Bismillahi
Rahmani Rahim
Mucho se ha hablado, sobre todo
en medios latinoamericanos de tendencia izquierdista y revolucionaria, de la
resistencia al occidente por parte del régimen iraní, el Hezbollah y el
gobierno sirio de Bashar al-Assad, como ejemplos conductuales en la guerra anti-imperialista.
Sin embargo poco se sabe, o se da a conocer, de los orígenes
político-religiosos de éstos regímenes y movimientos, fundamentalmente basados
en la perspectiva poco tradicional que supone en el Islam la ideología shiíta.
Como tales, dentro del ámbito de la creencia islámica, redundan en una evidente
desviación para nada compatible con el auténtico espíritu de resistencia que
originalmente han demostrado los musulmanes sunnies en épocas de la
colonización de mano del Yihad de los Ahl ul-Tariqat (gente del Sufismo). Sin
erigirnos más que sobre la Aqida' de Ahl as-Sunnah wa'l-Jama'a, y sin consentir
jamás con ninguno de los gobiernos o movimientos actuales que se autoproclaman
como 'sunnitas' (desde la monarquía apócrifa de los saudíes hasta la
desafortunada emergencia política de los Hermanos Musulmanes, Talibanes,
fundamentalistas, etc.), expondremos a continuación una breve reseña histórica
del movimiento que devino en los actuales regímenes iranío-alawitas y nos
aproximaremos un tanto a sus ideologías para poner en evidencia cuán lejos se
encuentran desde su híbrida concepción espiritual de brindar una seria
contracara a través del Islam a las pretensiones imperialistas del monstruo
occidental.
***
La
ascensión de los Safávidas
Los primeros safávidas fueron
sheykhs sufíes, cuyos discípulos les proporcionaron la plataforma sobre la que
pudieron establecerse como gobernantes del Irán. La orden safávida fue fundada
por Safíuddin (1252-1334), cuyos antepasados habían alcanzado reputación de
piadosos en la ciudad de Ardabil, en la región montañosa del este de Azerbaiyán
durante los trescientos años anteriores. Safíuddin fue el sucesor espiritual
del Sheykh Zahid de Gilán, y su gran mérito fue convertir una orden sufí de
alcance meramente local en otra que tuvo discípulos en Anatolia oriental,
Siria, Irán, el Cáucaso y hasta entre la nobleza mongola. A lo largo del siglo
XV la orden se transformó en un movimiento revolucionario a medida que sus
creencias se hacían cada vez más shiítas y adquiría importancia política cuando
los sheykhs safávidas enviaron a sus discípulos a combatir contra las
autoridades sunnitas por sus convicciones. Los soldados safávidas fueron
apodados 'qizilbash' o 'cabezas rojas', por los otomanos a causa de sus
característicos turbantes rojos con doce pliegues que recordaban los doce
Imames del shiísmo. Entre 1459 y 1494, tres jefes de la orden murieron de forma
violenta; pero la organización de la misma era tan eficaz y tan firme la
lealtad de los discípulos, que en 1501 el sheykh Ismail, de catorce años de
edad, derrotó a los gobernantes turcomanos del norte de Irán en Sharur, y se
proclamó como Shah (emperador) en Tabriz.
A lo largo del siglo XVI la
dinastía safávida que ya había conquistado el resto de Irán y la parte oriental
del Fértil Creciente, tuvo que afrontar el contraataque sunni desde dos
frentes. En el este contra los uzbekos, que habían acusado su ataque a
Samarcanda; y sobre todo porque Ismail hizo verter oro fundido en el cráneo de
su jefe muerto para convertirlo en su copa. Tan pronto como se enfrentó a
ellos, los Otomanos se movilizaron por el oeste. Este conflicto sería de largo
alcance ya que la mera aparición de un estado shiíta y la actividad militante
de los mismos en Anatolia oriental, representaban una seria amenaza al Islam
tradicional (sunni) defendido por el Imperio Otomano. El resultado fue la
aplastante derrota sufrida por los safávidas en Chaldirán (1514), lo que
conllevó la pérdida de Diyarbakir y de las ciudades santas del shiísmo en Irak.
Shiísmo
y Estado Safávida
El acto más importante de Shah
Ismaíl para afianzar su poder fue declarar que la religión oficial del Estado
Safávida sería el shiísmo de los Doce (Ithna Ashari). El shiísmo -conviene
recordarlo- surgió como un movimiento de disensión político-religiosa y de
oposición hacia los primeros califas reconocidos por la comunidad islámica
luego de la partida física del Profeta Muhammad (asws), que se justificaba
doctrinalmente proclamando que los únicos sucesores legítimos del Profeta eran
los descendientes de su primo y yerno Ali (ra). Junto a la interpretación
exotérica del Sagrado Qur'an, dicha creencia establecía la existencia de una
interpretación secreta (esotérica), que Muhammad (asws) había transmitido a Ali
(ra) y éste a su heredero. Por consiguiente, la única fuente autorizada de
gobierno residía en aquellos sucesores de Ali a los que se les había comunicado
este conocimiento esotérico y que así designaron al Imám o dirigente de la
comunidad de creyentes. Progresivamente los Imames fueron elevados a un status
sobrehumano, que se expresaba en la creencia de que eran encarnaciones de la
luz divina, que había llegado hasta ellos a través de los Profetas partiendo
desde Adám (as). Y de tal creencia se seguía que eran infalibles y sin pecado.
Los 'duodecimanos', la secta shiíta de mayor envergadura, reconocía a doce
Imames, el último de los cuales, Muhammad al-Muntazar, había desaparecido hacia
el año 873 y cuyo regreso se aguardaba. Hubo muchas otras sectas shiítas. La
más importante de las cuales fue la de los Zaidíes, dominante en el Yemen, y la
de los Ismailíes, los califas fatimitas, y la infame 'orden de los asesinos'.
