martes, 28 de octubre de 2014

Enseñanzas del auténtico Islam: "Serán tratados de acuerdo a vuestras acciones"

Nuestro Grandsheykh dice que toda persona, todo siervo de Allah Todopoderoso, tiene dos posiciones o deberes: uno hacia su Señor, y otro hacia las demás personas. Hacia Allah Todopoderoso, su deber es ser un siervo sincero de Allah, sin pedir ninguna recompensa en este mundo ni en la Próxima Vida.

Hacia las demás personas, primero debemos amar a los siervos de Allah. Debemos conservar en nuestros corazones el amor por ellos sin hacer ninguna distinción entre ellos. Allah creó a Sus siervos limpios: en su origen fueron amados. Ustedes aman a sus hijos, aún cuando hagan cosas equivocadas. Allah Todopoderoso creó a la gente originalmente limpia de todo mal y demonios, y de toda incredulidad. Su esencia es limpia, siempre. Como un anillo que cae al toilet. Pueden tomarlo y lavarlo, y estará nuevamente limpio. La esencia de la humanidad es infinitamente preciosa, la cosa más preciosa a la vista de Allah. Por lo tanto, debemos gustar de toda la gente, porque son los siervos de nuestro Señor, y son la creación de nuestro Señor. Esa es nuestra primer obligación hacia los demás.

Nuestra segunda obligación, o deber, hacia las personas es ayudarlas tanto como podamos. Debemos ayudar a todos, de acuerdo al hadiz de nuestro Profeta (asws): "Ayuden a todas las personas, ya sean opresores u oprimidos". Cuando nuestro Profeta (asws) dijo esto, sus Sahaba preguntaron: "¿Cómo podemos ayudar a los opresores?". El Profeta (asws) contestó: "Tomándoles su mano para evitar que opriman".

Nuestra tercera obligación hacia los demás es pensar bien de todos. No debemos tener malos pensamientos acerca de la gente.

Estas tres características o actitudes hacia los demás: amarlos, ayudarlos y pensar bien de ellos, son deseados por todos los creyentes, de hecho, por toda la gente. Son señal de carácter elevado, aceptable a la vista de nuestro Señor. Sin ellas nadie es aceptable a la vista de su Señor. Cuando una persona mantiene estas obligaciones, será recompensada por su Señor haciendo que la gente la ame y la respete. Este es el secreto del éxito en nuestras vidas y el significado del hadiz: "A malukum um malukum" (Serán tratados de acuerdo a vuestras acciones). ¡Tantos pecados pueden ser perdonados manteniendo esto! ¡Nunca dañen a nadie ni con vuestra mano ni con vuestra lengua!


Todos los no-musulmanes viviendo en comunidades islámicas tienen el mismo derecho que los musulmanes. Nuestro Profeta (asws) dice: "¡Cualquiera que dañe a un siervo protegido me está dañando a mí!". Si entendemos este hadiz, debemos observarlo. La complacencia de nuestro Señor está con esta característica.

Maulana Sheykh Nazim al-Hakkani, "Mercy Oceans, I".

miércoles, 22 de octubre de 2014

El necio furcio de Ehud Manor

En una entrevista publicada el día 20 de octubre de 2014 al historiador social y político judío Ehud Manor por el diario La Capital de Rosario, sintetizando toda una ideología, éste dice:

"De pronto, con la aparición del grupo Estado Islámico o Isis, se ve que hay una problemática fundamental con el Islam, que hay que reconocer que el Islam facilita algunas ideas políticas, no religiosas, sino de la relación entre teología y política. Hay un problema con el Islam, y esperamos que el mundo por fin lo vea y lo entienda".

Sus palabras sobran para revelar las oscuras pretensiones diabólicas de quienes se arrogan el dominio del mundo tras la imposición de cosmovisiones y culturas apócrifas, buscando desmerecer el sendero espiritual revelado por Dios para el bienestar de los hombres en el mundo.

No hablaremos de la falsía inherente a la creación del Estado de Israel, ilícitamente concebido sobre tierras musulmanas pertenecientes al Califato Otomano con el nefasto tratado de Balfour luego de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, debemos resaltar que la idiosincrasia del pueblo judío actual también resulta de una conveniente mixtura entre política y religión que ha dado como resultado el gran cáncer sionista que roe las entrañas de la política y la cultura global. Ellos han sido los principales portaestandartes de la democracia, falsa forma de política que tiende a la esclavitud ególatra al liberar las pasiones más inferiores del hombre en sociedad, forma totalmente contraria a los dictados de Dios tanto para el pueblo judío como para la Cristiandad y el Islam. Recordemos que Moisés recibió la revelación de Dios con una Ley como constitución para el pueblo judío. ¿No es esto, según el criterio del seudo intelectual judío citado por el periódico, una "peligrosa mezcla de religión y política"? Ahora bien, fácil resulta achacarle al Islam todos los errores propios a una herejía, cuando es justamente el Islam el que se opone a toda estratagema demoníaca surgida de las intenciones dudosas de quienes detentan el poder. Toda religión, desde el momento en que es revelada para la reforma del ser humano, conlleva un determinado número de leyes, tanto individuales como comunitarias, que deben ser observadas para la corrección tanto espiritual como social de la humanidad. Y si hablamos de comunidad y de sociedad, de seguro que estaremos ante una aplicación de la religión emparentada con lo que se entiende por política. Así, en las teocracias de antaño, las civilizaciones tenían reyes, soberanos, califas y sultanes encargados de aplicar las leyes divinas en el ámbito social. Esto ha sucedido tanto entre judíos, como entre cristianos y musulmanes. La democracia es un invento posterior que surge de la total desconexión con Dios, con Sus leyes, y la forja de nuevas leyes según los criterios más infrahumanos, que es justamente lo que estamos viviendo a escala global.

