Bismillahi
Rahmani Rahim
Conceptos tales como Nuevo
Orden Mundial, Masonería y Sionismo, se corresponden solamente con los rostros
visibles, con los nombres frecuentemente pronunciados, que dan testimonio de un
movimiento oculto que se ha hecho manifiesto con inaudita preeminencia desde
hace ya aproximadamente algo más de cien años, tras la caída del último bastión
tradicional en el mundo: el Imperio Otomano. Si bien el califato nominalmente
fue disuelto en 1924 con el establecimiento de la República de Turquía y las
degradantes reformas seculares de Kemal Ataturk, reconocemos que el poder
imperial como tal, divinamente investido, se pierde con la caída de Sultán
Abdul Hamid Khan II en 1909, y colapsa por completo en 1918, tras la derrota
del Imperio en la Primera Guerra Mundial.
***
*La
Era de los Tiranos
El movimiento oculto desatado
por aquel entonces se le conoce, dentro del ámbito del Islam Tradicional, con
el nombre de Jababira, es decir, como el 'tiempo de los tiranos'. Este nombre
le fue dado por el mismo Profeta Muhammad (asws), quien dijo: "Tras mi
partida llegarán (serán los encargados de
gobernar y dirigir la Ummah del Islam) los Khulafa-e Rashidin (los Califas rectamente guiados: Hz Abu Bakr,
Hz Umar, Hz Uzman y Hz Ali). Luego de ellos vendrán los 'Umara (los 'Amir al-Mu'minin: Omeyas y Abásidas).
Luego de ellos vendrán los Maliks (los
Reyes: los Sultanes Otomanos). Luego de ellos habrá un tiempo de cien años
de Jababira (tiranía, opresión)".
Estos tiempos, los tiempos de Jababira, también son conocidos como los tiempos
de la Dayyaliyat, es decir, la Era del Dayyal (el Anticristo), Era caracterizada por la proliferación de la
enajenación espiritual y la eclosión desmedida de la más burda y grosera
mundanidad.
Si bien el movimiento oculto
que culmina en las actuales Jababira y Dayyaliyat ha sido inherente al curso de
la humanidad en el mundo desde los mismos albores de su existencia, su realidad
ha estado mermada y debilitada en gran medida gracias a la acción de las
fuerzas superiores (celestiales, divinas)
que transmitidas, difundidas y ejercidas por los Profetas, por un lado, y por
los gobiernos sagrados preservadores y continuadores del legado profético, por
el otro, fueron las encargadas de equilibrar, restablecer y oponer un Orden al
influjo tenebroso de aquellas fuerzas disolventes presentes en el interior del
hombre.
Debemos aclarar lo siguiente:
en el Islam Tradicional, como en toda doctrina revelada, la sucesión de los últimos tiempos supone un curso descendente en
cuanto al desarrollo de las posibilidades cualitativas del ser humano,
contrariamente a la creencia secular de la evolución del hombre en cuanto a
progreso cuantitativo y material. Como nos enseña nuestro Maestro, Hz Sheykh
Abdul Kerim al-Hakkani (ra), cuando, continuando con el hadiz profético
anteriormente citado, el Profeta Muhammad (asws) fue preguntado por sus Sahaba
qué era lo que se debía hacer para enfrentar tales tiempos, él les dijo:
"Aférrense con fuerza a mis enseñanzas y no busquen cambiar las cosas. Eso
sólo será posible con la llegada de uno de mis nietos, Muhammad al-Mahdi.
Mientras tanto, manténganse en la Verdad y ocúpense de ustedes mismos".
Como culminación de un período descendente, éste supone una restauración del
Orden perdido. Esta restauración viene de mano del Imam Mahdi y el
restablecimiento del poder califal a manos del descendiente de la Casa de
Osmán. Debemos tener presente esta aclaración para comprender el grado de
inexactitud que revisten los movimientos 'modernos' de restauración califal
ligados al tan publicitado 'fundamentalismo islámico'.
