sábado, 7 de septiembre de 2013

Breve aproximación al Reinado de Satán

Bismillahi Rahmani Rahim

Conceptos tales como Nuevo Orden Mundial, Masonería y Sionismo, se corresponden solamente con los rostros visibles, con los nombres frecuentemente pronunciados, que dan testimonio de un movimiento oculto que se ha hecho manifiesto con inaudita preeminencia desde hace ya aproximadamente algo más de cien años, tras la caída del último bastión tradicional en el mundo: el Imperio Otomano. Si bien el califato nominalmente fue disuelto en 1924 con el establecimiento de la República de Turquía y las degradantes reformas seculares de Kemal Ataturk, reconocemos que el poder imperial como tal, divinamente investido, se pierde con la caída de Sultán Abdul Hamid Khan II en 1909, y colapsa por completo en 1918, tras la derrota del Imperio en la Primera Guerra Mundial.
***
*La Era de los Tiranos

El movimiento oculto desatado por aquel entonces se le conoce, dentro del ámbito del Islam Tradicional, con el nombre de Jababira, es decir, como el 'tiempo de los tiranos'. Este nombre le fue dado por el mismo Profeta Muhammad (asws), quien dijo: "Tras mi partida llegarán (serán los encargados de gobernar y dirigir la Ummah del Islam) los Khulafa-e Rashidin (los Califas rectamente guiados: Hz Abu Bakr, Hz Umar, Hz Uzman y Hz Ali). Luego de ellos vendrán los 'Umara (los 'Amir al-Mu'minin: Omeyas y Abásidas). Luego de ellos vendrán los Maliks (los Reyes: los Sultanes Otomanos). Luego de ellos habrá un tiempo de cien años de Jababira (tiranía, opresión)". Estos tiempos, los tiempos de Jababira, también son conocidos como los tiempos de la Dayyaliyat, es decir, la Era del Dayyal (el Anticristo), Era caracterizada por la proliferación de la enajenación espiritual y la eclosión desmedida de la más burda y grosera mundanidad.

Si bien el movimiento oculto que culmina en las actuales Jababira y Dayyaliyat ha sido inherente al curso de la humanidad en el mundo desde los mismos albores de su existencia, su realidad ha estado mermada y debilitada en gran medida gracias a la acción de las fuerzas superiores (celestiales, divinas) que transmitidas, difundidas y ejercidas por los Profetas, por un lado, y por los gobiernos sagrados preservadores y continuadores del legado profético, por el otro, fueron las encargadas de equilibrar, restablecer y oponer un Orden al influjo tenebroso de aquellas fuerzas disolventes presentes en el interior del hombre.

Debemos aclarar lo siguiente: en el Islam Tradicional, como en toda doctrina revelada, la sucesión de los últimos tiempos supone un curso descendente en cuanto al desarrollo de las posibilidades cualitativas del ser humano, contrariamente a la creencia secular de la evolución del hombre en cuanto a progreso cuantitativo y material. Como nos enseña nuestro Maestro, Hz Sheykh Abdul Kerim al-Hakkani (ra), cuando, continuando con el hadiz profético anteriormente citado, el Profeta Muhammad (asws) fue preguntado por sus Sahaba qué era lo que se debía hacer para enfrentar tales tiempos, él les dijo: "Aférrense con fuerza a mis enseñanzas y no busquen cambiar las cosas. Eso sólo será posible con la llegada de uno de mis nietos, Muhammad al-Mahdi. Mientras tanto, manténganse en la Verdad y ocúpense de ustedes mismos". Como culminación de un período descendente, éste supone una restauración del Orden perdido. Esta restauración viene de mano del Imam Mahdi y el restablecimiento del poder califal a manos del descendiente de la Casa de Osmán. Debemos tener presente esta aclaración para comprender el grado de inexactitud que revisten los movimientos 'modernos' de restauración califal ligados al tan publicitado 'fundamentalismo islámico'.