Muchas veces se ataca lo que se teme, y éste es el asunto con el Islam: los murciélagos rehúyen la luz diurna porque les hace arder los ojos, confundiéndola con un mal, prefiriendo la tiniebla a la claridad anunciadora de toda belleza.

Como decíamos más arriba, las palabras de este seudo intelectual constituyen la evidencia cabal de toda una ideología subversiva que se pretende imponer a la opinión pública. Se dicen "liberales" y no hacen más que mostrarse irrespetuosos e intolerantes con lo que no transige con sus pensamientos acerca de la realidad: he aquí el peligro más evidente de estas cosmovisiones apócrifas que nos atronan la conciencia con su verborragia de "libertad, justicia e igualdad".

Para que nos sirva de ejemplo, en un arrebato de mística mundanidad y resaltando los valores "democráticos" de la Nación de Israel, enclave opresor en Tierras de Santidad, dice: "El turismo está en permanente crecimiento, Tel Aviv es una de las capitales gays, una meca gay". ¡Notable concepto de la virtud y el ejemplo!

América Latina está despertando a la realidad del Islam. Las palabras de este hombre ya no deberían engañar a nadie. El problema no es el Islam, el problema lo tiene él consigo mismo, triste y lamentable títere del mal.

De Dios proviene el éxito

lunes, 20 de octubre de 2014

Sabiduría Serrana: Don Ibra

     Aún el recuerdo sigue trayendo al rincón presente de mi corazón la especial estampa de don Ibra montado a su burrito, las alforjas repletas de hierbas buenas y el tranco lento, manso, noblemente espiritual que desde tiempos remontados a mi niñez le fue bellamente característico. Aún mi alma se regocija con su signatura de humilde centauro serrano cuando, enfundado en su poncho verde, legado por telares antepasados, memorables de urdimbre cósmica, subía despaciosamente los cerros en busca de aquella bendita comunión con la madre naturaleza que le proveía de su savia medicinal. ¡Cómo olvidar a don Ibra cuando nos era una delicia sobrehumana, para nosotros, mocetones imberbes recién entrados a la vida, disfrutar de su infusión espiritual mientras nuestros corazones absorbían como esponjas vírgenes sus infinitas palabras de sabiduría!

Don Ibra era de aquellos hombres arquetípicos que resisten impasiblemente cualquier erosión del tiempo, uno de esos retoños de la tierra germinados para perdurar porque una fuerza trascendente los nutre con la esencia misma de lo universal, de lo que ha superado las fronteras de la vida y la muerte para elevarse y ser una herramienta de guía para los demás. Esto es una reflexión propia, claro está. Don Ibra, en su ejemplar sencillez campechana, jamás hubiese sospechado siquiera su grandeza humana, y eso lo hacía aún más grande; su total falta de arrogancia, su desapego franco y elemental, eran la norma que nos hablaba de su absoluta originalidad natural. Y eso nos atraía a él, como la luz de la vela a las polillas indefensas. Y como las polillas, nos permitíamos ser abrazados por su luz. Así crecimos. Así nos educamos. Así nos hicimos hombres. Gracias a don Ibra, el místico a burrito.

Acomodándose el sombrero de ventral seco, acariciándose su profusa barba blanca, tomando unos sorbitos del mate de Dios y humeando finamente los rumores ancestrales de un chala, como perdiéndose en tiempos escondidos que a través de él se hacían presentes ante nuestra silenciosa maravilla, don Ibra nos decía:

"Un hombre en su ranchito, contento y a gusto con lo que Dios le ha dado, tal vez con muy poco, pero conforme, agradecido y sin preocupación, es mil veces superior a quien se desvive por mantener castillos de arena construidos con el oro que el tiempo convierte en polvo de cementerio. Muchachitos: para ser felices, ustedes sólo necesitan un techo que los cubra, un ponchito que los proteja del frío y un buen plato de sopa. ¿Qué más puede realmente necesitar el hombre en esta vida?"

