miércoles, 15 de mayo de 2013

Humildad y Servicio en el Camino de Allah

Bismillahi Rahmani Rahim
El Mensajero de Allah (asws) nunca se consideró a sí mismo mejor que nadie. Sólo su radiante rostro y su atractiva persona le distinguían de sus Compañeros. Vivía y vestía como los más pobres y se sentaba y comía con ellos, tal y como lo hacía con los esclavos y los sirvientes. Una vez una mujer le vio comer y dijo: "Come como un esclavo". El Mensajero (asws) respondió: "¿Puede haber un esclavo mejor que yo? Soy el esclavo de Dios". (Hayzami, Majma', 9:21)
Una vez, mientras servía a sus amigos, un beduino vino y gritó: "¿Quién es el señor de esta gente?". El Mensajero (asws) respondió presentándose a sí mismo a la vez que enunciando un importante principio sobre el liderazgo islámico y la administración pública: "El señor de un pueblo es aquel que sirve a dicho pueblo". Ali (ra) dijo que, entre la gente, el Mensajero era como uno más. Cuando él y Abu Bakr (ra) llegaron a Quba mientras emigraban de Meca a Medina, algunos medinenses que no sabían qué aspecto tenía el Profeta, trataron de besarle las manos a Abu Bakr. El único signo externo que les distinguía era que Abu Bakr parecía mayor que el Mensajero (Ibn Hisham, 2:137).
Mientras los musulmanes construían la mezquita de Medina, el Profeta (asws) cargaba con dos ladrillos de adobe; los demás sólo cargaban con uno (Bujari, 1:111; Muslim, 2:65). Mientras cavaban el foso para defender Medina, los Compañeros se ataron una piedra al vientre para calmar su hambre. El Mensajero se ató dos (Tirmidhi, Zuhd, 39). Cuando un hombre le vio por primera vez y empezó a temblar de miedo al contemplar su imponente aspecto, el Mensajero le calmó y le dijo: "Hermano, no temas. Soy un hombre como tú, cuya madre solía comer pan seco" (Ibn Maya, At'ima, 30; Hayzami, 9:20). En otra ocasión, una mujer demente le tomó de la mano y le dijo: "Ven conmigo y haz mis tareas domésticas". El Mensajero hizo lo que le pidió (Qadi 'Iyad, Ash-Shifa, 1:131, 133). Aisha (ra) informó de que el Mensajero se remendaba sus ropas, reparaba su calzado y ayudaba a sus esposas con los quehaceres domésticos (Tirmidhi, Shama'il, 78; Ibn Hanbal, 6:256).
A pesar de que su modestia le elevó al más alto rango, él se consideraba a sí mismo como un siervo de Dios cualquiera: "Nadie entra en el Paraíso por sus actos". Cuando se le preguntó si esto era verdad incluso para él, dijo que él solo podría entrar en el Paraíso gracias a la Misericordia de Dios (Bujari, Riqaq, 18).
La humildad era una de las mayores cualidades del Profeta (asws). Al aumentar su rango cada día, aumentaba su humildad y servidumbre a Dios. Su cualidad de siervo era anterior a su cualidad de Mensajero, según se puede ver en la declaración de fe: "Testifico que no hay más dios que Allah, y testifico que Muhammad es Su siervo y Mensajero".
Prefirió ser un Profeta-servidor que ser un Profeta-Rey. Un día, mientras estaba sentado con el Ángel Yibril (as), el Mensajero dijo que no había comido durante varios días. En cuanto dijo eso, otro ángel apareció y le preguntó: "Mensajero de Allah, Allah te saluda y te pregunta si deseas ser un Profeta-Rey o un Profeta-servidor". Yibril le aconsejó que fuese humilde ante su Señor. Y como la humildad formaba parte de su carácter, el Mensajero respondió: "Quiero ser un Profeta-servidor" (Ibn Hanbal, 2:231; Hayzami, 9:18). Allah alaba su servidumbre y le menciona como siervo en varios versículos del Qur'an: "Y cuando el siervo de Allah se ponía a invocarlo, a punto estaban (los genios) de venírsele encima (para verle rezar)" (72:19), y: "Y si tenéis alguna duda sobre lo que hemos revelado a Nuestro siervo, venid vosotros con una sura igual" (2:23).
Después de las muertes de Jadiya y de Abu Talib, el Mensajero de Allah (asws) se convenció de que ya no podía esperar ni victoria ni seguridad en Meca. Por lo que, antes de que las cosas llegasen a un estado crítico, busco una nueva base en Taif. Al ver a los habitantes de la misma tan hostiles, sintió que no tenía apoyo ni protección. Pero Allah manifestó Su Misericordia y le honró con la Ascensión a Su Presencia. Al narrar dicho evento, Allah le menciona como Su siervo para mostrar que merecía la Ascensión a causa de su servidumbre:
"¡Glorificado sea Quien una noche hizo viajar a Su siervo desde la Mezquita Inviolable hasta la Mezquita más lejana...!" (17:1)
La humildad es el más importante aspecto de la sumisión del Mensajero. Declaró: "Dios exalta al humilde y humilla al altivo". Ali (ra) describe al Mensajero como sigue:
“Era el más generoso dando, y el más afable y el que más paciencia y perseverancia tenía. Era el más sincero en el habla y el más amistoso y agradable en la compañía. Era el más noble de todos en cuanto a linaje. El que le veía por primera vez, se sobrecogía; pero quien le conocía de cerca, era atraído profundamente por él. Quienquiera que haya intentado describirle dice: 'Nunca he visto a nadie como él'". (Tirmidhi, 3880).
Fuente: "Muhammad, El Mensajero de Dios. Un Análisis de la Vida del Profeta".

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