"La
verdad es el alimento que al alma regala Dios"
-Don
José Larralde-
Como método para la apertura de
la consciencia a la realidad de sí misma y la libertad espiritual, el Islam,
como doctrina sapiencial, nos ofrece el programa indispensable para facilitar
nuestro trabajo tanto individual como social de descolonización mental.
El historiador José María Rosa
ha escrito que para que un Estado pueda ser calificado como colonia, necesita
algo más que la dependencia económica o el sometimiento por la fuerza: debe
haber una 'mentalidad colonial' en quienes lo gobiernan, es decir, la relación
Estado dominante-Estado dominado necesita que éste último se encuentre sometido
voluntariamente, que tenga una voluntad de colonia que se corresponda con la
voluntad imperialista del dominante. Esta voluntad imperialista se ha hecho
poderosamente manifiesta mediante el sistema de dominación global que la moda
ha definido como 'Nuevo orden mundial'.
Nuevo orden mundial se ha dado
en llamar al nefasto resultado proveniente del capitalismo liberal impulsado
vorazmente por la carrera desenfrenada de la tecnocracia moderna. El
materialismo, y su culto al consumo, han desarraigado al hombre de toda
originalidad. Entendemos que la 'originalidad' del hombre hace referencia a su
cultura vernácula, a sus tradiciones, elementos precursores de su desarrollo humano
y espiritual. Un pueblo desarraigado de su cultura autóctona resiente todo
desarrollo en pos de un anquilosamiento mental que sólo conlleva resultados
peligrosamente desastrosos como la mediocridad y la ignorancia.
Debemos diferenciar
categóricamente el entendimiento tradicional del concepto 'desarrollo' de aquel
que recibe desde el liberalismo dominante. Para este último el 'desarrollo'
humano se encuentra supeditado al progreso industrial y sus corolarios de
'producción-consumo', con los que el hombre se transforma en una pieza más de
una inmensa maquinaria que alterna entre la agonía laboral y la ociosidad más
vulgar. La 'ilustración' será confiscada por el más obtuso materialismo
científico, colaborador eficaz del progreso enajenante. Para que el hombre sea
un engranaje más de esa máquina debe ser desarraigado de su identidad
tradicional y así lograr ser amoldado a la uniformidad cuantitativa que el
sistema impone.
El desarrollo propuesto por el
entendimiento tradicional es completamente lo opuesto al progreso liberal. El
desarrollo debe ser cualitativo, y esto se logra por un lado con un entorno
cultural acorde a las posibilidades vernáculas de la raza -y que facilite su
manifestación-, y por el otro el contar con una enseñanza sapiencial que otorgue
las herramientas apropiadas para que aquellas posibilidades se encuentren
rectamente orientadas hacia la verticalidad que les es inherente. Es harto
evidente que el sistema de dominación global en el mundo moderno busca imponer
su ideología destructiva socavando las raíces culturales y tradicionales de los
pueblos mediante la manipulación que se ejerce sobre la mentalidad desde los
centros de poder regionales. Voluntad de colonia poseen los gobernantes que
pretenden reducir a sus pueblos dentro de los exiguos límites de la
contra-cultura publicitada por la globalización, arma poderosamente eficaz que
sirve a los intereses del dominador. Un pueblo ignorante, apátrida e inculto
puede padecer servilmente los rigores del capitalismo sin proferir queja alguna
y hasta con cierto placer. Competitividad, inconformismo, egoísmo, inmoralidad,
son los postulados básicos del gran colonialismo mental al que estamos
sometidos, sojuzgados y esclavizados, a veces, y lamentablemente, de manera
consentida.
Sin embargo, ante tanta
desnaturalización, tenemos la verdad del Islam, 'la verdad que al alma regala
Dios'. El Islam busca restablecer vínculos: el vínculo con nuestro espacio
cultural vernáculo y el vínculo con la sabiduría sagrada que nos permita las
necesarias y naturales expansiones. Por esto es que nuestro Profeta (que Dios le conceda paz) ha dicho que 'el amor por la patria de uno es parte de la
fe', y en el Sagrado Corán hermosamente Dios dice: "Os hemos creado a partir de un varón y de una hembra y os hemos
hecho pueblos y tribus distintos para que os reconocierais unos a otros"
(49:13), es decir, la diferencia (en cuanto a raza y cultura) es inherente a la
obra divina en los seres humanos, por lo que tiene que ser un medio de
crecimiento que nos impulse al mutuo reconocimiento y enriquecimiento tanto
cultural como espiritual (aspectos
ligados al desarrollo de individuos y comunidades). El exclusivismo tribal
y su contracara, la total uniformidad, son incompatibles con la naturaleza
humana y el corazón sano. Ante los ojos de Dios resulta encomiable que
fortalezcamos la cultura autóctona y que en base a ella y a la sabiduría
revelada desarrollemos nuestras posibilidades humanas. Sólo así será posible
romper con las cadenas del sistema de dominación, sólo así conseguiremos nuestra
auténtica descolonización interior.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSalams hermano
EliminarComparto su comentario. Esas 'fuerzas oscuras' son las que tenemos que contrarrestar justamente con una sana espiritualidad. Pero por supuesto, antes hay que conocerlas ya que son sumamente sutiles y engañosas.
Sheykh Abdul Kerim (ra) decía que el estado norteamericano sustentaba su economía con el negocio de las armas y el negocio de los medicamentos, y que con ambos 'mata'...
Gracias por sus apreciaciones.