***
Raíces del Reinado de Satán

El movimiento oculto que actualmente ejerce su poder sobre el mundo también es conocido como el 'Reinado de Sheytán (Satán)'. A los encargados de ejecutar los mandatos de ese poder subrepticio el Sagrado Qur'an los llama 'Awliya ash-Sheytán' (los íntimos de Satán). Son estos agentes del poder satánico (fuerzas sutiles del psiquismo inferior) a quienes se los conoce bajo los motes de Nuevo Orden Mundial, Masonería y Sionismo, tres conceptos que engloban la totalidad del movimiento subversivo.

Desviar a la criatura humana de su significado original ha sido siempre la tarea de las fuerzas disolventes generadas desde lo satánico. Las raíces de la desviación actual pueden rastrearse en lo que la historia ha dado en llamar el 'Renacimiento' occidental, etapa que establece el final de la Edad Media europea y el surgimiento de todo un conjunto de ciencias, saberes y experiencias encargado de desvincular al ser humano de su principio metafísico y circunscribir su realidad dentro de los exiguos límites de la individualidad. Por aquel entonces (siglos XV y XVI) el mundo Islámico gozaba de su mayor esplendor califal con el gobierno de sus más elevados representantes: Sultán Mehmet Fatih Khan, el Conquistador (1451-1481), y Sultán Suleymán al-Kanuni, el Magnífico (1520-1566). Desde entonces hasta su trágica caída, como señal de los tiempos, el Imperio Otomano representó el balance divino frente a la avanzada disolvente del movimiento subversivo generado desde Occidente. Ante lo cual nuevamente debemos aclarar lo siguiente: el Islam transmitido y enseñado por el Profeta Muhammad (asws) ha sido el sello para la enseñanza tradicional en estos tiempos. Su validez es universal y su manifestación supone la culminación de las revelaciones anteriores. De aquí que veamos que naturalmente el proceso de desviación sea iniciado desde el occidente renacentista y que el único bastión con la fuerza necesaria para oponerle un Orden tradicional provenga exclusivamente del Islam y su poder califal.

El movimiento individualista, secular y materialista originado desde el Renacimiento, continuado por el cartesianismo (liberalismo científico-filosófico) y el protestantismo (liberalismo religioso), concluirá con el suceso tal vez más trágico de la historia occidental: la Revolución francesa.

La Revolución francesa supone la fatal culminación de la monarquía y la falaz eclosión del republicanismo, la democracia liberal y el capitalismo, cimientos necesarios para la construcción del Reinado de Satán. El desarraigo espiritual del hombre encontrará terreno fértil y abono excesivo con la aparición de las ideas seculares encargadas de urdir la trama (trampa) del mundo moderno.

***
El Movimiento en Sudamérica

Así mismo, altamente sugerente nos resulta el hecho de que casi simultáneamente al inicio del Renacimiento occidental y al esplendor del poder califal islámico, hacia 1492 Europa pierde su vinculación tal vez más estrecha con la tradición islámica al concretarse la usurpación de al-Andaluz por parte de los Reyes Católicos. A raíz de esta usurpación comienza una enconada persecución hacia los Musulmanes andaluces, quienes recibirán el apoyo Otomano y serán acogidos en tierras imperiales.

La férrea inquisición llevada a cabo desde el catolicismo dominante contra los Musulmanes daría a luz un vástago tan particular como significativo: el morisco. Moriscos se les llamó a los Musulmanes de al-Andaluz a quienes por la fuerza se les obligaba a convertirse al cristianismo, pero que sin embargo, relegadas a un ámbito privado, mantuvieron marcadas pautas culturales y espirituales del acervo islámico. Morisco es equivalente a 'musulmán falsamente cristiano' o a 'cristiano nuevo' (sinónimo de 'cristiano falso'). Miles de estos moriscos emigrarían hacia América en los barcos colonizadores, donde encontrarían un terreno virgen donde plasmar sus antiguas ansias de libertad y justicia.

