Sohbet dado por Mawlana Sheykh Nazim Al-Haqqani (qs)
Hoy, mientras estaba rezando,
se me presentó un asunto importante en el espejo de mi corazón, un tema que
necesita ser hablado. ¿Cuál es la postura de cada persona hacia el resto de la
humanidad, y hacia el resto de la creación en general? Cada persona, cada ser,
es por naturaleza egocéntrico, aunque esté constantemente interactuando con
otros a su alrededor. Todos dividen a los seres humanos en diferentes
categorías: aquellos con los que tienen más en común y con los que tienen más
cosas opuestas - y cuanto menos haya en común, más crítica se hace la pregunta.
Entonces, como seguidores de cierta religión, deben preguntarse cuál es la
actitud que deben tener hacia los miembros de otras religiones. Como hombres,
qué tipo de actitud tienen hacia las mujeres, o como mujeres hacia los hombres;
como una persona mayor hacia los jóvenes, o como un joven hacia los mayores;
como una persona rica hacia los pobres, o como un pobre hacia los ricos; como
una persona culta hacia un ignorante; cuál es su actitud, como seres humanos,
hacia los animales, plantas objetos inanimados, hacia todo lo que existe.
El bendito Profeta Muhammad, la
paz sea con él, llamó la atención de la humanidad sobre este tema cuando dijo: “Mi
Señor me ha enseñado a mostrar respeto ante todos, a mantener las buenas
maneras; y mi Señor ha perfeccionado Sus enseñanzas”. Ahora necesitamos conocer
cuáles son las mejores maneras, y cómo nos ayudan a mostrar respeto a todas las
criaturas de acuerdo a sus respectivos niveles, ya que si bien Allah
Todopoderoso ha hecho a todas las criaturas dignas de respeto, Él ha honrado
especialmente a la humanidad. Estamos invitados a comprender todo el potencial
de ese honor a través del perfeccionamiento de nuestras relaciones con todo lo
que nos rodea.
Esta perfección nos busca un
equilibrio en nuestras relaciones, junto con la percepción de las diferencias
entre los seres y a una capacidad de ajustar nuestro comportamiento de acuerdo
a estas diferencias, porque las criaturas de Allah, especialmente los seres
humanos, no son producciones industriales, en masa y cortados con el mismo
molde. Cada persona tiene su propia y única forma, características y
capacidades - no podrán encontrar dos personas exactamente iguales, incluso los
gemelos idénticos pueden diferir drásticamente en el carácter. Todos tienen
algo distintivo, y debemos observar estas marcas distintivas y variables, y de
esta forma recibiremos Sabiduría Divina y nos maravillaremos ante el Poder de
nuestro Señor. ¿Para quién más pudo crear tal diversidad? Tanto si miran
alrededor a sus semejantes, o a las estrellas en el cielo, sabrán, por sus
infinitas variaciones, que sólo Allah pudo haber creado el universo.
Los seres humanos, la “Corona
de la Creación”, son candidatos para el honorable rango de “Representante de
Allah en la Tierra” (Jalifullah min
al-ard). Somos seres a los que se les ha concedido el potencial de
descubrir un gran secreto dentro de nosotros mismos. Si en un descuido no nos
esforzamos por él, se mantendrá profundamente escondido en nuestro interior.
¿Cuál es el gran secreto dentro del hombre que debe descubrir para alcanzar su
rango? Es comprender que somos la manifestación de uno de los eternos Atributos
Divinos de nuestro Señor. Cada persona manifiesta un atributo diferente, no
importa cuántos billones de personas aparezcan y desaparezcan de esta tierra,
cada una manifiesta un aspecto único de la Realidad Divina. Cada Atributo
Divino es distinto, y cuando se descubre por completo, igualmente Divino. Por
lo tanto, nuestro Señor no hace diferencia de las formas externas, pero siempre
recuerda los estados de nuestros corazones, ya que el corazón de cada hombre es
un trono entre los infinitos tronos de Allah Todopoderoso. Ese corazón no es el
órgano de nuestro pecho, sólo es representado por él de una forma figurativa.
