El
Imperio otomano fue el primer estado de Europa en contar con una organización
de música militar permanente: la Mehterhane-i Hakani o Mehterhane-i
Hümayun — banda militar—, desde 1289. El cuerpo de
soldados de élite conocidos como jenízaros que formaron la guardia personal de
los sultanes otomanos desde el siglo XIV hasta 1826 se destacaron en mil combates
y batallas en mar y tierra por su valentía y obstinación. Los distintos
regimientos de jenízaros se identificaban según sus tareas y especialidades.
Mehter era una de esas unidades cuyo trabajo principal era erigir la tienda del
sultán durante las expediciones y de disponer de una orquesta que simbolizaba
el poder del soberano.
La
Mehterhané incluía tambores, chirimías (zurnás), clarinetes, triángulos,
platillos (zil), crótalos (campana de bola), timbales de guerra (kös y naqqara)
—que se colocaban sobre los lomos de los camellos—, sombrero chino (chogun) y
bombo (davul). Con el tiempo, cada cuerpo del ejército otomano disponía de por
lo menos una mehterhané. Los otomanos fueron también los primeros en utilizar
la banda militar en medio de las batallas con un doble fin: estimular el
espíritu de combate y al mismo tiempo amedrentar al enemigo con sus vibrantes
cadencias. Según documentos históricos, sabemos que a fines del siglo XV había
más de dos mil trescientos cuarenta «Mehters» solamente en Estambul.
Como
cualquier otra actividad de la corte, la mehterhané tenía su propio ceremonial
antes de comenzar a tocar. Ante una señal rítmica llamada «Sofián», los
jenízaros músicos formaban un semicírculo y aguardaban la llegada de su líder,
el Mehterbashí Agá. Cuando éste hacía su entrada, uno de los mehter gritaba:
«Este es el momento del regocijo, ¡oh líder de los mehter! ¡Dios te bendiga!»
Entonces el mehterbashí respondía: «Dios otorgue sus bendiciones a todos
ustedes, mehters... ¡Manténganse puros!» Y seguidamente, él anunciaba la
cadencia, motivo o secuencia tonal (maqam, pl. maqamat) que interpretarían.
Ante el llamado de «Ya Allah» (¡Oh Dios!), la ejecución podía comenzar. Al
finalizar esta ceremonia musical el líder de la mehterhané pronunciaba una súplica
denominada en turco «Gulbank» tomada de la Bektashí, la cofradía mística
islámica fundada en el siglo XIII por el santo Haci Bektaş, y a la cual todo
jenízaro se enorgullecía de pertenecer.
La
«Gulbank» variaba su contenido según la época, de guerra o paz. Para los
desfiles los mehter transportaban sus timbales sobre caballos, camellos o
elefantes. Cuando no ejecutaban piezas instrumentales, solían formalizar
procesiones corales con breves fórmulas musulmanas: «¡Dios Misericordiosísimo!»
(Rahim Allah), «¡Dios Generosísimo!» (Karim Allah). Esta marcha con el ritmo de
estos refranes se convertía en una suerte de danza ritual puntualizada por un
suave vaivén de izquierda a derecha. El historiador y viajero Evliya Çelebi nos
brinda la descripción de una mehterhané en 1638: «...quinientos trompeteros
produjeron un sonido tal que el planeta Venus comenzó a danzar y los cielos
reverberaron... Todos estos músicos con tambores, timbales y címbalos
desfilaron en formación cerrada tocando sus diversos instrumentos rítmicamente
al unísono de tal forma que parecía como si el ejército de Shamapur (el
tradicional enemigo de Alejandro el Grande en las leyendas persas) pasara
marchando».
Los
instrumentos eran fabricados y mantenidos por entre 150 y 200 maestros artesanos,
en su mayoría griegos y armenios establecidos cerca del Palacio Topkapi. El
estilo musical de la Mehterhané estaba basado en las «melodías de Afrasiab» (de
la tradición emanada del Shah Nameh de Firdusí), en otras palabras, en la
música militar persa. Este estilo se imitó profusamente en Europa desde
comienzos del siglo XVIII. Su influencia en la música militar europea duró
hasta bien entrado el siglo XIX. Napoleón Bonaparte organizó sus bandas
militares al modo otomano dotándolas de instrumentos típicos como los címbalos
y los timbales y lanzándolas al frente
de guerra en el momento preciso. Se dice que la batalla de Austerlitz (victoria
de Napoléon sobre los ejércitos combinados de Austria y Rusia, el 2 de
diciembre de 1805) fue ganada en parte por el élan (esfuerzo, arrojo,
vitalidad) de las fanfarrias francesas. Esta música jenízara u otomana,
denominada también música turca o alla turca, tuvo una influencia importante en
compositores como Gluck ("El peregrino de La Meca", Ifigenia en
Táuride"), Mozart (Marcha de los Jenízaros de "El rapto en el
serrallo", "Rondó alla turca de la Sonata para piano en La mayor K.
331"), Haydn ("Zaïre", "Marcha turca", "Sinfonía
Militar") y Beethoven (Marcha turca de "Las Ruinas de Atenas" y
el finale de la Novena Sinfonía).
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