En Argentina, el descendiente directo del morisco andalusí será el Gaucho, y éste se transformará en la médula ósea de la tradición cultural y espiritual que definirá una identidad original en suelo sudamericano. Sin embargo, los encargados de ejecutar el plan satánico de dominación mundial, no pasarán por alto la herencia tradicional recibida y retransmitida mediante el Gaucho, y se encargarán de lapidarla hasta 'casi' su desaparición total (la historia argentina da sobrada cuenta de esto: la instrumentalización que llevó a cabo la Masonería europea de próceres argentinos tales como Bernardino Rivadavia, Bartolomé Mitre y Domingo F. Sarmiento para acabar con la herencia tradicional que por estas tierras se difundía sutilmente de mano de nuestros criollos. Otro dato significativo: será el gobierno de J. J. de Urquiza, la Confederación, predecesor de la tiranía mitrista, el que recibirá un remanente de pantalones militares otomanos destinados a la Guerra de Crimea, que aquí, asimilado por los gauchos y criollos de la campaña, se transformará en la 'bombacha', prenda gaucha que junto al poncho será despreciada como sinónimos de 'barbarie' e 'incivilización' por parte de los puntales del liberalismo masón de la época). Un proceso análogo de subversión, lapidación y destrucción será llevado a cabo en tierras otomanas, y grupos de musulmanes 'radicalizados' se convertirán en los agentes más efectivos para la obra de disolución emprendida por las fuerzas de la desviación satánica.

***
*Tres Instrumentos: Masonería, Sionismo y Nuevo Orden Mundial

Por más que se le quiera adjudicar orígenes de doctrina esotérica y/o metafísica (cosa que supone un cabal y sugestivo engaño), la Masonería surge en gran medida tras el auge de la Ilustración (o Iluminismo), movimiento cultural y filosófico europeo -especialmente en Francia e Inglaterra, madres también de la Masonería-, que se desarrolló desde fines del siglo XVII hasta concluir con el inicio de la Revolución Francesa. Este movimiento pone en tela de juicio los absolutos doctrinales tradicionales (tildándolos de 'ignorancia, superstición y tiranía') y resume las posibilidades para el desarrollo humano al concurso exclusivo de la luz de la razón. Nuevamente nos encontramos con postulados individualistas tendientes al desarraigo espiritual.

La nueva mentalidad surgida como resabio de la cultura renacentista necesitaba un sucedáneo que remplazara la doctrina cristiana desaparecida con la existencia de la Edad Media. Fue así como comenzaron a proliferar grupos elitistas de personas 'ilustradas' que utilizando los postulados más acabados del cartesianismo y el protestantismo (el imperio del raciocinio individual frente a la ciega aceptación y seguimiento doctrinal), mixturados con una amalgama extravagante de dogmas irreconciliables (tomados del Oriente misterioso, pagano y mágico -satánico- como alternativas de un esoterismo ficticio y acomodaticio para la pretensión individual), dieron en crear 'logias secretas' cuyo objetivo no era tanto el desarrollo espiritual del hombre, sino el ajustarlo a los parámetros obsoletos de un siniestro plan de dominación. Insistimos en el hecho de que todos estos movimientos fueron y son astutas instrumentalizaciones al servicio de un poder mayor que las utiliza para imponer su tiranía sobre la consciencia humana y así desviar al hombre de su rumbo original.

Por otro lado hay que diferenciar lo que se ha dado en llamar 'Sionismo' de la religión predicada por el Profeta Moisés (as). El Sionismo surge en la Europa del siglo XIX como un movimiento disolvente de índole secularista y política, estrechamente ligado al más riguroso capitalismo y a las más perversas democracias liberales. En el Sagrado Qur'an se los ilustra con el ejemplo de los hijos (seguidores) del Samirí, aquellos hijos de Israel encargados de la forja y la adoración al Becerro de Oro, quienes fueron maldecidos por boca del Profeta Moisés (as). En toda la historia del pueblo de Israel los hijos de Samirí han intentado ocultamente hincar sus colmillos de avaricia y corrupción, pero no ha sido sino con la eclosión del Sionismo que han cobrado una fuerza y poder inauditos, colaborando así en la gran obra de desviación promovida desde el Reinado de Satán.