En el verdadero corazón, el “corazón de corazones”, hay un trono y el
Todopoderoso aparece en ese trono a través del atributo distintivo que se
manifiesta en cada uno, y en ningún otro lado en la creación.
Por lo tanto, deben respetar a
todos, ya que en realidad, ese respeto es el respeto por su Señor dentro de
ellos. Esa es la forma en que nuestro Profeta trataba a la gente, el camino que
enseña el verdadero Islam; una desviación de este “Camino de las buenas
maneras” es una peligrosa innovación (bid'a).
El respeto que debemos mostrar a los demás seres humanos es tal, que si naciera
un bebé, respirara tres veces y muriera, le daríamos un nombre, lavaríamos su
cuerpo y rezaríamos por él la oración fúnebre; y si no hubiera nadie más para
realizar esos ritos, incluso el mismo rey sería llamado a hacerlo, aunque ese
bebé hubiera nacido de sus súbditos de la condición social más baja.
¿Y qué hay si el vivo o el
muerto es de otra religión, o sin religión, le mostraremos menos respeto? Un
día el bendito Profeta estaba sentado con sus compañeros cuando pasó un cortejo
fúnebre. El bendito Profeta se paró como signo de respeto hacia esa alma que
había partido. Uno de los compañeros dijo: “Oh Mensajero de Allah, ese es el
cuerpo de uno de los idólatras. ¿Le estás mostrando respeto a esa gente?”. Lo
que dijo ese compañero fue una señal de malos modales, y él inmediatamente se
lamentó. ¿Acaso el Profeta no sabe si esa persona muerta y aquellos en la
procesión son musulmanes o adoradores de ídolos? Si no lo sabe, ¿cómo puede ser
un Profeta? Pero como los compañeros tenían diferentes niveles de comprensión y
de modales, creciendo gradualmente hacia la perfección, el Profeta era siempre
paciente con aquellos que mostraban esas actitudes desafiantes; él le explicó
sus acciones a ese compañero de acuerdo a su nivel de comprensión - que era el
nivel común. ¡Y qué difícil para el creyente común, cuyos sentimientos humanos
son captados por el ir y venir de los eventos diarios, entender cómo el Profeta
le dio respeto a gente que estaba activamente ocupada en la opresión de los
musulmanes, matándolos y boicoteándolos, y en general mostrando cualidades
abominables! ¡Qué difícil para la gente común hacer una distinción entre las
malas acciones de la gente y las Realidades Divinas escondidas y veladas,
aunque presentes e inalteradas, en el corazón de los corazones, y de esta forma
comprender por qué no debemos odiar a nuestros enemigos! Tal entendimiento hace
a una persona elegible para recibir los Secretos Divinos, siendo una categoría
de conocimiento que se le instruyó al Profeta que revelara sólo a iniciados.
Por lo tanto, para guiar a ese
compañero en la dirección de esta realidad, sin revelarle aquello que no
pudiera comprender, el bendito Profeta le dijo: “Sí, estos son incrédulos, pero
debes saber que cada uno tiene ángeles acompañándolo, anotando sus buenas y
malas acciones, y el ángel de la muerte, Azrail, también está acompañando al
hombre muerto: yo me quedé parado por respeto a esos ángeles”. De esta forma el
bendito Profeta enseña a todos los musulmanes a mostrar respeto a toda la
gente, viva o muerta, sin importar cuán terribles puedan ser sus acciones.
Mawlana Jalaluddin Rumi, un
Santo conocido a través de Oriente y Occidente, una vez estaba cruzando una
plaza cuando un sacerdote pasó a su lado e inclinó su cabeza por respeto.
Mawlana devolvió el saludo inclinándose incluso más, desde la cintura. La gente
le preguntó: “¿Cómo es que se inclina frente a un sacerdote (que representa una
religión que fracasó en reconocer al bendito Profeta del Islam)?”. En el Islam,
la inclinación es un gesto generalmente reservado para las devociones a Allah,
siendo que más comúnmente se usan otros signos de respeto.
