El valor histórico del Imperio
Otomano se debe a una conjunción de factores y cuestiones; y es que estamos
hablando de uno de los Imperios más grandes que nuestro planeta ha podido ver a
lo largo de su historia. Un imperio que, además de conquistar y anexionarse
nuevos territorios, influyó a culturas posteriores con su estilo de vida, sus
tradiciones, en el plano cultural, religioso e incluso social. No podemos
olvidarnos que consiguió resistir más de 600 años, tiempo más que suficiente
para dejar una enorme huella.
Hay que destacar que ya en su
origen marcó un antes y un después, ya que el Imperio Otomano conseguía poner fin
a la cultura bizantina. Asimismo, cabe destacar, que desde el punto de vista
religioso, el Islam fue el gran beneficiario, dado que el Imperio extendió esta
religión por absolutamente todos sus territorios. Teniendo en cuenta que ocupó
hasta 3 continentes (Europa, Asia y África) no podemos negar que el alcance fue
realmente asombroso.
Existen otros puntos desde los
cuales el Imperio Otomano destacó y por tanto fue tomado como un imperio
fundamental y determinante para la historia. Por ejemplo, hay que poner la
vista de forma obligada en su ejército, que lograra mantener su presencia y
durar tantos años y que además cuenta con tantas conquistas. Debía tener una
fuerza militar poderosa, aspecto que merece un estudio detenido.
Lo cierto es que ya los romanos,
en su día, supusieron un antes y un después en los aspectos militares. Con los
otomanos pasa algo muy similar. Contaban con un poderoso y grandísimo ejército
con estrictas jerarquías al cual podían pertenecer sin problemas cristianos y
extranjeros. Asimismo, disponía de divisiones tan importantes como los llamados
jenízaros, que eran soldados europeos que habían sido reclutados durante su
niñez y habían terminado siendo convertidos al Islam.
Este enorme ejército únicamente
respondía a las órdenes directas del sultán. Además, cabe destacar que en su
expansión tenían claro que reclutar hombres de armas era importante pero
también lo era reclutar operarios que fueran capaces de crear dichas armas.
Así, se encargaban de reclutar operarios expertos en fundición y construcción
de cañones. Su poder militar aumentó considerablemente al tiempo que su poder
armamentístico también lo hacía.
Si desde un punto de vista
religioso y militar el Imperio Otomano dejó muchísima huella en los territorios
en los que estuvo presente, lo cierto es que también lo hizo su organización
territorial, marco en el cual se observa que ya apostaban por una división
similar a las provincias, pues contaban con un extenso territorio.
Sin duda fueron una pieza clave
para la conformación del mapa actual, sobre todo en Asia y África, aunque
también en parte de Europa del este donde encontramos representaciones
arquitectónicas que nos recuerdan que un día, esa parte del viejo continente
perteneció al Imperio Otomano.
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