jueves, 28 de marzo de 2013

Sultán Abdul Hamid Khan y la caída del Califato del Islam

Bismillahi Rahmani Rahim
La historia de los últimos 150 años en el mundo islámico ha sido desafortunadamente escrita por nuevas generaciones desprovistas de criterio tradicional e imbuidas del espíritu disolvente que orientalistas y misioneros occidentales dieron en enseñar generando eruditos insensatos y peligrosos. Se escribió desde la disgregación del Califato Otomano, surgiendo movimientos de reforma que intentaban reformular la vivencia islámica desde los parámetros que el colonialismo europeo imponía subrepticiamente. Se olvido el sentido y la esencia de Ummah, se crearon partidos políticos, democráticos, nacionalistas, se arguyó en pos de supremacías raciales, se adoptaron ideas liberales y en casos extremos surgieron fundamentalismos acéfalos que buscaban contrarrestar con lecturas apasionadamente violentas el avance 'progresista' de las ideas foráneas en los ámbitos del Islam. Cabe señalar que todas estas reconfiguraciones a las que se sometía al Islam, por los mismos musulmanes, fueron vilmente organizadas y promovidas desde los mismos enemigos del Islam que se habían encargado de derribar los fundamentos del Califato, único gobierno centralizador y tradicional que mantenía unida a la Comunidad Islámica.
Brevemente nos remitiremos a una parte de nuestra historia que debe ser conocida y que debemos tener presente para construir nuestra identidad islámica de manera apropiada. Como ha dicho un gran wali de Allah, Sheykh Abdul Kerim al-Hakkani (ra): "El que no conoce su historia es incapaz de entender los hadices y el Qur'an".
Sultán Abdul Hamid II nació el 21 de septiembre de 1842. Fue el hijo de Sultán Abdul Mayid. Su madre falleció cuando tenía siete años. Abdul Hamid hablaba turco, árabe y persa, y estudió numerosos libros de literatura y poesía. Como todos los sultanes otomanos fue un gran wali de Allah reconocido por su piedad, humildad y austeridad.
Cuando murió su padre, lo sucedió en el Califato su tío, Abdul Aziz Khan. Por aquel entonces las conspiraciones contra el califato se habían acrecentado considerablemente hasta el punto de que Sultán Abdul Aziz muere asesinado.
Es entonces, el 31 de agosto de 1876 (1293 H), que Sultán Abdul Hamid recibe el Califato a la edad de 34 años. Habría de invertir más de treinta años afrontando conspiraciones tanto interiores como exteriores, guerras, revoluciones y cambios constantes que atentaban contra el estado Islámico y buscaban su disolución.
Abdul Hamid supo ver que la única esperanza para los Musulmanes frente a la amenaza occidental era fortalecer la Unidad Islámica. Comprendió que las potencias occidentales (Francia, Inglaterra, el movimiento Sionista) intentaban separar el estado Islámico para luego tratar separadamente con cada parte, poniendo en práctica el conocido dicho (que les ha sido muy útil) "divide y gobernarás". Abdul Hamid llegó a entender que la única manera de afrontar esto era mediante la Unidad Islámica bajo el liderazgo del Califato Otomano, forma de gobierno que gozaba de la divina aceptación desde hacía ya 700 años de esplendor.
Abdul Hamid necesitaba algo poderoso que despertara los sentimientos de hermandad en los corazones de los Musulmanes alrededor del mundo Islámico. Uno de los recursos más efectivos para llevar a la práctica su idea de unidad fue el establecimiento del ferrocarril en el Hijaz. La línea iba desde Damasco a Medina, y desde Aqaba a Maan, y simbolizaba la Unidad Islámica, sobre todo porque los musulmanes que solían hacer la peregrinación, y se servían del ferrocarril como facilidad de acceso, sintieron que el Califa quería acercarlos a él. Así fue como se comenzó a sentir gratitud y aprecio por el Estado Otomano. Fue así como el ferrocarril funcionó como una importante herramienta para conectar las partes del estado Islámico. Abdul Hamid también emprendió una campaña para difundir la idea de la unidad islámica dando apoyo a las regiones del sur de Rusia, India, Pakistán y África. Extendió invitaciones a eruditos musulmanes de Indonesia, África e India para que acudieran al Estado Otomano y estableció un programa para construir mezquitas e instituciones islámicas por todo el mundo musulmán. Construyó baños públicos, mercados y hospitales en el Cairo, Damasco, Sana, Bagdad y otras ciudades islámicas. También trabajó denodadamente en el desarrollo del sistema educativo.
Sin embargo, el colmillo occidental reaccionó rápidamente y financió al bey de Túnez para que iniciara un levantamiento contra el Califato en 1877, y así se hizo. En 1881 Francia ocupó Túnez y en 1882 Inglaterra hizo lo mismo en Egipto. Más tarde Holanda invadió Indonesia, Rusia invadió el Asia Central, Inglaterra se expandió aún más en India y en Sudán. Lo mismo sucedió con la pérdida de Bosnia y Grecia, a raíz de traiciones interiores hechas al Califa. Las minorías de no musulmanes, que gozaban de privilegios dentro del estado Otomano, fueron utilizadas por el Occidente para generar problemas e inestabilidad, especialmente los ciudadanos cristianos del estado. Los estados occidentales siempre intentaron interferir en la política doméstica otomana bajo la excusa de "proteger a las minorías". También subvencionaron campañas de prédica cristiana en el mundo islámico mediante la construcción de iglesias y escuelas. El objetivo era alejar a los musulmanes del Islam y difundir hábitos e ideas sociales anti-islámicas. Numerosas imprentas fueron establecidas por la misma razón, para envenenar las mentes de los musulmanes y difundir ideas destructivas que crearan el desentendimiento entre ellos. El occidente financió a los armenios promoviendo una sublevación contra el estado Otomano. Inglaterra ayudó a los drusos y Francia a los maronitas en Líbano, y ambos se embarcaron en una gran batalla que fue resuelta por la interferencia del ejército otomano. Este tiempo fue una batalla constante entre las conspiraciones del occidente y la defensa de Sultán Abdul Hamid y el resto de los creyentes musulmanes.
A finales del siglo XIX y comienzos del XX, aparece en la escena europea un pujante movimiento Sionista con claras intenciones de forjar un programa de dominación sirviéndose de las potencias colonialistas. El único escollo que podía servirles de obstáculo era por aquel entonces el Califato Otomano de la mano poderosa de Sultán Abdul Hamid Khan.
En 1901, el banquero judío Mizray Qrasow y dos líderes sionistas de cierta influencia acuden a visitar al Sultán. Le ofrecen lo siguiente:

1. Pagar todas las deudas del estado Otomano.

2. La creación de una armada naval para el estado Otomano.

3. 35 millones de liras de oro sin intereses para apoyar la prosperidad del estado Otomano.

A cambio de:

1. Que se permita a los Judíos visitar Palestina siempre que les plazca, y permanecer cuanto ellos quieran para "visitar los lugares sagrados".

2. Permitir a los Judíos crear asentamientos permanentes donde vivir, localizándolos cerca de Jerusalén.

Abdul Hamid rechazó el siquiera encontrarse con ellos; les envió una respuesta mediante Tahsin Pasha que decía:
"Dile a esos judíos descorteses que las deudas del estado Otomano no son una vergüenza (de hecho, cuando Abdul Hamid llegó al poder la deuda era de 2.528 millones de liras de oro otomanas, y cuando fue removido del poder eran solamente de 106 millones de liras. Los Jóvenes Turcos, usurpadores del poder califal, la elevaron nuevamente al 1.300 %). Jerusalén se volvió una parte de la tierra Islámica cuando Umar ibn al-Jattab tomó la ciudad y yo no voy a cargar con la vergüenza histórica de vender las tierras sagradas a los judíos traicionando así la responsabilidad y la confianza de mi gente. ¡Que los judíos se queden con su dinero!, los Otomanos no se esconderán en castillos construidos con el dinero de los enemigos del Islam".
Les pidió que se fueran y que no regresaran más. Con los Sionistas en el juego el set estaba completo, y el comienzo del final del estado Otomano estaba cerca de empezar. El dinero judío era un recurso importante para financiar la destrucción del estado Otomano y la construcción de un estado Sionista en Palestina, estado que los judíos deseaban de tan mala manera que estaban dispuestos a arriesgarlo todo para conseguirlo.
Los Judíos no se dieron por vencidos con Abdul Hamid. Luego, en el mismo año, 1901, el fundador del movimiento Sionista, Theodorl Hertzl, visitó Estambul e intentó encontrarse con Abdul Hamid. El Sultán se negó a encontrarse con él y le dijo al Jefe de Asuntos Ministeriales: "Aconséjele al Dr. Herztl que no de ni siquiera un paso en su proyecto. No voy a entregar ni un puñado de polvo de esta tierra ya que no es mi propiedad, sino que pertenece a toda la Nación Islámica. La Nación Islámica que ha luchado en Yihad por la causa de esta tierra y que la ha empapado con su sangre. Los judíos se pueden guardar su dinero y millones. Si algún día el Califato del Islam es destruido, entonces serán capaces de tomar Palestina sin un precio. Pero mientras yo viva, preferiría clavar un espada en mi cuerpo que ver separada la tierra de Palestina y quitada del estado Islámico. Esto es algo que no ocurrirá; no cortaré nuestros propios cuerpos mientras tengamos vida". ¡Poderosas palabras las de nuestro amado Sultán! Sin embargo, luego de esto, los Sionistas se volvieron a los ingleses para hacer sus sueños realidad.
Los ingleses y los franceses estaban listos para acabar con el Califato Otomano, sin embargo la palabra "Yihad" aún era lo suficientemente poderosa para hacer temblar a toda Europa.
Fue entonces cuando los ingleses decidieron emplear su política interna más importante, divide y conquistarás. Así comenzaron a apoyar a grupos nuevos disidentes tales como los Jóvenes Turcos y los Jóvenes Árabes, grupos impregnados de ideas seculares y europeizantes. Cuando los Jóvenes Turcos cobraron poder dentro del estado Otomano, Inglaterra ya no tuvo que hacer más nada. Los Jóvenes Turcos comenzaron a difundir una arenga nacionalista y perjudicial entre los ciudadanos turcos del estado Islámico. En correspondencia los árabes, armenios, kurdos y demás razas desarrollaron sus propias ramas nacionales. La gente se empezó a sentir parte de sus razas y no una parte del estado, y ese fue el comienzo del final del Califato Islámico. Más tarde, durante la Primera Guerra Mundial, los árabes colaboraron con Inglaterra y con Francia y se sublevaron contra el Imperio Otomano. Luego fueron traicionados, y los ingleses y franceses invadieron sin impedimentos la zona.