En base a la corrupción política e ideológica del Sionismo (pariendo atrofias tales como el comunismo, el psicoanálisis, etc.), cuya maquinaria de poder resulta aplastante, el auge de las democracias liberales surgidas tras la caída de las monarquías y la imposición de un credo planetario de fundamentos masónicos (los dioses paganos del 'progreso' y la 'civilización'), el Nuevo Orden Mundial y sus representantes han dado en generar el peligro más alarmante para la integridad espiritual del ser humano en este mundo: la Cultura Global.

Esta cultura global es la más acabada manifestación de la tiranía (Jababira) en esta época. Imponiendo un modo uniforme de concebir y experimentar la realidad entre los parámetros generados por la oscura manipulación que se ha dado en concebir una mentalidad exclusivamente profana (esto es, completamente desacralizada, sin lugar a lo espiritual), su cumple con las formas más perjudiciales de desarraigo que resultan en una visión materialista y cuantitativa de la vida humana, signada por la enajenación y el desdoro. No hay peor tiranía que aquella que el hombre ignorante (falto de luz espiritual) ejerce contra sí mismo.

***
*El ‘Fundamentalismo’ Islámico Vs. Islam Tradicional

El proceso iniciado en Occidente, y cuyos frutos más cercanos a nuestro tiempo (y que aún perviven en sus formas originales y bajo otras que los hacen aún más digeribles para el público general que las consume y por ellas de deja llenar) son la Masonería y el Sionismo, fue el encargado de minar los cimientos del poder califal Otomano. Para este trabajo se sirvió de la empresa colonizadora representada por Francia, Inglaterra y Rusia, entre otras potencias de entonces. Hábilmente estas potencias aprovecharon las disensiones internas en el mundo islámico financiando los levantamientos de grupos radicalizados (tanto en la teoría como en la práctica) de entre los musulmanes (wahhabismo y salafismo) contra la autoridad del califato, grupos que de no haber recibido el soporte y los medios necesarios por parte de los colonizadores, hubiesen acabado en el olvido absoluto de la historia del Islam, o sencillamente en el rincón de las más tristes, aunque necesarias, efemérides.

En el ámbito del Islam Tradicional, estos grupos desviados  representan lo que el protestantismo y la Ilustración a la Europa renacentista. Se servirán de los postulados racionalistas para crear una doctrina religiosa moralista, antropomorfista, inculta, individualista, radical y, por todo esto, sin valor metafísico alguno, concluyendo en que siglos de Tradición sólo han sido promotores de 'ignorancia, superstición y tiranía', por lo que se debería releer el Islam, obviamente, según los parámetros ofrecidos por los occidentales (p.ej: libre interpretación de las fuentes originales prescindiendo de la enseñanza tradicional existente desde las primeras generaciones de sabios musulmanes hasta la emergencia de estos supuestos 'reformadores' modernos, desestimando la realidad de que el descenso cíclico supone un consecuente descenso del nivel intelectual, lo que equivale a la total incapacidad del hombre moderno para 'reinterpretar' siglos de conocimiento tradicional. Se adopta la idea del tiempo como 'evolución', muy de raigambre occidental, profana y materialista. También de raigambre occidental la idea del progreso material como sinónimo de bienestar y desarrollo, que llevó a nuestros 'reformadores' a ver en el Imperio Otomano un promotor de dejadez y decadencia frente al 'pujante avance' europeo, idioma común a los masones argentinos encargados de 'limpiar' nuestro suelo de toda 'mancha' tradicional). Si bien el espíritu de desviación del wahhabismo y el salafismo fue originado de entre los mismos musulmanes, su esencia corruptora no deja de ser la misma en todo ámbito y lugar, de aquí que sus postulados subversivos encuentren una sorprendente similitud con los surgidos desde la cultura renacentista occidental.

