miércoles, 22 de octubre de 2014

El necio furcio de Ehud Manor

En una entrevista publicada el día 20 de octubre de 2014 al historiador social y político judío Ehud Manor por el diario La Capital de Rosario, sintetizando toda una ideología, éste dice:

"De pronto, con la aparición del grupo Estado Islámico o Isis, se ve que hay una problemática fundamental con el Islam, que hay que reconocer que el Islam facilita algunas ideas políticas, no religiosas, sino de la relación entre teología y política. Hay un problema con el Islam, y esperamos que el mundo por fin lo vea y lo entienda".

Sus palabras sobran para revelar las oscuras pretensiones diabólicas de quienes se arrogan el dominio del mundo tras la imposición de cosmovisiones y culturas apócrifas, buscando desmerecer el sendero espiritual revelado por Dios para el bienestar de los hombres en el mundo.

No hablaremos de la falsía inherente a la creación del Estado de Israel, ilícitamente concebido sobre tierras musulmanas pertenecientes al Califato Otomano con el nefasto tratado de Balfour luego de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, debemos resaltar que la idiosincrasia del pueblo judío actual también resulta de una conveniente mixtura entre política y religión que ha dado como resultado el gran cáncer sionista que roe las entrañas de la política y la cultura global. Ellos han sido los principales portaestandartes de la democracia, falsa forma de política que tiende a la esclavitud ególatra al liberar las pasiones más inferiores del hombre en sociedad, forma totalmente contraria a los dictados de Dios tanto para el pueblo judío como para la Cristiandad y el Islam. Recordemos que Moisés recibió la revelación de Dios con una Ley como constitución para el pueblo judío. ¿No es esto, según el criterio del seudo intelectual judío citado por el periódico, una "peligrosa mezcla de religión y política"? Ahora bien, fácil resulta achacarle al Islam todos los errores propios a una herejía, cuando es justamente el Islam el que se opone a toda estratagema demoníaca surgida de las intenciones dudosas de quienes detentan el poder. Toda religión, desde el momento en que es revelada para la reforma del ser humano, conlleva un determinado número de leyes, tanto individuales como comunitarias, que deben ser observadas para la corrección tanto espiritual como social de la humanidad. Y si hablamos de comunidad y de sociedad, de seguro que estaremos ante una aplicación de la religión emparentada con lo que se entiende por política. Así, en las teocracias de antaño, las civilizaciones tenían reyes, soberanos, califas y sultanes encargados de aplicar las leyes divinas en el ámbito social. Esto ha sucedido tanto entre judíos, como entre cristianos y musulmanes. La democracia es un invento posterior que surge de la total desconexión con Dios, con Sus leyes, y la forja de nuevas leyes según los criterios más infrahumanos, que es justamente lo que estamos viviendo a escala global.

Muchas veces se ataca lo que se teme, y éste es el asunto con el Islam: los murciélagos rehúyen la luz diurna porque les hace arder los ojos, confundiéndola con un mal, prefiriendo la tiniebla a la claridad anunciadora de toda belleza.

Como decíamos más arriba, las palabras de este seudo intelectual constituyen la evidencia cabal de toda una ideología subversiva que se pretende imponer a la opinión pública. Se dicen "liberales" y no hacen más que mostrarse irrespetuosos e intolerantes con lo que no transige con sus pensamientos acerca de la realidad: he aquí el peligro más evidente de estas cosmovisiones apócrifas que nos atronan la conciencia con su verborragia de "libertad, justicia e igualdad".

Para que nos sirva de ejemplo, en un arrebato de mística mundanidad y resaltando los valores "democráticos" de la Nación de Israel, enclave opresor en Tierras de Santidad, dice: "El turismo está en permanente crecimiento, Tel Aviv es una de las capitales gays, una meca gay". ¡Notable concepto de la virtud y el ejemplo!

América Latina está despertando a la realidad del Islam. Las palabras de este hombre ya no deberían engañar a nadie. El problema no es el Islam, el problema lo tiene él consigo mismo, triste y lamentable títere del mal.

De Dios proviene el éxito

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