Y él era el ejemplo cabal de sus enseñanzas. No hay virtud más loable en un maestro de la vida que ser en su obrar el fiel reflejo de lo que predica. Y don Ibra ante todo poseía la inmensa e incuestionable virtud de ser un hijo auténtico de la serranía, paisaje vasto en donde Dios ha soplado su aliento sobre la tierra levantando montes y cerros que transmiten una belleza especial asociada a horizontes sin límites, a elevaciones, ascensos, donde el hombre puede encontrar la cima misma de su profundidad. Don Ibra, a lomos de su burrito, era un fragmento precioso de aquella inmensidad. Nosotros habíamos nacido en el pueblo, atorados con su cúmulo de costumbres y habitualidades. Don Ibra pertenecía al cerro, era una extensión de él, y hacia el cerro íbamos a beber de su sabiduría. Por supuesto, todo tiene su sabiduría. La sabiduría del pueblo es utilitaria, comercial, mudable, apta para la mera transacción, el soborno o el fraude. Don Ibra tomaba de algo más allá y nos daba de beber un jugo fresco, siempre renovado, que nos hablaba del sentido de ser hombres, de nuestro lugar, del equilibrio fundamental que se necesitaba para cumplir con una misión que el pueblo desconocía y que nos refería la esencia misma de la libertad en su autenticidad natural. Porque la montaña tiene una sabiduría que le es propia y especial, un saber ancestral que pervive incólume a través de las centurias y las generaciones, y que siempre encuentra vástagos honestos y limpios como don Ibra para que pueda ser compartida con quien tenga oídos capaces de escuchar. Don Ibra fue un transmisor de la sabiduría del monte, y nosotros sus discípulos pueblerinos. Una vez, señalando un sol esplendorosamente radiante, nos dijo:

"¿Ven el sol? Todos los días nos llega dándonos de su luz y calor. Sin él, ¿qué sería de la vida de esta naturaleza? Vean ustedes, el sol sale cada mañana y nos llega a todos, él no discrima ni distingue según el color, la religión, el idioma, la posición, ni siquiera si uno es bueno y el otro es malo, si aquel es santo y este otro pecador. Nada de eso. El se brinda a todos y todos se deben a él. Sean ustedes así. Sean como el sol, bríndense e iluminen sin distinciones. Sean buenos con todos, y todos serán buenos con ustedes".

Y allí estaba el sol, dándonos una lección desde las palabras aladas de don Ibra. Allí estaba ese sol, que había estado siempre, pero que desde aquel instante cobraba una dimensión peculiar, casi solemne, en nuestra fértil intuición. Fue entonces cuando comprendimos por qué el astro rey había sido la figuración del principio supremo para innumerables pueblos de la antigüedad. Fue entonces cuando desde el asombro contemplamos cómo los cerros, los montes, los valles, los llanos, se convertían en un escenario mágico transitado por cientos y miles de seres humanos de momentos pretéritos que se reunían al amparo de la voz de un mismo canto esperanzador, un canto que ofrendaban al sol, y que el sol se encargaba de difundir por los rincones más inhóspitos de la tierra y por las venas más ocultas de la humanidad. Entendimos entonces la expresión inútil y grosera que representaba toda violencia, y que el respeto es la forma primordial y el portentoso sustento para toda relación buena como para toda feliz convivencia. Y así aprendimos a respetar y a convivir pacíficamente con los demás.

Ninguno de nosotros supo jamás nada sobre el pasado de don Ibra. Nuestros mayores del pueblo lo consideraban un viejito bonachón que en tiempos de su juventud había sido un campesino de hábitos errantes, según ellos poco cercanos a la "civilización", pero sí a la austeridad incomprendida que rodea con su halo protector a los ascetas. Para nosotros, don Ibra era la viva representación del misterio; pero no de la manera en que lo oculto seduce buscando incesantemente ser develado por curiosidades infantiles, sino desde la indómita perplejidad que lo desconocido infunde al corazón abierto, dispuesto a ser colmado por revelaciones parciales que jamás entregan el sentido completo del misterio, pero que son atisbos poderosos de lo que late profusamente más allá. Para nosotros, que no buscábamos desentrañarlo, sino experimentarlo, el misterio se develaba un poquito más con cada una de sus enseñanzas. Desde el primer momento percibimos que ese misterio era inagotable...