Luego Mawlana les respondió, en
un nivel de acuerdo a su comprensión: “Ese sacerdote fue humilde frente a
nosotros. Él es cristiano, nosotros somos musulmanes; y el Islam representa la
culminación de todo bien encontrado en el Cristianismo. Por lo tanto, si él es
humilde, debemos esforzarnos para ser aún más humildes”.
Esta explicación es real, pero
a un nivel más profundo, esta reciprocidad del saludo debe ser entendida como
respeto hacia la verdadera personalidad, la Personalidad Divina de ese
sacerdote - ya que es sólo el Todopoderoso quien viste a Sus siervos en
diferentes formas externas y los predispone para diferentes tipos de acciones.
Mawlana reconoció que fue su Señor que lo vistió a él como un Sheykh y a ese
hombre como sacerdote; y si Él quiere, puede hacer que se intercambien los
roles, que cada uno de los corazones se adhiera a la religión del otro en un
segundo; ¿y quién puede decir lo que hará Allah? ¿Qué hay debajo de esas ropas
sino el Trono de Allah, en una única manifestación de personalidad?
En el Sagrado Corán se relata
que cuando Allah Todopoderoso creó a Adán, Él le ordenó a todos los ángeles que
se postraran frente a él. ¿Piensan que Allah Todopoderoso les ordenó que
alabaran a otro que no fuera Él? Todos los ángeles eran capaces de percibir esa
Manifestación Divina en Adán, y ellos reverenciaron a su Señor postrándose
frente a Adán. Pero también estaba presente Satán, que estaba velado por la
envidia, y dijo: “¿Qué es él para que yo tenga que adorarlo? Yo sólo adoro a
Allah”. Pero Satán no pudo ver lo que había dentro de Adán: todos los Nombres
Sagrados de Allah que iban a manifestarse a través de toda su descendencia. Si
todos esos velos de envidia hubieran sido quitados, él habría sido el primero
en obedecer. La envidia nos vela de esta visión, y desafortunadamente, impidió
a muchos representantes de anteriores religiones reveladas, reconocer al
Profeta Muhammad cuando vino, el verdadero hermano de los Profetas que ellos
veneran.
Si nosotros podemos recordar
que la presencia de este secreto Divino está en el corazón de la gente, y
pasamos por alto sus formas externas y acciones, aprenderemos de todo y de
todos, y aumentaremos en sabiduría. Sólo con esta visión podemos aspirar a una
magnanimidad que cause que buenas acciones aparezcan en la gente, para que un
rayo de su Esencia Divina brille y anime a los velos del ego a levantarse. El
respeto a la Naturaleza Divina del hombre lleva a la familiaridad entre la
gente, y la familiaridad abre el camino al amor, y todo el amor pertenece a
nuestro Señor.
Nuestra principal
responsabilidad en la vida es limpiar las malas características que cubren
nuestras Personalidades Divinas, y una vez que hayamos logrado esto, ayudar a otros
a liberarse a sí mismos de esa pesada carga. Siempre debemos recordar la
naturaleza sacrosanta de las almas. Miren, Sayyidina Umar, quien se convertiría
en el segundo Califa del Islam, fue hacia el bendito Profeta con la intención
de matarlo, pero después de acercarse a él se fue con el corazón lleno de amor
y bondad. Él era el mismo hombre, la esencia de su ser nunca cambió, sólo varió
su actitud. Por eso debemos siempre tener cuidado de decir “aquel es una mala
persona”. No pueden decir eso de su verdadera esencia, no.
Aunque nosotros consideremos
las esencias de la gente, no aceptamos sus malas acciones, sino que les
“disparamos” de la misma forma que un cirujano extirpa un tumor de un paciente
y deja el tejido sano dentro de él: sabe distinguir entre un tejido sano y uno
canceroso, y saca lo que es peligroso...
Ese es el método practicado por
todos los Profetas de todas las religiones reveladas desde el principio al fin.
