Reconocer
lo que nos enajena, discernir lo que sutilmente nos perjudica y recobrar la
autenticidad perdida.
Bismillahi
Rahmani Rahim
Debemos buscar la libertad
frente a los carceleros de la inteligencia. Una persona no puede considerarse
inteligente mientras padece el yugo esclavista que el sistema impone con sus
herramientas de manipulación.
Hoy en día el rumbo de los
tiempos dirige toda su energía, todo su movimiento hacia la “solidificación”
del estado humano, es decir, busca concentrar la pesadez propia de la
ignorancia de si mismo en una vertiginosa carrera hacia la autodestrucción.
Para esto ofrece una gran cantidad de herramientas malignas que incentivan el
aislamiento y el contacto virtual con realidades preconcebidas que nada conocen
de la experiencia real.
El contacto virtual se ha difundido como un
gran virus que subrepticiamente corroe las venas del mundo con su ficticia
herrumbre.
El contacto virtual, con su
multitudinaria interacción global, solo promueve el desconocimiento de situaciones
reales resumiendo criterios e ideologías bajo el amparo de la maquina
enajenante.
Vivimos en una era caótica y
esquizoide donde los medios de comunicación llevan a cabo la urdimbre de lo que
debe ser aceptado y ya nadie es capaz de reflexionar por si mismo sin necesidad
de recurrir al pulso envilecedor del ordenador. La tierra tiembla y el cielo se
sacude ante la humana hostilidad.
Hemos habituado nuestra
voluntad a obrar según los impulsos de la maquina falaz. Digitalizados, ya el pensamiento
se dispone a librar guerras virtuales y la acción ante el estimulo tecnológico.
No podemos realizar mas verdad que la que nos muestra la pantalla.
Hay un número incalculable de
prisiones que se ciernen sobre nuestros corazones. Pero la libertad es una, única
y se erige por sobre todo sistema penitenciario. La libertad no se doblega ante
el opresor y siempre esta dispuesta a rugir la Verdad en las narices de lo
mentido.
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