"Sean como el agua de manantial que se origina por la lluvia entregada desde el cielo hacia la cima de la montaña y desciende por cauces diversos siendo flexible y fluida. ¿Qué sucede cuando la corriente se encuentra con grandes rocas que atravesar? ¿Lucha con la roca para ocupar su lugar, desplazarla y seguir la marcha, o se abre ante ella para discurrir serenamente por sus lados? La roca queda allí y la corriente continúa su tránsito amoldándose a los obstáculos que se interponen ante ella. Sean como el agua frente a las rocas de los obstáculos. Sean fluidos, no luchen contra ellos, no se distraigan con ellos, continúen serenamente la marcha hasta que lleguen al mar y sean absorbidos por su inmensidad". Decía esto, nos sonreía con una complicidad espiritual muy suya, muy serrana, se despedía tomando un último mate mentolado, y montado a su burrito leal se perdía tras un sendero de tierra que se internaba en el pedregoso boscaje del cerro. ¿Hacia dónde iba? Nunca le preguntamos, nunca nos importó. Quedábamos absortos en la pausada pronunciación de sus palabras que con ecos infinitos redoblaban el mensaje en los oídos de nuestras almas... Y tal vez pasaba media hora, una hora, ¿quién sabe?, tal vez el tiempo del mundo, y la medida se tornaba insuficiente, insignificante, cuando ya nos encontrábamos descendiendo hacia el pueblo, que adquiría un tinte nuevo y nos brindaba la enorme oportunidad de empezar a ser los hombres que don Ibra nos enseñaba ser.

En cierta ocasión, uno de nosotros llegó al cerro cargando con un estado febril bastante alto. Don Ibra extendió su poncho verde en el suelo rocoso e hizo que se acostara sobre él. Se sentó a su lado y pacientemente comenzó a tamizar en un cuenco de madera algunas hierbas que sacó de su bolsito tejido. Nos dijo:

"No hay dificultad alguna que no traiga consigo una bendición. Mas deben aprender a afrontar toda dificultad con paciencia y ser perseverantes. La enfermedad es una prueba, un mecanismo de purificación. Como todo proceso, tiene su tiempo, y sólo las hierbas del Señor se ajustan a él. Sean pacientes, respeten el tiempo de cada cosa, y tengan confianza en Dios, que de Él nos llega la prueba y de Él proviene la cura". Mientras hablaba ultimó la infusión que dio de beber a nuestro enfermo. A los días sanó. Claro estaba que los tónicos y jarabes que los fármacos del pueblo vendían a nuestros mayores suponían alivios rápidos para sus dolencias y enfermedades. Pero también, con el correr del tiempo, se hacía más que evidente que esas curas espontáneas dejaban secuelas, muchas veces graves, que requerían de tratamientos un tanto más específicos y más invasivos para la salud del enfermo. La medicina de la paciencia de don Ibra reconducía nuestra fe hacia horizontes donde la dificultad se resolvía a sí misma y el temor se desvanecía frente a la confianza. Paciencia y perseverancia, las hierbas del Señor.

Pero un día sucedió lo inesperado, aquello para lo que no estábamos preparados, o tal vez no queríamos estarlo. Don Ibra no bajó. Un día, luego otro y otro, subíamos esperanzados al monte y el trote ausente de su burrito nos traía un rumor de la altura que en un principio no supimos discernir. Y nuestra impaciencia inicial trocó en interrogantes angustiantes, en fantasmas de incertidumbre que cubrían con sombras espesas y confusas nuestros pensamientos de juventud. Luego, uno a uno, los integrantes de nuestro grupo fue abandonando la rutina del ascenso al cerro, resignando la espera de don Ibra al recuerdo encargado de regar las semillas que durante cierto tiempo había sembrado en nuestros corazones. Uno a uno fue optando finalmente por reasignarse a los engranajes del pueblo y consolidar una situación que el destino se obstinaba en dramatizar. Tan sólo yo seguí subiendo esperando nuevamente la llegada milagrosa de don Ibra. Sin embargo su presencia se resistía a descender, oculta ya en la bruma de la eternidad.

Un atardecer, ya casi entrada la noche, esa noche que sobre la montaña se abre infinita en un inmenso manto de estrellas que custodian inexorables los portales del cielo, me encontraba a la vera del sendero pedregoso que días pasados nos traía a don Ibra, cuando repentinamente una brisa cálida empezó a agitar las ramas de los árboles y las hojas silvestres de la vegetación originando un susurro profundo que se me antojó un diálogo íntimo, secreto, entre el viento proveniente de la altura y la flora que me rodeaba. Fue entonces cuando confundida con el rumor de la brisa se me hizo presentemente clara la voz de don Ibra que decía:

"He cumplido la misión que en la vida debía. Ahora soy ráfaga de lo alto, me he fundido con el cerro y las estrellas, con la piedra y el sol. Mis palabras perdurarán porque no son mías, son de la humanidad, son de la lluvia que fecunda la tierra y la hace germinar, son del fruto que nutre y se reproduce en cada estación, durante siglos, y alimenta las almas de quienes siempre tienen sed de verdad y libertad. A ti te corresponde contar mi fragmento de mundo, a ti te corresponde cantar los versos que de mí tu corazón haya escrito, a ti te corresponde prolongar este arte sagrado que la vida imita sin cesar en cada pulsación, en cada movimiento, en cada humor. Es tu misión. Cumple con ella y estarás conmigo para siempre..."

