martes, 26 de noviembre de 2013

El Poder del Sheykh

Sohbet dado por Grandsheykh Maulana Sheykh Nazim al-Hakkani contenido en el libro 'On the Bridge to Eternity'.
Maulana y Sheykh Abdul Kerim en la Dergah Osmanli de Lefke, Chipre
El bendito Profeta (asws) solía rezar: 'Allahumma la takilni ila nafsi tarfataini... Oh Señor, no me abandones en las manos de mi ego ni siquiera por el parpadeo de un ojo'. Si estás con tu ego, te desvincula de los demás, y entonces estás a solas con tu ego. El sentir y pensar que estás solo te vuelve depresivo, destruye la personalidad y te encuentras en una situación desesperanzada. La soledad es el comienzo de las dificultades y el sufrimiento, físico y espiritual. Si estás solo eres incapaz de pensar con claridad y reconocer las necesidades de otra gente. Y si le estás hablando a la gente, y no estás con tu Sheykh, entonces eres como un hombre ciego arrojando piedras, incapaz de alcanzar tu objetivo.

Por lo tanto debes pedir: 'Oh mi Sheykh, estoy pidiendo estar contigo. Tú estás conmigo, pero yo no estoy contigo. Intentaré estar contigo'. Si estas dos corrientes se encuentran, el poder fluirá. Cuanto más eres capaz de concentrar su ser contigo, tanto más te llega el poder desde su lado. Si estás completamente con él, entonces él está en ti, y eres tu propio Sheykh. Ese es el significado de estar con tu Sheykh... Su poder te cubrirá tanto como estés con él, y entonces podrás alcanzar un poder ilimitado, porque el Sheykh está conectado al Profeta (asws), y el Profeta está en la Presencia Divina.

Permanece con tu Sheykh, y no perderás poder, ni conocimiento, ni sabiduría, ni paciencia, ni tu vida, porque todo está con él. Nunca estás solo, ni siquiera en los desiertos ni en los mares, incluso si fueras el único ser humano sobre la tierra. Serás el más poderoso entre la gente, e incluso si toda la humanidad viniera contra ti, no tendrías temor, porque estás conectado a la estación real de poder. Si alguien te tocase, podría caer.

El hecho de que exista este poder hace nuestra vida fácil y segura. No hay necesidad de temer si nos concentramos en nuestro Sheykh. Pero si lo olvidamos, la desesperanza y la depresión, el sufrimiento y el temor puede que nos lleguen. Por lo tanto llévalo contigo, donde sea que vayas. Entonces él te dirigirá y guiará en todo. Entonces entenderás lo que significa estar con el Profeta (asws), estar con Allah. Experimentarás el Fana'...te anularás, y Él se manifestará en ti.

Esa es la gente acerca de quienes el Profeta dijo: "Cuando los miras, ves a Allah". Si estás con tu Sheykh, Sheytán nunca conquistará tu corazón. No puede entrar porque tu Sheykh está allí contigo. Que Allah nos facilite estar con uno de Sus siervos que esté en la Presencia Divina... Fatiha.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Músicos del África Musulmana: Ali Farka Touré

Ali Ibrahim "Farka" Touré (Kanau, 1939 - Bamako, 7 de marzo de 2006), fue un conocido guitarrista y cantante maliense, cuyo estilo aunaba la música tradicional de Malí con el blues.

Nació en 1939 (no se conoce la fecha exacta) en la aldea musulmana de Kanau, cerca de Gourma Rharous, en la región noroccidental de Tombuctú. Era el décimo hijo de su madre, pero fue el único que logró sobrevivir pasada la infancia. Su apodo, "Farka", significa "asno", animal admirado por su tenacidad. Étnicamente, Ali Farka Touré estaba vinculado a los antiguos pueblos songhay y fula, del norte de Mali.

Su padre, que servía en el ejército francés, murió en combate durante la Segunda Guerra Mundial. Ali apenas fue a la escuela, y se dedicó desde su infancia al cultivo del campo. Sin embargo, siempre manifestó un gran interés por la música, especialmente por instrumentos tradicionales malienses como el gurkel (pequeña guitarra), el violín njarka, la flauta peul o el ngoni (laúd de 4 cuerdas).