Los shiítas se distinguen
perfectamente bien de la comunidad tradicional o sunnita, a la cual
mayoritariamente se le ha otorgado la autoridad religiosa. Para la gente de la
Sunnah esa autoridad radica en el consentimiento de la comunidad que mantiene
la ley sagrada (Shari'at) mediante el Califato; para los shiítas, en cambio, se
asienta en los Imames infalibles, lo que constituye el tercer artículo de su
credo, luego de los referentes a Allah y al Profeta (asws). La gente de la
Sunnah obtendrá toda su guía del Sagrado Qur'an, de las tradiciones del Profeta
(asws) y de la Shari'at; idealmente tienen que esforzarse por vivir conforme a
un modelo de conducta definitivamente acabado a mediados del siglo X por las
escuelas de Fiqh (jurisprudencia). Los shiítas, por su parte, tienen la
posibilidad de una fuente renovada de inspiración a lo largo de las
generaciones, gracias a sus Imames y a quienes los representan. Shah Ismaíl y
sus herederos se consideraban a sí mismos como encarnaciones del Imam
duodécimo. También en sus ritos pusieron distinto énfasis a medida que iban
desarrollándose. Si la energía espiritual sunni quedaba absorbida en el
recuerdo de Dios (Dhikrullah), la de los shiítas se centraba en buena medida en
el recuerdo del martirio de Husseyn en particular y de los Imames en general,
que tendenciosamente se suponía habían sido asesinados por los sunnitas.
Muharram es el mes del duelo, y el 10 de ese mes (día de Ashura), fecha en que
Husseyn fue degollado en Kerbala, representa la culminación del año religioso
que se celebra con procesiones transportando maquetas de la tumba de Husseyn,
con la autoflagelación en arrepentimiento por la deslealtad a la casa de Ali y
con la repetida recitación del episodio de Kerbala; todo ello en un delirante
estado emocional y entre maldiciones a los sunnitas. Como cabría esperar, la
peregrinación a Kerbala y a las tumbas de los demás Imames iba a ser tan
importante como la peregrinación a Meca.
El shiísmo duodecimano fue la
roca sobre la que se construyó el primitivo Estado Safávida. Era un estado
teocrático en el que Shah Ismaíl era el Imám duodécimo reencarnado. Su familia
alentó aún más sus pretensiones al respecto, asegurando una descendencia
bastarda del séptimo Imám, Musa al-Kazim. Había, también, aspectos de las
creencias iraniana pagana y shiíta que contribuyeron a ese proceso. Al menos
desde el siglo XIII los sufíes iranianos manifestaron una fuerte lealtad a Ali
(ra), mientras que los shiítas pretendían, desde largo tiempo atrás, que
Husseyn había desposado a la hija de Yazdigird III, último rey sasánida,
enlazando así la casa de Ali (ra) con la tradición monárquica iraniana
pre-islámica profundamente arraigada entre el pueblo. Al llegar Ismail al poder
emprendió la tarea de imponer el shiísmo a una población que era
predominantemente sunnita. Utilizó la fuerza, con sus corolarios de coacción y
violencia, y el pueblo sucumbió; los ulama sunnis resistieron enfrentándose a
la alternativa de la huida o la muerte. El ser shiíta se convirtió entonces en
garantía de lealtad al Estado.
Desde mediados del siglo XVII
la condición teocrática del régimen fue disminuyendo, al establecerse la
distinción entre institución religiosa del Estado y burocracia estatal. Este
fue el primer indicio del cambio crucial que iba a operarse en las relaciones
entre los ulamas shiítas y el Estado durante los dos siglos siguientes. Al
principio, los ulamas fueron un instrumento del poder estatal. Tras la muerte
de Shah Abbas (mediados del siglo XVII), los ulamas comenzaron a desafiar
enérgicamente la legitimidad del gobierno real, del monarca como encarnación
divina, y arremetieron contra la misma afirmando que el único representante
auténtico del Imám era un muytahid verdaderamente sabio y competente. Ellos
tenían ahora la obligación de aumir el control del pueblo shiíta que los
safávidas habían creado (cf. en la actualidad los acontecimientos de la
revolución iraní encabezados por el nefasto Ayatolláh Jomeini).
De ese modo, los safávidas
sentaron las bases del moderno Estado iraní, trazaron de forma aproximada sus
fronteras, establecieron un ideal absolutista y, a través del shiísmo
duodecimano, le dieron una identidad claramente definida, que de cualquier otra
manera hubiese pasado completamente desapercibida.
***
Desde sus inicios el shiísmo,
con todo su aparato de creencias y poder, no ha sido más que una recurrente
contradicción a la doctrina Islámica tradicional tal cual fue enseñada por el
modelo profético de Sayidina Muhammad (asws). Tanto como el wahhabismo y el
salafismo (y sus variantes radicalizadas), los movimientos modernos (religiosos
o seculares)generados desde la ideología shiíta no dejan de ser un contrasentido
que conviene ruidosamente a las potencias que pretenden la hegemonía mundial
mediante el acabamiento del último bastión tradicional que en este mundo
decaído puede redundar en un obstáculo para sus avariciosas pretensiones. Como
Musulmanes nos corresponde conocer responsablemente nuestra historia para poner
claridad en nuestra vivencia tradicional y no dejarnos engañar por las voces
fantasiosas de la subversiva moda profana.
Autores:
Raíces y Sabiduría
Fuente de consulta: Atlas of the
Islamic World since 1500, Francis Robinson, Andromeda Oxford Ltd., 2002.
Para más información remitimos a nuestros lectores al 'Contenido Temático del Blog', etiqueta 'Shiísmo'.
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