La memoria del universo ha construido un templo para don Ibra en la cima de la montaña que todos guardamos en el corazón. Una vez que decidimos escalarla con esfuerzo y buena voluntad, don Ibra se nos revelará en su forma más bellamente humana para renovar nuestra fe y nuestra esperanza. Allí estará.

domingo, 12 de octubre de 2014

Sultan Abdul Hamid Khan y el General

Sohbet dado por Hz Sahib us Sayf Sheykh Abdul Kerim al-Hakkani (ra) el 24/10/2006 en la Dergah Osmanli Naksibendi Hakkani, Siddiki Center, New York.

Bismillahi Rahmani Rahim.

Medet Ya Seyyidi Ya Sultanul Awliya, Medet.

Ocurrió un incidente. Esto se adapta para ti y para mí, para que comprendamos la historia de un hombre que estaba en el camino de Allah y que cumplía las órdenes al cien por ciento. Solamente hizo una cosa.

En el tiempo de Sultán Abdul Hamid Khan (Jannat Mekat), durante los últimos días, cuando había confusión en todos lados y Sultán Abdul Hamid Khan ya estaba casi solo. No tenía demasiados ayudantes a su lado. Tantos ayudantes se habían vuelto traidores y él no podía confiar en ellos. Entre algunos de los que podía confiar había un general del ejército, un general de alto grado. Mehmet Aqif Ersoy nos lo dice, él nos está contando la historia tal como ocurrió. Él dijo que luego de que el Sultán se retirara de este mundo, el Califato fue removido y las maldiciones empezaron a bajar sobre la humanidad. Cuando el Califato es removido entonces las maldiciones llegan de cualquier manera. No necesitas escucharlo por ti mismo. Maldiciones descienden sin parar sobre la humanidad diciendo: "Ustedes son quienes han removido al Califa". Y descienden las maldiciones, desde ese tiempo hasta ahora. Por eso es que no aceptamos su sistema, el sistema de democracia-hipocresía. Todo el que lo acepte está demostrando que no quiere al Califa, no quiere que eso gobierne. Por eso es que están alabando a la democracia. El Califato, eso es lo que Allah quiere.

Así que Mehmet Aqif Ersoy dice: "Cada mañana voy a la mezquita de Sultán Ahmet, en Jama'at. Voy temprano en la mañana y cerca del Mihrab veo a un anciano. Su cabello y su barba son completamente blancos, blancos como la nieve. Continuamente él está llorando. Cada vez que voy encuentro a ese hombre llorando. Desde afuera veo que él es el primero en la mezquita. Pero él siempre está sentado, haciendo tasbih y llorando. Un día me acerqué a él y le dije: 'Oh santo, ¿por qué lloras tanto? ¿Te has apartado de la misericordia de Allah? ¿Por eso lloras? La misericordia de Allah está llegando'". También le dijo: "Oh, estás viendo hacia afuera y lo que han hecho (al remover el Califato). Qué cosa más necia que han hecho. Por eso es que lloras".

El anciano le dijo: "No me hagas hablar. Mi corazón se detendrá". Le dijo: "Por favor habla. Dímelo". Dijo: "Te lo contaré. En tiempos de Sultán Abdul Hamid Khan (Jannat Mekan) fui un general de rango. Mis padres fallecieron. En la zona de Izmir teníamos muchas tierras y granjas. Así que mandé mi carta de renuncia al Sultán pidiéndole que me apartara del ejército. Al momento el Sultán me envió su respuesta diciendo: "No, ahora no podemos permitirnos dejarte marchar. Hay un gran problema que nos espera y necesito un par de personas como tú a mi lado. Así que no aprobaré lo que estás pidiendo". Dijo: "Estaba triste. Pero teníamos tanto trabajo que hacer. Un día necesité ir a Estambul y me dije a mí mismo: Ahora que estoy aquí voy a visitar al Sultán. A causa de que tenía una gran autoridad, yo podía ir y visitarlo". Por aquel entonces, en la mañana, la puerta del Sultán estaba abierta para todos. Hoy en día ni siquiera el intendente abre la puerta para la gente. La puerta del Sultán Otomano estaba abierta. La gente llegaba y daba sus quejas, pidiendo y hablando. Esto era en el peor momento.

Así que dijo: "Llegué ante el Sultán. Él estaba sentado sobre su sillón. Me miró y bajó su rostro. Ya no me miraba. Dije: 'Su Majestad, te he enviado una carta'. Instantáneamente me dijo con dureza: 'Te he enviado la respuesta'. Dije: 'Así es, por eso es que ahora estoy aquí para pedírtelo, debido a que esta es la excusa que tengo'. El Sultán movía su cabeza. No me miraba, y nuevamente pedí que me dieran el alta. Así fue que levantó su rostro, me miró con rudeza y dijo: '¿Entonces qué puedo hacer? ¿Tanto lo pides? Márchate'. Y lo exceptuó. Asunto acabado. El Sultán movió su mano de esta manera. En nuestra tradición, si alguien te habla y te dice: 'Muy bien, márchate', significa: 'Ya no estoy feliz contigo', y mueven el dorso de su mano hacia ti. Cuando dicen: 'Anda con bendiciones', es de esta manera, con la palma de la mano hacia ti. Pero cuando es con el dorso de la mano, de manera correcta significa: 'Piérdete'. Continúo contando: "Esa acción me acabó. ¿Pero qué podía hacer? Ya no podía revertir esa situación, y regresé".

