Bismillahi
Rahmani Rahim
En unas pocas palabras,
solamente podemos aspirar a dar una ligera idea de lo que es el papel de Sidna
Isa (Jesús) en el sufismo, como es tratado
su doble aspecto (exotérico y esotérico),
un lugar importante en el corazón de la parte interior del Islam.
Uno de los principales versos
del Corán respecto a Jesús es el siguiente:
"…el
Mesías, Jesús hijo de María, es el Mensajero de Dios, Su palabra depositada en
María, el espíritu procedente de Él”. (1)
Esto nos muestra de inmediato que
entender y hablar la verdad de Jesús debe estar en armonía con lo que él
representa. Por lo tanto, el venerable Sheykh 'Adda Bentounès nos ayuda a
comprender de la mejor manera la verdadera dimensión del Mesías:
“Jesús fue un maestro, fue un instructor (...). Él era el Verbo, que es
la Verdad por sí misma, la verdad que guía y dirige. (...) Jesús nadó en las
grandes olas del infinito. Él es la locura del amor en esta inmensidad. No está
loco por Dios porque él es el Amor de Dios, es Gran amor, como el mar gris de
su fragancia”(2)
Otro gran maestro de tasawwuf,
el Sheykh Ibn Arabi, declara que Jesús es el sello de la Santidad Universal en
un libro que se refiere a esto: “Futuhat al-Mekiyya”,
conocido en castellano como “Las
iluminaciones de La Meca”:
“Hay otro sello con que Dios sella la santidad universal, desde Adán
hasta el último de los santos, Jesús. Es el sello de la santidad, ya que es
también el sello del ciclo del reino (Mulk al-Alam), él es un signo del
acercamiento al fin de los tiempos”.
El otro sello mencionado por el
Sheykh Ibn Arabi es el Profeta Muhammad (asws), que es el sello de la profecía.
En un hadith del Profeta (3) se nos dice que “entre él y Jesús no hay lugar para deslizar un pelo”, sorprendente
imagen de la proximidad y la unidad que Dios eligió para la humanidad y reflejo
en los hombres de la ignorancia y ceguera que los divide y les hace estar en
oposición.
Con su venida, Jesús nos
ofreció el sabor de los misterios del amor divino. Pero también vino con un
poder divino que se manifiesta a través de su persona a lo largo de su misión y
constituye un desafío para perturbar el mundo de su época. Esto, evidentemente,
ha conmocionado profundamente a los hombres no solamente de su tiempo sino
también a todos aquellos que se acercaron a la personalidad de Jesús. El
mensaje de Jesús es puramente espiritual: habla de amor. No podemos amar a Dios
sin amar al prójimo, por lo tanto, Jesús nos llevará en una dirección especial,
su mensaje se va a abrir hacia una nueva perspectiva. Más allá de la letra de
la ley, es como un vino espiritual que se manifiesta desde sí mismo y trastoca
todo. El propio nacimiento de Jesús trae consigo el desafío de la ley física, la
ley de los hombres. Dios, a través de Jesús, hace una excepción a la ley física
en su nacimiento y, fruto de esto, su mensaje en vida será un reto para la
humanidad. El reto de este milagro de Dios, que puede ir más allá de las leyes
que rigen la materia, nos lleva a despertar en nosotros lo sutil, abrirnos a
nosotros mismos, a darnos cuenta de que Dios está presente en todas las cosas,
en cualquier lugar, en cualquier momento, en cualquier condición: cada uno de
nosotros realmente es una excepción.
El mensaje de Jesús es un
mensaje mucho más del ámbito del espíritu que del de la letra, pocas personas
van a lograr realizarlo, ya que los hombres han hecho una “religión”: lo han
racionalizado y en cierta medida se han bloqueado los principios del mismo
mensaje, mientras que Jesús mismo es el principio de la lucha contra la mera
profecía: él vino sólo para desafiar la ley.
El venerable Sheykh al-Alawi (4),
reconocido como uno de los grandes íntimos de Dios en el siglo 20, en un ensayo
sobre el simbolismo de las palabras de alta perspectiva metafísica revela la
sutileza sobre el enfoque del misterio de Jesús:
“Siempre hablamos de lo que entendemos por el misterio de la sagrada
esencia; cuando hablamos de la Alif (5) queremos decir que es la mayor sutileza
noble, y cada vez que hablamos de Ba (6) queremos decir que es la primer
manifestación, llamada el Supremo Espíritu; entonces el resto de las letras,
las palabras, se sitúan por sí solas y,
a continuación, el discurso en general, se sitúa en sus respectivas filas. La
reunión de Alif y Bâ juntas forman la palabra AB, lo que significa en árabe y
en hebreo: padre. Es el nombre divino por el que Jesús habló a su señor y fue
el empleado cuando dijo:
“En
verdad me regreso a mi Padre y vuestro Padre”.
Es
decir, con mi Señor y vuestro Señor (La concepción antropomórfica de la
paternidad de Dios está excluida de la perspectiva islámica). Si logras
entender el significado de estas dos palabras, sabrás ignorar su importancia.
Por otra parte, esta confusión se ve reforzada por la asimilación que se hace
entre Ab (padre) y Raab (señor) en el idioma árabe, y en el actual uso de estas
palabras en la lengua semítica que, por ejemplo, designa al padre (Ab) de una
familia como también el señor (Rab) de la casa”.(7)
Así, aunque el misterio en
torno a Jesús permanece en entender su mensaje basado en el amor y la compasión,
está presente también por la esperanza de su regreso y el advenimiento de la
era mesiánica. La fuente de la esperanza que fluía bajo los pies de María sigue
regando los corazones. La clave está en el credo de la Dependencia:
“Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él sólo servirás”(8)
¡Todas las leyes y los mensajes
de los profetas dan lugar al Uno! Las vías que conducen al centro son los
radios, es decir, las religiones que predican la fe en la unicidad. Por lo
tanto, si queremos caminar con fe, sinceridad y amor, debemos cumplir con todas
las religiones. Las prácticas son diferentes, pero la Verdad es Una.
Autor:
Khaled Bentounès
Notas:
1:
Corán: 4, 171.
2:
“El coro de los profetas”, Sheykh 'Adda
Ben Tornes. Editorial Albin Michel.
3:
Hadith decir, es la palabra del profeta Muhammad, cuya suma es la tradición
oral.
4:
Sheykh al-Alawi, el Fundador del
movimiento Sufi Alawiya.
5:
Primera letra del alfabeto árabe.
6:
Segunda letra del alfabeto árabe.
7:
“El hombre interior, a la luz del Corán”, Sheykh Bentounès editorial Albin Michel, 1998.
8:
El Evangelio según san Mateo 4/10 St Luc y 4/8, Deuteronomio 6/13-14.
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