Bismillahi
Rahmani Rahim
Cada pueblo, cada raza, cada
etnia, posee sus propias características culturales diferenciadas.
El Islam no pretende la
uniformidad cultural de los pueblos, sino el desarrollo de los mismos en base a
la Tradición.
La Tradición es el fundamento supra
humano que, entre otras cosas no menores, sirve para que las características
culturales de cada pueblo puedan ser desarrolladas positivamente.
Todo rasgo cultural distintivo
guarda secretos que hacen sagrada la historia de la humanidad en el mundo.
Los principios de la Tradición
son inmutables en el espacio y el tiempo, son inmodificables.
Cuando la Tradición permanece
en su luminosa originalidad redunda en un desarrollo efectivo para individuos y
comunidades.
Todo rasgo cultural distintivo
no debe contradecir abiertamente los principios tradicionales, ya que en la
antipatía los elementos tienden a excluirse mutuamente resintiendo el retroceso
de las partes.
La Tradición busca el
desarrollo de hombres y pueblos, y la cultura floreciente es la respuesta
inherente al mismo.
Toda manifestación cultural
debe ser la expresión de un talento desarrollado, de una cualidad germinal o de
una virtud que se abre como forja sapiencial.
Todo rasgo cualitativo del ser humano debe redundar en cultura.
Todo rasgo cualitativo del ser humano debe redundar en cultura.
Toda raza, todo pueblo, posee
rasgos distintivos únicos. La Tradición es el abono para el desarrollo cultural
de estos rasgos.
El Profeta Muhammad (asws) ha
dicho que 'el amor por la tierra de uno es parte de la fe', y en el Sagrado
Qur'an, Allah Todopoderoso nos dice: "¡Seres humanos! Os hemos creado a
partir de un varón y de una hembra, y os hemos hecho pueblos y tribus distintos
para que os reconocierais unos a otros (intercambiando aprendizajes,
enriqueciéndonos culturalmente)" (49:13)
En cada zona del planeta donde
la Tradición Islámica ha ingresado, los pueblos han asimilado sus culturas a
ella y las han desarrollado en base a ella, generando un bellísimo crisol de
culturas diversas hermanadas por una misma tradición. Tal el ejemplo de los
pueblos túrquicos, de los pueblos del África del Norte y el África occidental,
de la India, los pueblos árabes, etc. Cada uno, habiendo aceptado el Islam como
Tradición supra humana, desarrolló a partir de sus principios su cultura
correspondiente y distintiva.
En América del Sur, al ser la
experiencia tradicional del Islam muy nueva y reciente (no lleva ni cien años
frente a 1400 de historia islámica), todavía no ha definido su identidad
cultural propia y por lo general se intenta vivenciar desde la 'culturalidad'
ajena o directamente se vive un Islam 'inculto'. Sin embargo esto no deja de
suponer un contrasentido, ya que cada pueblo, región y raza poseen rasgos
diferenciados y distintivos por desarrollar.
Nuestros matices culturales
difieren considerablemente de los matices culturales turcos, africanos o árabes
(como cada uno de ellos difieren entre sí, lo que no debe significar exclusión
sino complementarismo), por lo que nuestra experiencia cultural no puede, y no
debe, ser circunscripta dentro de estos márgenes. De aquí la importancia, como
musulmanes latinoamericanos, de redescubrir nuestras posibilidades culturales
autóctonas y regionales para que en base a nuestra vivencia tradicional
islámica podamos desarrollarlas como identidad definida de pueblo y raza.
Para el intercambio cultural
nuestra América tiene mucho para ofrecer, y el Islam posee la fuerza
movilizadora para potenciar sus rasgos más positivos.
Nota:
destacamos la cultura por considerarla un elemento prioritario para la
espiritualidad sana y vigorosa que hace del ser humano lo que realmente debe
ser. Sin un entorno cultural propicio el ser humano solamente puede ser un
sujeto más del automatismo esclavizante promovido desde los sistemas seculares
que en todo se oponen a la vivencia tradicional.
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