El Imám
Shamil apareció de forma repentina en la historia, aunque llegó a convertirse,
para toda la región del Cáucaso, en ejemplo de la lucha heroica para detener el
avance del Imperio ruso en el Cáucaso en el siglo XIX. Shamil nació en el seno
de una familia humilde (no aristócrata) de Daguestán, en la aldea montañosa de
Guirma, se supone que hacia 1797. Su nacimiento coincidió con el apogeo de la
política rusa de someter, de una vez y por todas, el Cáucaso Norte.
Se
hizo muy popular no sólo por su lucha heroica (pues luchas de este tipo ha
habido muchas, aunque no todas sean conocidas), sino por haber conseguido unir
a los pueblos del Cáucaso Norte para hacer frente a la política rusa de
colonizar a los habitantes de las montañas. Esta fue su histórica misión.
Inició su lucha en Daguestán y comprendió rápidamente que, por separado, los
chechenos y los daguestanos no podrían plantar cara con éxito al ejército ruso.
La derrota en la montaña daguestana de Ajulgo en 1839, propició la unión de los
chechenos y daguestanos contra el ejército del emperador ruso. Según el mismo Imám
Shamil, su modelo en la vida era el Sheykh checheno Mansur (fallecido en una
cárcel rusa en 1794, después de ser capturado durante el asedio de la fortaleza
de Anapa), quien fue durante cierto tiempo líder de los montañeses del Cáucaso
Norte entre las décadas de 1770 y 1780. El ejemplo del Sheykh Mansur llevó al Imám
Shamil a crear un estado capaz de resistir los embates del ejército imperial
ruso durante veinte años (de 1840 hasta 1859). Shamil heredó el título de imán
después de la muerte de Gamzat-Bek el mes de septiembre de 1834, convirtiéndose
en el tercer imán del Daguestán (el primero fue Gazi-Magomed, muerto en combate
en 1832). Así pues, seis años después, Shamil era Imám de Chechenia y Daguestán
unidas (marzo de 1840).
Shamil
fundó un estado clásico, con todos los atributos que le son propios: tesoro
público, hacienda pública, poder judicial, poder ejecutivo, órgano consultivo
del Imám, policía, policía secreta, ejército y una división territorial en
circunscripciones territoriales, regiones, etc. Se trataba de un estado (un imamato,
es decir, liderado por un Imám) teocrático, tanto en su forma como en su fondo.
El líder del estado era el Imám, el único dirigente, pues en las circunstancias
de su creación (durante la guerra con Rusia) no se habría podido hacer de otra
manera.
El Imám
Shamil no era uno de aquellos típicos dictadores orientales. Su gobierno
priorizó la ley fundada en el derecho islámico, la sharia, que aplicaba tanto a
sí mismo como a los miembros de su familia. Un ejemplo que dejó estupefacto a
todo el mundo fue el castigo que infligió a su madre, a quien quería mucho. El Imám
Shamil advirtió de que aquellos que le pidieran abandonar la lucha serían
castigados. Una delegación chechena pensó que el imán no sería severo con su
madre y pidieron a esta última que intercediese por ellos. El Imám Shamil
castigó a su madre a recibir 100 latigazos en público en la plaza de Vedenó, y
sólo cuando su madre perdió el sentido al sexto golpe, él ocupó su lugar para
recibir los restantes 94 golpes. Después puso un sable desenvainado al lado del
que ejecutaba el castigo y ordenó que fuese ejecutado en caso de que el imán
considerase que no había golpeado con todas sus fuerzas. Otro ejemplo es cuando
lo arrestaron: toda su riqueza se reducía a lo que llevaba encima, no poseía
casas, ni tierras, ni oro; nada excepto lo que llevaba puesto. Sin embargo,
también entendió que no podía ser tan estricto en el cumplimiento de las leyes
islámicas y por ello permitió una serie de excepciones a los chechenos, como,
por ejemplo, no consiguió prohibir a los chechenos bailar y cantar sus
canciones. Consideraba que podía –y debía– tener en cuenta las características
propias de cada pueblo.
Fue
un capitán brillante que salió vencedor en toda una serie de batallas contra
algunos de los generales más famosos del Imperio ruso de aquel período: 1842,
campaña de Ichkeria (general P. Grabbe); 1845, campaña de Darguin (general M.
Vorontzov), etc.
Llevó
a cabo también una política exterior activa, aunque también comprendió que
ninguna de las potencias mundiales del momento (ni occidentales ni orientales)
tenía el menor interés por el Cáucaso. Durante la guerra de Crimea (1853-1856)
no se alió con la coalición antirrusa. Mantenía correspondencia con el artífice
de la lucha anticolonialista, el argelino Abdul Kadir, ya que pensaba que
tenían mucho en común. Mantuvo una relación ambigua con el sultán turco.
Podemos pensar que son de Shamil las palabras «no me importaría ejecutar en
primer lugar al sultán turco». Desconfiando de la ayuda exterior, y debilitado
tras 30 años de resistencia contra el Imperio ruso, tuvo que rendirse el 25 de
agosto de 1859 durante el asedio al pueblo de Gunib, en Daguestán. Se convirtió
en el prisionero más preciado del emperador, que lo desterró de por vida a la
provincia rusa de Kaluga, desde donde en 1869 pidió que le dejasen peregrinar a
la Meca donde estaba destinado a morir en 1871.
Sus
contemporáneos en Occidente admiraban su lucha. Escribieron sobre él,
representaron obras de teatro en París mientras aún vivía. Era considerado un
Robin Hood que había luchado contra un imperio que, a principios del siglo XIX,
había conquistado la mitad de Europa y se había erigido como el «policía» de
Europa durante un decenio entero. Pero el Imám Shamil no era un romántico; esta
imagen que tenían de él sus contemporáneos europeos quedaba lejos de la
realidad. Fue sólo un patriota y un luchador que se opuso a la colonización de
los pueblos de las montañas del Cáucaso. Y esta era una imagen muy incómoda
para Rusia.
A
pesar de haberse rendido, siguió siendo un ejemplo de combatiente heroico para
todos los pueblos de las montañas del Cáucaso Norte. Muchos niños que nacen en
el Cáucaso llevan su nombre y en Daguestán han puesto también su nombre a
calles, plazas y han erigido monumentos en su honor.
El
fondo circasiano en Turquía lleva su nombre. Este fondo fue creado por los
descendientes de los pueblos caucasianos de las montañas que se vieron forzados
a huir al Imperio turco después de la victoria de los rusos en el Cáucaso
Norte. Y no es una casualidad que los montañeses caucasianos, vivan donde vivan
en el mundo, relacionen su nombre con la historia bélica de sus antepasados. En
su honor se escriben libros, poemas y versos. Durante la época soviética, la
actitud hacia su persona y su legado político experimentó muchos cambios: de
ser considerado un héroe en la lucha contra la colonización rusa, a ser acusado
de ser un agente de los países occidentales o un protegido de Turquía, e,
incluso, se propuso borrar su nombre del episodio de la historia que explica la
entrada de los rusos en el Cáucaso. Alrededor de su nombre se libra una lucha
de poder en la que todos los bandos procuran utilizar el nombre de Shamil a su
favor.
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