jueves, 28 de febrero de 2013

Islam y Cultura Argentina

Las aportaciones de Cardoso, Corbiere, Franco y Lugones.
Continuamos presentando notas que puntualizan la influencia del Islam en la forja de la identidad tradicional argentina y su arquetipo, el Gaucho. Aclaramos que cuando se habla específicamente de lo “árabe” como seña cultural, se alude directamente a lo islámico, apreciación muy frecuente entre los estudiosos e intelectuales no-musulmanes.
El agrimensor, historiador y costumbrista Aníbal Cardoso (1862-1923), hace una singular enumeración en uno de sus artículos: "Es un hecho realmente curioso que después de luchar los españoles durante ocho siglos con los árabes hasta desalojarlos de la Península, vinieran pocos años después a colonizar nuestro país, donde sus hijos nacerían con el instinto y crecerían con la tendencia del amor al caballo, tan arraigado entre los moros, sus seculares enemigos. Si a esto se agrega el amor a la vida libre, el culto al valor y a la hospitalidad, la afición a los actos heroicos y caballerescos. Y la frugalidad estoica en los tiempos de miseria, tenemos que nuestros gauchos han sido los árabes del Plata". (Aníbal Cardoso: Los atributos del gaucho colonial, en el Boletín de la Junta de Historia y Numismática Americana; Buenos Aires, 1928, v. 5, págs. 71-91; citado también por Gabriel Taboada en Gauchos, Tea, Buenos Aires, 1992, pág. 159).
Análogamente como lo hace Sarmiento, el escritor y escribano Emilio Pedro Corbiere (1886-1946) en su libro "El Gaucho. Desde su origen hasta nuestros días", publicado por primera vez en 1929 (Talleres Gráficos Argentinos L.J. Rosso, Buenos Aires), afirma que el gusto americano por el payador es de origen árabe: "Este gusto a payador o cantor, creación árabe, que es la primitiva sangre de los andaluces, vino importado con los conquistadores a América, y de aquéllos se han copiado muchos de sus objetos de uso, como los frenos y las riendas de cuero trenzado. Es árabe el estilo de sus canciones pesadas, monótonas, quejumbrosas como lamentos, siempre en el mismo tono, y que los nativos denominaron 'tristes'" (E.P. Corbiere: El Gaucho, Editorial Renacimiento, Sevilla, 1998, pág. 206). En este contexto, son altamente significativas las declaraciones del cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa (1903-1969): "La milonga es rioplatense... Se trata de un ritmo que recibe influencias afro y, por cierto, también proviene, como una buena parte del folclore nuestro, del folclore del sur de Andalucía, del sur de España, del folclore andaluz". (Entrevista que se le realizó en España por el periodista José Luis Izaguirre, para Radio Peninsular en diciembre de 1976). De hecho el término 'guitarra' proviene del árabe ‘al-quitar’, la cuerda, y se ha visto en el origen del instrumento al Ud (laúd) norteafricano.
Para el escritor, poeta y versado tradicionalista catamarqueño Luis L. Franco (1898-1988), el gaucho era un criollo con sus adentros árabes: "La ascendencia de los jinetes del desierto arábigo o africano está presente en más de un detalle: el uso de riendas abiertas para sujetar el caballo si desmonta el jinete; el cabalgar derecho en la silla; el trepar sobre ella de un salto sin tocar el estribo mientras el caballo avanza. (...) El nuevo hombre ya no es español, por cierto. Por el lado de su sangre india le viene la aptitud para el dominio de la desaforada llanura, por el otro lado también: la sangre medio mora de España ha recobrado en la pampa su medio originario de desierto poblado de galopes. (...) El gaucho come carne y bebe mate amargo. Mate y carne de vaca (por eso asegura Lugones: 'El gaucho nunca fue alcoholista'. -El Payador, pág. 50). (...) El aduar árabe, la toldería pampa misma, significan, cada cual a su modo, una asociación efectiva (...) Ya veremos que aunque su cuerpo sea indio, sus adentros son árabes. (...) El gaucho no es propiamente un nómade, ni tampoco lo contrario; es más bien, si se quiere, un sedentario a caballo. Diríamos que nace a caballo, pues el niño es, a los cuatro años, un jinete delante de Dios... (...) Como en las tribus árabes, aquí el cantor es agente de sociabilidad, es decir, de cultura. Todo gaucho es músico, pero en las broncas coplas del payador, el corazón de los hijos del desierto balbucea el lenguaje cofraternal de la poesía. (...) "Los gauchos o campesinos son muy superiores a los habitantes de la ciudad. Invariablemente el gaucho es muy servicial, muy cortés, muy generoso, nunca he visto un ejemplo de grosería e inhospitalidad. Lleno de modestia cuando habla de sí mismo o de su país, es, al mismo tiempo, tan atrevido como valiente" (Darwin). Desde luego, el gaucho no era un salvaje, pues, por raro que parezca, el admirable espíritu de la cortesía árabe-española (islámica), que la opresión político religiosa (de la inquisición) no pudo extinguir del todo en la Península, persistió en él" (L.L. Franco: El Otro Rosas, Editorial Schapire, Buenos Aires, 1968, págs. 79-108 y 125).
Al analizar el origen de las payadas y los payadores, el canto y la inspiración gauchesca, el escritor Leopoldo Lugones (1874-1938) hace este análisis: "...si el origen de las tensiones provenzales y de los romances con ecos, estaba, sin duda en la églogas grecolatinas, fueron los árabes quienes continuaron y sistematizaron aquel género de poesía, que les era también habitual, cuando en la época mencionada (siglo VII) dominaron allá a su vez. Precisamente, los trovadores del desierto habían sido los primeros agentes de la cultura islamita, constituyendo con sus justas en versos, la reunión inicial de las tribus, que Mahoma, un poeta del mismo género, confederó después. Así se explica que para nuestros gauchos, en quienes la sangre arábiga del español predominó, como he dicho, por hallarse en condiciones tan parecidas a las del medio ancestral, tuviera el género tanta importancia. (...) ¡Quién habría dicho al conquistador, que con la guitarra introducía el más precioso elemento de civilización!... Dulce vihuela gaucha que ha vinculado a nuestros pastores...con la rediviva dulcedumbre de las cassidas arábigas cuyos contrapuntos al son del laúd antepasado y de la guzla monocorde como el llanto, iniciaron entre los ismaelitas del arenal la civilización musulmana: el alma argentina ensayó sus alas y su canto de pájaro silvestre en tu madero sonoro". (L. Lugones: El Payador, pág. 54).
Fuente: "Reconstrucción historiográfica de las señas Mudéjares del Gaucho" del Prof. Ricardo Elía.
Remitimos a nuestros lectores a Etiquetas de este blog, sección "Tradición Argentina", donde hemos incluído más material al respecto.

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