domingo, 23 de agosto de 2015

Jesús, sanador de corazones

Extraído del Masnavi (III, 2) de Mawlana Jalaluddin Rumi.


La casa de Jesús era el banquete de los hombres del corazón,
¡Eh, ser afligido, no abandones esta puerta!
La gente se amontona por todos lados,
muchos ciegos y cojos, y paralíticos y dolientes,
en la puerta de Jesús al alba,
que con su aliento puede curar sus dolencias.

Apenas hubo terminado sus oraciones,
ese santo aparecería a la hora tercera;
él vio ese gentío impotente en grupos,
sentados a su puerta con confianza y esperanza;
les habló, diciendo: "¡Oh afligidos!
Los deseos de todos ustedes han sido concedidos por Dios;
levántense, caminen sin pena ni aflicción,
¡conozcan la misericordia y beneficencia de Dios!

Entonces todos, como camellos cuyos pies están encadenados,
cuando les liberas sus pies en el camino,
corren presurosos con alegría y placer hasta el lugar del alto.
Y así a su orden se pusieron de pie y corrieron.

¿De cuántas aflicciones causadas por ti a ti mismo
has escapado por medio de estos principios de la fe?
¡Cuánto tiempo esta invalidez tuya fue un corcel!
¡Qué pocas veces tu alma estuvo vacía de pena y desgracia!
Oh rezagado y descuidado, ata una cuerda a tus pies,
no sea que pierdas a tu propio ser.

Pero tu ingratitud y desagradecimiento
olvidan la miel que has sorbido.
Este camino fue inevitablemente cerrado para ti
cuando heriste los corazones de los hombres del corazón.

¡Rápido! ¡Abrázales y pídeles perdón!
Como las nubes, derrama lágrimas de lamentación,
para que su jardín de rosas pueda florecer para ti,
y sus frutas maduras se abran por sí solas.

Agrúpense alrededor de esa puerta, no sean más viles que un perro,
si quieren rivalizar con el perro de los Siete Durmientes.

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