En 1956 quedó muy impresionado cuando vio actuar al guitarrista malinke Keita Fodeba, lo que le hizo decantarse por la guitarra como instrumento. Tras la independencia de Malí, en 1960, el gobierno comenzó a promover la música tradicional, lo que permitió a Ali formar su primer grupo, La troupe 117, con el que actuó en varios festivales por todo el territorio de Malí. En 1968 viajó por primera vez fuera de Malí para representar a su país en un festival que tuvo lugar en la ciudad de Sofía, en Bulgaria.

Durante los años 70 se instaló en Bamako, donde trabajó como ingeniero para Radio Malí. En esa época tuvo la oportunidad de escuchar mucha música occidental (especialmente cantantes negros estadounidenses como Otis Redding y James Brown, entre otros). Por entonces publicó también su primer disco, Farka (1976), en la compañía francesa Son Afric, y comenzó a dar conciertos por toda África occidental.

En esta época se inició también su interés por el blues, al que encontraba grandes afinidades con la música africana. Fue el primer intérprete de blues africano que logró una popularidad masiva en su continente natal, hasta el punto de que se le llamó "el John Lee Hooker africano". Musicalmente, su estilo tenía muchas semejanzas con el de R. L. Burnside, con varias superposiciones de guitarras y ritmos. Cantaba habitualmente en lenguas africanas, sobre todo en songhay, fula y tamacheck.

En los años 80 se instaló en la localidad de Niafunké. Comenzó a ser conocido en los países occidentales tras la publicación de su álbum Ali Farka Touré, éxito internacional, que propició varias colaboraciones con músicos occidentales (en 1991 con Taj Mahal en el disco The source; y en 1994 con Ry Cooder en Talking Timbuktu, así como la reedición de material antiguo grabado durante los años 70, como Radio Mali. Por Talking Timbuktu fue galardonado con un premio Grammy. En 1999 publicó Niafunké, un regreso a las raíces de la música tradicional africana.

En 2004 fue nombrado alcalde de Niafunké y con dinero de su propio bolsillo asfaltó las carreteras, construyó varios canales y puso en marcha un generador para proporcionar electricidad al pueblo.

En septiembre de 2005 publicó, en colaboración con el intérprete de kora Toumani Diabaté, el álbum In The Heart Of The Moon, por el que obtuvo su segundo premio Grammy.

El 7 de marzo de 2006, el Ministerio de Cultura de Mali anunció que había fallecido a la edad de 67 años, de cáncer de huesos. Su casa discográfica, World Circuit, afirma que acababa de completar un nuevo álbum en solitario.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Tradición, Cultura y Tradicionalismo

Florecimiento cultural es sinónimo de vigorosa espiritualidad.

La cultura es el resultado acabado de la obra de un espíritu activo y libre: es la representación de su desarrollo efectivo.

La Tradición es el fundamento para la cultura: la provee de arquetipos poderosos para que pueda constituirse de acuerdo a las posibilidades vernáculas de la raza. El tradicionalismo será su feliz corolario.

Toda espiritualidad debe reducirse al tríptico: Tradición-Cultura-Tradicionalismo.

La Tradición es la base espiritual para que la cultura se haga manifiesta: es la Sabiduría primordial con que los hombres desarrollan sus posibilidades inherentes.

La cultura es el rasgo distintivo que caracteriza a pueblos y razas diferentes.

En su autenticidad la Tradición es una fiel colaboradora en la evolución de la cultura.

Si bien la Sabiduría reviste un carácter unívoco de universalidad, la manifestación cultural dependerá de las posibilidades cualitativas vernáculas de cada pueblo y raza.

Cada rasgo cultural distintivo, en su autenticidad, es un destello de Sabiduría y Tradición.

Cuando la cultura se transforma en raigambre popular se convierte en tradicionalismo.

Tradición es la luz; cultura el color; tradicionalismo la forma.

Tradición es sabiduría, esencia y cualidad. Cultura es significado e identidad. Tradicionalismo es folclore, usanza y costumbrismo. El tríptico guarda la plenitud sacra de pueblos y razas.

Un hombre de Tradición debe ser consecuentemente un hombre de cultura, y por esto, un tradicionalista.

Un hombre de Sabiduría debe ser consecuentemente un hombre con identidad vernácula, y por esto, de usanza folclórica.

