ser
un Profeta-Rey o un Profeta-servidor". Yibril le aconsejó que fuese
humilde ante su Señor. Y como la humildad formaba parte de su carácter, el
Mensajero respondió: "Quiero ser un
Profeta-servidor" (Ibn Hanbal, 2:231; Hayzami, 9:18). Allah alaba su
servidumbre y le menciona como siervo en varios versículos del Qur'an: "Y cuando el siervo de Allah se ponía a
invocarlo, a punto estaban (los genios) de venírsele encima (para verle
rezar)" (72:19), y: "Y si
tenéis alguna duda sobre lo que hemos revelado a Nuestro siervo, venid vosotros
con una sura igual" (2:23).
Después de las muertes de
Jadiya y de Abu Talib, el Mensajero de Allah (asws) se convenció de que ya no
podía esperar ni victoria ni seguridad en Meca. Por lo que, antes de que las
cosas llegasen a un estado crítico, busco una nueva base en Taif. Al ver a los
habitantes de la misma tan hostiles, sintió que no tenía apoyo ni protección.
Pero Allah manifestó Su Misericordia y le honró con la Ascensión a Su
Presencia. Al narrar dicho evento, Allah le menciona como Su siervo para
mostrar que merecía la Ascensión a causa de su servidumbre:
"¡Glorificado
sea Quien una noche hizo viajar a Su siervo desde la Mezquita Inviolable hasta
la Mezquita más lejana...!" (17:1)
La humildad es el más
importante aspecto de la sumisión del Mensajero. Declaró: "Dios exalta al humilde y humilla al altivo". Ali (ra)
describe al Mensajero como sigue:
“Era
el más generoso dando, y el más afable y el que más paciencia y perseverancia
tenía. Era el más sincero en el habla y el más amistoso y agradable en la
compañía. Era el más noble de todos en cuanto a linaje. El que le veía por
primera vez, se sobrecogía; pero quien le conocía de cerca, era atraído
profundamente por él. Quienquiera que haya intentado describirle dice: 'Nunca
he visto a nadie como él'". (Tirmidhi, 3880).
Fuente:
"Muhammad, El Mensajero de Dios. Un Análisis de la Vida del Profeta".
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