miércoles, 8 de abril de 2015

Enseñanzas de un Santo del Islam. Parte I

Bismillahi Rahmani Rahim

El Islam ha sido construido y se asienta sobre dos principios fundamentales: uno es aprender a adorar al Señor; el otro, ayudar  y llegar a Sus criaturas. Si una persona hace estas cosas, sin distinciones que digan: "este es judío, este es cristiano, este es negro, este es blanco, etc.", alcanzará las estaciones espirituales más elevadas.

Originalmente todos hemos sido creados de lo mismo, del mismo material de la tierra. Por esto Dios Todopoderoso, en el Sagrado Corán, nos dice: "Los He separado en diferentes naciones, en tribus diferentes, para que se reconozcan unos a otros, para que aprendan unos de otros, para que intercambien, para que se desarrollen, para que se hagan mejores". Hacernos mejores en el servicio a lo Divino.

En realidad todos estamos para el servicio a lo Divino. No estamos para nuestro propio servicio, para el servicio a nuestros deseos egoístas, sino para el servicio Mayor. Debemos estar al servicio de Dios: cuando estemos a Su servicio seremos capaces de ver a Sus criaturas y decir: "Esta es una criatura de Dios; mi deber es servir a esa criatura. Si estoy sirviendo a mi Señor, mi deber también será servir a Su criatura".

Nuestro deber como seres humanos es amarnos unos a otros, respetarnos unos a otros, respetar los derechos de los demás y aprender a conocernos, a comunicarnos, a amarnos mutuamente. Cuando aprendamos a amarnos unos a otros seremos capaces de alcanzar a nuestro Señor.

El bendito Profeta Muhammad (que Dios le conceda paz) nos dice: "Todo el que sinceramente afirme que no hay más divinidad que Allah (Dios), y crea con el corazón en estas palabras, entrará al Paraíso". Eso significa que esa persona tiene Fe. Continúa el Profeta (que Dios le conceda paz): "Pero si no se aman los unos a los otros, si no aprenden a amarse los unos a los otros, aunque digan aquello, no habrán alcanzado las raíces principales de la Fe".

Dios nos ha creado; Él nos ama y permanentemente nos lo está dando todo, pero nosotros no estamos correspondiendo a ese amor. Corresponder a ese amor es, al menos, sentarte cinco minutos por día y decir: "¡Oh mi Señor! Tú me estás observando, Tú me estás viendo y yo no te estoy viendo. Tú me amas y yo también te amo". Por lo menos di eso. Es lo mínimo.

Así es que cuanto más el amor del Señor comienza a tomar tu corazón, todo amor falso se retira. Entonces serás capaz de construir una mejor amistad con las personas que a través de sus corazones están conectadas con el Señor. Luego, cuando hayas construido conexiones con ellas, serás capaz de entender a quienes no tienen conexión. Entonces serás capaz de llegar a ellos porque ya no estarás buscando ganar algo: estarás buscando dar.

Hoy día en el mundo muy poca gente está buscando dar. La humanidad sólo quiere tomar, tomar y tomar. Cuando también empiezas a dar, una paz diferente y un amor diferente comienzan a llegar a tu corazón, porque nuestro Señor está dando continuamente. Él está dando a los creyentes y está dando a los incrédulos, dando a quienes Lo aceptan y dando a quienes no Lo aceptan, dando a quienes Lo están adorando y dando a quienes Lo están negando. Él está dando continuamente. Él no hace distinciones. Cuando cada mañana sale el sol, su luz llega la casa de todos. Sin distinciones llega a la casa de todos.

Cuando empieces a conocer para qué has sido creado, y cuando empieces a entender el valor inmenso de lo que Dios te está dando, serás capaz de ser agradecido con el Señor de los Cielos; y cuando le seas agradecido, Él aumentará Sus favores para contigo.


Hz Sheykh Abdul Kerim al-Kibrisi (qs)

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