El folclore, como idioma cultural del pueblo, guarda en sí mismo destellos de Sabiduría tradicional.

Cada pueblo y raza posee un folclore determinado de acuerdo a sus posibilidades culturales.

Toda posibilidad cultural encuentra su fundamento en la Tradición.

La Tradición es única, universal y precede a la formación cultural de pueblos y razas.

El espíritu humano trasciende mediante la Tradición, manifiesta su vitalidad mediante la cultura y se goza a sí mismo con los frutos del tradicionalismo.

Por esto nuestra Tradición es el Islam, nuestra cultura vernácula la gauchesca, y nuestro tradicionalismo el folclore y el costumbrismo gaucho.

domingo, 17 de noviembre de 2013

"Si aman a Allah, deben seguirte"

Bismillahi Rahmani Rahim

Alhamdulillah, astaghfirullah al-Azim wa atubu ilayh.

Inna ad-dina inda Allahul-Islam. 'Solamente una religión en la presencia de tu Señor', dice Allah-swt-, 'y esa es Islam'. Ten la seguridad que partes de este mundo con esa Shahadat. Si no partes de este mundo con esa Shahadat, entonces desde allí empiezan todos los problemas.

La gente de hoy en día ha perdido su dirección. Especialmente los Musulmanes, porque los Musulmanes se han vuelto necios e inconscientes. No hay líder. Así que todos corren de acuerdo a sus propias ideas acerca del Islam. 124.000 profetas han sido enviados a los hijos de Adam (as) para enseñarles Islam, a decirles que digan 'La ilaha illa Allah'. Debes decir 'La ilaha illa Allah'. Y luego de que ha llegado el bendito Profeta (asws), debes decir 'Muhammad Rasulullah'. No sólo decir: 'Creo en Allah'. ¿Entonces en qué tipo de Allah estás creyendo? Exactamente como las gentes antes del Islam hacían toda clase de dioses para sí mismos a los que adoraban.

El Profeta (asws) ha sido enviado para enseñarnos cómo hacer las cosas en este mundo. No sólo como vamos a adorar, sino lo más importante, cómo vamos a vivir, cuál será nuestro estilo de vida. ¿Quién es su maestro? Allah le enseña. Allah-swt- enseña a Su Profeta (asws) y Él nos envía a Su Profeta diciendo: "Diles (Muhammad) que deben seguirte. Si ellos Me aman, deben obedecerte y seguirte para que Allah los ame".

Eh, hoy en día estamos viendo a tantos líderes Musulmanes en el mundo corriendo y diciendo: "Vamos a hacer la paz". ¿Paz con qué? "Con los Cristianos y con los Yahudis". Eh, el Islam nunca estuvo en guerra con ellos. Ellos son quienes tienen guerra con el Islam, no el Islam con ellos. El Islam acepta a sus profetas. Ellos son quienes no aceptan al Profeta (asws). Así que los eruditos de hoy en día también han perdido sus mentes. No saben qué hacer. Tantos están corriendo solamente tras el entendimiento de sus propios egos. En el tiempo del Profeta (asws) también había cristianos. Había judíos. ¿Qué hizo él con ellos? Te diré lo que hizo con ellos. Cuando conquistó de vuelta Mecca, dijo: 'Llévenlos fuera más allá de Mecca, a los Bani Israil, los hijos de Israel, los Yahudis. Y a los Cristianos llévenlos fuera de los límites de...digamos, la actual Arabia Saudita. Llévenlos fuera de los límites donde gobierna el Islam'. Y la mayoría fueron empujados hacia lo que hoy día es el Líbano, esa zona. Así que, hoy en día estamos viendo a gente haciendo de otra manera.