"Muy poco tiempo después ocurrieron tantos incidentes que entendí por qué el Sultán no me quería dar el alta. Pero una noche tuve un sueño. En el sueño veía al Ejército Otomano. Estaban todos ubicados en líneas rectas. Todos los generales estaban al frente del ejército y llegó Sultán Abdul Hamid Khan y los saludó. Y el Profeta (asws) se encontraba frente a él, y él (el Sultán) decía: 'Ya Rasulullah, el ejército del Islam está preparado. Como gustes. Da la orden. Haremos lo que mandes'. Todos veían al Profeta (asws) excepto yo. Cuando miraba desde lejos veía al Profeta (asws) como una luna, brillante. Pero no podía ver al Profeta (asws) (en su forma humana). Sin embargo el Sultán y todo el ejército lo veían".

"Y el Profeta (asws) miró el ejército desde el principio y llegó al final, y el batallón, el grupo del final se suponía que estaba bajo mi autoridad. Pero yo no estaba allí. Entonces todos los soldados estaban muy desaliñados. No estaban en orden. El Profeta (asws) miró al Sultán con rudeza y le dijo: '¡Ya Sultán! ¿Dónde se encuentra el general de ese grupo de gente?', y el Sultán bajó su rostro diciendo: 'Ya Rasulullah, ese quiso retirarse tempranamente. No quería darle el alta pero lo pidió reiteradamente. Así fue que ya no pude decirle que no. Entonces lo envié a retiro. Lo hice marchar'. El Profeta (asws) lo miró y dijo: '¡Ya Sultán! Al que hiciste marchar también lo haremos marchar de nuestra asociación'. Luego de aquel día jamás dormí por la noche. He estado llorando sin detenerme pero no he tenido sueño alguno. Luego de aquel día abandoné todo. Dejé todas mis pertenencias a la gente. Allah me envía el sustento pero he perdido. No he visto al Profeta (asws) y luego de eso ya no tuve más sueños buenos".

Esto no es una broma. Esto es real. Real, real. Si entiendes lo que eso significa entonces llorarás mucho. Si no lo entiendes entonces eres un asno. ¿Qué podemos hacer? Del modo en que vives será como mueras. Del modo en que mueras seas levantado. Esto es un hadiz-e sherif. Si mantienes a Allah como prioridad, entonces Allah te mantiene como prioridad. Si mantienes a Allah de segunda clase, entonces te estás acabando a ti mismo. Allah nunca es segundo. Si el mundo entero dice: "Mantenemos segundo a Allah", Allah no es segundo. Allah es primero. Es una bendición para el hombre que entienda el favor que Allah le ha concedido al facilitarle Su alabanza. Como dice Sheykh Mevlana: "Vive por Allah y muere por Allah". Es una bendición para ti. Entonces Allah pregunta: "¿Qué quiere Mi siervo? Dádselo". Y cuando tú dices: "Ya Rabbi, quiero, quiero", Él dice: "Lo que quieras. Cuando estás a Mi servicio te lo doy todo. Dices que Me amas, Yo te amo y también Soy tuyo. Estoy a tu servicio". Allah está a nuestro servicio. ¿Qué servicio le damos a Allah? ¿Qué hacemos, huh? Sólo levantarnos e ir arriba-abajo. ¿Ese es el servicio que le damos a Allah? ¿Eso se adapta a Su Majestad?

Él nos da todo y nosotros no podemos devolverle nada. Lo único es cumplir Sus órdenes, intentar cumplir Sus órdenes. Entonces te estarás dando honor a ti mismo. Todo el tiempo Allah te está concediendo más honor. Todo el que deje a Allah, que se aleje de Allah, pierde su honor en dunya y pierde su honor en Ajirat. Esto es suficiente para ti y para mí.

(...)

Así que sé feliz con lo que Allah te Ha dado. Si eres feliz con Allah entonces Allah es feliz contigo. Si no eres feliz con Allah, no vas a molestar a Allah porque no eres feliz con Él. Pero si Allah no es feliz contigo entonces te espera el desastre.

Wa min Allahu Tawfiq.

Fatihat.
Sahib us Sayf

miércoles, 8 de octubre de 2014

Montoneras Gauchas y Cuadrillas Monfíes

Continuando con nuestras investigaciones acerca del parentesco más que evidente entre la cultura gauchesca y la cultura islámico-andaluza, no está de más señalar las notables semejanzas entre las montoneras gauchas que cumplieron un rol determinante en la incipiente historia argentina y las cuadrillas “Monfíes” que opusieron una férrea resistencia contra el poder central en la España de la ‘Reconquista’.

