Bismillahi
Rahmani Rahim
Ha dicho Sheykh Abdul Kerim
al-Hakkani (ra) que el occidente y sus ideologías subversivas quieren hacerlo
todo femenino, cosa que nos resulta harto evidente, y, como lo ha dicho un
sabio trovador gaucho argentino, la lucha por la verdad se ha hecho para los
varones.
Desde ciertos ámbitos de
dudosas espiritualidades, "Amor", "Paz", se han vuelto
conceptos manoseados en boca de incompetentes que sólo buscan la satisfacción
de sus egos, hacer a un lado todo compromiso y toda responsabilidad, creyendo
que con tráfico de "Amor" todo es solucionable.
No dudamos que eso sea así.
Pero el camino es completamente diferente al planteado por estos gurús de lo
falsario.
El camino de la responsabilidad
es el camino del sacrificio, y el sacrificio requiere de una voluntad viril que
se imponga sobre los caprichos y desavenencias del ego. Una voluntad pasiva,
"amorosa", "afeminada", como lo pretenden ciertas creencias
promovidas desde el occidente corrupto, no pueden ejercer ninguna acción sobre
los movimientos desestabilizadores del ego. He aquí la trampa más peligrosa y
de aquí la campaña que frecuentemente se lleva a cabo contra el Islam y sus
enseñanzas tradicionales.
El Islam nos hace hombres
reales, nos hace guerreros auténticos dispuestos a dar la vida por una causa
que trasciende toda contingencia. Por esto el Islam se impregna de una
"espiritualidad heroica", es decir, héroe es aquel que triunfa sobre
sí mismo, sobre sus vilezas y mediocridades, sobre su ser inferior, alzándose a
las alturas del Hombre original.
Por esto también, ante la poca
conveniencia que presupone esta transformación, se gestiona otro peligroso
engaño desde los secularismos obsoletos de "moderar" el Islam, es
decir, ajustarlo a las debilidades de una voluntad pacificada. Repetimos, una
voluntad "pacificada" constituye una atrofia, una anomalía, ya que
por naturaleza la voluntad debe ser activa, y sin actividad, la voluntad
anquilosada sólo puede enfermar sumida en su propio ostracismo.
Solamente una voluntad viril puede conocer la medida adecuada del amor y de la
paz de acuerdo a la Divina Sabiduría, y no de acuerdo a los caprichos del ego
que en orden de obviar toda responsabilidad se entrega a una desmedida y
arbitraria sensualidad autodestructiva.
Afeminar voluntades conlleva la
atrofia de la capacidad original en sí mismas. Moderar el Islam redunda en la
feminización de la voluntad y en la inutilidad del método, lo que equivale a la
peor innovación.
Islam es la forja de hombres y
mujeres poderosos que aman lo que debe ser amado y desprecian lo que debe ser
despreciado por Allah Todopoderoso.
Hay Haqq (Verdad) y hay batil (falsedad), y sólo una voluntad activa puede ser
capaz de reconocer correctamente el valor específico de las cosas utilizando
como medida la balanza de la Divina revelación, que alumbra en la Sunnah de
Sayidina Muhammad (asws).
El feminismo ideológico del
occidente moderno (téngase en cuenta que utilizamos el término
"occidente" para englobar toda una carga de cuestiones ideológicas y
experimentales que se oponen abiertamente a la vivencia transformadora de lo
Tradicional), pacifista, amoroso, y muy del estilo New Age, supone un atentado
altamente perjudicial para la vida espiritual del ser humano, ya que en vez de
desarrollar las capacidades inherentes al mismo (capacidades que deben ser
"activadas"), tiende a mermarlas hasta la inacción, debilitándolas para
convertirlas en víctimas efectivas de una oscura maquinación que busca la
uniformidad de las consciencias. La uniformidad, la mecanización de las
consciencias, son las armas más poderosas de dominación que utilizan las
fuerzas sheytánicas para hundir al hombre en el oscuro e impropio abismo de si
mismo.
Debemos aprender a reconocer la necedad que pretenden inocularnos, dejar de ser
marionetas serviles del escapismo y perder el temor a enfrentarnos con nosotros
mismos. Los hombres libres blanden el acero de la Verdad por sobre la idolatría
femenina del ego.
La justicia se entenebrece con
la "moderación", y de leyes "moderadas" ha surgido el
igualitarismo pandémico que corroe las células de todo sistema democrático. La
justicia, la ley, sólo pueden ser sostenidas, mantenidas y aplicadas por manos
poderosas que no titubeen ante las grotescas manifestaciones de toda tiranía y
opresión.
El Kamal del Islam, su
perfección, se consigue en el balance del Jalal, la Majestad, con el Jamal, la
Belleza. Haqq resplandece en ambos.
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