Los defensores más enconados de la tradición frente a los embates del monstruo colonizador fueron los Ahl al-Tariqat, la gente del Sufismo. Bajo la autorización y mandato califal fueron quienes demostraron una férrea resistencia (armada y espiritual) a la empresa occidental. Encontramos hermosos ejemplos en la lucha del Imam Mansur y el Imam Shamil, ambos pertenecientes a la Naqshbandiyya, contra los rusos (mediados del siglo XIX), la resistencia de la Sanusiyya (con Sidi Ahmed Sherif) y la Qadiriyya (con Sheykh Abdul Qadir al-Jazairi) en el Norte Africa,  los leones del Africa Occidental Sheykh Uzman dan Fodio (de la Qadiriyya), al-Hajj Umar Tall (de la Tijaniyya) y Almamy Samory Touré (también de la Qadiriyya), y tantos más que desde la médula del Islam (el Sufismo, su espiritualidad tradicional), defendieron la Tradición con sangre y sudor. Los mismos califas Otomanos eran discípulos de Sheykhs de Tasawwuf: por ejemplo, Sultán Abdul Hamid Khan II seguía a un Sheykh Shadhilí (orden extendida en el Magreb africano) y uno sus consejeros era el Grandsheykh de la Naqshbandiyya por entonces, Sharafuddin Daghestani. Por esto es que la voluntad disolvente debía ser dirigida justamente contra el Sufismo y sus representantes. Esto fue muy bien comprendido por los colonizadores, quienes encontraron en las ideologías ramplonas del wahhabismo y el salafismo los más leales custodios para sus intereses. Significativo es el ejemplo de Lawrence de Arabia, agente eficaz de la potencia británica que promovió los levantamientos beduinos contra el poder califal.

Los orígenes del salafismo pueden hallarse en la prédica herética de Ibn Taymiyya (1263-1328). Este hombre, que un primer momento de su carrera erudita perteneció a la escuela Hanbali de Jurisprudencia, cegado por su conocimiento libresco, comenzó a encontrar ‘innovaciones’ y ‘desviaciones’ en las doctrinas expuestas por los sabios de Ahl as-Sunnah wal-Jama’a, a raíz de lo cual se sumió en una ‘cruzada’ purgatoria de todo aquello que su ‘racionalismo’ entendía como erróneo, atacando la obra de grandes maestros tradicionales como el Imam al-Ghazali y el Sheykh ul-Akbar Muhyiuddin ibn Arabi. Aduciendo que la experiencia del Islam en los musulmanes se había perdido en el ‘ciego’ Taqlid (seguimiento por imitación) y desentendiéndose de sus propios orígenes, cuestionó y negó la eficacia del seguimiento a las escuelas tradicionales de jurisprudencia islámica (los cuatro Madhhabs) y propulsó una quinta remitiéndose a una libre interpretación de las fuentes primitivas del Islam. Sus escritos están cargados de ponzoña hacia los Sufíes, hacia los Ulama rectamente guiados, etc. Sin embargo, Ibn Taymiyya será sobradamente refutado por innumerables sabios del Islam Tradicional. A pesar de esto, su legado de herejía no estaba destinado a desaparecer.

Retomando la obra subversiva de Ibn Taymiyya, y radicalizándola aún más, surge en Arabia quien en cierto sentido estaba destinado a ser la ‘piedra angular’ de los movimientos ‘reformadores’ modernos, precursor directo de los fundamentalismos, Muhammad ibn Abdul Wahhab, de quien la secta wahhabi recibe el nombre.