Inna ad-dina inda Allahu-l Islam. Solamente hay una religión en la presencia de tu Señor. No se acepta otra religión. Nunca antes ni después. ¿Adam (as) fue Islam? Si, él fue Islam. Él decía 'La ilaha illa Allah, Adam Nabiullah wa Rasulullah'. ¿Musa (as) fue Islam? Sí, él decía 'La ilaha illa Allah, Musa Rasulullah'. Eso era lo que decía. ¿Isa (as) fue Islam? Sí, diciendo 'La ilaha illa Allah, Isa Rasulullah'. ¿Y qué dice Muhammad (asws)? ¿Otra cosa de lo que ellos dicen? No. Uno más diciendo 'La ilaha illa Allah, Muhammadur Rasulullah. Y no vendrán más profetas. Yo soy el Sello de los Profetas'. Y no vinieron más profetas. Observa, durante mil cuatrocientos años ningún profeta ha llegado. Cuando chequeas la historia, siempre encontrarás que casi cada cien años Allah-swt- enviaba un Profeta. Seguramente un Profeta llegaba. Entre Isa (as) y Muhammad (asws) transcurrió algo de tiempo. Entre Muhammad (asws) hasta ahora ningún otro profeta llegó y ningún otro profeta llegará.

Si eres un creyente y escuchas que aquí ha llegado un profeta que muestra muchos milagros, no corras allí (para ver de qué se trata). (Si lo haces) eso muestra que tu fe es temblorosa. El Sello de los profetas estuvo aquí y pasó. Acabado. No tienes que correr aquí y allí porque él vino y completó el trabajo. Acabó con el trabajo y partió de este mundo. Lo que sea que él nos ha dejado, si lo estamos aferrando, es suficiente para que también encontremos seguridad. Si no lo estamos aferrando y decimos: 'Bueno, los tiempos han cambiado', entonces vas a perder la dirección, vas a perder el camino, lo que mucha gente está haciendo y acerca de lo cual el bendito Profeta (asws) ha referido en tantos Hadiz-e Sherif.

Así que debemos buscar corregirnos a nosotros mismos porque el Ángel de la muerte está esperando. A todo el que se le ha dado vida, esa vida le deberá ser quitada. Venimos desde Allah y vamos a retornar hacia Allah. Imposible escapar. Así que debemos prepararnos a nosotros mismos para ese último día, el último aliento. No te prepares para el último día el último día. Te debes preparar ahora, cuando tienes energía en tu cuerpo y cuando estás fuerte. No corras demasiado tras este mundo. Este mundo sólo es temporal. Corre tras Ajirat. Cuando corres tras Ajirat, el mundo te llegará gratis.

Es como cuando una mañana el bendito Profeta (asws) salió con sus Sahaba y les dijo: "Den la espalda al sol". Y lo hicieron. Les dijo: "¿Ven las sombras frente a ustedes?". Dijeron: "Sí, Ya Rasulullah". Dijo: "Ahora corran intentando atrapar sus sombras. No se detengan hasta que les diga que lo hagan". Por eso es que el bendito Profeta (asws) dice acerca de los Sahaba-e Kiram: "Si los ven (a los Sahaba) los llamarán locos. Si los vieran (a los Musulmanes de Ajir Zaman) no los llamarían creyentes". Hablaba de nosotros. Y los Sahaba-e Kiram nunca lo cuestionaron diciendo: "¿Cómo vamos a atrapar nuestras sombras?". La gente de hoy en día, todos, corren para abrir sus bocas y hablar sinsentidos. Los Sahaba sabían que el bendito Profeta (asws) decía algo y que tras sus palabras había Hikmat (sabiduría). Tú sólo lo debes seguir para ver que hay detrás. Ellos también sabían que no iban a atrapar sus sombras.

Empezaron a correr tras sus sombras. Y algún tiempo después les dijo: "Alto". Se detuvieron. Les dijo: "Ahora vuelvan sus rostros a mí". Cuando volvieron sus rostros a él sus sombras quedaron detrás. Dijo: "Ahora, corran hacia mí". Cuando llegaron a él, les dijo: "De esta manera vienen a mí y yo los llevo hacia Allah. Si están corriendo tras el mundo es como si corrieran tras la sombra, y esa sombra está siempre alejándose de ustedes. Y si corren hacia Allah, la sombra correrá tras ustedes. El mundo correrá tras ustedes".

Esa es la fe. La debes aferrar con fuerza y debes ser capaz de equilibrar tu vida en este mundo no para perder tus oraciones a causa del dunya. Si estás perdiendo tus oraciones a causa del dunya, entonces no estás obteniendo demasiado beneficio. Estas palabras son para ti y para mí.

Wa min Allahu Tawfiq.


