martes, 19 de febrero de 2013

Contra la feminización del Hombre


Bismillahi Rahmani Rahim
Ha dicho Sheykh Abdul Kerim al-Hakkani (ra) que el occidente y sus ideologías subversivas quieren hacerlo todo femenino, cosa que nos resulta harto evidente, y, como lo ha dicho un sabio trovador gaucho argentino, la lucha por la verdad se ha hecho para los varones.
Desde ciertos ámbitos de dudosas espiritualidades, "Amor", "Paz", se han vuelto conceptos manoseados en boca de incompetentes que sólo buscan la satisfacción de sus egos, hacer a un lado todo compromiso y toda responsabilidad, creyendo que con tráfico de "Amor" todo es solucionable.
No dudamos que eso sea así. Pero el camino es completamente diferente al planteado por estos gurús de lo falsario.
El camino de la responsabilidad es el camino del sacrificio, y el sacrificio requiere de una voluntad viril que se imponga sobre los caprichos y desavenencias del ego. Una voluntad pasiva, "amorosa", "afeminada", como lo pretenden ciertas creencias promovidas desde el occidente corrupto, no pueden ejercer ninguna acción sobre los movimientos desestabilizadores del ego. He aquí la trampa más peligrosa y de aquí la campaña que frecuentemente se lleva a cabo contra el Islam y sus enseñanzas tradicionales.
El Islam nos hace hombres reales, nos hace guerreros auténticos dispuestos a dar la vida por una causa que trasciende toda contingencia. Por esto el Islam se impregna de una "espiritualidad heroica", es decir, héroe es aquel que triunfa sobre sí mismo, sobre sus vilezas y mediocridades, sobre su ser inferior, alzándose a las alturas del Hombre original.
Por esto también, ante la poca conveniencia que presupone esta transformación, se gestiona otro peligroso engaño desde los secularismos obsoletos de "moderar" el Islam, es decir, ajustarlo a las debilidades de una voluntad pacificada. Repetimos, una voluntad "pacificada" constituye una atrofia, una anomalía, ya que por naturaleza la voluntad debe ser activa, y sin actividad, la voluntad anquilosada sólo puede enfermar sumida en su propio ostracismo.
Solamente una voluntad viril puede conocer la medida adecuada del amor y de la paz de acuerdo a la Divina Sabiduría, y no de acuerdo a los caprichos del ego que en orden de obviar toda responsabilidad se entrega a una desmedida y arbitraria sensualidad autodestructiva.
Afeminar voluntades conlleva la atrofia de la capacidad original en sí mismas. Moderar el Islam redunda en la feminización de la voluntad y en la inutilidad del método, lo que equivale a la peor innovación.
Islam es la forja de hombres y mujeres poderosos que aman lo que debe ser amado y desprecian lo que debe ser despreciado por Allah Todopoderoso.
Hay Haqq (Verdad) y hay batil (falsedad), y sólo una voluntad activa puede ser capaz de reconocer correctamente el valor específico de las cosas utilizando como medida la balanza de la Divina revelación, que alumbra en la Sunnah de Sayidina Muhammad (asws).
El feminismo ideológico del occidente moderno (téngase en cuenta que utilizamos el término "occidente" para englobar toda una carga de cuestiones ideológicas y experimentales que se oponen abiertamente a la vivencia transformadora de lo Tradicional), pacifista, amoroso, y muy del estilo New Age, supone un atentado altamente perjudicial para la vida espiritual del ser humano, ya que en vez de desarrollar las capacidades inherentes al mismo (capacidades que deben ser "activadas"), tiende a mermarlas hasta la inacción, debilitándolas para convertirlas en víctimas efectivas de una oscura maquinación que busca la uniformidad de las consciencias. La uniformidad, la mecanización de las consciencias, son las armas más poderosas de dominación que utilizan las fuerzas sheytánicas para hundir al hombre en el oscuro e impropio abismo de si mismo.
Debemos aprender a reconocer la necedad que pretenden inocularnos, dejar de ser marionetas serviles del escapismo y perder el temor a enfrentarnos con nosotros mismos. Los hombres libres blanden el acero de la Verdad por sobre la idolatría femenina del ego.
La justicia se entenebrece con la "moderación", y de leyes "moderadas" ha surgido el igualitarismo pandémico que corroe las células de todo sistema democrático. La justicia, la ley, sólo pueden ser sostenidas, mantenidas y aplicadas por manos poderosas que no titubeen ante las grotescas manifestaciones de toda tiranía y opresión.
El Kamal del Islam, su perfección, se consigue en el balance del Jalal, la Majestad, con el Jamal, la Belleza. Haqq resplandece en ambos.

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