Ayudar a la gente a purificarse de las características destructivas fue la
misión de Moisés, de Jesús y también del Sello de los Profetas, Muhammad, la
paz sea con todo ellos, a quien su Señor le ordenó: “Purifícalos”. Todos
trabajaron para este fin y nunca se desesperaron por el éxito, ya que tenían la
certeza de que un tesoro se mantenía oculto en el corazón de la gente. Si
ustedes tienen un diamante y luego cae al inodoro, ¿tirarían de la cadena para
que se fuese junto con los deshechos? ¿Alguien sugeriría algo así? Tal vez alguna
gente orgullosa o débil de estómago llamaría a un sirviente para sacarlo, pero
nadie en sus cabales tiraría agua al inodoro para que se fuese. Cuando
recuperaran ese diamante lo lavarían con abundante agua y jabón, tal vez lo sumergirían
en aceite de rosa, y luego lo devolverían a su dedo. Nadie pensará que el
diamante está sucio. Los diamantes no absorben las cualidades del lugar donde
caen - las almas son iguales.
En nuestro tiempo muchas
personas buscan puntos en común en los que los seguidores de todas las
religiones se puedan basar, una escuela de pensamiento que trace su hilo a
través de todas las verdaderas inspiraciones. Este es ese punto en común:
aspiren a un entendimiento más profundo a través de su religión, un
entendimiento que les abrirá los ojos a la presencia del Uno en todas las
cosas, eso les revelará la respetabilidad de todas las criaturas, especialmente
los seres humanos, y les permitirá desistir de odiar a quienes hacen el mal,
aún mientras se opongan a sus creencias. Esta visión nos distanciará de esa
identidad, que está como en rótulos, que evoca fervor o enemistad: Americanos,
Rusos, Alemanes, Turcos, Griegos, Armenios, Judíos, Cristianos, Musulmanes,
Budistas, etc. y nos acerca a la comprensión de que nuestro Señor nos ha
honrado a todos por igual a través de la presencia universal de Su Esencia
Divina en nuestros corazones. Desde ese ventajoso punto veremos que nuestro
Señor nos ha dado, a través de esa Esencia, características maravillosas y
únicas, e hizo de cada uno de nosotros una manifestación de Sus Atributos
Divinos.
Entonces también nos quedará
claro que los velos del ego que cubren nuestra esencia son tan variados y
sutiles como las diferencias en la manifestación de la esencia; todos tenemos
“trampas del ego” que son únicas, designadas para atrapar su única alma - y
evitar o escaparse de estas trampas es la esencia del conocimiento del Camino.
Sólo aquel que se acerque a su Señor con sincera devoción descubrirá este
camino, y esta sinceridad es lo que nuestro Señor desea de nosotros, lo que
tiene verdadero valor, como Él dice en Su Libro Sagrado: “El mejor (o más
honorable) de ustedes es el más sinceramente piadoso y temeroso de Allah”. En
otras palabras, nuestro Señor nos ha honrado a todos, pero reserva Sus más
altos honores para aquellos que se esfuerzan hacia Él.
El Profeta Muhammad, la paz sea
con él, fue dotado con la más amplia comprensión del significado del santo
verso: “Hemos honrado a todos los hijos de Adán”, la comprensión de la
presencia del Uno en la multiplicidad. Mawlana Jalaluddin Rumi tuvo la
distinción de declarar estas realidades más abiertamente a todas las Naciones,
invitando a toda la gente incondicionalmente a través de una puerta abierta,
diciendo:
Ven,
ven, quienquiera que seas, vuelve.
Seas
incrédulo, mago o idólatra, vuelve.
¡La
nuestra no es una Dergah de desesperanza!
Aunque
hayas roto tu arrepentimiento cientos de veces, vuelve.
Como Allah Todopoderoso abre
Sus puertas a todos Sus siervos, así nosotros aceptamos a los siervos de
nuestro Señor. Nosotros no somos fanáticos que pasan sus vidas interrogando a
aquellos que buscan mitigar su sed en la fuente. Este es el camino de nuestro
Grandsheykh, que declaró: “Yo soy un defensor para todos los hijos de Adán en
el Ultimo Día”. Cuando alguien llega a nuestra puerta, sabemos quién lo envió,
por lo tanto no podemos rechazarlo.
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