Jutbah dada por  Sheykh Abdul Kerim al-Hakkani (ra) el 25 de Dhul-Qadah de 1430 (13 de noviembre de 2009) en la Osmanli Naksibendi Dergahi del Siddiki Center en New York.

sábado, 9 de noviembre de 2013

La reconquista de Al Ándalus por el Imâm Al Mahdî

Bismillahi Rahmani Rahim

Al Imâm Abû 'Abdi Llâh Muhammad Al Qurtubî Al Ansârî (que Allâh le haga misericordia) dijo:

«Si el Mahdî aparece en el Maghreb como lo dejan pensar algunos ahâdîth, la gente de Al Ándalus irá a su encuentro y le pedirá de gratificarle de su apoyo en la península ibérica reconquistada por los incrédulos.

El Mahdî concentrará entonces la mayoría de las tribus del Maghreb y logrará constituir un ejército de 80.000 hombres, listos para el combate y para la reconquista de Al Ándalus. Cruzarán el mar y desembarcarán en Homs, es decir la ciudad de Sevilla (Ishbiliyyah). El Mahdî pronunciará entonces un discurso particularmente elocuente que sublevará a los Musulmanes de Al Ándalus. Estos harán inmediatamente un pacto con él y se prepararán para enfrentarse a los Bizantinos (los Cristianos de Europa).»

Referencia: At Tadhkirah del Imâm Abû 'Abdi Llâh Muhammad Al Qurtubî Al Ansârî (que Allâh le haga misericordia).

viernes, 1 de noviembre de 2013

La Muerte en el Islam

Bismillahi Rahmani Rahim

En el Sagrado Qur'an encontramos un término que es clave para la comprensión de nuestro tema. El término es 'al-Ajira', que literalmente significa 'la Otra', a 'la Ultima'. Se trata de la existencia que hay tras la muerte, la cual es el escenario de la Resurrección (Qiyama), concepto también clave para nuestra exposición.

¿Qué hay tras la muerte? Primero hay que saber qué es la muerte según el Islam. La muerte es cuando cesa la vida entendida ésta como 'tiempo del hombre'. Con la muerte, el hombre accede al 'Universo de Allah (al-Ajira)', que ya no es su tiempo y no le pertenece. Es donde deja de ser protagonista para pasar a estar en Manos de la Verdad. El musulmán convierte su vida en 'al-Ajira' desde el momento en que se entrega por completo a su Señor. Deja de ser impresionado por la Fugaz (la vida mundana) y descubre el trasfondo que lo sostiene y sostiene todas las cosas, al-Haqq, 'la Verdad'.

Permanentemente el Sagrado Qur'an (la Revelación del Islam) nos habla del Fin del Mundo y la Resurrección. Ellos quieren decir sobre todo una cosa, que la existencia no es mensurable, que el hombre está siempre expuesto a lo que lo hace ser, lo aniquila y puede recomponerlo cuando quiera, como sucede con las alternancias palpables en la existencia: la sucesión del día y la noche, las estaciones, la renovación constante de la vida... Esta es la verdad a la que se quiere sustraer el ser humano, y, sin embargo, es la esencia de su realidad, el testimonio de Allah en 'la realidad'. Y si hay algo que lo significa particularmente es la muerte (máut). La muerte es la experiencia -en lo cotidiano- de todo lo que enseña el Sagrado Qur'an cuando nos habla del Fin del Mundo y la Resurrección.

La muerte es la presencia constante de la Verdad, de su carácter demoledor. El hombre, a pesar de su arrogancia, a pesar de sus seguridades, a pesar de sus recursos, se enfrenta a un signo irrefutable: la muerte. Reflexionar sobre ella y todo lo que implica reconduce al ser humano a su esencia y a la de su mundo, y lo enfrenta a Allah, a la Verdad sobre la que no tiene control alguno, la que domina imponiéndose con una severidad descorazonadora, sumiendo a las criaturas en la desesperación, la angustia, la confusión, el desconcierto, la frustración.

La Verdad (al-Haqq) es Allah, el Creador y Destructor. Nos ha hecho ser y nos devuelve a lo que más tememos, a nuestra nada ante Él. La vida es recibida con alegría, la muerte es acogida con temor.