***
Raíces
del Reinado de Satán
El movimiento oculto que
actualmente ejerce su poder sobre el mundo también es conocido como el 'Reinado
de Sheytán (Satán)'. A los encargados
de ejecutar los mandatos de ese poder subrepticio el Sagrado Qur'an los llama
'Awliya ash-Sheytán' (los íntimos de
Satán). Son estos agentes del poder satánico (fuerzas sutiles del psiquismo inferior) a quienes se los conoce
bajo los motes de Nuevo Orden Mundial, Masonería y Sionismo, tres conceptos que
engloban la totalidad del movimiento subversivo.
Desviar a la criatura humana de
su significado original ha sido siempre la tarea de las fuerzas disolventes
generadas desde lo satánico. Las raíces de la desviación actual pueden
rastrearse en lo que la historia ha dado en llamar el 'Renacimiento'
occidental, etapa que establece el final de la Edad Media europea y el
surgimiento de todo un conjunto de ciencias, saberes y experiencias encargado
de desvincular al ser humano de su principio metafísico y circunscribir su
realidad dentro de los exiguos límites de la individualidad. Por aquel entonces
(siglos XV y XVI) el mundo Islámico
gozaba de su mayor esplendor califal con el gobierno de sus más elevados
representantes: Sultán Mehmet Fatih Khan, el Conquistador (1451-1481), y Sultán
Suleymán al-Kanuni, el Magnífico (1520-1566). Desde entonces hasta su trágica
caída, como señal de los tiempos, el Imperio Otomano representó el balance
divino frente a la avanzada disolvente del movimiento subversivo generado desde
Occidente. Ante lo cual nuevamente debemos aclarar lo siguiente: el Islam
transmitido y enseñado por el Profeta Muhammad (asws) ha sido el sello para la
enseñanza tradicional en estos tiempos. Su validez es universal y su
manifestación supone la culminación de las revelaciones anteriores. De aquí que
veamos que naturalmente el proceso de desviación sea iniciado desde el
occidente renacentista y que el único bastión con la fuerza necesaria para
oponerle un Orden tradicional provenga exclusivamente del Islam y su poder
califal.
El movimiento individualista,
secular y materialista originado desde el Renacimiento, continuado por el
cartesianismo (liberalismo
científico-filosófico) y el protestantismo (liberalismo religioso), concluirá con el suceso tal vez más trágico
de la historia occidental: la Revolución francesa.
La Revolución francesa supone
la fatal culminación de la monarquía y la falaz eclosión del republicanismo, la
democracia liberal y el capitalismo, cimientos necesarios para la construcción
del Reinado de Satán. El desarraigo espiritual del hombre encontrará terreno
fértil y abono excesivo con la aparición de las ideas seculares encargadas de
urdir la trama (trampa) del mundo
moderno.
***
El
Movimiento en Sudamérica
Así mismo, altamente sugerente
nos resulta el hecho de que casi simultáneamente al inicio del Renacimiento
occidental y al esplendor del poder califal islámico, hacia 1492 Europa pierde
su vinculación tal vez más estrecha con la tradición islámica al concretarse la
usurpación de al-Andaluz por parte de los Reyes Católicos. A raíz de esta
usurpación comienza una enconada persecución hacia los Musulmanes andaluces,
quienes recibirán el apoyo Otomano y serán acogidos en tierras imperiales.
La férrea inquisición llevada a
cabo desde el catolicismo dominante contra los Musulmanes daría a luz un
vástago tan particular como significativo: el morisco. Moriscos se les llamó a
los Musulmanes de al-Andaluz a quienes por la fuerza se les obligaba a
convertirse al cristianismo, pero que sin embargo, relegadas a un ámbito
privado, mantuvieron marcadas pautas culturales y espirituales del acervo
islámico. Morisco es equivalente a 'musulmán falsamente cristiano' o a
'cristiano nuevo' (sinónimo de 'cristiano
falso'). Miles de estos moriscos emigrarían hacia América en los barcos
colonizadores, donde encontrarían un terreno virgen donde plasmar sus antiguas
ansias de libertad y justicia.
