En una entrevista publicada el
día 20 de octubre de 2014 al historiador social y político judío Ehud Manor por
el diario La Capital de Rosario,
sintetizando toda una ideología, éste dice:
"De
pronto, con la aparición del grupo Estado Islámico o Isis, se ve que hay una
problemática fundamental con el Islam, que hay que reconocer que el Islam
facilita algunas ideas políticas, no religiosas, sino de la relación entre
teología y política. Hay un problema con el Islam, y esperamos que el mundo por
fin lo vea y lo entienda".
Sus palabras sobran para
revelar las oscuras pretensiones diabólicas de quienes se arrogan el dominio
del mundo tras la imposición de cosmovisiones y culturas apócrifas, buscando
desmerecer el sendero espiritual revelado por Dios para el bienestar de los
hombres en el mundo.
No hablaremos de la falsía
inherente a la creación del Estado de Israel, ilícitamente concebido sobre
tierras musulmanas pertenecientes al Califato Otomano con el nefasto tratado de
Balfour luego de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, debemos resaltar que
la idiosincrasia del pueblo judío actual también resulta de una conveniente
mixtura entre política y religión que ha dado como resultado el gran cáncer
sionista que roe las entrañas de la política y la cultura global. Ellos han sido
los principales portaestandartes de la democracia, falsa forma de política que
tiende a la esclavitud ególatra al liberar las pasiones más inferiores del
hombre en sociedad, forma totalmente contraria a los dictados de Dios tanto
para el pueblo judío como para la Cristiandad y el Islam. Recordemos que Moisés
recibió la revelación de Dios con una Ley como constitución para el pueblo
judío. ¿No es esto, según el criterio del seudo intelectual judío citado por el
periódico, una "peligrosa mezcla de religión y política"? Ahora bien,
fácil resulta achacarle al Islam todos los errores propios a una herejía,
cuando es justamente el Islam el que se opone a toda estratagema demoníaca
surgida de las intenciones dudosas de quienes detentan el poder. Toda religión,
desde el momento en que es revelada para la reforma del ser humano, conlleva un
determinado número de leyes, tanto individuales como comunitarias, que deben
ser observadas para la corrección tanto espiritual como social de la humanidad.
Y si hablamos de comunidad y de sociedad, de seguro que estaremos ante una
aplicación de la religión emparentada con lo que se entiende por política. Así,
en las teocracias de antaño, las civilizaciones tenían reyes, soberanos,
califas y sultanes encargados de aplicar las leyes divinas en el ámbito social.
Esto ha sucedido tanto entre judíos, como entre cristianos y musulmanes. La
democracia es un invento posterior que surge de la total desconexión con Dios,
con Sus leyes, y la forja de nuevas leyes según los criterios más infrahumanos,
que es justamente lo que estamos viviendo a escala global.
Muchas veces se ataca lo que se
teme, y éste es el asunto con el Islam: los murciélagos rehúyen la luz diurna
porque les hace arder los ojos, confundiéndola con un mal, prefiriendo la tiniebla
a la claridad anunciadora de toda belleza.
Como decíamos más arriba, las
palabras de este seudo intelectual constituyen la evidencia cabal de toda una
ideología subversiva que se pretende imponer a la opinión pública. Se dicen
"liberales" y no hacen más que mostrarse irrespetuosos e intolerantes
con lo que no transige con sus pensamientos acerca de la realidad: he aquí el
peligro más evidente de estas cosmovisiones apócrifas que nos atronan la
conciencia con su verborragia de "libertad, justicia e igualdad".
Para que nos sirva de ejemplo,
en un arrebato de mística mundanidad y resaltando los valores
"democráticos" de la Nación de Israel, enclave opresor en Tierras de
Santidad, dice: "El turismo está en
permanente crecimiento, Tel Aviv es una de las capitales gays, una meca
gay". ¡Notable concepto de la virtud y el ejemplo!
América Latina está despertando
a la realidad del Islam. Las palabras de este hombre ya no deberían engañar a
nadie. El problema no es el Islam, el problema lo tiene él consigo mismo,
triste y lamentable títere del mal.
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