La muerte es cosa de Allah, es signo de la preeminencia de la Verdad indescifrable que rige la existencia y la arrolla prevaleciendo en todas las cosas, y ante la que se esfuma todo. Es el momento de la 'separación' (firaq), cuando se deja atrás al fantasma, la ilusión, el espejismo, y es hora de aforntar, en la soledad de la muerte, la desmesura de la Verdad.

Nuestra existencia es separación de Allah: ello es lo que nos concreta como seres independientes y nos da vida y agilidad. La muerte es reunión con Él, y es separación y abandono de la vida individual. Allah nos arranca la vida para reunirnos con Él. Hay unión en la preeternidad (antes de venir a la existencia) y separación en el acto con el que fuimos creados, y luego hay separación cuando se nos arrebata la vida, con lo que se nos reúne para el Uno-Único, Allah.

La muerte es separación y reunión. No es un final en el que todo se disipa, sino un retorno, pero con la carga del recuerdo de la vida. Nada es en vano. Nada hay inútil. El que observa atentamente descubre en cuanto le rodea esta regla. Es decir, en todo está presente la Verdad. Pero el hombre no se la aplica a sí mismo. En el Islam, se llama 'kafir' (incrédulo) al que no asiente, ni confirma la manifestación de la Verdad que todo lo envuelve.

Hay un término en árabe para designar los contenidos innatos de la inteligencia humana: Fitra. La Fitra es algo así como la naturaleza primordial, lo primario en el hombre en tanto que saber que se deriva del contacto con la realidad de las cosas, sin que el ego intervenga interpretando a su albedrío y deformando la verdad. La Fitra se pierde a causa de la malicia con la que el hombre se relaciona con el mundo. El Iman, la 'habilidad del corazón', la 'Fe', puede recuperar lo perdido de esa inocencia, y la hace meritoria porque es un acto de la conciencia que hace al ser humano bueno y sabio. La Revelación es un estímulo para el Iman. Ante la Revelación, el hombre dotado de sensibilidad que lo aproxima a la Fitra, asiente ante la Verdad. En cambio, quien no encuentra en la Revelación el eco de lo que presiente en sus adentros, el kafir, no ve en la muerte más que la separación, cayendo en su propia suposición, cuando en su interior hay intuiciones poderosas, el mundo que le rodea le habla de la trascendencia del ser y los profetas le recuerdan todo ello con el poder de los milagros que ejecutan y la sabiduría de sus enseñanzas. El kafir no asiente, y, por tanto, no se vuelve hacia Allah, no se recoge ante Él. El Salat, la Oración, no es un simple gesto que los musulmanes repiten al menos cinco veces al día. Es una consagración de todo el ser, un signo de total rendición ante Allah, y es, ante todo, una forma de vivir en armonía con la esencia de la Verdad. El Salat prepara al hombre para la muerte, la separación y el reencuentro. El Salat es el gran mérito del ser humano, lo que lo valida ante Allah. El Salat es la manifestación exterior de la Fitra interior.

El Sagrado Qur'an, con la mención del Fin del Mundo y la Resurrección, nos sitúa ante conmociones formidables que remueven los cimientos de la existencia en su totalidad y cada existencia en particular. Son acontecimientos cuyo anuncio no debiera provocar extrañeza, puesto que en el hombre mismo ya tienen su correlato con la muerte. Quien ha creado cada cosa a partir de nada informa sobre un Renacimiento de todo lo que existe ante Él, en las inmensidades de al-Ajira, la existencia que viene después de la muerte.

El hombre que vive bajo la hegemonía del ego no puede imaginar que la muerte de su alma animal pueda asomarlo a otra cosa. Sólo el corazón puede inspirar algo que lo invite a esa transformación que convierte sus fuerzas, primero, en censurantes y, después, en iluminadoras, para conducirlo finalmente a la Paz. Igualmente, inmersos en nuestra existencia actual, nos resulta difícil admitir otra vida, y para estimular ese saber en nosotros han venido personas que son 'corazones', los profetas. Los profetas anuncian ese mundo de al-Ajira, y nos invitan a una lucha para alcanzar el bien que hay en él y evitar su mal.