En Argentina, el descendiente
directo del morisco andalusí será el Gaucho, y éste se transformará en la
médula ósea de la tradición cultural y espiritual que definirá una identidad
original en suelo sudamericano. Sin embargo, los encargados de ejecutar el plan
satánico de dominación mundial, no pasarán por alto la herencia tradicional
recibida y retransmitida mediante el Gaucho, y se encargarán de lapidarla hasta
'casi' su desaparición total (la historia
argentina da sobrada cuenta de esto: la instrumentalización que llevó a cabo la
Masonería europea de próceres argentinos tales como Bernardino Rivadavia,
Bartolomé Mitre y Domingo F. Sarmiento para acabar con la herencia tradicional
que por estas tierras se difundía sutilmente de mano de nuestros criollos. Otro
dato significativo: será el gobierno de J. J. de Urquiza, la Confederación,
predecesor de la tiranía mitrista, el que recibirá un remanente de pantalones
militares otomanos destinados a la Guerra de Crimea, que aquí, asimilado por
los gauchos y criollos de la campaña, se transformará en la 'bombacha', prenda
gaucha que junto al poncho será despreciada como sinónimos de 'barbarie' e
'incivilización' por parte de los puntales del liberalismo masón de la época).
Un proceso análogo de subversión, lapidación y destrucción será llevado a cabo
en tierras otomanas, y grupos de musulmanes 'radicalizados' se convertirán en
los agentes más efectivos para la obra de disolución emprendida por las fuerzas
de la desviación satánica.
***
*Tres
Instrumentos: Masonería, Sionismo y Nuevo Orden Mundial
Por más que se le quiera adjudicar
orígenes de doctrina esotérica y/o metafísica (cosa que supone un cabal y sugestivo engaño), la Masonería surge en
gran medida tras el auge de la Ilustración (o
Iluminismo), movimiento cultural y filosófico europeo -especialmente en
Francia e Inglaterra, madres también de la Masonería-, que se desarrolló desde
fines del siglo XVII hasta concluir con el inicio de la Revolución Francesa.
Este movimiento pone en tela de juicio los absolutos doctrinales tradicionales
(tildándolos de 'ignorancia, superstición
y tiranía') y resume las posibilidades para el desarrollo humano al
concurso exclusivo de la luz de la razón. Nuevamente nos encontramos con
postulados individualistas tendientes al desarraigo espiritual.
La nueva mentalidad surgida
como resabio de la cultura renacentista necesitaba un sucedáneo que remplazara
la doctrina cristiana desaparecida con la existencia de la Edad Media. Fue así
como comenzaron a proliferar grupos elitistas de personas 'ilustradas' que
utilizando los postulados más acabados del cartesianismo y el protestantismo (el imperio del raciocinio individual frente
a la ciega aceptación y seguimiento doctrinal), mixturados con una amalgama
extravagante de dogmas irreconciliables (tomados
del Oriente misterioso, pagano y mágico -satánico- como alternativas de un
esoterismo ficticio y acomodaticio para la pretensión individual), dieron
en crear 'logias secretas' cuyo objetivo no era tanto el desarrollo espiritual
del hombre, sino el ajustarlo a los parámetros obsoletos de un siniestro plan
de dominación. Insistimos en el hecho de que todos estos movimientos fueron y
son astutas instrumentalizaciones al servicio de un poder mayor que las utiliza
para imponer su tiranía sobre la consciencia humana y así desviar al hombre de
su rumbo original.
Por otro lado hay que
diferenciar lo que se ha dado en llamar 'Sionismo' de la religión predicada por
el Profeta Moisés (as). El Sionismo surge en la Europa del siglo XIX como un
movimiento disolvente de índole secularista y política, estrechamente ligado al
más riguroso capitalismo y a las más perversas democracias liberales. En el
Sagrado Qur'an se los ilustra con el ejemplo de los hijos (seguidores) del Samirí, aquellos hijos de Israel encargados de la
forja y la adoración al Becerro de Oro, quienes fueron maldecidos por boca del
Profeta Moisés (as). En toda la historia del pueblo de Israel los hijos de
Samirí han intentado ocultamente hincar sus colmillos de avaricia y corrupción,
pero no ha sido sino con la eclosión del Sionismo que han cobrado una fuerza y
poder inauditos, colaborando así en la gran obra de desviación promovida desde
el Reinado de Satán.
