domingo, 4 de mayo de 2014

Imam Shamil, el León de las Montañas


Sheykh Shamil, el León de las Montañas. No león del tipo del asno. No. Sino aquel cuya autoridad era tomada desde la Divina Presencia y le daba uso. Cuando martirizaron a aquel que estaba (en autoridad) antes que él en la lucha contra los Rusos, todos ellos (sus combatientes) llegaron y dijeron:

“Oh Imam. Te elegimos para que seas nuestro Imam y nuestro líder para continuar esta lucha.”

Él les dijo:

“Elijan a otra persona, no a mí.”

Le dijeron:

“Tú eres el que mejor se ajusta para esto.”

Él dijo:

“Tal vez, pero ustedes no se van a adaptar al tipo de órdenes que les voy a dar. No se adaptarán a esos criterios.”

Dijeron:

“Ya Imam, daremos Bayat contigo y no hemos de cambiarlo hasta la muerte.”

Cuando todos aquellos líderes se acercaron, él les dijo:

“¿Son todos sinceros con su promesa?”

Le dijeron:

“Así es.”

Les dijo:

“Entonces les diré qué necesito, qué es lo que quiero, y luego vendrán a dar Bayat bajo esas condiciones. Si me dan Bayat y más tarde lo cambian (cambian de parecer traicionando el pacto), entonces sepan que se convertirán en mis peores enemigos y los pondré en el libro de los traidores. Entonces no tendrá importancia el nivel de estación que han alcanzado en el Islam.”

Dijeron:

“Ya Imam, lo aceptamos.”

Luego les dijo:

“En esta lucha que estamos llevando a cabo contra Rusia durante tantos años, no estamos combatiendo por tierra ni combatimos para conseguir un mejor estilo de vida para nosotros. Estamos combatiendo por la Causa del Islam, y por esto nunca descansaremos ni estaremos en paz hasta que obtengamos nuestra libertad de las manos de los incrédulos.”

Dijeron:

“Ya Imam, ¿ésta es la condición que nos pones?”

“Así es”, dijo.

Dijeron:

“Para esto estamos aquí, para esto es que hemos corrido hasta ti.”

Él dijo:

“No. Mi táctica es diferente a la de los demás. Con lo que ahora utilizaré contra los Rusos, los voy a volver locos. Y ellos atacaran nuestras aldeas. Van a empezar a matar a nuestras esposas y a nuestros ancianos. Van a destruir nuestras aldeas y van a matar a nuestros hijos. Nos vamos a trasladar hacia las montañas. De regreso protegeremos todo lo que podamos. Si no podemos entonces regresaremos a las montañas. Esas aldeas van a permanecer desprotegidas. Entonces, cuando vean que están perdiendo tantas cosas, no vengan a mí para modificar esto (el pacto), porque los pondré en el libro de los traidores. ¿Aceptan esto?”

Dijeron:

“Aceptamos”

Él dijo:

“Entonces den Bayat”

Todos dieron Bayat.

Algún tiempo después, cuando Sheykh Shamil comenzó con sus tácticas, tomando secretos desde los Awliya’Allah y golpeando desde izquierda y derecha, los Rusos se volvieron locos. Sucedió todo lo que él dijo. Ellos (los Rusos) ahora atacaban las aldeas diciendo:

“De esta forma los debilitaremos. Maten a sus hijos, a sus esposas, esto y aquello, y de esta manera se rendirán y pedirán un tratado de paz.”

Los Rusos enviaron algunos emisarios diciendo:

“Todo lo que deben hacer es rendirse y hacer un tratado de paz con nosotros, y detendremos todo. Los ayudaremos. Los ayudaremos a reconstruir vuestra nación. Estarán bajo nuestro gobierno. Nada más.”

Entonces algunos empezaron a volverse débiles. Quisieron cambiar, pero dijeron: “Esto es lo que dijo Sheykh Shamil. No podemos cambiar. ¿Qué vamos a hacer?”

Así fue que sheytán llegó para orientarlos diciéndoles: 

“Ustedes no tienen que ir al Imam. Utilicen a vuestras esposas. Utilicen a vuestras mujeres. Envíenlas a la madre del Imam, y ella le hablará. De esta forma, él no sabrá quién es ese (que quiere cambiar el pacto). Sólo la madre dirá: ‘Oh hijo mío, los Rusos piden esto. Hagamos un tratado de paz’, y él no va a castigar a su propia madre. Entonces cambiará (su punto de vista).”