Muhammad ibn Abdul Wahhab (1703-1792) estudió en los grandes centros del Islam. Hacia 1736, en Irán, comienza a predicar lo que su entendimiento personal consideraba ‘desviaciones’ en las doctrinas del Tasawwuf, depositarias del núcleo de la enseñanza islámica tradicional. Renegando de siglos de tradición, y haciéndose eco de la enseñanza de Ibn Taymiyya, impulsó la idea reformista y disolvente de un retorno a los primeros tiempos del Islam, a sus fuentes primitivas, abogando por un ‘libre examen’ de las mismas, desconsiderando todo el corpus de creencia (Aqida’) establecido por los sabios tradicionales. Buscaba abrir las puertas del Iytihad, es decir, la libre interpretación de los textos para extraer nuevos veredictos legales de los mismos, ante lo cual expuso enconadas reticencias al seguimiento de las escuelas de jurisprudencia y a las órdenes de Tasawwuf (Sufismo). En 1744 fue expulsado de la ciudad santa de Mecca debido a sus ideas heréticas.

Por aquel entonces, la Península Arábiga formaba parte del Imperio Otomano. En el desierto central de la Península, en una región del Nayd, un clan estaba consiguiendo poner bajo su dominio a varias tribus beduinas. Se trataba de los Bani Saud, una familia conocida por su carácter sanguinario heredado de una costumbre de bandidaje. Muhammad ibn Abdul Wahhab logra imponer su ideología subversiva entre estas gentes y sella un pacto de mutua lealtad con los Saud. Estos tomaron como propias las ideas wahhabis: en ellas se ponía énfasis particular en la distinción entre ‘buenos’ musulmanes y ‘malos’ musulmanes, buenos los wahhabis y malos el resto, que debían ser combatidos como si se tratara de incrédulos (una de las más nocivas innovaciones de Ibn Abdul Wahhab fue la de aplicar los conceptos coránicos de ‘kaffir’ –incrédulo- y ‘mushrik’ –politeísta- a los mismos musulmanes, con lo que derivaba los versículos del combate –yihad- a los incrédulos y los politeístas hacia los mismos musulmanes, sobre todo a los Sufíes, quienes, según sus criterios desviados, ‘adoraban tumbas y sheykhs’. No está demás notar lo bien que esta prédica sentó a los intereses colonialistas que se veían en peligro frente a la resistencia sufí). Con esto comienza la obra de demolición del último bastión tradicional en pie para la humanidad: subversión contra la autoridad divinamente investida (el Califato Otomano), persecución de órdenes sufíes, destrucción de lugares sagrados como tumbas de Awliya’ (aún hoy esto se lleva a cabo por parte de grupos ‘fundamentalistas’), asesinato de hombres, mujeres y niños por no aceptar el credo wahhabi, etc. Con esta ideología mediocre e inculta los ingleses consiguieron que el yihad se volviera, desde los musulmanes, hacia los musulmanes y el Califato.

Así fue que en el mundo islámico en general, hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX, el colonialismo desarraigó a los musulmanes y los desvinculó de sus fuentes tradicionales mediante la destrucción física de sus representantes, la corrupción ideológica y el aplastante desprestigio hacia el Islam Tradicional, el cual era, mediante la acción combativa de místicos sufíes, líderes, santos y guerreros, quien oponía una enconada resistencia a las pretensiones disolventes del Reinado de Satán.