En base a la corrupción
política e ideológica del Sionismo (pariendo
atrofias tales como el comunismo, el psicoanálisis, etc.), cuya maquinaria
de poder resulta aplastante, el auge de las democracias liberales surgidas tras
la caída de las monarquías y la imposición de un credo planetario de
fundamentos masónicos (los dioses paganos
del 'progreso' y la 'civilización'), el Nuevo Orden Mundial y sus representantes
han dado en generar el peligro más alarmante para la integridad espiritual del
ser humano en este mundo: la Cultura Global.
Esta cultura global es la más
acabada manifestación de la tiranía (Jababira)
en esta época. Imponiendo un modo uniforme de concebir y experimentar la
realidad entre los parámetros generados por la oscura manipulación que se ha
dado en concebir una mentalidad exclusivamente profana (esto es, completamente desacralizada, sin lugar a lo espiritual),
su cumple con las formas más perjudiciales de desarraigo que resultan en una
visión materialista y cuantitativa de la vida humana, signada por la
enajenación y el desdoro. No hay peor tiranía que aquella que el hombre
ignorante (falto de luz espiritual)
ejerce contra sí mismo.
***
*El
‘Fundamentalismo’ Islámico Vs. Islam Tradicional
El proceso iniciado en
Occidente, y cuyos frutos más cercanos a nuestro tiempo (y que aún perviven en
sus formas originales y bajo otras que los hacen aún más digeribles para el
público general que las consume y por ellas de deja llenar) son la Masonería y
el Sionismo, fue el encargado de minar los cimientos del poder califal Otomano.
Para este trabajo se sirvió de la empresa colonizadora representada por
Francia, Inglaterra y Rusia, entre otras potencias de entonces. Hábilmente
estas potencias aprovecharon las disensiones internas en el mundo islámico
financiando los levantamientos de grupos radicalizados (tanto en la teoría como en la práctica) de entre los musulmanes (wahhabismo y salafismo) contra la
autoridad del califato, grupos que de no haber recibido el soporte y los medios
necesarios por parte de los colonizadores, hubiesen acabado en el olvido
absoluto de la historia del Islam, o sencillamente en el rincón de las más
tristes, aunque necesarias, efemérides.
En el ámbito del Islam
Tradicional, estos grupos desviados
representan lo que el protestantismo y la Ilustración a la Europa
renacentista. Se servirán de los postulados racionalistas para crear una
doctrina religiosa moralista, antropomorfista, inculta, individualista, radical
y, por todo esto, sin valor metafísico alguno, concluyendo en que siglos de
Tradición sólo han sido promotores de 'ignorancia, superstición y tiranía', por
lo que se debería releer el Islam, obviamente, según los parámetros ofrecidos
por los occidentales (p.ej: libre
interpretación de las fuentes originales prescindiendo de la enseñanza
tradicional existente desde las primeras generaciones de sabios musulmanes
hasta la emergencia de estos supuestos 'reformadores' modernos, desestimando la
realidad de que el descenso cíclico supone un consecuente descenso del nivel
intelectual, lo que equivale a la total incapacidad del hombre moderno para
'reinterpretar' siglos de conocimiento tradicional. Se adopta la idea del
tiempo como 'evolución', muy de raigambre occidental, profana y materialista.