Y eso fue lo que sucedió. Las mujeres fueron diciendo:

“Oh madre nuestra, nos gustaría continuar con esto pero tú sabes cómo está sucediendo. Todas nuestras generaciones están muriendo…”, e historias sin final. Débiles. Allah-swt- creó a las mujeres de esa manera. Débiles. Entonces su corazón no pudo soportar ya más, y ella fue hacia su hijo diciendo:

“Oh hijo mío, tengo que hablarte de algo muy importante.”

“¿Qué es madre mía?”

“Acerca de la cuestión de la Ummah.”

“No te atrevas a hablarme acerca de asuntos de religión ni de las políticas en las que nos encontramos.”

“Hijo mío, debes escucharme. Tanta gente está sufriendo, y esto y aquello…”

Él dijo:

“Madre mía, ellos te han envenenado. Hmm. Te han envenenado, pero vas a pagar el precio. Ya que te has atrevido a pedirme esto, vas a pagar el precio.”

Entonces dijo:

“Nadie va a hacer nada. Voy a entrar en reclusión. Cuando vuelva entonces tomaré la decisión de si aún seguiré siendo vuestro Imam para ver quien está conmigo y quién no.”

Entró en reclusión y nadie se atrevió a acercarse a él para preguntarle “¿qué estás haciendo?”. Hmm. Se sentó en reclusión durante tres días y tres noches, sin comer ni beber, meditando las 24 horas. Finalmente salió. Todos los aldeanos lo rodearon y esperaron a que el Imam les hablara.

Él dijo:

“He tomado una decisión. Mi madre, aun cuando no es del todo culpable y yo sé quién la ha envenenado, pero porque ella utilizó el título de ser mi madre para debilitar mi posición, será castigada con cien azotes de acuerdo al mandato de la Shari’a. Y como es mi madre, como Iman, voy a interceder por ella. Le voy a causar más dolor que cien azotes.”

Entonces eligió al hombre más fuerte entre su gente, le dio el látigo y le dijo:

“Yo recibiré los cien azotes por mi madre. Por lo tanto ahora me azotarás cien veces.”

Entonces dejó su espalda al descubierto y dijo:

“Si muero, como ‘Umar (ra), vas a continuar hasta que los cien sean completados.” Esto porque ‘Umar (ra) hizo lo mismo con su hijo.

Todos exclamaron: “¡Oh Sheykh!”

Él dijo:

“El mandato ha sido dado. Mi madre verá desde allí como recibo los azotes.”

Se lo dio a sus hombres diciendo “golpeen”. Cuando golpeó por primera vez, él dijo: “No es así.” Lo había hecho con misericordia. Dijo: “Así.” Y empezó a golpearlo diciendo: “Cien azotes de esta manera para mí.” Y obtuvo cien para sí mismo. Luego se levantó y dio otro discurso diciendo:

“Desde ahora en más, si alguien se atreve a hacerlo nuevamente recibirá la pena de muerte.”

Él ganó. Tal vez no ganó la guerra, pero ganó su Ájirat. Y todas aquellas personas que sinceramente estuvieron con él, también ganaron su Ájirat. Desde ese momento hasta hoy, aquellos que no quebraron las leyes del Islam mientras combatían por su causa, ganaron. Aquellos que se desviaron tan solo un poco diciendo “bueno, pongamos un poco de necedad en el asunto. Los rusos nos están haciendo esto, por lo tanto debemos hacer lo mismo”, ellos perdieron.

-Palabras de Hz Sahib us Sayf Sheykh Abdul Kerim al-Kibrisi (ra)-

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El Imam Shamil an-Nakshibendi fue discípulo del Gransheykh Muhammad Effendi al-Yaraghi, y luego estuvo bajo la tutela espiritual de su sucesor Gransheykh Yamaluddin al-Ghumuqi. Los combatientes de su ejército eran discípulos Nakshibendis, por lo que la guerra que llevaron a cabo contra el ejército invasor de la Rusia zarista fue denominada “La guerra de los Muridines”.

Muyahiddines de Sheykh Shamil

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