Finalmente, el 27 de abril de 1909, los 240 miembros del senado, bajo la presión desmedida de los Nacionalistas Jóvenes Turcos, asintieron en remover a Sultán Abdul Hamid del poder. Se cerraba una parte importante del esplendor Islámico en el mundo.
Acerca del movimiento de los Jóvenes Turcos reseñaremos lo siguiente:
En diciembre de 1686, más de trescientas familias se convirtieron al Islam en Salónica. Como Shabtai y otros Marranos, ellos continuaron prestando servicio secreto a los Judíos y observando ciertas costumbres judías en el hogar.
Este fue el origen del grupo más importante, numérica e históricamente hablando, de Marranos Islámicos. Los creyentes musulmanes llamaban a estos judíos ocultos 'doenmehs', los renegados... Con los años, el movimiento 'doenmeh' se estableció firmemente en Asia Menor. En el siglo XIX, se estimaba que la secta tenía alrededor de veinte mil miembros. Salónica fue su sitio principal hasta que se volvió griega en 1913. En tanto que la comunidad judía permaneció allí bajo el gobierno griego, los 'doenmehs' se mudaron a Estambul.
En Salónica, durante los tempranos días del movimiento, los 'doenmehs' proclamaron los diez mandamientos "de nuestro Señor Rey y Mesías Shabtai Zvi". Estos aún continúan formando parte del credo en los 'doenmehs' sobrevivientes de nuestro tiempo:
Me adheriré meticulosamente a las costumbres de los Turcos así no levanto sus sospechas.
No sólo que observaré el Ayuno de Ramadán sino que también lo haré con las demás costumbres islámicas que se observan públicamente.
No contraeré matrimonio en el interior de una familia musulmana ni mantendré con ellos ninguna relación íntima, ya que para nosotros son una abominación, especialmente sus mujeres.
De tiempo en tiempo, los gobernadores turcos de Salónica que recibían quejas acerca de la secta por parte de los religiosos musulmanes, intentaban investigar la extraña existencia de los 'doenmehs'. Su espíritu de clan, su negación a inmiscuirse con familias musulmanas, y sus restricciones maritales se volvieron un hecho muy conocido, difícil de ocultar entre la mayor parte de gente entre la que vivieron durante generaciones. Socialmente parecían impenetrables, en tanto que en sus prácticas religiosas islámicas estaban más allá de todo reproche. De hecho, hasta parecían incluso más devotos que los musulmanes y más sinceros adoradores de Allah que el resto de la comunidad. Ayunaban en Ramadán, y sus líderes y adherentes fueron encontrados entre los peregrinos a Mecca. Es bien sabido que en el siglo XVII, Joseph Zvi, uno de los cercanos seguidores de Shabtai Zvi perteneciente a su círculo interno, murió camino a Mecca en peregrinación, y el día de su muerte aún se sigue conmemorando.
La sublevación de los Jóvenes Turcos en 1908 contra el régimen de Sultán Abdul Hamid fue iniciado por los intelectuales de Salónica. Desde allí se originó la demanda de un régimen constitucional contrario a la ley Islámica e impregnada de ideas liberales. Entre los líderes de la revolución que resultó en la nefasta modernización del gobierno en Turquía estaban Djavid Bey y Mustafa Kemal. Ambos eran ardientes 'doenmehs'. Djavid Bey se convirtió en ministro de finanzas y Mustafa Kemal en el líder del nuevo régimen adoptando el nombre de Ataturk. Muchos de los Jóvenes Turcos en el nuevo gabinete formado luego de la sublevación rezaban a Allah, pero tenían como profeta real a Shabtai Zvi, el mesías de Esmirna.
Sirvan estas notas a la reflexión y el recuerdo.
Sultán Abdul Hamid Khan fue el último gran héroe del Islam que enarbolo victoriosamente la sagrada bandera del Profeta Muhammad (asws) con total responsabilidad y sin temor en su defensa de la Verdad.
Humildemente pedimos a todo lector musulmán que recite un Fatiha por el alma de Sultán Abdul Hamid y de los musulmanes que dedicaron sus vidas por el bien del Islam y de la entera Comunidad Islámica.

Wa min Allahu Tawfiq.

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