Las aportaciones de Cardoso,
Corbiere, Franco y Lugones.
Continuamos
presentando notas que puntualizan la influencia del Islam en la forja de la
identidad tradicional argentina y su arquetipo, el Gaucho. Aclaramos que cuando
se habla específicamente de lo “árabe” como seña cultural, se alude
directamente a lo islámico, apreciación muy frecuente entre los estudiosos e
intelectuales no-musulmanes.
El agrimensor, historiador y
costumbrista Aníbal Cardoso (1862-1923), hace una singular enumeración en uno
de sus artículos: "Es un hecho
realmente curioso que después de luchar los españoles durante ocho siglos con
los árabes hasta desalojarlos de la Península, vinieran pocos años después a
colonizar nuestro país, donde sus hijos nacerían con el instinto y crecerían
con la tendencia del amor al caballo, tan arraigado entre los moros, sus
seculares enemigos. Si a esto se agrega el amor a la vida libre, el culto al
valor y a la hospitalidad, la afición a los actos heroicos y caballerescos. Y
la frugalidad estoica en los tiempos de miseria, tenemos que nuestros gauchos
han sido los árabes del Plata". (Aníbal Cardoso: Los atributos del
gaucho colonial, en el Boletín de la Junta de Historia y Numismática Americana;
Buenos Aires, 1928, v. 5, págs. 71-91; citado también por Gabriel Taboada en
Gauchos, Tea, Buenos Aires, 1992, pág. 159).
Análogamente como lo hace
Sarmiento, el escritor y escribano Emilio Pedro Corbiere (1886-1946) en su
libro "El Gaucho. Desde su origen
hasta nuestros días", publicado por primera vez en 1929 (Talleres
Gráficos Argentinos L.J. Rosso, Buenos Aires), afirma que el gusto americano
por el payador es de origen árabe: "Este
gusto a payador o cantor, creación árabe, que es la primitiva sangre de los
andaluces, vino importado con los conquistadores a América, y de aquéllos se
han copiado muchos de sus objetos de uso, como los frenos y las riendas de
cuero trenzado. Es árabe el estilo de sus canciones pesadas, monótonas,
quejumbrosas como lamentos, siempre en el mismo tono, y que los nativos
denominaron 'tristes'" (E.P. Corbiere: El Gaucho, Editorial
Renacimiento, Sevilla, 1998, pág. 206). En este contexto, son altamente
significativas las declaraciones del cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa (1903-1969):
"La milonga es rioplatense... Se
trata de un ritmo que recibe influencias afro y, por cierto, también proviene,
como una buena parte del folclore nuestro, del folclore del sur de Andalucía,
del sur de España, del folclore andaluz". (Entrevista que se le
realizó en España por el periodista José Luis Izaguirre, para Radio Peninsular
en diciembre de 1976). De hecho el término 'guitarra' proviene del árabe ‘al-quitar’,
la cuerda, y se ha visto en el origen
del instrumento al Ud (laúd) norteafricano.
Para el escritor, poeta y
versado tradicionalista catamarqueño Luis L. Franco (1898-1988), el gaucho era
un criollo con sus adentros árabes: "La
ascendencia de los jinetes del desierto arábigo o africano está presente en más
de un detalle: el uso de riendas abiertas para sujetar el caballo si desmonta
el jinete; el cabalgar derecho en la silla; el trepar sobre ella de un salto
sin tocar el estribo mientras el caballo avanza. (...) El nuevo hombre ya no es
español, por cierto. Por el lado de su sangre india le viene la aptitud para el
dominio de la desaforada llanura, por el otro lado también: la sangre medio
mora de España ha recobrado en la pampa su medio originario de desierto poblado
de galopes. (...) El gaucho come carne y bebe mate amargo. Mate y carne de vaca
(por eso asegura Lugones: 'El gaucho
nunca fue alcoholista'. -El Payador, pág. 50). (...) El aduar árabe, la toldería pampa misma, significan, cada cual a su
modo, una asociación efectiva (...) Ya veremos que aunque su cuerpo sea indio,
sus adentros son árabes. (...) El gaucho no es propiamente un nómade, ni
tampoco lo contrario; es más bien, si se quiere, un sedentario a caballo.
Diríamos que nace a caballo, pues el niño es, a los cuatro años, un jinete
delante de Dios... (...) Como en las tribus árabes, aquí el cantor es agente de
sociabilidad, es decir, de cultura. Todo gaucho es músico, pero en las broncas
coplas del payador, el corazón de los hijos del desierto balbucea el lenguaje
cofraternal de la poesía. (...) "Los gauchos o campesinos son muy superiores
a los habitantes de la ciudad. Invariablemente el gaucho es muy servicial, muy
cortés, muy generoso, nunca he visto un ejemplo de grosería e inhospitalidad.
Lleno de modestia cuando habla de sí mismo o de su país, es, al mismo tiempo,
tan atrevido como valiente" (Darwin).
Desde luego, el gaucho no era un salvaje, pues, por raro que parezca, el
admirable espíritu de la cortesía árabe-española (islámica), que la opresión político religiosa (de
la inquisición) no pudo extinguir del
todo en la Península, persistió en él" (L.L. Franco: El Otro Rosas,
Editorial Schapire, Buenos Aires, 1968, págs. 79-108 y 125).
Al analizar el origen de las
payadas y los payadores, el canto y la inspiración gauchesca, el escritor
Leopoldo Lugones (1874-1938) hace este análisis: "...si el origen de las tensiones provenzales y de los romances
con ecos, estaba, sin duda en la églogas grecolatinas, fueron los árabes
quienes continuaron y sistematizaron aquel género de poesía, que les era
también habitual, cuando en la época mencionada (siglo VII) dominaron allá a su
vez. Precisamente, los trovadores del desierto habían sido los primeros agentes
de la cultura islamita, constituyendo con sus justas en versos, la reunión
inicial de las tribus, que Mahoma, un poeta del mismo género, confederó
después. Así se explica que para nuestros gauchos, en quienes la sangre arábiga
del español predominó, como he dicho, por hallarse en condiciones tan parecidas
a las del medio ancestral, tuviera el género tanta importancia. (...) ¡Quién
habría dicho al conquistador, que con la guitarra introducía el más precioso
elemento de civilización!... Dulce vihuela gaucha que ha vinculado a nuestros
pastores...con la rediviva dulcedumbre de las cassidas arábigas cuyos
contrapuntos al son del laúd antepasado y de la guzla monocorde como el llanto,
iniciaron entre los ismaelitas del arenal la civilización musulmana: el alma
argentina ensayó sus alas y su canto de pájaro silvestre en tu madero
sonoro". (L. Lugones: El Payador, pág. 54).
Fuente:
"Reconstrucción historiográfica de las señas Mudéjares del Gaucho"
del Prof. Ricardo Elía.
Remitimos a nuestros lectores a Etiquetas de este blog, sección "Tradición Argentina", donde hemos incluído más material al respecto.
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