Si este Dios debe ser
adorado en verdad y en silencio, en lo más profundo de uno mismo, es porque no
puede ser encerrado en ninguna definición intelectual. Esto es lo que Tierno me
hizo comprender.
Tierno
Bokar fue un sabio que nació en 1875 en Ségou, junto al río Niger, en el seno
de una familia religiosa, maestros de la religión islámica de tradición
Tidjaniya y sufí. A causa de la colonización, siendo niño con su familia tuvo
que emigrar hasta Bandiagara, en Mali. Tierno dedicó su vida en Bandiagara a
enseñar la sabiduría de la caridad y del amor, integrando la espiritualidad del
islam, el sufismo y las tradiciones africanas Bambara, Haoussa, Peul y Dogon,
las de su familia y las de los lugares donde residió.
Bandiagara
es la ciudad natal de Amadu Hampate Bâ, quien descubrió la biblioteca oral de
Tierno Bokar y escribió sus enseñanzas y su relación con el sabio en el libro:
"El sabio de Bandiagara", escrito en 1957. En esta obra encontramos
hermosas joyas de la espiritualidad y de la fé religiosa como la cita que
encabeza la columna de este blog y narraciones en diálogo como la que aquí
traduzco, sobre la enseñanza de Dios :
Si este
Dios debe ser adorado en verdad y en silencio, en lo más profundo de uno mismo,
es porque no puede ser encerrado en ninguna definición intelectual. Esto es lo
que Tierno me hizo comprender un día en que le hice una pregunta tan infantil
como audaz.
Estaba
comentándonos un texto teológico de Cheikh Ibrahim Laqâni. El autor citaba
varias escuelas: "fulanito dijo esto, menganito dijo aquello...". En
medio de aquellas fórmulas, las cuales algunas me resultaban contradictorias,
yo me sentía perdido. Era incapaz de elegir. Así, tomando valor, me dirigí a
él:
-Tierno,
que Dios pueda prolongar tus días, quisiera hacerte una confesión.
Personalmente, estoy confundido en el laberinto de los teólogos, tanto de los
atributos de Dios o de su esencia. Cada vez que creo seguir el discurso de un
teólogo, un segundo viene a confundirme. No sé a cuál hacer confianza, ya que
no les conozco. También, Tierno, si no me lo prohíbes, quisiera dejar de lado a
todos los teólogos y referirme a tí, ya que TU eres mi modelo. No digo que
rechace mi confianza a los otros, pero te veo y no es a través de un testimonio
o de un papel que te conozco. Quisiera que según tu propia experiencia,
respondas a mi pregunta: ¿Qué es Dios?
Fue como
si le hubiera lanzado a los abismos del océano. Se quedó inmóvil, ojos
cerrados, como petrificado. Como se dice en Africa, él "se tragó a sí
mismo". Se quedó en ese estado varios minutos y después regresó a sí, como
si remontara de la profundidad misteriosa. Abrió los ojos y me fijó la mirada.
Por fin dijo, apoyándose largamente en cada palabra:
- Amadu,
Amadu! Dios... Dios... Dios... (Allâh... Allâh... Allâh ... ) es la confusión
de las inteligencias humanas.
-
Perdóname, Tierno, continué, pero yo no soy el más avanzado. Te digo que me
pierdo en los fatras de los teólogos, te pido una respuesta precisa y me
declaras que Dios es la confusión de las inteligencias humanas. Esto no me saca
de mi propia confusión. ¿Por qué Dios es la confusión de las inteligencias
humanas?
- Estoy
muy contento de que hayas precisado tu pregunta, me respondió, ya que es la
pregunta bien hecha de un alumno que empuja al maestro a dar con la buena
respuesta. Para que la respuesta sea precisa, la pregunta también ha de serlo.
Dios es la confusión de la inteligencias humanas porque, por un lado, si afirmas su existencia, no la puedes probar, sin embargo, ni material ni matemáticamente; por otro lado, si niegas su existencia, entonces niegas tu propia existencia, que no es sino efecto de la suya, por tanto, no existes. Y si se trata de probar a Dios materialmente, hay que recordar que la no-visibilidad, la no-palpabilidad y la no-sensibilidad de una cosa no son pruebas definitivas de su no-existencia.
Así, Dios es la confusión de las inteligencias porque todo lo que concibas en tu pensamiento y materialices en tu palabra como propiedad de Dios, cesa de ser Dios para no ser más que tu propia manera de concebirlo. Dios se escapa a toda definición.
Dios es la confusión de la inteligencias humanas porque, por un lado, si afirmas su existencia, no la puedes probar, sin embargo, ni material ni matemáticamente; por otro lado, si niegas su existencia, entonces niegas tu propia existencia, que no es sino efecto de la suya, por tanto, no existes. Y si se trata de probar a Dios materialmente, hay que recordar que la no-visibilidad, la no-palpabilidad y la no-sensibilidad de una cosa no son pruebas definitivas de su no-existencia.
Así, Dios es la confusión de las inteligencias porque todo lo que concibas en tu pensamiento y materialices en tu palabra como propiedad de Dios, cesa de ser Dios para no ser más que tu propia manera de concebirlo. Dios se escapa a toda definición.
Otras
citas y narraciones de Amadu Hampate Ba sobre Tierno Bokar, aunque en francés,
se pueden leer en el libro original en francés Ed. du Seuil 1997 Le Sage de
Bandiagara.
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