Deja de correr tras los mundano
y Allah te amará: Su amor se te manifestará en paz interior.
Que tu lengua se mantenga
húmeda con el recuerdo de Allah, ya que Él ha establecido Su trono en tu
corazón, y debe de estar limpio para albergar Su divina Presencia.
Todo tiene su pulimento: el
pulimento del corazón es el recuerdo de Allah. "Recuerda el nombre de tu Señor y concéntrate de lleno en él",
fue una de los primeros mandamientos dados al bendito Profeta Muhammad (asws).
"Purifica las vestimentas de tus obras, de tu corazón, de tus
intenciones; aléjate de la abominable idolatría interior que te genera apegos y
te aleja de tu Señor; no des esperando recibir más; sé constante en el recuerdo
de tu Señor": he aquí las normas elementales para nuestra vida
espiritual.
No murmures: no hables mal de
nadie, no critiques. Suficiente tienes para corregir en ti mismo. Si tienes que
decir algo, di algo bueno de los demás. Cuando tengas que hablar, habla el
bien, de otra manera permanece en silencio. El silencio es señal de sabiduría y
vida interior, una salvaguarda que siempre te traerá beneficios. Permanece
siempre vigilante y alerta. Por eso es que Allah te ha dado dos oídos, dos ojos
y tan sólo una lengua tras una reja doble (de
labios y dientes): debes aprender a escuchar y a observar con
discernimiento, y a callar más.
Una persona que confía en su
Señor y se abandona a Su voluntad está siempre contenta y satisfecha con la
situación en la que está: si es confortable, agradece; si es dolorosa, es
paciente y persevera en la confianza de su Señor, sabiendo que Él sólo quiere
el bien para Sus criaturas y que puedan alcanzar la completitud: la planta debe
quebrar la semilla para germinar debidamente y echar raíces firmes; en su fruto
se reconocerán los resultados. Y el fruto de quien se abandona a la voluntad de
su Señor serán los buenos modales: su excelencia la humildad.
La oración es el nutriente del
humilde; y cuando éste ora el Señor siempre lo escucha. "¿Cómo les responderá vuestro Señor a no ser
por vuestras súplicas?".
El humilde siempre es
misericordioso, dulce y perdonador. El rencor y la ira son características del
soberbio, del orgulloso, que ha levantado estandartes de rebelión contra su
Señor. Quien trata mal a sus semejantes, indudablemente será maltratado por su
mismo error. El humilde, abriendo su corazón al amor, goza del inmenso favor de
Dios. "Todo lo bueno que les sucede
proviene de Dios. En tanto que lo malo les llega por ustedes mismos".
Allah Todopoderoso es
Misericordioso, y desde Su Misericordia trae todas las cosas a la existencia.
Sin embargo, el hombre no deja de ocasionarse el mal a sí mismo en su ilusoria
percepción, es decir, ocupándose de lo que no le concierne.
¡Abre los ojos y contempla la
infinita bendición de tu Señor en la creación! ¡Deja de correr detrás de tus
vanos deseos y entrégate al recuerdo reparador! Los vanos deseos son como una
bestia dormida que despierta al menor roce y te muerde rabiosamente. Ten
cuidado, vierte lágrimas de arrepentimiento y encontrarás a tu Señor, el
Perdonador, cuyas puertas a la salvación son innumerables. "Oh ustedes que han ido contra sí mismos, no
desesperen de la misericordia de Dios".
Mantén a Allah en el corazón a
través de Su recuerdo y verás cómo se aleja de ti toda preocupación: "Allí sólo se escuchará: Paz".
Sella tu corazón con el bendito
nombre de tu Señor.
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