‘Monfíes’, del árabe ‘munfī’, «desterrado», es el nombre por el que se conocieron en el siglo XVI y principios del XVII a los moriscos refugiados en las serranías del antiguo Reino de Granada (en España), dedicados primordialmente al bandolerismo, dada su condición de marginados y perseguidos.

Los monfíes fueron, originalmente, mudéjares huidos a los montes como consecuencia de los desórdenes y la represión asociados a la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492, y su número aumentó en décadas posteriores conforme crecía la presión ejercida por las nuevas autoridades castellanas contra los súbditos granadinos, especialmente después de que fueran obligados a convertirse al cristianismo, pasando a ser llamados moriscos, como anotáramos en artículos precedentes. Los monfíes se organizaban en cuadrillas dirigidas por "capitanes" (que indudablemente nos remiten a nuestros Caudillos), algunos de ellos famosos, como Gonzalo el Seniz. Las cuadrillas a veces se agrupaban en bandas, con una organización casi militar. Los monfíes, de extracción eminentemente rural, formaron comunidades en los montes en las que practicaban libremente los ritos de su fe islámica, al contrario que el resto de los moriscos que eran obligados a mostrar adhesión a las creencias y rituales católicos. Los monfíes se dedicaron en gran medida a la propia justicia contra los desmanes sufridos a manos de los cristianos y tuvieron en los pastores a sus mejores aliados.

En gran medida, las similitudes que encontramos entre monfíes moriscos y gauchos montoneros es la pertenencia de ambos estratos en la categorización que se ha hecho de ellos en cuanto a su supuesto 'bandolerismo'. Entendemos aquí que bajo ese concepto se oculta lo que el historiador Hugo Chumbita llama "modos de autodefensa de grupos autóctonos" frente a la ocupación colonial, la organización del Estado y su monopolio de la violencia. Escribe Chumbita: "En aquellas fabulosas llanuras irredentas cada cual valía por sí mismo sin tener que dar cuenta a nadie. En los márgenes de la civilización colonial, en contacto con ella pero fuera del orden, arraigaron formas de subsistencia alternativa, otros códigos y otra manera de ser. Para la gente ilustrada en la visión eurocéntrica, era la barbarie. Es sugestivo que en un comienzo a los gauchos se les llamara gauderíos, cuya raíz latina gaudere significa gozar o regocijarse (...) Tras la frontera la vida humana no era idílica, pero regían las leyes de la naturaleza por sobre las de la corona y la amplitud del horizonte alentaba la ilusión de libertad. Cada vez que el sistema de ocupación colonial avanzó desde las ciudades hacia esas regiones periféricas, tropezó con los disturbios rebeldes. La organización del Estado y su monopolio de la violencia chocaba en particular con la existencia de las tribus pastoras y los vaqueros errantes, que sostuvieron análogas confrontaciones con el poder de los propietarios, comerciantes y funcionarios. En el marco de tales conflictos, gran parte de lo que se calificaba como bandolerismo no eran sino modos de autodefensa de esos grupos autóctonos". (Jinetes Rebeldes, cap. 1: Bárbaros, Bandidos y Rebeldes) Esta situación con el tiempo habría de prolongarse contra los gauchos y las capas rurales criollas luego de la independencia con el Directorio y la ley de la vagancia, y más tarde en las confrontaciones civiles, sobre todo después de Pavón, con la avanzada política y cultural del liberalismo mitrista y sarmientino.

Dentro de este marco, tanto los monfíes moriscos como los gauchos montoneros pueden circunscribirse en la noción de bandolero social que fuera acuñada por el pensador Eric Hobsbawn, la cual enfatiza la dimensión colectiva de sus peripecias como expresión contestataria de una comunidad, por oposición al carácter individual del simple delincuente. Este fenómeno es propio de las sociedades de base agraria -incluyendo las economías pastoriles-, compuestas por campesinos y trabajadores rurales que eran explotados por señores, terratenientes, ciudades u otros centros de poder. Hobsbawn interpreta estos modos de autodefensa autóctono (llamados por él 'bandolerismo social') como "forma primitiva de protesta", de carácter "prepolítico", propia de sociedades campesinas tenazmente tradicionales y de estructura precapitalista. En tiempos en que se rompe el equilibrio tradicional, esos brotes se agudizan y el bandolero se transforma en símbolo de resistencia, exponente de las demandas de justicia de la comunidad. No es un innovador, sino un tradicionalista que aspira a la restauración de la "buena sociedad antigua". Esto nos lleva a la apreciación dada por Félix Luna en el prólogo a su libro "Los Caudillos": "La resistencia a todo lo que tendiera a insertar al país dentro del esquema capitalista no era sino una expresión del natural conservatismo de los caudillos, apegados a los valores tradicionales y a una realidad del país que iba desapareciendo, derrotada por la técnica y el capital". Gauchos y moriscos compartieron por igual la vehemencia de la vida en libertad enmarcada por una cosmovisión tradicional, ambos unidos por un mismo espíritu que trascendiendo el espacio y el tiempo se convirtió en resistencia  e identidad.

