Bismillahi
Rahmani Rahim
Ante los recurrentes desmanes
de violencias injustificadas perpetradas por sectas extremistas que se arrogan
una interpretación subvertida del Islam, debemos aclarar lo siguiente: En lo
que constituye la creencia tradicional de la amplia mayoría de los Musulmanes,
no hay yihad sin la autorización de un Califa divinamente investido, y en los
tiempos que transcurren, por anuncio profético sabemos que el Califato no es un
derecho para el mundo Islámico hasta el advenimiento del Imam Mahdi (as), quien
restaurará el derecho califal a manos de los descendientes de la casa de Osmán,
es decir, los Otomanos, quienes representaron el último bastión poderoso del
Islam.
Debemos ser rotundos, sin
personalismos ni animadversión: para estos tiempos no hay yihad ni califato,
como lo pretenden actualmente las sectas oscurantistas que asolan el mundo,
dañando tanto a musulmanes como a no-musulmanes, desde Nigeria hasta Rusia. Aún
más, estas falanges surgen desde el corazón mismo de la traición hacia el
Califato divinamente investido. Hace ya algo más de 200 años que grupos
insurgentes germinados desde la ideología ramplona del wahhabismo y -como no-
financiados por la voracidad británica, levantaron sus cabezas contra la
autoridad califal otomana plantando la semilla de la disolución y la perfidia
dentro del ámbito islámico. Hoy día, los herederos ideológicos de aquel
beduinaje insensato, levantan sus fusiles mostrando a los ojos del mundo una
imagen depravada del Islam que en todo conviene a los poderes depredadores de
turno.
Desde Raíces y Sabiduría, y
como Nuevos Otomanos de la Argentina, rechazamos toda manifestación de
violencia e intolerancia surgidas desde la ignorancia más falaz y abogamos por
un conocimiento crítico y desapasionado de nuestra historia islámica para reconocer
las causas profundas de lo que nos enajena y buscar así la solución que nos
liberará de todo yugo opresor.
De Allah proviene el éxito.
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