sábado, 1 de septiembre de 2012

El Libertinaje Intelectual Contemporáneo

Bismillahi Rahmani Rahim

“Libertad de pensamiento”, “uso de la razón”, se han tornado frases célebres en los ámbitos intelectuales modernos que se vanaglorian de una cierta independencia frente a lo normativo e institucional.

Sin embargo, estas frases hechas, repetidas hasta el hartazgo por las cotorras del libertinaje contemporáneo, no hacen más que reproducir la herejía ególatra que inconscientemente traduce la caída original del ser humano a los niveles de la humillación y el desasosiego espiritual.

Un “pensamiento libre”, desprovisto de todo sostén fundamental (todo tiene su fundamento, aún el pensamiento, ya que de alguna manera u otra se encuentra confinado al sentido de la palabra) y librado al movimiento azaroso de sí mismo, jamás puede hallar un equilibrio permanente que infunda paz al espíritu, sino que está sometido al vértigo desafortunado de la impermanencia que obliga a reformular toda definición de acuerdo a las circunstancias y ocurrencias del momento.

Todo “pensamiento libre” o “libre uso de la razón”, según se lo entiende por estos seudo-intelectuales de hoy en día, está subsumido al salvajismo de criterios poco claros que se originan y mueren en el mismo individuo, criterios que mal-utilizados devienen siempre en confrontación, discusión, debate y guerra (y decimos “mal-utilizados” sin ignorar que es la única forma posible de utilización que se puede dar a capacidades atrofiadas que han sido desvinculadas de su función primordial).

Como Musulmanes creemos en una Verdad absoluta encargada de equilibrar los asuntos del mundo y de los individuos en él. Nunca librepensador alguno ha podido detentar más verdad que su “verdad particular” que al no encontrar asidero sino en la “mal-utilización” antes mencionada, termina siendo engullida por la tragedia de los destinos personales que de nada sirven como ejemplo para el desarrollo tanto social como individual.

Formular verdades desde el criterio personal sin la anuencia de una Tradición validadora redunda en perjuicios tanto a nivel comunitario como individual. Los personalismos frívolos tendientes al libre uso de la razón y sus erróneas elucubraciones interpretativas de la verdad han sido los fatídicos culpables de toda lectura tendenciosa dentro mismo de la religión. ¿Qué decir entonces de quienes desvinculados de la Tradición buscan igualmente reinterpretar, bajo parámetros individuales, la realidad de las cosas?

La Tradición es una plataforma para la germinación de nuestro correcto discernimiento, un “manual” para la correcta utilización de nuestra voluntad, de nuestras posibilidades humanas, para que podamos ser realmente libres al obrar, al pensar, al razonar, sin someternos a las arbitrariedades obsoletas de la individualidad esclavista.

La individualidad sujeta a sus propios criterios obsoletos jamás puede lograr la trascendencia de si misma, lo que la convierte en una fantasmagoría de su originalidad, una sombra desprovista de sentido que no puede hacer más que divagar por los confines infructuosos de su propia ignorancia.

Todo tirano es aquel que impone sus criterios personales sobre los significados propios de la realidad. Al ser la realidad una y única, el tirano está condenado a padecer los embates de su propia opresión. El libertinaje intelectual contemporáneo es la peor tiranía impuesta contra los significados naturales de la inteligencia, y por lo tanto un atentado completamente nocivo para la vida espiritual de comunidades e individuos.

Continuar promoviendo el “libre uso de la razón” según entienden los modernos, supone nutrir el engaño que mantiene embotada a la humanidad en su salvajismo individualista, colaborando en la sintomatología de la pandemia global (no debemos olvidar que el poder que maneja este sistema global, con su ilimitada permisibilidad “democrática”, ha abierto las puertas para seudo-libertades que no hacen más que esclavizar y dirigir la mentalidad general, haciendo de estas intelectualidades títeres groseros del sistema que los protege y les brinda absoluta inmunidad “cultural”).

El pensamiento realmente libre es aquel que está facultado para discernir lo correcto de lo incorrecto a la luz de la Verdad Tradicional. Este discernimiento resulta en el obrar en consecuencia, lo que trae paz individual. Y cuando un individuo cambia, cambia la comunidad. Pero insistimos para no dar lugar a duda alguna, el cambio debe conllevar consigo trascendencia, superación del mero estado animal, ya que un animal se mueve por instinto, y un pensamiento librado al azar sólo puede obrar impulsado por el instinto, lo que nos asemeja al mero animal.

Somos seres humanos, y la Tradición nos devuelve a nuestro estado original.

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