También de raigambre occidental la idea del progreso material como sinónimo de
bienestar y desarrollo, que llevó a nuestros 'reformadores' a ver en el Imperio
Otomano un promotor de dejadez y decadencia frente al 'pujante avance' europeo,
idioma común a los masones argentinos encargados de 'limpiar' nuestro suelo de
toda 'mancha' tradicional). Si bien el espíritu de desviación del
wahhabismo y el salafismo fue originado de entre los mismos musulmanes, su
esencia corruptora no deja de ser la misma en todo ámbito y lugar, de aquí que
sus postulados subversivos encuentren una sorprendente similitud con los
surgidos desde la cultura renacentista occidental.
Los defensores más enconados de
la tradición frente a los embates del monstruo colonizador fueron los Ahl
al-Tariqat, la gente del Sufismo. Bajo la autorización y mandato califal fueron
quienes demostraron una férrea resistencia (armada
y espiritual) a la empresa occidental. Encontramos hermosos ejemplos en la
lucha del Imam Mansur y el Imam Shamil, ambos pertenecientes a la
Naqshbandiyya, contra los rusos (mediados
del siglo XIX), la resistencia de la Sanusiyya (con Sidi Ahmed Sherif) y la Qadiriyya (con Sheykh Abdul Qadir al-Jazairi) en el Norte Africa, los leones del Africa Occidental Sheykh Uzman
dan Fodio (de la Qadiriyya), al-Hajj
Umar Tall (de la Tijaniyya) y Almamy
Samory Touré (también de la Qadiriyya),
y tantos más que desde la médula del Islam (el
Sufismo, su espiritualidad tradicional), defendieron la Tradición con
sangre y sudor. Los mismos califas Otomanos eran discípulos de Sheykhs de
Tasawwuf: por ejemplo, Sultán Abdul Hamid Khan II seguía a un Sheykh Shadhilí (orden extendida en el Magreb africano) y
uno sus consejeros era el Grandsheykh de la Naqshbandiyya por entonces,
Sharafuddin Daghestani. Por esto es que la voluntad disolvente debía ser
dirigida justamente contra el Sufismo y sus representantes. Esto fue muy bien
comprendido por los colonizadores, quienes encontraron en las ideologías
ramplonas del wahhabismo y el salafismo los más leales custodios para sus
intereses. Significativo es el ejemplo de Lawrence de Arabia, agente eficaz de
la potencia británica que promovió los levantamientos beduinos contra el poder
califal.
Los orígenes del salafismo
pueden hallarse en la prédica herética de Ibn Taymiyya (1263-1328). Este
hombre, que un primer momento de su carrera erudita perteneció a la escuela
Hanbali de Jurisprudencia, cegado por su conocimiento libresco, comenzó a
encontrar ‘innovaciones’ y ‘desviaciones’ en las doctrinas expuestas por los
sabios de Ahl as-Sunnah wal-Jama’a, a raíz de lo cual se sumió en una ‘cruzada’
purgatoria de todo aquello que su ‘racionalismo’ entendía como erróneo,
atacando la obra de grandes maestros tradicionales como el Imam al-Ghazali y el
Sheykh ul-Akbar Muhyiuddin ibn Arabi. Aduciendo que la experiencia del Islam en
los musulmanes se había perdido en el ‘ciego’ Taqlid (seguimiento por
imitación) y desentendiéndose de sus propios orígenes, cuestionó y negó la
eficacia del seguimiento a las escuelas tradicionales de jurisprudencia
islámica (los cuatro Madhhabs) y propulsó una quinta remitiéndose a una libre
interpretación de las fuentes primitivas del Islam. Sus escritos están cargados
de ponzoña hacia los Sufíes, hacia los Ulama rectamente guiados, etc. Sin
embargo, Ibn Taymiyya será sobradamente refutado por innumerables sabios del
Islam Tradicional. A pesar de esto, su legado de herejía no estaba destinado a
desaparecer.
Retomando la obra subversiva de
Ibn Taymiyya, y radicalizándola aún más, surge en Arabia quien en cierto
sentido estaba destinado a ser la ‘piedra angular’ de los movimientos
‘reformadores’ modernos, precursor directo de los fundamentalismos, Muhammad
ibn Abdul Wahhab, de quien la secta wahhabi recibe el nombre.