El último de los profetas, Sayidina Muhammad (asws) vino a anunciar lo mismo, y se encontró con la oposición de quienes estaban aferrados a su mundo y no podían ver otra cosa. Las excusas con las que lo rechazaron nos resultarán familiares: son las mismas que aún hoy podemos escuchar, y es porque el ser humano no ha cambiado en lo esencial. Se enfrentan, como siempre, la comodidad de la negación y la desidia al espíritu inspirado: '¿Acaso piensa el ser humano que no reuniremos sus huesos (luego de la muerte, para la Resurrección)?', pregunta el Sagrado Qur'an (75:3). El hombre, sin más horizonte que su experiencia, supone que, una vez pulverizado el cuerpo en la tumba, nada puede revivificarlo. Eso es lo que le enseña la rutina a la que está acostumbrado, y hace de su convicción una ley que rige el universo. Pero el Qur'an pulveriza esa seguridad. Quien ha creado el cosmos a partir de nada, puede fácilmente reunir los elementos dispersos de los huesos y devolverles la vida. La muerte disgrega, Allah junta. La vida también nos ha separado, la Revelación nos vuelve a congregar. La existencia nos dispersa, el espíritu nos invita a recogernos. Y todo tiene su consumación tras la muerte definitiva en una Resurrección definitiva.

La aparente solidez del universo es una creencia del ser humano. Pero el Qur'an enseña que sólo Allah es la Verdad (al-Haqq). Para concebir esto hay que estimular el asombro en uno mismo. El asombro resulta del desvanecimiento de aquello en lo que se creía. El hombre cree en lo que ve, pero lo que ve se esfuma. La última certeza del ser humano es la muerte, lo único que parece inmutable, pero Allah desbarata esa apariencia y asoma al musulmán a al-Ajira, el Universo de Allah, del todo inimaginable, donde todo es desmesurado, y que viene después de la muerte, el último ídolo, el último refugio de la afirmación de algo al margen del Poder de Allah.

Las esperanzas y las especulaciones de los seres humanos no son leyes para el universo. La única Ley es la Voluntad de Allah. La existencia es un prodigio en el que se realiza lo que Allah quiere. Ese es su único orden. Todo lo demás es elucubración y cúmulo de sueños y deseos. Allah es Qadir, Poderoso, Capaz, Determinante. No sólo puede reunir los huesos dispersos luego de la muerte, sino reconstruir y recomponer hasta la punta de los dedos, es decir, hasta lo más insignificante. Nada de sorprendente hay en ello si nos retrotraemos a los orígenes del universo surgiendo en medio de la nada. El Poder Creador (Qudra) que estuvo presente configurando el universo con nada es capaz de devolver la vida a lo muerto. Esta es la lógica del Qur'an que nos enfrenta a la inanidad de nuestros recursos. Ante la Qudra, ante el Poder de Allah, estamos desprotegidos y se desvanecen nuestras certezas, y somos invitados al Islam, a la Rendición, que es el germen de la Paz (salam) en la que se apaciguará nuestro ego. Es en medio de estas verdades conmocionadoras donde tiene lugar la muerte y la Resurrección.

Aún hay más que decir. Los huesos estructuran el cuerpo material del ser humano, pero son sus acciones las que hacen al hombre por dentro. Para los sufíes (los místicos del Islam), los huesos son el correlato de los actos que van dando forma a cada ser humano. Efectivamente, luego de la muerte el hombre resucitará, pero lo hará íntegramente, presentando ante Allah todo su ser. Allah reunirá y recompondrá sus actos, hasta los aparentemente más pequeños e insignificantes.

La costumbre, la rutina, la sucesión aparentemente implacable de causas y efectos, nos dan una seguridad ficticia, hasta que Allah se manifiesta. Descubrimos entonces que no hay más regla que su Voluntad. Nuestro mundo es quebrado por la Verdad. El hombre ha creído huir de su Señor, pero siempre había estado bajo su imperio. La única forma de huir de Allah, tal como enseña el Qur'an, es huir hacia Él. En Él está lo que el hombre ansía, la Paz. Asiéndose en Allah, el hombre se hace pleno; sujeto a cualquier otra cosa, el hombre está condenado a la frustración. Cuando sus ídolos caigan con la muerte será aterrado por lo Desconocido, y en ese dolor infinito, del que no se puede huir, quedará sumido en la eternidad de al-Ajira, ahí a donde nos conduce la muerte. Allí no hay más cobijo que no sea el de Allah. Quienes han buscado en otro lado, en los dioses, en la naturaleza, en sí mismos, en cualquier otra fantasía, encontrarán que nada se sostiene frente a lo Desconocido y estarán en el vacío de su ignorancia.