domingo, 5 de octubre de 2014

"Ndiangue": Pelo Fuerte, atributo del León

Aunque preferimos el nombre de ndiangue, que en dialecto wolof quiere decir “Pelo Fuerte” o “Pelo de Poder”, se les conoce comúnmente como «rastas», ya que se ha popularizado a modo masivo a través de los cultores del “Rastafarismo”, aunque no debe asociarse directamente el tipo de cabello con la cultura rastafari, ya que gente de muchas grupos étnicos han usado Pelo Fuerte a lo largo de la historia, incluyendo muchos grupos ancestrales como los pueblos Semitas e Indo-Arios del Oriente Próximo y Asia Menor, los primeros clanes Escoceses, los Sadhus y Sufis Rafaees de India, los Maorí de Nueva Zelanda, los Masái de África del Este, y los Faquir-Qalandar de Pakistán. Tanto el Pelo Fuerte, como la barba para el hombre, se corresponden con la simbología del león y su función de soberano espiritual, potencia espiritual en acción sobre el mundo, como en el judaísmo lo grafica la historia representativa de Sansón.

Historia

Los primeros ejemplos conocidos de Pelo Fuerte se remontan a África Oriental y algunas partes del Norte de África. Los hombres Masai, que se encuentran en las regiones del norte de Tanzania y el sur de Kenia, han estado llevando rastas durante todo el tiempo que han sobrevivido. No ha habido fecha oficial de los "inicios" de las rastas Masái, pero es una tradición que ha estado ocurriendo durante miles de años. Incluso hoy día, puede verse a los hombres Masái ponerse sus rastas con un tinte de color rojo extraído de la tierra.

En el Antiguo Egipto existieron ejemplos de egipcios usando peinados y pelucas del estilo Rasta que han aparecido en bajo relieves, estatuas y otros artefactos. Restos momificados de los antiguos egipcios con su pelo torsado, así como pelucas con rastas han sido recuperados de diversos sitios arqueológicos.

El aspecto de la divinidad hindú conocido como Shiva y sus seguidores se describen en las Escrituras con el uso de "jaTaa", que significa "torsamiento de pelo", probablemente derivado de la palabra Dravidiana "Sadai", que significa girar o envolver.

Los Griegos, pueblos del Océano Pacífico, el pueblo Naga y varios grupos de Ascetas en varias grandes religiones a veces han usado su pelo torsado, incluidos los monjes de la Iglesia Ortodoxa Etíope Tewahedo, los Nazareos del Judaísmo, los místicos Qalandari, los sadhus del hinduismo y los Derviches del Islam (se dice que el Profeta Muhammad solía tener el cabello largo hasta debajo de las orejas, el cual trenzaba), entre otros. Los primeros cristianos también pueden haber llevado este estilo de peinado. Destacan las descripciones de Santiago el Justo, primer obispo de Jerusalén, que usaba "rastas" hasta sus tobillos.

Sacerdote Aztecas precolombinos fueron descriptos en los códices aztecas (incluyendo el Códice Durán, el Códice Tudela y el Códice Mendoza) con el uso de su pelo intacto, lo que le permite crecer largo y enmarañado.

En Senegal, los Baye Fall, seguidores del movimiento Mouride, un grupo indígena del Islam de ese país, que fue fundado en 1887 por el Sheykh Amadou Bamba, son famosos por usar "rastas" y trajes multicolores. Cheikh Ibra Fall, fundador de la escuela Baye Fall de la Hermandad Mouride, popularizó el estilo añadiendo un toque místico a la misma. De aquí su nombre ndiangue. También es importante tener en cuenta que los guerreros de las tribus Fulani, Wolof, Serer y Mandika, han utilizado rastas hasta la vejez y trenzas en la juventud por siglos.

En Jamaica el término dreadlocks se registró por primera vez en la década de 1950 como término para describir a los "Jóvenes Negros de la Fe", una secta antecesora de los rastafaris, que surgió entre los pobres marginados de Jamaica en la década de 1930, cuando dejaron de copiar el estilo particular del pelo de Haile Selassie I de Etiopía, y comenzaron a usar dreadloks en su lugar. Se decía que el portador vivió un "temor" en vida o una vida en la que temió a Dios, lo que dio a luz a sus 'dreadlocks', el nombre moderno de este estilo antiguo.

Muchos Rastafaris atribuyen sus "dreadlocks" como una dedicación a Haile Selassie I de Etiopía, así como a los tres votos Nazareos, en el Libro de los Números, el cuarto de los libros del Torá.

Sufi Rafaee
Baye Fall