Muhammad ibn Abdul Wahhab
(1703-1792) estudió en los grandes centros del Islam. Hacia 1736, en Irán,
comienza a predicar lo que su entendimiento personal consideraba ‘desviaciones’
en las doctrinas del Tasawwuf, depositarias del núcleo de la enseñanza islámica
tradicional. Renegando de siglos de tradición, y haciéndose eco de la enseñanza
de Ibn Taymiyya, impulsó la idea reformista y disolvente de un retorno a los
primeros tiempos del Islam, a sus fuentes primitivas, abogando por un ‘libre
examen’ de las mismas, desconsiderando todo el corpus de creencia (Aqida’)
establecido por los sabios tradicionales. Buscaba abrir las puertas del
Iytihad, es decir, la libre interpretación de los textos para extraer nuevos
veredictos legales de los mismos, ante lo cual expuso enconadas reticencias al
seguimiento de las escuelas de jurisprudencia y a las órdenes de Tasawwuf
(Sufismo). En 1744 fue expulsado de la ciudad santa de Mecca debido a sus ideas
heréticas.
Por aquel entonces, la Península
Arábiga formaba parte del Imperio Otomano. En el desierto central de la
Península, en una región del Nayd, un clan estaba consiguiendo poner bajo su
dominio a varias tribus beduinas. Se trataba de los Bani Saud, una familia
conocida por su carácter sanguinario heredado de una costumbre de bandidaje.
Muhammad ibn Abdul Wahhab logra imponer su ideología subversiva entre estas
gentes y sella un pacto de mutua lealtad con los Saud. Estos tomaron como
propias las ideas wahhabis: en ellas se ponía énfasis particular en la
distinción entre ‘buenos’ musulmanes y ‘malos’ musulmanes, buenos los wahhabis
y malos el resto, que debían ser combatidos como si se tratara de incrédulos (una de las más nocivas innovaciones de Ibn
Abdul Wahhab fue la de aplicar los conceptos coránicos de ‘kaffir’ –incrédulo-
y ‘mushrik’ –politeísta- a los mismos musulmanes, con lo que derivaba los
versículos del combate –yihad- a los incrédulos y los politeístas hacia los
mismos musulmanes, sobre todo a los Sufíes, quienes, según sus criterios
desviados, ‘adoraban tumbas y sheykhs’. No está demás notar lo bien que esta
prédica sentó a los intereses colonialistas que se veían en peligro frente a la
resistencia sufí). Con esto comienza la obra de demolición del último
bastión tradicional en pie para la humanidad: subversión contra la autoridad
divinamente investida (el Califato Otomano), persecución de órdenes sufíes,
destrucción de lugares sagrados como tumbas de Awliya’ (aún hoy esto se lleva a
cabo por parte de grupos ‘fundamentalistas’), asesinato de hombres, mujeres y
niños por no aceptar el credo wahhabi, etc. Con esta ideología mediocre e
inculta los ingleses consiguieron que el yihad se volviera, desde los
musulmanes, hacia los musulmanes y el Califato.
Así fue que en el mundo
islámico en general, hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX, el
colonialismo desarraigó a los musulmanes y los desvinculó de sus fuentes
tradicionales mediante la destrucción física de sus representantes, la
corrupción ideológica y el aplastante desprestigio hacia el Islam Tradicional,
el cual era, mediante la acción combativa de místicos sufíes, líderes, santos y
guerreros, quien oponía una enconada resistencia a las pretensiones disolventes
del Reinado de Satán.