Ante el vacío dejado por la merma de la enseñanza tradicional, hábilmente llevada a cabo por el colonialismo, como ‘necesarias reformulaciones’ del Islam surgen movimientos de ‘renovación moderna’ como el Islah, la ‘Reforma’ (es decir, la ‘Modernización’) y el Nahda, el ‘Renacimiento’ de lo ‘árabe’ en clara rebelión contra el Califato, cuyos sultanes eran de origen turco (toda consideración de etnia o raza siempre estuvo prohibida en el Islam. No es sino con la insidiosa influencia colonialista que esto se pone en marcha activando violencias insólitas e innecesarias). No está demás aclarar que estos movimientos fueron el producto de ‘reeducaciones’ que por un lado bebían de la historia presentada a los musulmanes por los orientalistas europeos y sus visiones tendenciosamente subversivas del Islam (a ellos se les debe la idea del anquilosamiento islámico frente al desarrollo occidental, idea hecha propia por musulmanes ignorantes, faltos de luz), y por otro lado de fuentes salafis y wahhabis (por ejemplo, teóricos del Islah como Jamaluddin Afghani o Rashid Rida, quienes fueron educados en occidente, no dejan de citar en sus obras reformistas las ideas heréticas de Ibn Taymiyya y de Muhammad ibn Abdul Wahhab como ejemplos de Islam). Generaciones de musulmanes serán educados por estos ‘eruditos’ de la salafiyya, productos de la acción subversiva y portavoces de un Islam ‘ilustrado’, ‘racionalista’ y falto de esencialidad por carecer de toda espiritualidad (debido a la contundente negación del Sufismo).

En esta sucesión de acontecimientos nos encontramos con movimientos tales como los Hermanos Musulmanes, grupo ya radicalizado (fundamentalista), continuador de la Salafiyya, que surge como respuesta natural ante los desmanes de los ‘Nacionalismos’ emergentes que originó la Nahda y su fatal resultado: la caída del Califato Otomano (los responsables directos de la deposición del poder de Sultán Abdul Hamid Khan II fueron los ‘Jóvenes Turcos’, movimiento secularista impulsado desde la misma masonería sionista: entre los líderes de la revolución contra el régimen califal se encontraban Kemal Atartuk y Djavid Bey, ardientes ‘doenmehs’, ‘renegados’, es decir, judíos ocultos pertenecientes a la orden de Shabtai Zvi, hijos del Samirí en acción una vez más). Cabe aclarar que todos estos movimientos han surgido como reacciones desvinculadas de la Tradición Islámica contra los supuestos liberales de la colonización y la modernidad (herramientas del Reinado de Satán), paradojalmente desde la misma reeducación y reelaboración  que esa misma colonización y modernización hicieron del Islam en el interior del mundo musulmán, empobreciéndolo, volviéndolo una ‘ideología’ por un lado ‘moderna y secular’ y por el otro ‘radicalizada y fundamentalista’. Ambas alternativas son los que sobradamente convienen a las fuerzas disolventes enemigas de lo Tradicional en su cruzada corruptora y destructora.

De los infatuos teóricos pertenecientes a los Hermanos Musulmanes (Hasan al-Bana, Seyyid Qutb) surgiría la perniciosa influencia que daría a luz los movimientos ‘yihadistas’ y ‘fundamentalistas’ encargados de arruinar la impronta del Islam Tradicional con interpretaciones individualistas y erróneas de los textos sagrados, ignorando palabras fundamentales del Profeta Muhammad (asws) para el entendimiento de nuestros tiempos como las que citábamos al comienzo, y colaborando neciamente al fortalecimiento del Reinado de Satán.

***
Debemos ser sumamente cuidadosos en nuestras consideraciones personales e intentar buscar la Verdad de manera desapasionada para poder convertirnos en férreos defensores de la misma. Entre sus más preciosos tesoros, el Islam Tradicional aún guarda poderosos exponentes que pueden allanar nuestro camino hacia la Verdad.
Y de Allah proviene el éxito.


Raíces y Sabiduría

2 comentarios:

  1. As salamu aleikum:
    ME siento totalmente identificado con èste artìculo...Mashaallah!!!!

    Hamid Ali

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Wa aleykum salam hermano Hamid
      Alhamdulillah.
      Seguiremos compartiendo, intentando humildemente colaborar en el despertar de la Ummah de Muhammad (asws), insha'Allah.
      Que Allah-swt- ilumine nuestros corazones.

      Eliminar