La Resurrección luego de la muerte no será otra cosa que la Revelación de la Verdad que sólo Allah existe plenamente. Todo acaba reposando en Él.

Ahora bien, nada de lo anterior implica que el hombre se funda en una especie de nebulosa. Allah nos ha dado la conciencia, y esta no es algo que muera. La conciencia es nuestra sustancia, la que nos conforma, lo que menos conocemos de nosotros mismos, y ante Allah descubrirá su verdad, pero no dejará de ser. De lo contrario, la existencia habría sido una banalidad, y Allah no hace nada frívolo. Todo lo que Allah hace tiene las dimensiones de su propia Grandeza. Nada hay que sea intrascendente, nada está condenado al olvido. Ese día, cuando todo sea reunido ante Allah, el ser humano será informado, es decir, se le comunicará y entenderá las acciones que realizó en el pasado y las que dejó de hacer.

La sucesión rutinaria en la existencia engaña al hombre, que construye sobre ese fantasma la quimera de una lógica precaria que es interrumpida por la aparición de lo sobrenatural. Para el hombre común, la vida acaba con la muerte definitiva, certeza que el Qur'an destruye anunciando la Resurrección.

La existencia es un prodigio en el que desentrañar el secreto de la Inmensidad sobre la que se asienta. No hay nada definitivo ni sometido a reglas, todo es expresión de esa Inmensidad a la que el corazón se asoma cuando, por un momento, olvida el mundo que el apresuramiento construye en busca de un asidero para la inconsistencia de la condición humana. Cuando el hombre se olvida, por un instante, de sí mismo, descubre el verdadero carácter de la vida, su desmesura. Y el Islam es la forma de vivir en consonancia con ese reto. El Islam es abandono, es fluir con lo que escapa al control del hombre, aceptando la propia inconsistencia como lanzadera hacia la Inmensidad.

Tras la muerte, la paz conseguida en vida se prolonga infinitamente en la Inmensidad, mientras que la avidez se convierte en desesperación y Fuego. El Sagrado Qur'an dice: 'Ese día habrá rostros brillantes mirando hacia su Señor' (75: 22-23). Ese Día, el de la Resurrección en al-Ajira, habrá rostros resplandecientes. Son los rostros de quienes, en vida, se habían vuelto hacia Allah, y en al-Ajira estarán viendo realmente a su Señor. Encontrarán que es cierta la Verdad en la que se habían sumergido. La satisfacción en la Visión de Allah en al-Ajira significa, entre otras muchas cosas, lo siguiente: si la contemplación de las bondades de Allah en este mundo llena de alegría a los hombres y expande sus corazones, si la belleza de cuando nos rodea refresca el ánimo, si el espectáculo de la fuerza de la naturaleza agranda al espíritu, que son signos del Poder de la Verdad para quien va a l fondo de las cosas y tiene tiempo para encontrar la paz, ¿qué no será la Visión de la Fuente de todos esos prodigios en al-Ajira, es decir, fuera de toda limitación? Ese es el Jardín anunciado por los profetas a todos los hombres.

Por el contrario, el apresuramiento, la avidez, de quien ha vivido engañado por el mundo inmediato, sumido en la vida fugaz, abandonando la atención que debe ser puesta en la Verdad, se convierte, ese Día, en penumbra y tristeza. La angustia que ata al hombre a los fantasmas de su mundo, su necesidad de controlar la realidad, ese Día, será pura frustración. Según nos informa el Sagrado Qur'an, ese Día, el de la Resurrección en la Otra vida, habrá rostros que también estarán afligidos. Son aquellos que se ven entonces privados de lo único con que contaban, la creencia en sí mismos. No escucharon la voz de Allah, que les invitaba a al-Ajira en vida. Para ellos, la Inmensidad de su Señor será causa de aflicción, dudas y dolor. Ese será su Fuego.

A grandes rasgos, a esto se reduce la vida después de la muerte.

Fuente: ‘El Qur’an Comentado’, Sura 75, del erudito andalusí Abderrahmán Mohammed Maánan.

Recopilado por Raíces y Sabiduría