Ante el vacío dejado por la
merma de la enseñanza tradicional, hábilmente llevada a cabo por el
colonialismo, como ‘necesarias reformulaciones’ del Islam surgen movimientos de
‘renovación moderna’ como el Islah, la ‘Reforma’ (es decir, la ‘Modernización’)
y el Nahda, el ‘Renacimiento’ de lo ‘árabe’ en clara rebelión contra el
Califato, cuyos sultanes eran de origen turco (toda consideración de etnia o raza siempre estuvo prohibida en el
Islam. No es sino con la insidiosa influencia colonialista que esto se pone en
marcha activando violencias insólitas e innecesarias). No está demás
aclarar que estos movimientos fueron el producto de ‘reeducaciones’ que por un
lado bebían de la historia presentada a los musulmanes por los orientalistas
europeos y sus visiones tendenciosamente subversivas del Islam (a ellos se les debe la idea del
anquilosamiento islámico frente al desarrollo occidental, idea hecha propia por
musulmanes ignorantes, faltos de luz), y por otro lado de fuentes salafis y
wahhabis (por ejemplo, teóricos del Islah
como Jamaluddin Afghani o Rashid Rida, quienes fueron educados en occidente, no
dejan de citar en sus obras reformistas las ideas heréticas de Ibn Taymiyya y
de Muhammad ibn Abdul Wahhab como ejemplos de Islam). Generaciones de
musulmanes serán educados por estos ‘eruditos’ de la salafiyya, productos de la
acción subversiva y portavoces de un Islam ‘ilustrado’, ‘racionalista’ y falto
de esencialidad por carecer de toda espiritualidad (debido a la contundente negación del Sufismo).
En esta sucesión de
acontecimientos nos encontramos con movimientos tales como los Hermanos
Musulmanes, grupo ya radicalizado (fundamentalista), continuador de la
Salafiyya, que surge como respuesta natural ante los desmanes de los
‘Nacionalismos’ emergentes que originó la Nahda y su fatal resultado: la caída
del Califato Otomano (los responsables
directos de la deposición del poder de Sultán Abdul Hamid Khan II fueron los
‘Jóvenes Turcos’, movimiento secularista impulsado desde la misma masonería
sionista: entre los líderes de la revolución contra el régimen califal se
encontraban Kemal Atartuk y Djavid Bey, ardientes ‘doenmehs’, ‘renegados’, es
decir, judíos ocultos pertenecientes a la orden de Shabtai Zvi, hijos del
Samirí en acción una vez más). Cabe aclarar que todos estos movimientos han
surgido como reacciones desvinculadas de la Tradición Islámica contra los
supuestos liberales de la colonización y la modernidad (herramientas del
Reinado de Satán), paradojalmente desde la misma reeducación y
reelaboración que esa misma colonización
y modernización hicieron del Islam en el interior del mundo musulmán,
empobreciéndolo, volviéndolo una ‘ideología’ por un lado ‘moderna y secular’ y
por el otro ‘radicalizada y fundamentalista’. Ambas alternativas son los que
sobradamente convienen a las fuerzas disolventes enemigas de lo Tradicional en
su cruzada corruptora y destructora.
De los infatuos teóricos
pertenecientes a los Hermanos Musulmanes (Hasan al-Bana, Seyyid Qutb) surgiría
la perniciosa influencia que daría a luz los movimientos ‘yihadistas’ y
‘fundamentalistas’ encargados de arruinar la impronta del Islam Tradicional con
interpretaciones individualistas y erróneas de los textos sagrados, ignorando
palabras fundamentales del Profeta Muhammad (asws) para el entendimiento de
nuestros tiempos como las que citábamos al comienzo, y colaborando neciamente
al fortalecimiento del Reinado de Satán.
***
Debemos ser sumamente
cuidadosos en nuestras consideraciones personales e intentar buscar la Verdad
de manera desapasionada para poder convertirnos en férreos defensores de la
misma. Entre sus más preciosos tesoros, el Islam Tradicional aún guarda
poderosos exponentes que pueden allanar nuestro camino hacia la Verdad.
Y de Allah proviene el éxito.
Raíces
y Sabiduría
As salamu aleikum:
ResponderEliminarME siento totalmente identificado con èste artìculo...Mashaallah!!!!
Hamid Ali
Wa aleykum salam hermano Hamid
EliminarAlhamdulillah.
Seguiremos compartiendo, intentando humildemente colaborar en el despertar de la Ummah de Muhammad (asws), insha'Allah.
Que Allah-swt- ilumine nuestros corazones.